Por David G. Gross*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Se habla mucho de pelota en Cuba en los últimos tiempos, pero resulta que en el saber popular, esos comentarios no calan sobre las antiguas glorias deportivas en esa especialidad durante el pasado Siglo XX. Al contrario, la situación opinática es deplorable en cuanto que el otrora deporte nacional de la Isla se ha convertido en un desencanto generalizado, inclusive entre los fanáticos que se las saben todas, según ellos, del antiguo deporte rey.


 

A cada rato sale un comentarista en los medios de difusión, léase radio, TV o prensa plana y por que no en las redes informáticas aduciendo diferentes aristas que han dado al traste con la disciplina deportiva que fue gloria de Cuba durante casi cien años. Entre los temas se encuentran, falta de selecciones consecuentes a la hora de escoger a los mejores jugadores para la Serie Nacional, demasiada confianza en los deportistas que gradúan las escuelas, eliminación de los antiquísimos “pitenes” que en todo el archipiélago, a nivel de pueblo, dieron como resultado a peloteros surgidos de abajo, beisbolistas de palo y pelota de trapo, aficionados que luego eran seleccionados por los cazadores que los veían darlo todo para defender in situ los colores de sus barrios y municipios.

Pero hay otros asuntos que se discuten a nivel de peñas deportivas en las famosas esquinas calientes de cualquier pueblo o ciudad de la Habana y del mal llamado “interior del país”, citaremos solo algunas de ellas: poca promoción de la vida de los peloteros, insuficiente salario, falta de estimulación para los que salen a jugar al extranjero y luego tienen enormes carestías en sus hogares, poca ligazón entre los estímulos morales y los materiales y así hasta el infinito porque colores y opiniones son un extraordinario abanico.

Lo cierto es que en los últimos años, hemos pasado de los primeros escalones en camino directo y acelerado hacia los medios y casi finales lugares. Salen los equipos a jugar y regresan alicaído luego de realizar jugadas deplorables, grises con pespuntes negros y para colmo, al regresar a la Patria, los críticos no son tan críticos, y más que bien se hacen condumios de palabras huecas para tratar de justificar lo injustificable. Nada más hay que ver documentales y grabaciones de la pelota que se jugaba en Cuba antes de la Revolución y todavía hasta en los años setenta y parte de los 80, para darnos cuenta de cuanto ha bajado la fuerza beisbolera en nuestro patio nacional.

Aclaro que no soy un especialista en la materia pero como alguien muy ducho dijo en cierta ocasión, nada de lo que concierne a mí Patria me es ajeno. Nuestra pelota está en picada a reacción y con los motores apagados. Esas series larguísimas con los estadios vacíos o semivacíos, esa falta de estrellas que llamen al público a identificarse con ellos y los hagan sus ídolos y para colmo el desangre de los jugadores  que abandonan sus equipos para ingresar a la pelota rentada en busca de un futuro mejor ante la apatía de quienes tienen que mejorar al otrora Deporte Nacional.

Pero lo que más nos duele es ver como los fanáticos abandonan a la pelota como motivos de su vida como aficionados a comentarla y un deporte, que no tenía raíz en nuestra cultura deportiva se ha adueñado de las Peñas que ya no son de béisbol sino de fútbol a lo largo y ancho de la Isla. Nuestros niños, adolescentes y mayores ostentan ahora camisetas de clubes futbolísticos españoles, alemanes y franceses entre otros, porque ni siquiera hemos tenido la sabiduría de fabricar nuestras propias camisetas para popularizar a los equipos de pelota nacionales. Nuestros niños no juegan en los solares, no con los tradicionales bates de palos y guantes de tela o a mano limpia sino con pelotas de fútbol traídas del extranjero por familiares o amigos o con cualquier cosa redonda que rebote, que la mente infantil hace el resto. Cuando un menor o adolescente se siente contento ante cualquier situación en la vida que le resulte beneficioso, grita a pleno pecho: “Gooooooool” y todo el mundo entiende.

De grave puede catalogarse la situación respecto al título de esta nota. Quizás levantemos resquemores en algunas personas que nos lean, pero es nuestro sentimiento y opinión. Añadiremos ahora como colofón otra pregunta: ¿En el futuro seremos una potencia beisbolera o futbolística?...

*David G. Gross, historiador, escritor y periodista cubano.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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