Hasta el 37 Festival Internacional del Nuevo Ci­ne Latinoamericano llegó por estos días George Mastras, uno de los guionistas que se unió al show desde su primera temporada

Diana Ferreiro - Diario Granma.- George Matras, uno de los guionistas de la exitosa serie de televisión norteamericana, Breaking Bad, impartió una Clase Magistral como parte de las actividades del XXXVII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.


En enero del 2008, la cadena norteamericana AMC transmitía el episodio piloto de una serie creada por Vince Gilligan con el nombre de Breaking Bad, la cual se convertiría en una de las mejores series de televisión de todos los tiempos.

Breaking Bad (BB) asiste, a lo largo de sus cin­co temporadas, a la transformación de Walter Whi­te (Bryan Cranston), un profesor de química de secundaria al que le diagnostican cáncer terminal de pulmón, y para poder dejar dinero a su familia, emplea sus conocimientos acerca de las sustancias para cocinar metanfetamina y traficarla. Para ello pide ayuda a Jesse Pinkman (Aaron Paul), un exalumno que entiende bastante de estas cuestiones.

Juntos construyen un imperio de droga en Nue­vo México, bajo las narices de la DEA (Admi­nistración para el Control de Drogas).

Además de las excelentes actuaciones —que le valieron a Bryan Cranston, Aaron Paul y Anna Gun, varios premios y nominaciones—, una serie de televisión como BB está sustentada casi siempre en un guion impecable.

Hasta el 37 Festival Internacional del Nuevo Ci­ne Latinoamericano llegó por estos días George Mastras, uno de los guionistas que se unió al show desde su primera temporada, para dialogar acerca del proceso de escritura en televisión y en BB, en particular.

BB contó hasta con seis o siete guionistas que se encerraban en una especie de “cuarto seguro” para escribir los episodios. “Nos sentábamos todos los días durante muchas horas, a discutir cada mo­men­to de cada episodio y una vez que determinábamos lo que íbamos a hacer, empezábamos todo de nuevo, hasta encontrar el episodio que queríamos”, explicó George Mastras.

“Comenzábamos pensando qué había en la cabeza de Walter White, o de Skyler, y cómo ellos se comportarían. Curiosamente Bryan Cranston escogió no saber qué pasaría con su personaje en el capítulo siguiente, pues la transformación con el transcurso de la serie era esencial”, reveló.

Muchas veces, los escritores se enfocaban en detalles insignificantes, que darían resultado capítulos después, o en los momentos de silencio, co­mo en Fly, décimo episodio de la tercera temporada. Los momentos cumbre fueron distribuidos pa­ra crear lo que llaman una “quema lenta”.

Estos recursos —y otros—, y el hecho de que Vince Gilligan tuviera muy claro desde el principio hacia dónde quería enrumbar el show, dieron al traste con una serie brillante que sirvió de modelo pa­ra posteriores producciones como Fargo.

Considerado un “western postmoderno”, BB es también, según Mastras, un show sobre la mo­ralidad y las consecuencias de la involución de esta.

Sin embargo, las estrategias seguidas por el grupo de guionistas y el creador de la serie, no los li­beraron de la presión que supone escribir una serie de televisión en estos tiempos.

Muchas series, ya lo sabemos, entran en decadencia con el paso de los años, Breaking Bad es una excepción. Cada temporada es aún mejor que la anterior y los personajes transitan por caminos insospechados que mantienen al espectador en vi­lo, tratando de imaginar qué ocurrirá. La respuesta nunca se obtiene mientras vemos la serie. Sola­mente un pensamiento se vuelve recurrente: ¿has­ta dónde será capaz de llegar Walter?

La segunda madre y Para mi amada muerta

Tragedia y elementos de la comedia en un solo tiro de dados

Rolando Pérez Betancourt - Diario Granma.- Premio del jurado y de los espectadores en el Festival de Sundance, y premio del público en Berlín, La se­gunda madre (Anna Muylaert, Bra­sil, 2015) tiene la facultad de seducir por igual a tirios y troyanos con una historia que, en un primer momento, hace pensar en un conflicto varias veces contado por las peores telenovelas del continente: sirvienta de casa rica, con más de diez años sin ver a su hija, se la lleva a vivir con ella bajo el consentimiento de los señores de la casa.

