Cuba Hoy.- El presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, se dirige a representantes de la sociedad civil cubana en un discurso en el Gran Teatro Alicia Alonso, en el último día de su visita a la nación antillana, la primera de un mandatario de ese país norteño después de 88 años.


El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros Raúl Castro Ruz y la Prima Bellerina Assoluta Alicia Alonso asisten al teatro. Además se encuentran el primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel; el canciller Bruno Rodríguez, entre otros altos funcionarios del gobierno cubano

Obama habla a la sociedad civil cubana

Cubadebate - Foto: Pablo Martínez/ AP.- “Le solicité al Congreso que levante el embargo. El embargo es una carga obsoleta sobre el pueblo cubano”, dijo el Presidente de los Estados Unidos Baracak Obama al pronunciar un discurso ante representantes de la sociedad civil cubana, en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, una de las últimas actividades de su visita oficial a la Isla.

“Lo que hacía EEUU no estaba funcionando y había que ser valiente para reconocerlo. Tenemos que reconocer que la política de aislamiento no tiene sentido en el siglo XXI”, aseguró al auditorio, entre quienes se encontraban el Presidente cubano Raúl Castro.

He dejado claro que EE.UU. no cuenta con la capacidad de imponer cambios en la isla. No vamos a imponer nuestro sistema. Sabemos que cada pueblo debe forjar su destino y tener su propio modelo, dijo.

“Sin embargo, podemos hablar de lo que yo creo. No los puedo obligar a que ustedes estén de acuerdo. Los ciudadanos deben ser libres de poder manifestarse sin temor y criticar a su gobierno. Creo que las personas deberían tener peso ante la ley”, añadió el Presidente, quien habló a continuación de “democracia”, “derechos humanos” y otros conceptos usuales en la retórica gubernamental estadounidense.

“Nadie puede negar el servicio que miles de médicos cubanos han llevado a los pobres, a los que sufren”, y propuso seguir la colaboración con Cuba, como la que se produjo durante la epidemia del ébola en Africa.  Reconoció también el papel de Cuba como mediador en los esfuerzos de paz en Colombia, y recordó que él y Raúl estuvieron juntos honrando a Nelson Mandela, en Johannesburgo.

En su segundo y último día en la isla, Obama comenzó su discurso con “Cultivo una rosa blanca”, citando al prócer José Martí en un poema dedicado a los “amigos sinceros”.

Obama llegó al Gran Teatro Alicia Alonso de La Habana, donde fue recibido a la entrada por el presidente Raúl y saludó también a la directora del Ballet Nacional de Cuba, la legendaria bailarina Alicia Alonso; así como al canciller cubano, Bruno Rodríguez.

Obama ofreció su discurso desde el escenario del Gran Teatro donde lucían dos grandes banderas, la cubana y la estadounidense, en el telón de fondo, más otras dos detrás del atril.

Cuando el Presidente estadounidense salió del escenario, se produjo una larga ovación dedicada a Raúl.

Reacciones tras el discurso

Al concluir el discurso, Cubadebate y CubaVisión Internacional registraron declaraciones sobre el discurso del Presidente. Aquí un resumen:

Ramiro Cruz Pentón, trabajador del servicentro La Tángana: Me gustó mucho el discurso. ¿Por qué? Creo que fue valiente al venir a Cuba, creo que le gusta este país.

Adelina Rodríguez, maestra jubilada: He revivido mi infancia, donde los versos de “la rosa blanca” eran lo más socorrido. Los recitaban los políticos, te los aprendías en la escuela. Era una especie de nacionalismo blando, sin hueso. Fue como si la máquina del tiempo volviera hacia otrás.

Wafica Mehdi Ibrahim, periodista libanesa acreditada para la visita: El discurso muy bonito, con frases muy buenas. Me preocupa que sea como aquel discurso de Obama en El Cairo (2009), que enamoró a los musulmanes, y después vino una “primavera árabe” que fue en realidad un “invierno” que todavía dura, con millones de muertos, países arrasados y el Estado Islámico más fuerte que nunca, asesinando y aterrorizando a medio mundo.

Doctor Rodrigo Álvarez Cambras, reconocido cirujano ortopédico:  Creo que la ovación a Raúl respondió algunas de las premisas del discurso de Obama.

Yaneika Martín Duménigo, estudiante de Medicina: dio una idea de Miami como un monolito. Allí vive mi papá, que me quiere, pero vive también Posada Carriles, que mató padres, hijos, hermanos que todavía lloran sus familiares. Por favor.

