Patricia Grogg - IPS.- Las medidas para transformar la agricultura cubana continúan sin dar los frutos esperados, para descontento de los consumidores, por la carestía de los alimentos, y también de las autoridades, que están urgidas de que se incremente la producción local, para reducir el costo de las importaciones.


Los altos precios de la canasta alimentaria en los mercados agropecuarios regidos por la oferta y demanda y las medidas gubernamentales para frenar esa tendencia alcista, desataron fuertes debates reflejados inclusive por el oficial diario Granma en su edición digital y otros medios de prensa igualmente estatales.

Una libra de tomate (425 gramos) llegó a costar hasta 25 pesos (un dólar) durante las fiestas de año nuevo. “Ni en un día de trabajo gano eso” se quejó a IPS una mujer de mediana edad que hacía sus compras en un mercado agrícola del barrio capitalino El Vedado.

Este mes, en un establecimiento estatal, con precios regulados, se podía adquirir el mismo producto a seis pesos la libra.

“Hubo poca producción. Nosotros perdimos tres sembradíos de tomate debido a las lluvias a destiempo”, comentó a IPS un agricultor de los alrededores de La Habana.

El tema de los altos precios que estrujan los bolsillos cubanos fue llevado a las sesiones del unicameral parlamento cubano, a fines de diciembre, por un diputado que consideró urgente bajarlos para combatir la especulación y lograr que los productos sean más asequibles para la mayoría de la población.

En ese periodo hubo días con puestos estatales de venta semivacíos, en tanto otros de comercialización privada ofrecían menos productos que lo habitual, pero tan caros como siempre.

“Llegaron muy pocos camiones con mercadería, dicen que no los dejaban pasar si no tenían sus papeles en regla”, comentó a IPS un vendedor de hortalizas y frutas.

Como parte de las transformaciones en el agro cubano, que comenzaron en 2008 con la entrega de tierras ociosas en usufructo a personas dispuestas a trabajarlas, se adoptó un sistema de comercialización en el cual coexisten los Mercados Agropecuarios Estatales, con los expendios privados, cooperativas no agropecuarias y de trabajadores independientes.

En 2014, en el conjunto de estas formas de mercadeo, los precios subieron 27 por ciento en relación con el año anterior, de acuerdo a una investigación del periódico Juventud Rebelde. Se desconoce el dato estadístico correspondiente a 2015. El gasto por alimentación consume unos dos tercios de los ingresos familiares.

En opinión del economista cubano Armando Nova, el punto de partida de esta situación está en que no se produce lo suficiente y la demanda siempre es mayor que la oferta.

“Se descentralizó la gestión de precios, pero no la producción, que es el primer eslabón de la cadena productiva y de valor’’, dijo a IPS.

Según este experto, es necesario aplicar un enfoque sistémico que analice y tome en cuenta cada paso del ciclo – producción, distribución, cambio y consumo -, evitar medidas restrictivas y no desentenderse del comportamiento del mercado. ‘’Se trata de instaurar un modelo de gestión económico- empresarial totalmente nuevo”, consideró.

Para Nova, esta modalidad aseguraría el derecho del agricultor a decidir qué debe producir, a quién vender lo producido y a qué precio, además de disponer de un mercado mayorista de insumos, medios de producción y servicios necesarios para sus labores, algo que hasta ahora no existe por falta de recursos, según han explicado las autoridades.

En el sector agropecuario cubano coexisten varias formas de explotación, que abarcan las Cooperativas de Créditos y Servicios y de Producción Agropecuaria, las Unidades Cooperativas de Producción Agropecuaria y agricultores privados, incluidos los usufructuarios, dueños de lo que cosechan, aunque no de la tierra.

Lograr la participación del campesinado, cualquiera sea su organización productiva, a lo largo de la cadena, ya sea de manera directa o a través de su representante en el mercado, permitiría que ningún productor tenga dominio del mercado a imponga precios, consideró Nova.

Actualmente, la cantidad de tierras de uso agrícola en Cuba se sitúa en torno a 6,2 millones de hectáreas, de las que 30,5 por ciento están en manos estatales, 34,3 por ciento pertenecen a cooperativas y el resto lo operan pequeños agricultores privados y usufructuarios.

A partir de 2009, han sido 279.021 personas los receptores de tierra en usufructo bajo el compromiso de hacerlas productivas y rentables.

Durante 2015, la agricultura mantuvo un modesto crecimiento del 3,1 por ciento, considerado insuficiente para satisfacer la demanda interna y para sustituir las importaciones de alimentos, que rondan los 2.000 millones de dólares anuales. El gobierno espera reducir esas compras externas durante 2016 a 1.940 millones de dólares.

