Favio Guerra - Cuba Contemporánea.- Los tiempos de la cautela van quedando atrás, y ya son pocos los escépticos en torno a un posible entendimiento entre las Grandes Ligas estadounidenses y las autoridades del béisbol cubano. La gran pregunta desde este martes, cuando comienza una histórica visita de directivos y jugadores de MLB a la Isla, es sobre el momento en que esto pudiera ocurrir.


No hay que poner en duda la “buena voluntad” de la comitiva que encabezan los míticos Joe Torre y David Winfield, pero son precisamente las responsabilidades que ambos asumen en el béisbol profesional estadounidense lo que pudiera darle otro hipotético matiz al intercambio.

Torre, ex jugador de notable trayectoria y luego uno de los más destacados estrategas que han pasado por la Gran Carpa, es el director ejecutivo de la Oficina de Operaciones de MLB, que se encarga, entre otros asuntos, de velar por la relaciones con las diferentes ligas fuera de la nación norteña.

Por su parte, Winfield funge como uno de los principales asesores del sindicato de jugadores de la principal liga profesional estadounidense, un ente con demostrado peso en la mayoría de las decisiones que toma MLB relacionadas con los contratos de los jugadores nativos y extranjeros.

Los intereses que representan en estos momentos los dos directivos son piezas claves en cualquier negociación con las autoridades cubanas sobre un futuro vínculo. Aunque nadie puede asegurarlo, todo parece indicar que ambas partes ya han establecido contactos previos, lo que haría de su presencia en la Isla un espaldarazo a esas negociaciones por “debajo de la mesa”, como las que durante meses despejaron el camino antes del anuncio -precisamente hace un año- del inicio de un proceso de restablecimiento de las maltrechas relaciones entre ambas naciones.

Todo esto cae hasta el momento en el campo de la especulación, pues además de la extrema discreción con la que los medios oficiales cubanos han manejado el tema de la visita, la MLB solo ha divulgado un escueto programa de actividades que, además de una conferencia de prensa tras la llegada a La Habana, incluye sendas clínicas con niños en la capital y Matanzas y un evento caritativo.

Sin embargo, la posible continuidad de negociaciones no será el único foco de atención, pues en el grupo visitante se incluyen jugadores nacidos en Cuba como José Dariel Abreu, Yasiel Puig y Alexei Ramírez, quienes en su momento decidieron probar suerte en el béisbol profesional, rompiendo cualquier vínculo con el béisbol que se jugada en el país caribeño.

El permiso otorgado para estos jugadores antes proscritos significa un cambio radical en la postura oficial de las autoridades cubanas, y no son pocos los que ven cada vez más cerca el momento en que todos aquellos que tomaron similar camino vuelvan a tener la oportunidad de representar a Cuba en torneos internacionales.

De hecho, cada vez son más los reclamos de los aficionados, quienes ante tantos fracasos en los certámenes de primer nivel ven como único “salvavidas” la conformación de un equipo unificado, con figuras que animan el béisbol doméstico junto a las estrellas como Abreu, Ramírez, Puig, Yoennis Céspedes, Aroldis Chapman o Kendry Morales, por solo citar algunos, todas ya con impresionantes carreras en la MLB.

Muchos coinciden en que ese sería el punto culminante de un proceso que también pasaría por la contratación de jugadores cubanos en Grandes Ligas sin la necesidad de renunciar a su residencia en la Isla, o la posibilidad de que ellos, así como la Federación Cubana de Béisbol (FCB), puedan cobrar los premios en efectivo ganados en torneos como la Serie del Caribe o el Clásico Mundial, algo que hasta ahora no ha podido concretarse por representar una violación de las leyes estadounidense que sostienen el bloqueo económico y financiero contra la nación caribeña.

Tal posibilidad chocaría de frente contra lo dispuesto por el poder legislativo de los Estados Unidos, pero varias fuentes se han hecho eco del propósito de MLB, a través de su vasto ejército de abogados, de encontrar algún resquicio legal para avanzar en ese sentido.

Una de ellas, el influyente diario The New York Times, confirmó hace poco más de un mes que la MLB, con la bendición de la Casa Blanca, había solicitado una licencia a la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro para realizar negocios con Cuba.

