Ronald Suárez Rivas - Diario Granma - PINAR DEL RÍO.—Visten de verde olivo y han tomado las calles de esta ciudad para luchar. Son reservistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), y a pesar de que no llevan armas, están librando un importante combate por el bienestar de su pueblo.


“Aunque el virus del Zika no ha llegado a nuestro país, ha estado afectando territorios muy cercanos. Por eso, si no eliminamos el mosquito que lo transmite, se nos puede colar aquí”, considera Yosniel García, uno de los integrantes de la tropa.

En tiempos normales, Yosniel es jefe de turno de la agencia Delta Seguridad, pero desde hace poco más de una semana, forma parte de la fuerza de más de 9 000 reservistas que apoyan las labores antivectoriales en el país.

“Todos estamos convencidos de que es una misión importante, porque representa la salud de nuestros niños, de los ancianos, y hasta de nosotros mismos”, dice.

Así también lo cree José Antonio Martínez, quien lo acompaña bazuka en mano, por el área de salud Raúl Sánchez, de la capital pinareña.

“No solo se trata de fumigar, sino de hacerlo bien, para que tanto esfuerzo cumpla su objetivo”, afirma.

“Para realizar este trabajo, recibimos una preparación en la Universidad de Ciencias Médicas, mediante videos y clases impartidas por especialistas”, explica Abel García.

Durante los últimos siete días, este pinareño que habitualmente labora en la Empresa de Pasajeros por Ómnibus, ha intervenido en la fumigación de más de 700 viviendas.

“Entre mi compañero y yo, siempre pasamos de las 100 casas por jornada, por eso hemos quedado como destacados varias veces”, señala Abel.

En todos los casos, asegura que la población ha colaborado. “Hasta ahora, no se me ha dado una sola situación de indisciplina”.

“Por el contrario, uno pasa por las casas y los vecinos nos llaman. Incluso nos dicen que ahora sí están echando humo”, coincide José Antonio.

“Anteriormente, en muchos lugares la fumigación no se estaba realizando correctamente, por eso no era efectiva, pero hoy la realidad es otra”.

“La gente nos dice que estamos haciendo un buen trabajo”, añade Yerandy Peña.

Si bien en otro momento no eran pocas las viviendas en las que se le ponían obstáculos a la labor de los trabajadores de la cam­paña, tras el llamado del General de Ejército Raúl Castro Ruz, a cumplir estrictamente las normas sanitarias y las medidas que garanticen el enfrentamiento al vector, la situación es distinta.

“Las personas han tomado conciencia de que este es un problema que nos atañe a todos, y de la necesidad de evitar una epidemia”, asegura Yosniel.

De ahí el empeño porque no quede una sola casa o local de la capital pinareña (el territorio con mayor nivel de infestación de Vueltabajo) sin recibir el tratamiento adulticida, donde el mosquito se pueda refugiar.

Para eso han tomado las calles de la ciudad y entablado el combate, convencidos de que no hay más alternativa que ganar.

Zafarrancho verde

Jóvenes guantanameros se han sumado al contingente que, junto a reservistas de las FAR, desarrolla el combate intensivo contra la familia del Aedes, agente transmisor de dengue, chikungunya y zika

Haydée León - Juventud Rebelde

GUANTÁNAMO.— Pablo Andrés Escalona estaba, literalmente, sentado en la sala de su casa, cuando se enteró de la constitución de un contingente con reservistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) para pelear contra la familia del mosquito Aedes. Como él forma parte de esa fuerza que se movilizaba para un combate singular —ya que en septiembre último terminó el Servicio Militar—, se decidió a no esperar a que lo citaran.

Antes lo comentó entre los de casa, y no faltó quien dudara. El joven estaba a la espera para ejercer su oficio como albañil en un negocio particular, con una propuesta de salario nada despreciable.

Pero su argumento no dejó lugar a suspicacia alguna: «Ustedes mismos dicen que los mosquitos andan aquí “a pululu”, y ahora con ese mismo asunto del zika yo estoy que les veo las patas rayadas a todos, y pueden poner en peligro cualquier aspiración».

