Joe Torres a la izquierda y Dave Winfield entregaron una camiseta de la MLB al matancero Lázaro Junco. Foto: Marcelino Vázquez (AIN)

Prensa Latina TV.- Peloteros menores de 12 años recibieron lecciones de entrenamientos de jugadores de MLB, como parte del intercambio académico que realizan la Federaciòn Cubana de Béisbol y la delegación de Ligas Mayores estadounidenses, que se encuentra de visita en Cuba.


Desde el Curro hasta Junco y la visita de la MLB

En el mismo parque, donde las estrellas de las Grandes Ligas compartían los fundamentos básicos de la pelota con niños, el Curro dijo adiós al deporte activo el 20 de febrero de 1977, casualmente el mismo día del cumpleaños del hoy director del equipo de Matanzas, Víctor Mesa

Oscar Sánchez Serra - Diario Granma - MATANZAS.—Mientras veía los preparativos en el estadio Victoria de Girón de esta ciudad para el inicio de la segunda Clínica que la delegación de la Major League Baseball ofrecería en el Victoria de Girón, en la última jornada de su intercambio académico con la Federación Cubana de Béisbol, la pelota me hizo volar hasta 1969.

Estaba en tierra de legendarias figuras. Un hijo de esta comarca, Ángel Gaspar Pérez, a quien todos le llamamos El Curro, pasaría a la historia como el Héroe de Quisqueya. El 26 de agosto de aquel año, Cuba y Estados Unidos se medían por el título del Campeonato Mundial, en República Dominicana.

Ya en el noveno inning, el “Curro” fue al bate con un corredor en segunda (Tony Gon­zález que había entrado por Lázaro Pérez). Después de varios “fouls”, pegó jit al jardín central e impulsó la del empate. Con un out, el juego empatado y el “Curro” en primera, otro matancero, Félix Isasi, se sacrificó, pasando el Curro a segunda, desde donde anotó por otro sencillo, de Rigoberto Rosique, también de Matanzas. Gaspar actuaba como relevo en ese partido desde la quinta entrada y selló el noveno y la victoria con dos ponches. Resumen: impulsó el empate, anotó la ventaja y ganó el juego desde el montículo.

En el mismo parque, donde las estrellas de las Grandes Ligas, el estadounidense Clayton Kershaw; el venezolano Miguel Cabrera, los cubanos José Dariel Abreu y Yasiel Puig, de Cienfuegos; Alexei Ramírez, de Pinar del Río; y el habanero Brayan Peña; el dominicano Nelson Cruz y el cubanoamericano Jon Jay, compartían los fundamentos básicos de la pelota con niños entre ocho y 15 años, el Curro dijo adiós al deporte activo el 20 de febrero de 1977, casualmente el mismo día del cumpleaños del hoy director del equipo de Matanzas, Víctor Mesa, otra gloria de los diamantes de la Mayor de las Antillas.

Y allí, sobre el césped del estadio, junto a los mediáticos ligamayoristas, dejaban su im­pronta en los pequeñines, Isasi, el rey de la bola escondida; Rosique, un maestro de la colocación en la pradera central; el receptor yumurino Evelio Hernández; el otro enmascarado Pedro Medina, imponente con su número 31 en las Series Nacionales; Rodolfo Puen­tes, el de los Industriales invencibles.

Presa de esa química entre las estrellas del béisbol estadounidense y cubano, un ensordecedor coro del pueblo que se congregó en las graderías, sorprendió a todos. La Clínica se detuvo, las gargantas no dejaban de tronar ¡Junco! ¡Junco!.

La inmensa y fornida anatomía del moreno, del matancero municipio de Limonar, fue descubierta por los aficionados, quienes le hicieron bajar al terreno, porque si las estrellas estaban brillando, el firmamento estaría incompleto sin la presencia de quien fuera el primer cubano en descoser 400 pelotas que cayeron detrás de las cercas.

Sin apagarse las tribunas y todos con la vista puesta en home, los miembros del Salón de la Fama de la pelota estadounidense, Joe Torres y Dave Winfield, le rindieron honor al singular pelotero, lo abrazaron y le entregaron una camiseta de la MLB, que sin ceremonia alguna se la encasquetó para compartir con los muchachos que ya le extendían sus manos para chocarlas con las suyas.