Asunto de ricos y pobres que un cine fácil y costumbrista llenó de fórmulas llorosas, y que la directora reaviva mediante un talento innegable para pegarnos en las butacas y disfrutar de cada escena, al tiempo que se acrecienta el interés por lo que vendrá, una imantación de aliento creativo buscada por muchos y lo­grada por pocos.

Se trata del cliché en apariencia asumido y traspuesto en frescura expositiva.

Cine entretenido y a la vez de altos quilates en sus planteos narrativos y artísticos en general, con la ex­traordinaria Regina Casé dando vida a la criada entregada por entero a sus señores y a la crianza del hijo de ellos y, de buenas a primera, sorprendida por la personalidad de la hija recién llegada, inteligente y rebelde, y que muy pronto le preguntará a la madre si con tanta sumisión no se siente co­mo una ciudadana de segunda clase.

Tragedia y elementos de la comedia en un solo tiro de dados en el que sobresalen las bien pensadas escenas de tensión, sostenidas por unos diálogos pletóricos de simbolismo.

Choque de dos generaciones en medio de una desigualdad social que se mantiene intacta al paso de los siglos.

Disfrute y lección social llena de matices y sin revuelcos efectistas para ganarse el favor de lo que suele denominarse “el gran público”.

No sería extraño, entonces, que la brasileña La segunda madre, aun con lo mucho bueno en competencia, se alzara con un premio.

Otra buena de Brasil, Para mi amada muerta (Aly Muritiba, 2015) y una más que en su despegue argumental recuerda recursos dramáticos ya vistos, pero pronto superados en este drama íntimo con no poco de suspenso: un hombre pierde a su be­lla esposa y se queda solo con un hijo pequeño.

Abrumado por los re­cuer­dos, husmea entre los objetos de ella. Así aparecen casetes VHS que mira y vuelve a mirar, hasta que uno de ellos le revela a su mujer desnuda y en el lecho con otro hombre, mientras le reitera al amante que él es lo me­jor que le ha pasado.

Derrumbe total para el protagonista y un objetivo supremo: salir a buscar a ese hombre.

Buen tejido dramático y un clima de expec­tativas que obliga a preguntarse cuál será el objetivo del agraviado al tratar de amigarse con el otro.

Quizá le sobre algo de metraje, pero sin duda es una buena ópera prima.

Vivir, sentir y pensar en Festival

Para evaluar cualquier cita artística se alza la voz de la crítica como ejercicio valorativo legitimador y prác­tica activa en la conformación de las ideas

Amelia Duarte de la Rosa, Diana Ferreiro - Diario Granma.- Cada diciembre el cine deja de ser una mera afición o pasatiempo para convertirse en una verdadera pasión. Correr de un cine a otro para no llegar tarde a las tandas, buscar la pro­gramación, organizarse un cronograma; comprar un pasaporte; pre­guntar por buenas películas, ver otras que no lo son tanto, hacer colas interminables y tumultuosas; reencontrarse con amigos, fotos, selfies, números de teléfono; reconocer a actores y directores caminar por 23, Coppelia, La Rampa o coincidir con ellos en la misma fila de butacas son solo algunas de las tantas experiencias que los cinéfilos y amantes del séptimo arte viven en estas intensas jornadas del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Para evaluar cualquier cita artística se alza la voz de la crítica como ejercicio valorativo legitimador y prác­tica activa en la conformación de las ideas, pero más allá de la especialización existe una voz —digamos— otra, que no por ser diferente deja de ser importante: la del espectador, esa que se va conformando con el gusto, evalúa de la manera más rigurosa hasta el menor detalle (el público, cuando quiere, no perdona) y mu­chas veces —bien sabemos— discrepa con el pensamiento crítico.

En esta oportunidad, grabadora en mano, salimos en busca de ese criterio directo e informal, que aho­ra dejamos a su consideración, sa­biendo de antemano que solo los que se aventuran a salir de casa pueden vivir y sentir, en toda su plenitud, la verdadera magia de la sala oscura.

“El Festival me parece bueno, hay variedad de géneros y temáticas, pe­ro me parece que no ha sido muy acertada la distribución de las premieres y presentaciones de algunas películas, teniendo en cuenta la demanda de la población”. (Ángela, 25 años).

“Como siempre disfruto mucho del Festival del Nuevo Cine Latinoa­mericano, una fiesta del cine; pero este año en todas las tandas y antes de comenzar cada película ponen la promoción detallada del servicio nau­ta de Etecsa... ¿A quién se le ocurrió eso?”. (Carmen, 59 años).