Y se fue el muchacho a su área de atención, al oeste de la ciudad de Guantánamo, donde vive. Se alistó y unas horas después andaba, de nuevo, vestido todo de verde.

Ahora lo encuentro en las afueras del policlínico del norte de la urbe, ajustándose las botas y quitándose de encima «las cositas» que se pone para atraer a las chicas, mientras coloca en uno de los bolsillos de su pantalón los aretes que ahora les faltan a sus orejas.

«Los jefes militares son bastante flexibles, pero muy rigurosos en eso, aunque no estemos en una unidad militar. Y es bueno que sea así, porque la población te respeta cuando tocas su puerta y ve que andas bien vestido», comenta.

Me cuenta cómo es un día de trabajo en el contingente: «A las siete de la mañana, como usted ve, ya estamos alineados al lado de las bazucas. Entonces nos recuerdan que la mezcla para el tratamiento al mosquito adulto, al que vuela, tiene que ser bien preparada, o sea, 40 cc del líquido (Malathion) por cada litro de diésel, porque de lo contrario “el condena’o ese se ríe de nosotros”».

Narra que salen del policlínico en camiones, cada cual a su terreno y que trabajan en dúos, «para que uno fumigue y el otro hable con la gente y haga los papeles», precisó.

«No es echar humo, es fumigar: pones la punta de la bazuca para abajo, haciendo un ángulo de 45 grados, y formas como si fuera un telón de humo moviendo el brazo en zigzag. Y hay que llegar a todos los rincones de la casa, no pararte en la sala y esperar a que se llene la casa de humo. Eso nos lo recalcan en el matutino siempre», dice, y sale hacia la formación, porque ya son casi las 7:30 de la mañana.

Y se me pierde de vista entre tantos jóvenes y no tan jóvenes que, con idéntica vestimenta de campaña, conforman el contingente guantanamero de las FAR, integrado por más de 300 soldados, sargentos y oficiales de la reserva para combatir al Aedes aegypti en este territorio ante la alerta mundial por el zica y el llamamiento a nuestro pueblo del General de Ejército Raúl Castro.

Entre ellos, hay más jóvenes que, como Pablo Andrés, también están allí —y en las restantes cuatro áreas de salud de la localidad— por su propia voluntad de librar al municipio de Guantánamo, uno de los 57 de alto riesgo en el país, del peligro que constituye tener un índice de infestación de 0,34, muy superior al 0,1 permisible para que no haya transmisión de dengue y otras epidemias.

Me siento útil

Alberto García Cabrera, de 24 años de edad, estaba haciendo tiempo en su casa a la espera para comenzar a trabajar como elaborador-vendedor de pizzas en un puesto de venta de comida de un trabajador por cuenta propia, el día que lo citaron.

«Me chocó un poco, porque ya me habían dicho que preparara todo, que en unos días entraba al punto de pizzas, pero no puedo negarme a hacer algo en lo que nos va la vida. Además, a mí me da tremenda satisfacción ver cómo la gente en la calle habla bien de lo que hacemos.

«No estamos haciendo nada que no se haga habitualmente en la campaña antivectorial, pero lo que sí es diferente es el rigor y la exigencia de los militares. No se puede admitir falta de organización en una cosa tan seria. Ahora estamos en una operación para el tratamiento intensivo, con un ciclo de fumigación de cada seis días.

«Es un trabajo duro, y la bazuca pesa cantidad. Yo que soy flaco y chiquito me la pego al hombro, porque el que hace dúo conmigo tampoco está muy “santo” que digamos. Llega el momento en que tienes que coger un diez, pero sin darle tregua al mosquito para seguirle causando bajas, hasta que los eliminemos a él o al peligro de transmisión, como nos explican los jefes militares todos los días», apuntó.

«Pero también las FAR nos paga a los que no tenemos vínculo laboral, y un dinerito bien ganado es siempre bienvenido. Yo al menos lo voy a utilizar para pagar la corriente y así alivio a mi vieja con los gastos», dice Enrique Cala Moreno, otro joven que escucha el diálogo y se suma.

La importancia del mando y del orden son fundamentales para Adrián Argote Oroseno, un joven agente de Seguridad y Protección que con gusto acudió al llamado de las FAR.