Razón tenía Kershaw cuando dijo que quería descubrir las emociones de la pelota cubana, de dónde le venía tanta calidad. O el también destripador de bolas, Miguel Cabrera, al decir en una de sus primeras frases en Cuba, es un honor estar aquí.

Igual que el día anterior en el Lati­noa­mericano, en cinco estaciones se repartieron los peloteritos que disfrutaron de una jornada de emociones y recuerdos, en la que vimos a José Dariel Abreu con lágrimas en los ojos y rememoré lo que le escuché decirle a la prensa: “Soy una persona que tengo que darle gracias a Cuba por todo lo que me ha enseñado en el béisbol. Estoy satisfecho de las cosas que he logrado”, dijo y agregó “me considero el mis­mo guajiro que salió de Cruces”.

En Matanzas concluyó el programa de la MLB, en cuya delegación se encontraban también Tony Clark y Dan Halem. Un amasijo de sensaciones nos llega. Y como somos una sociedad con criterios, cultura y que se precia de conocer de pelota, las opiniones pasan desde los que no comprenden cómo quienes nos abandonaron están aquí, hasta los que piensan que es un momento para unirnos mediante las bolas, los strikes y los jonrones; pasando por los del medio, que tratan de conectar a ambos lados.

Lo que vimos en el terreno fue un país y un movimiento deportivo soberanos, capaz de convivir con las diferencias, de establecer comunicación entre dos naciones que les corre la pelota por las venas y que le han demostrado al mundo a través de la historia que tienen una vasta galería de arte sobre la grama de los estadios; porque son artistas aquellos que con sus cualidades hacen brotar las emociones de quienes los admiran.

Y mientras veíamos en las jornadas de miércoles y jueves lanzar a Kershaw o a Peña explicar cómo tira un receptor a primera, en esas mismas dos jornadas Ciego de Ávila, el campeón defensor; Las Tunas, Granma y Matanzas, ganaban su primer par de compromisos en la apertura de la segunda fase de la temporada cubana.

Enseñanzas y pasión en la cuna del béisbol cubano

El cierre de la histórica visita de MLB a Cuba tuvo por escenario a Matanzas, cuna del béisbol cubano y anfitriona de lujo para este epílogo, en el cual las emociones, la contribución y la buena voluntad estuvieron a flor de piel

Aliet Arzola Lima - Diario Granma.- “Me sentí muy bien, los niños tienen una gran pasión, quieren jugar pelota, son el futuro y es un placer contribuir en su crecimiento”, afirmó el jugador cubanoamericano Jon Jay al término de la segunda Clínica de béisbol impartida por estrellas de Major League Baseball (MLB) y glorias del pasatiempo nacional en nuestro país.

Justo esa voluntad de entrega y cooperación se vivió en el encuentro, que forma parte de una visita de buena voluntad e intercambio académico de MLB. En el parque Victoria de Girón de Matanzas, de nuevo casi un centenar de niños recibieron consejos de peloteros experimentados y laureados al máximo nivel.

Esta vez, muchachos de los municipios de Cárdenas, Jagüey Grande, la propia capital provincial matancera y alumnos de la EIDE Luis Augusto Turcios Lima, compartieron en un ambiente muy organizado, con ejercicios de ofensiva, pitcheo y defensa en las cinco estaciones en que se dividió la Clínica.

Nuevamente el máscara habanero Brayan Peña trabajó con los infantes sobre los temas de la receptoría, acompañado por el otrora estelar yumurino Evelio Hernández, una combinación que deleitó por su empatía con los muchachos.

“Lo fundamental es compartir con los niños y es un orgullo ser parte de su alegría. Estoy muy contento de compartir con ellos, tanto en La Habana como en Matanzas, para nosotros es un gran placer. Debo agradecer al béisbol por estar aquí, porque es un deporte que une naciones, y con este intercambio ponemos un granito de arena para estrechar vínculos entre Cuba y Estados Unidos”, opinó Peña.

Criterio similar expresó el lanzador Clayton Kershaw, quien tuvo como compañero de batería al espirituano Yovani Aragón. “Hola, buenos días, gracias por la invitación”, dijo el estelar zurdo en perfecto español antes de comenzar la Clínica.