Luis Alberto Domínguez, estudiante de Economía: Estuvo buenísima la puesta en escena.

Iroel Sánchez, bloguero: Fue una operación dentro de la gran estrategia de demolición de nuestra historia. Creo que no se debería confundir cortesía con debilidad.

Rosario Falcón Menéndez, profesora de la Universidad de La Habana: Insta al cambio de Cuba, pero quién tuvo que cambiar fue Estados Unidos. Vi varios problemas en ese discurso: No pidió perdón por todos los crímenes que se organizaron desde Estados Unidos contra este país; no dijo nada sobre la violación a nuestra soberanía que supone la presencia de la Base Naval en Guantánamo.

Joel Ortega Dopico, presidente del Consejo de Iglesias de Cuba: Fue un buen discurso porque reconoció los valores y la historia del pueblo y el derecho de decidir nuestro propio futuro.

Leidel González, profesor del Instituto de Relaciones Internacionales (ISRI): Obama confundió en su discurso transformaciones con el cambio de régimen, que no es para nada el sentimiento del pueblo cubano.

Roberto González Valido, parqueador: Sentí como que nos separaba o nos dividía: al pueblo del gobierno, a lo privado de lo público, a los jóvenes de los viejos.

Rosa María Alfaro Moreno, de la Asociación de Comunicadores: Lo hemos recibido con hospitalidad, pero eso no significa que vamos a aceptar todo lo que el dice. Me siento muy orgullosa de ser cubana.

El futuro de Cuba en manos del pueblo cubano, dice Obama (transcripción)

Progreso Semanal

LA HABANA. Cuba está solo a noventa millas de la Florida, pero para llegar aquí tuvimos que superar mucha distancia política, histórica. Así comenzó el presidente Barack Obama su alocución al pueblo cubano.

Recordó que la Revolución Cubana se llevó a cabo el mismo año en que su padre llegó a Estados Unidos, y la lucha en Girón, conocida en su país como Bahía de Cochinos, sucedió el mismo año en que él nació. “Conozco la historia, pero no quiero ser presa de ella”, insistió.

“Vine aquí para dejar atrás los últimos vestigios de la guerra fría en las Américas [aplausos]. Vine aquí extendiendo la mano de la amistad al pueblo cubano”, dijo Obama, cuando ya había citado, en español, “el poema más famoso” de José martí: “Cultivo una rosa blanca”, y luego de recibir la ovación del auditorio, integrado por representantes de la sociedad civil cubana.

Afirmó haber solicitado al Congreso norteamericano que levante el embargo; pues “es una carga para el pueblo de Cuba (…) Pero aunque levantemos el embargo mañana, lo cubanos no van a alcanzar su potencial sino se hacen cambios aquí dentro”.

“Sí se puede”, concluyó su intervención, la cual ofrecemos de manera íntegra a continuación, invitando al repaso, al análisis.

Transcripción:

Muchas gracias [ovación]

Presidente Castro, pueblo cubano, muchas gracias por la calurosa bienvenida que he recibido yo, mi familia y nuestra delegación. Es un honor extraordinario estar aquí hoy.

Antes de comenzar, por favor permítanme hacer unos comentarios sobre los ataques terroristas que sucedieron en Bruselas. Los pensamientos y los rezos del pueblo americano están con ellos. Condenamos estos ataques contra los inocentes. Vamos a hacer lo que sea necesario para apoyar a nuestros amigos y aliados en Bélgica, para llevar ante la justicia a los responsables. Esto es otro recordatorio de que el mundo tiene que estar unido. Tenemos que trabajar juntos, no importan nuestras nacionalidades o nuestras razas o nuestra fe; tenemos que luchar contra el terrorismo. Y tenemos que derrotar a aquellos que amenazan la seguridad y el bienestar de todos en el mundo.

Al gobierno y al pueblo de Cuba quiero agradecerle la calidez que me han demostrado a mí, a Michelle, a Malia, a Sacha, a mi suegra Marian.

Cultivo una rosa blanca… En su poema más famoso José Martí hizo esta ofrenda de amistad y paz tanto a sus amigos como a sus enemigos. Hoy, como presidente de Estados Unidos de América, le ofrezco al pueblo cubano este saludo de paz.