«Esta es una tarea tan importante como custodiar los recursos del Estado. Por eso estoy contentísimo aquí en el contingente, porque además uno aprende y somos más de 300 personas conscientes de la necesidad de fumigar y en condiciones de exigir que lo hagan bien».

Hacedores de imposibles

De acuerdo con Yoel Quintana Ocaña, oficial de la Región Militar de Guantánamo, quien forma parte de la jefatura militar en la aquí llamada Operación salud, en toda la ciudad trabajan 298 contingentistas, quienes cubren las cinco áreas de salud, distribuidos en brigadas con un oficial al frente permanentemente.

Afirmó que en la tarea, iniciada el 19 de febrero y hasta el 17 de marzo, es fundamentalmente la fumigación dentro de las casas. De cien a 120 casas por dúo, diariamente. Reconoció que se ha notado mucha aceptación en la población, porque ven que de verdad se mata al mosquito.

Destacó que la mayoría de los combatientes son jóvenes y con vínculo laboral, y que las FAR asumen el pago en el caso de los muchachos sin vínculo laboral.

¿Entonces, cómo queda el Aedes?

En ese fuego cruzado de humos bien echados, mezcla correctamente preparada, bazuca apuntando a cada rincón y, sobre todo, rigor, mucho rigor con el cumplimiento del ciclo, va perdiendo terreno la infestación.

Según dieron a conocer en la prensa local autoridades de salud del territorio, ha decrecido la focalidad en los últimos días, pues en el ciclo recién finalizado hubo una reducción del 64 por ciento con respecto al anterior.

Aclararon que es muy pronto para atribuirles el logro a los del contingente, pero lo cierto es que las pruebas de efectividad por Aedes muertos desde el 19 de febrero, arrojan un 93 por ciento, contra un 85 anterior a la incorporación de los reservistas de las FAR.

Vestidos de verde olivo continúa esta fuerza por las calles, protagonizando un combate singular para seguir haciéndole la vida imposible al que pone la nuestra en peligro.

Ganarle tiempo al vector

Según informó Olga Lidia Sierra, subdirectora de Salud en Artemisa, la situación higiénico-epidemiológica se caracteriza por los altos índices de infestación por mosquitos del género Aedes

Yusmary Romero Cruz - Diario Granma

ARTEMISA.—En los últimos días un nue­vo término se ha incorporado al lenguaje po­pular: muchos hablan del zika, epidemia que ya se ha extendido a más de una veintena de países de la región de las Américas y representa un peligro real para nuestro país por su ubicación geográfica.

Así que cualquier cuidado resulta poco y es preciso fomentar la lucha antivectorial, fundamentalmente la encaminada a eliminar los mosquitos del género Aedes (aegypti y albopictus), transmisores de esta enfermedad y de los virus del dengue, el chikungunya, y la fiebre amarilla.

ACCIONAR CONSCIENTE

Tomar conciencia sobre el asunto y accionar al respecto resulta fundamental. Así lo constata Nuris Ordaz, quien reside en el reparto 13 de Marzo, en el municipio de Artemisa. “Por los medios de comunicación informan sobre el tema para educar a la población. Así mismo, los compañeros de la campaña visitan los hogares con bastante sistematicidad”.

Según el operario Armando Fernández —perteneciente al policlínico Tomás Romay—, fu­mi­­ga a diario, en dúo, de 80 a 85 casas. “Cuan­do se de­tectan focos o existen casos febriles se hace du­rante tres días consecutivos en la manzana. Es importante que la vivienda permanezca cerrada por 45 minutos”, señala.

Lo encontramos laborando en la calle 23, entre 22 y 22 A, de la cabecera provincial, y hasta ese momento había accionado en “12 viviendas, otras cinco estaban cerradas, pero las recuperamos después”, agrega.

“Precisamos de la colaboración de las personas para realizar esta tarea de la mejor for­ma posible. En aras de incrementar la productividad diaria, pretendemos que cada dúo haga, en la medida de sus posibilidades, entre 90 y 100 viviendas. Hay grupos concebidos pa­ra la recuperación de estas en horarios más idóneos para aquellas familias que pasan el día en la actividad laboral”, asevera Juan Ulloa, jefe de la unidad provincial de Higiene y Epi­de­miología.