En un artículo sobre el tema, José Luis Rodríguez, exministro de Economía, consideró evidente que ante mercados cuyos precios no están regulados centralmente, el Estado debe competir con una oferta creciente para estabilizar o minimizar los aumentos. Desaconsejó también imponer precios máximos de venta sin la oferta suficiente para mantenerlos.

Escasez y precios: empezar por el final

István Ojeda Bello - Progreso Semanal

LAS TUNAS. Un mes después de que un experimento similar se aplicara en la capital del país, los vendedores en el mercado agropecuario de “El Ferrocarril” rumian un malestar que achacan a la nueva tarifa de precios aprobada por el Consejo de la Administración Provincial y la Delegación del Ministerio de la Agricultura (MINAG) para 38 productos agrícolas entre viandas, hortalizas, frutas y vegetales.

La normativa define las cotizaciones con las cuales la Empresa de Acopio de la provincia le comprará a campesinos individuales así como las que regirán en las ventas minoristas en los 10 mercados estatales y 40 puntos de venta atendidos por la mencionada entidad y las cooperativas agropecuarias de varios municipios del territorio. También deberá ser acatada por los “carretilleros”, o sea, los mil 876 trabajadores por cuenta propia que ejercen aquí la actividad de venta de productos agropecuarios.

Los precios permiten un 30 por ciento de utilidades y excepcionalmente hasta un 50 con respecto a los costos de producción. Por ejemplo, dos de los surtidos más demandados: plátano vianda y tomate, se preciaron por libra a 2.10 pesos (CUP) y 1.35 (CUP) respectivamente; muy por debajo de lo visto hasta ahora, pues un plátano “macho”, como también se le denomina, jamás bajaba de 3.00 pesos por libra; mientras que el tomate solo en años de extrema abundancia llegó a descender hasta los 2.00 CUP por libra.

La regulación no concierne directamente a los concurrentes en mercados de oferta y demanda como “El Ferrocarril”, sitio diseñado para que los campesinos individuales dieran salida a sus excedentes productivos. Al menos eso parecía.

Pero salvo Dayamí, muy pocos  aún permanecían allí. “Sigo porque tengo los papeles en regla: la tenencia de tierras de mi familia, el cumplimiento de los compromisos con Acopio y la autorización de la base campesina para venir como representante por el suegro de mi hermano, que tiene problemas en las piernas y no puede traer lo que producen en la finca”, dice.

No tan por debajo de la mesa

Durante 2015 en Cuba el sistema de empresas de la Unión Nacional de Acopio (UNA) contrató más de dos millones de toneladas de viandas, hortalizas, granos y frutas, sin embargo finalmente solo compró 345 mil toneladas, de las cuales unas 183 mil fueron para los mercados agropecuarios estatales y el consumo en hospitales, escuelas y demás programas sociales. En el año 2007 ese mismo sistema comercializó 404 mil 227 toneladas de productos agrícolas.

Los propios análisis del Ministerio de la Agricultura admiten que en la última década la UNA fue refugiándose en colectarles a los campesinos las cosechas de granos, así como de tomate y mango exclusivamente para abastecer a la industria alimentaria nacional. Al tiempo que fueron abandonándose los históricos puntos de acopio y distribución esparcidos por todos los municipios, en el supuesto de que las cooperativas se encargarían de surtir los mercados, algo que no pasó en la realidad.

En Las Tunas tampoco ocurrió algo diferente en lo concerniente a la mala planificación del sistema local de empresas estatales de la Agricultura, que en 2015 apenas contrató el 35.5 por ciento del total de las producciones logradas ese año. El resto fue distribuido por el sector privado o cooperativo.

Así, entre las bajas contrataciones por parte del Estado y los pagos atrasados, los campesinos acudieron cada vez más a los intermediarios individuales por su capacidad para adquirir rápidamente y pagando al contado, cosechas grandes o pequeñas, moviéndolas prácticamente por todo el país. Algo sumamente importante en territorios como este que debe suplir los déficits propios con los suministros traídos desde zonas más fértiles como Ciego de Ávila, Sancti Spíritus o Guantánamo.

Entonces mercados de oferta y demanda como “El Ferrocarril” comenzaron cada vez más a fungir en la práctica como una especie de foro mayorista para proveer a los 422 carretilleros de la mayor urbe tunera. “Lo que hacemos nosotros para traer la mercancía aquí nadie lo va a hacer”, enfatiza Yoen Escalona, otro vendedor del lugar. “O Acopio se fortalece o deja de existir”, sostiene.