“Hasta ahora creo que el Festival ha marchado bastante bien, incluso mejor que el pasado, hay una gran variedad de propuestas, y más que nada destacar la presencia de grandes directores y actores como Pablo Trapero, con El Clan, Bob Yari con Papa y parte del elenco, Pete Docter, ganador del

Oscar en 2010 por Up, entre otros. Hasta ahora mi favorita ha sido la alemana Victoria, excepcional, plano secuencia de 2 horas 18 minutos, me encantó, las actuaciones, el guion, la fotografía, me pareció genial”. (Ismel, 28 años).

“Mucho mejor organizado, de ver­dad, más opciones y temas más di­versos, al cine que fui nada de matazón”. (Ricardo, 46 años).

“Realmente no he podido ver mu­cho, pero tampoco creo que este sea un Festival muy relevante. No he visto muchas cosas, pero creo que todo es más de lo mismo. Den­tro del concurso creo que se pueden salvar El clan y El club, el resto, me parece más de lo mismo, pero pue­do pecar de absolutista”. (Luisa Ma­ría, 26 años).

Este año se hizo una cosa nue­va, se llama backing para las fo­to­grafías, algo que es muy común en los grandes festivales, en las alfombras rojas y eso, pero aquí ja­más se había hecho. Además la imagen del evento está sustentada en una buenísima idea (eso de ve por cine, morir por el cine...) es decir, que se hizo un llamado explícito, más allá de las sugerencias gráficas de la imagen. Es una campaña superarriesgada, porque en el spot quitaron la música tradicional del Festival, que fue lo único que a mí no me gustó, pero que se justifica en el mensaje mismo que quisieron dar los diseñadores, esa cosa sublime y pasional por el cine”. (Roxana, 29 años).

“De las muestras internacionales puedo hablar de las Galas, o sea: Chronic y Carol, es lo mejor que he visto en el Festival. Todavía queda tiempo, pero excepto El Club y, quizá, El Clan ninguno de mi amigos me ha comentado que se ha quedado fascinado con una película latinoamericana”. (Da­río, 27 años).

Eugenio Canevari, director del largometraje Paula: “El Festival nos ha tratado de maravilla, y tengo la sensación de que la selección del Festival es muy seria, por la cantidad y calidad de las películas, es una relación diferente a la que estoy acostumbrado don­de la gente es más si­lenciosa, y la gente ve las películas de otra manera”.

Matheus Fagundes, actor brasileño: “Me gusta mucho el Festival, es un gran orgullo presentar mi película acá, fue una experiencia muy bue­na; en Ausencia interpreto a un chico de 15 años que está pasando por una experiencia difícil, pero es un mu­chacho muy fuerte, y espero que les guste”.

La Obra del Siglo, un filme sobre utopías y desilusión

Mariateresa Hernández Martínez

La Habana, 8 dic (ACN) Un relato sobre la voluntad, la utopía y la desilusión resulta La Obra del Siglo, uno de los nueve largometrajes cubanos en competencia en el XXXVII Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, que acontece en La Habana hasta el próximo 13 de diciembre.

La película deviene un gran paseo por la memoria de los habitantes de la Ciudad Nuclear de Cienfuegos, quienes formaron parte del proyecto soviético-cubano encargado de construir el primer reactor nuclear del Caribe, explicó hoy su director Carlos Machado Quintela en conferencia de prensa.

"La obra del siglo se inscribe en una estética de la asfixia signada en esta ocasión por el desencanto, elementos también inherentes al arte, de los cuales se sirve el director para construir una obra pletórica de imaginación surgida, evidentemente, de un guion en progreso." Rolando Pérez Betancourt, diario Granma

Premiada con el Tiger Award en el Festival de Cine de Rotterdam 2015, la cinta es coproducida por Cuba, Argentina y Alemania y narra la confrontación de pareceres entre tres generaciones distintas de una misma familia ante los acontecimientos que sucedieron en ese lugar en la década de 1980.

El reparto cuenta con los actores Mario Balmaseda, Mario Guerra y Leonardo Gascón, tres personajes que se imbrican en un filme agridulce, donde el humor negro y la ironía van de principio a fin y eso alivia el dejo amargo que en cualquier caso pudiera dejar la cinta, precisó.

El filme concursa por el Coral en el apartado de Largometraje, junto a otras 22 representantes de la cinematografía de países como Argentina, Brasil, México, Chile, y Cuba y estará en cartelera durante los días del certamen del séptimo arte.

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