“En la provincia contamos actualmente con 1 017 operarios, para un 90 % de completamiento de esta fuerza. Los municipios de Guanajay, Caimito y San Antonio de los Baños, aún deben reforzar este equipo”, precisa.

En el consejo popular Toledo, el vertedero aledaño al cementerio dejaba mucho que desear. Sergio Galá, delegado de la circunscripción 39, quien se desempeña como técnico in­tegral de la Dirección Municipal de Co­mu­nales en Artemisa, afirma que “se trabajó en la limpieza del mismo. Igual sucedió los días previos, con uno que crecía en el reparto 13 de Marzo, y otros tres de la comunidad Las Ca­ñas. En las próximas jornadas se seguirá laborando en otros puntos”.

Refiere que la colaboración entre todos es esencial, y comenta que también son de gran importancia las audiencias sanitarias. “Par­ti­cipé en una que impartió el médico de la fa­milia, y realmente son muy instructivas; contó con una buena participación po­pular”.

Resulta importante el accionar constante de todos, así como el trabajo de Comunales en el saneamiento, y en la eliminación de microvertederos; mientras Acueducto ha de velar por la limpieza de las fosas y la reparación de salideros.

PARA NO PERDER DE VISTA EL TEMA

La situación higiénico-epidemiológica de la provincia se caracteriza, fundamentalmente, por los altos índices de infestación por mosquitos del género Aedes, que sobrepasan los indicadores de seguridad para la transmisión de enfermedades de origen vectorial, según informó Olga Lidia Sierra, subdirectora provincial de Salud, a cargo de Higiene, Epi­de­miología y Microbiología.

En este momento el territorio tiene un indicador de 0,192 % (el esperado es de 0,05). Los municipios más afectados son Güira de Me­lena, Artemisa, San Cristóbal y San An­tonio de los Baños.

Las medidas a seguir a partir de la emergencia y reemergencia de las enfermedades transmitidas por vectores, en el mundo y en nuestra región, están dirigidas, en primer lu­gar, a controlar el mosquito. “Recibimos ca­pa­citaciones sobre el manejo de cada una de ellas —por parte del personal de salud, y se han replicado a los organismos de la Ad­mi­nis­tración Central del Estado—, para de for­ma in­tegrada realizar acciones y disminuir el vector”, asevera.

En estos días inició una fase intensiva del tratamiento adulticida (fumigación) intra y extradomiciliario, en tres municipios de la pro­vincia: San Antonio de los Baños, Arte­mi­sa y Mariel. A la tarea se incorporaron además, efectivos de las FAR y cuadros de salud (alrededor de 160 personas), que fueron capacitados previamente sobre el manejo del equipamiento y las técnicas de fumigación, entre otros aspectos.

Esta fase intensiva debe durar entre 30 y 45 días para lograr un oportuno control del vector y disminuir el riesgo de transmisión. “El resto de los municipios con indicadores de infestación elevados realizan dicha fase por manzanas y cuadrantes estratificados de riesgo con las fuerzas propias del sector de la salud. El aseguramiento logístico de la tarea está garantizado”.

“Es de vital importancia el conocimiento de la familia sobre el día y el horario de fumigación para garantizar la apertura de la vivienda, situación que es divulgada previamente por las autoridades de Salud.

“Por su parte, la campaña de vigilancia y lucha antivectorial refuerza estas acciones con el tratamiento focal a cada una de las viviendas en todos los municipios, vinculada al médico y la enfermera de la familia, es decir, formando parte activa del equipo básico de salud”, puntualiza.

“De presentarse síntomas febriles, erupción en la piel, dolores de cabeza, musculares y en las articulaciones, se debe acudir al médico; en los consultorios el facultativo estará reforzado por personal de las instituciones del sector”, especifica la subdirectora.

Ante esta latente amenaza resulta necesaria la colaboración de todos; desde cada espacio podemos brindar nuestro aporte, a fin de ganarle tiempo al vector.

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