Las acciones

El tope de los precios vigente aquí desde principios de febrero, según han explicado los directivos del MINAG, es apenas la punta del iceberg de un paquete de medidas cuyo propósito es elevar las actuales cosechas y perfeccionar las actividades estatales de acopio de las producciones agropecuarias. Para el presente 2016, informaron, se contrató el 80 por ciento de la producción total para que esta fluya hacia los consumidores por el sistema estatal de distribución a precios más bajos.

Para lograrlo, anunciaron, se terminará con la actual depresión de la infraestructura de la Empresa de Acopio y de su crónica falta de liquidez, pues dispondrá de más de 10 millones de pesos para el pago a productores. También, dijeron, se han alcanzado acuerdos con el Banco Central de Cuba para autorizarles a las cooperativas créditos de comercialización que les posibilite pagar con agilidad por las cosechas a sus asociados.

Esta última es una novedad importante, teniendo en cuenta que solo en enero pasado el 94 por ciento de las 12 mil 508 toneladas de cultivos varios cosechadas en Las Tunas corrieron por cuenta de las cooperativas de producción agropecuaria y las de créditos y servicios.

“Se fortalecerán las naves concentradoras en los municipios que se van a nutrir de las producciones que vienen en la ruta de los puntos de acopio y posteriormente se distribuirán a los mercados, placitas y los demás destinos previstos”, dijo a la prensa local Omar Yoel Pérez López, delegado provincial del MINAG. Para que todo eso sea posible, explicó, “se rescatará la deprimida plantilla de compradores, acopiadores y jefes de acopio de cada municipio para que sean capaces de controlar qué se siembra, cuáles son las cantidades de cosechas y en consecuencia hacer un mejor balance de estas y decidir sus destinos”.

En el camino, se desempolvaron las normas acatadas, y no cumplidas, que prohibían las ventas mayoristas y la reactivación de las exigencias de la papelería acreditativa de que lo traído a sitios de concurrencia de los campesinos como “El Ferrocarril” era, efectivamente, excedente productivo. En consecuencia se sucedieron las primeras confiscaciones, fundamentalmente de cebolla, tomate y plátano fruta, que se transportaban en camiones llegados de otras provincias y los cuentapropistas se quedaron sin sus proveedores habituales.

Los efectos

Las opiniones se mantienen divididas. Frente a su mostrador móvil, Rafael Góngora calificaba la novedad como “una locura”. “No tenemos nada que vender. La pregunta es qué hacemos. Los precios bajan y suben por la oferta, no por la imposición de nadie”, opinó.

Por su parte  Yennys Ramírez, una usufructuaria de tierras, asociada a la Cooperativa de Créditos y Servicios, Niceto Pérez, a las afueras de la capital provincial fue más optimista. “El guajiro tiene que generalizar lo bueno, explotar la tierra en su totalidad, entregarle todo al Estado, para que llegue al pueblo. Si se ayuda al campesino y se le paga con prontitud, usted verá que se come el mundo y está motivado a producir más”, dijo.

Las orientaciones del Ministerio de la Agricultura enfatizan que como principio general cada provincia sembrará, contratará y producirá para cubrir su demanda, su balance territorial y priorizarán los envíos hacia Santiago de Cuba y La Habana. Aclarando que los trasiegos interprovinciales que hasta ahora suplían las carencias de territorios como Las Tunas deberán ser solo eventuales, planificados y dirigidos por las instancias centrales de Acopio.

Tras la entrada en vigor de las medidas sobrevino el desabastecimiento, pues sin que cuajara sobre el terreno el fortalecimiento del sistema estatal de distribución de los productos agrícolas, a la Empresa local de Acopio se le asignó, también, el cometido de surtir a los carretilleros, cuya cuantía conjunta en ciudades como Las Tunas y Puerto Padre supera los 900.

En espacios de amplio aforo, como del Parque 26 de julio, abierto solo los domingos, sí se mantuvo la variedad y cantidad de las ofertas, no así en el resto de los mercados estatales de los barrios citadinos en Las Tunas, cuyos horarios (de lunes a viernes) complican mucho más su abastecimiento.

El que no se haya concretado todavía la reanimación de la infraestructura del sistema estatal de la agricultura y las orientaciones a las cooperativas de que fungirán como los proveedores de los carretilleros, coloca sobre el tapete la interrogante de si habría sido prematura la bien intencionada decisión de topar los precios en los mercados estatales.

(*) Con la colaboración de Luz Marina Reyes Caballero.

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