“Ha sido una viaje increíble, trabajar con los niños en el deporte que amamos es una gran experiencia, y el hecho de hacerlo en Cuba es aún más especial”, confesó el serpentinero, tres veces ganador del premio Cy Young como mejor lanzador de las Grandes Ligas, y seleccionado Jugador Más Valioso de la temporada 2014.

Mezclados entre los niños y los instructores se pudo ver a Joe Torre, director de Operaciones de MLB, Tony Clark, director ejecutivo de la Asociación de Jugadores (MLBPA), y su asistente especial, el miembro del Salón de la Fama Dave Winfield. Todos tomaron fotos de cada momento, y Clark se llevó como souvenir pequeñas artesanías que representan las mascotas de Matanzas (el cocodrilo) e Industriales (el león).

Uno de los momentos más emotivos de la mañana se produjo cuando los cientos de aficionados que cubrían las gradas comenzaron a corear: “¡Junco! ¡Junco! ¡Junco!”.

Justo allí, en medio de la multitud se encontraba el toletero Lázaro Junco, primer pelotero cubano en romper la mítica barrera de 400 jonrones. Aclamado por su público, el jardinero de Limonar bajó al terreno, donde Joe Torre y Dave Winfield le entregaron una camiseta para que se integrara como instructor a la Clínica.

Junco se unió a la intensa actividad en las praderas del Victoria de Girón, donde el venezolano Miguel Cabrera, el cienfueguero Yasiel Puig y el slugger retirado, Pedro Medina, insistieron en la importancia de tener una buena mecánica en el plato para lograr resultados relevantes madero en ristre.

Medina no ocultó su satisfacción por el intercambio y dijo sentirse orgulloso por vivir de cerca el momento. “Hay que agradecer a todas las autoridades cubanas que han posibilitado este encuentro, y también a los jugadores de Grandes Ligas por su disposición. Gracias al béisbol estamos unidos una vez más”, afirmó el estelar receptor capitalino.

En el bosque izquierdo, el dominicano Nelson Cruz, Jon Jay y el ídolo local Rigoberto Rosique ofrecieron toda su sabiduría respecto a la defensa en los jardines, e intercambiaron experiencias entre generaciones muy distantes en el tiempo.

“Estamos aquí por los niños, por el amor al béisbol, y también nos llevamos los conocimientos de los peloteros cubanos, todos con mucha historia. Para mí esta experiencia es incomparable, muy emocionante, porque también he tenido la oportunidad de conocer las raíces de mi madre aquí en Matanzas”, confesó Jay, quien nació en Estados Unidos, pero sus padres son cubanos.

Muchas miradas se concentraron en el infield, donde el pinareño Alexei Ramírez y el cienfueguero José Dariel Abreu, figuras de MLB en la actualidad, impartieron clases magistrales sobre la defensa en el cuadro junto a dos instituciones en la materia: el matancero Felix Isasi y el capitalino Rodolfo Puente.

“A estos niños nunca se les va a olvidar este encuentro, porque son figuras del béisbol mundial las que le han hablado y transmitido sus experiencias. Hace muchos años yo tuve una oportunidad similar con peloteros destacados en aquella época de mi infancia, y todavía lo tengo grabado en la memoria”, relató Puente, quien considera que estas vivencias se pueden realizar en Cuba con el talento nacional.

“Siempre es muy positivo confrontar con jugadores de otras ligas, porque llegan con vivencias novedosas, y de eso se benefician los niños y los propios entrenadores, pero en Cuba podemos realizar Clínicas con nuestros peloteros, sería muy positivo y motivador”, añadió.

“La gente adora las figuras del béisbol cubano, las siguen por la televisión, por la radio, van al estadio para verlas, y siempre será muy atractivo verlos intercambiar y apoyar a los niños”, refirió Puente.

Así se cerró oficialmente esta histórica visita de MLB a Cuba, la primera desde que los Orioles de Baltimore viajaran a La Habana en 1999 a un partido de exhibición. Matanzas, cuna del béisbol cubano por aquel memorable choque el 27 de diciembre de 1874 en el Palmar de Junco, fue una anfitriona de lujo para este epílogo, en el cual las emociones, la contribución y la buena voluntad estuvieron a flor de piel.

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