Benjamin Rhodes, asesor de Seguridad Nacional para las comunicaciones estratégicas y uno de los que participó en las conversaciones secretas con el gobierno cubano antes de los anuncios del pasado 17 de diciembre, reconoció al mismo medio que el poder ejecutivo estadounidense apoya la posibilidad de que el béisbol sea parte importante en el proceso de normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba. “El béisbol es una institución venerada en ambos países y en la medida en que profundizamos nuestros lazos pueblo a pueblo con Cuba y reconstruimos puentes entre nuestras sociedades, es claro que las Grandes Ligas juegan un gran papel”, dijo en aquella ocasión.

Como quiera que se mire, la visita será provechosa para ambas partes, más allá del ámbito deportivo. Dicen que en la política lo más importante es lo que no está a la vista, y en este nuevo “romance” estamos solo a punto de ver la punta del iceberg. Solo nos queda el tiempo y la paciencia para apreciar lo que tapan las aguas.

De lejos pero esperando los jonrones

Amado del Pino - Cuba Contemporánea.- Después de un Juego de las Estrellas pasado por agua, nuestro campeonato de pelota se dispone -tras una pausa que se fue haciendo larga- para una segunda fase con ocho equipos en competencia.

Debo ser de los pocos que en una conversación beisbolera sacaría el tema de las llamadas Series de las Estrellas. No soy estadístico ni especialista en béisbol, pero en mis recuerdos se produjeron hacia finales de los sesenta y en la década de los setenta del pasado siglo. El tope a varios partidos, entre los mejores jugadores de las zonas Oriental y Occidental, tenía un sentido más competitivo y menos simbólico que el juego único que se ha establecido ya como tradición.

Antes de la segunda etapa de esta Serie Nacional, los equipos han escogido refuerzos. Más allá de lo puramente deportivo, deben influir afectos, simpatías (no creo que favoritismo pero sí la inevitable existencia de las preferencias humanas) a la hora de seleccionar a los jugadores de los equipos eliminados que acompañarán a los clasificados en la continuación de la serie. A mi Ciego de Ávila vuelve Ariel Borrero, muy veterano y gran impulsador de carreras. Con su eficacia al bate, su sobriedad y la disciplina que le ha permitido jugar en tantos campeonatos, Borrero aportó mucho el pasado año para que Ciego se proclamara campeón.

Agradezco el regreso de la pelota. Entre otras cosas, tengo un tema seguro y diáfano para intercambiar con mi mamá cuando le mando unas líneas para que le lean desde el correo electrónico o en alguna breve llamada telefónica.

Y -a pesar de la inconveniente diferencia de hora- podré seguir algunos juegos por Radio Rebelde o al menos buscar en la mañana fría de Madrid los resultados del día anterior en los estadios cubanos.

Debo confesar que este año estoy menos en contra de los Industriales que nunca antes. Eso no quiere decir que de no ganar mis tigres avileños no prefiera que sea el Pinar del Río de mis suegros y de Tania, antes que los siempre muy seguidos y mediáticos de la capital. Lo que atenúa bastante mi falta de empatía con los habaneros es que este año los está dirigiendo Javier Méndez. ¡Y ese es un pelotero que siempre me encantó!

Javier no era de adolescente ni el más fuerte ni alto ni con eso que solía llamarse “tipo”, porte, estampa de pelotero. Rubito de barrio, sonriente muchacho con cara de buena gente, llegó a ser todo un virtuoso como jardinero central. Y al bate no demasiado recio pero bueno, oportuno, con sabiduría para conectar.

Su manera de capturar los batazos de aire llevaba como un plus, una nota levemente teatral en ese movimiento final y alegre del guante que ya es dueño de la pelota.

Matanzas se ha reforzado bien en pitcheo con un Freddy Asiel Álvarez al que sigo considerando uno de los grandes lanzadores cubanos, más allá de fronteras y de las modas de la promoción.

Bienvenida la pelota y, si de pedir se trata, que en el futuro no sean ni constantes ni largas las pausas. El entusiasmo deportivo es algo demorado de construir y puede destruirse con más facilidad de lo que suponemos. El primer jonrón de mi equipo espero que me sorprenda lejos pero despierto y con ganas de celebrarlo con la euforia de siempre.

Cuba
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