La Habana está a solo noventa millas de la Florida. Para llegar aquí tuvimos que recorrer una gran distancia, superar barreras de historia, de ideología, de dolor, de separación. Las aguas azules que vimos debajo del avión presidencial una vez trajeron un acorazado a la Isla, para liberar, pero también para ejercer control sobre Cuba. Esas aguas también llevaron generaciones de revolucionarios cubanos a Estados Unidos, donde consiguieron apoyo para su causa. Esa corta distancia ha sido cruzada por cientos de miles de exiliados cubanos, en aviones, en balsas, que llegaron a Estados Unidos a buscar la libertad y la oportunidad, a veces dejando tras de sí sus posesiones y a sus seres queridos.

Como muchas personas en ambos países, mi vida transcurrió en época de aislamiento. La Revolución Cubana se llevó a cabo el mismo año en que mi padre llegó a Estados Unidos desde Kenya. Bahía de Cochinos se llevó a cabo el día en que nací. Al año siguiente todo el mundo contuvo el aliento viendo a nuestros países, cuando la humanidad se acercaba cada vez más al horror de una posible guerra nuclear.

A medida que pasaron las décadas, nuestros gobiernos continuaron este enfrentamiento luchando batallas a través de terceros. En el mundo, que se rehízo una y otra vez, el conflicto entre Estados Unidos y Cuba se hizo una constante.

Vine aquí para dejar atrás los últimos vestigios de la Guerra Fría en las Américas. Vine aquí extendiendo la mano de la amistad al pueblo cubano. Quiero ser muy claro: las diferencias entre nuestros gobiernos a través de estos años son reales, eso es importante. Estoy seguro que el presidente Castro va a decir lo mismo. Lo sé porque lo escuché hablar mucho sobre este tema.

Pero antes de hablar de estos temas tenemos que reconocer cuáles son los puntos en común, las cosas que compartimos. Porque de muchas maneras Estados Unidos y Cuba son como dos hermanos que han estado separados durante muchos años aunque tengamos la misma sangre. Ambos vivimos en nuevo mundo colonizado por europeos. Cuba, al igual que Estados Unidos, fue colonizada, esclavos fueron traídos de África hasta aquí. Al igual que Estados Unidos, el pueblo cubano tiene herencia de esclavos y esclavistas; ambos dimos la bienvenida a emigrantes, que venían de tierras lejanas para comenzar sus vidas en las Américas. A través de los años nuestras culturas se han unido.

El trabajo que hizo en Cuba el doctor Carlos J. Finlay facilitó el trabajo de generaciones de médicos como Walter Reed, que vino aquí y luego luchó contra la fiebre amarilla. José Martí escribió en Nueva York, y Ernest Hemingway escribió aquí y tuvo inspiración en las aguas de estas costas. Nosotros compartimos un deporte nacional: la pelota. Y hoy nuestros jugadores van a competir en el mismo terreno de La Habana que en el que Jackie Robinson jugó antes de ser miembro de las Grandes Ligas. Y se dice que nuestro gran boxeador Muhammad Ali alguna vez dijo que nunca podría luchar en contra de un cubano, pues solamente podría llegar a un empate con el gran cubano que fue Teófilo Stevenson.

Si bien nuestros gobiernos eran adversarios, nuestros pueblos siguieron compartiendo estas pasiones, especialmente por cuántos cubanos fueron a Estados Unidos. En Miami, como en La Habana, pueden encontrar lugares para bailar salsa, comer ropa vieja. Los pueblos de ambos países cantaron con Celia Cruz, con Gloria Estefan, y ahora escuchan reguetón, a Pitbull. Millones de nuestras personas tienen una religión en común, una fe a la que fui a rendir tributo a la Ermita de la Caridad del Cobre en Miami, pues los cubanos encuentran paz en Cachita.

A pesar de todas nuestras diferencias los pueblos cubano y americano tienen los mismos valores en el sentido de patriotismo y también de orgullo, mucho orgullo. Amor por la familia, pasión por sus niños, un compromiso con la educación. Por eso creo que nuestros nietos van a ver este período de aislamiento como una aberración, un capítulo en una gran historia de amistad y de familia.

Pero no podemos y no deberíamos obviar las diferencias que tenemos sobre cómo organizamos nuestros gobiernos, nuestras economías, nuestras sociedades. Cuba tiene un sistema unipartidista, Estados Unidos una democracia pluripartidista; Cuba tiene un modelo económico socialista, Estados Unidos un mercado abierto; Cuba recalca el papel y los derechos del Estado, Estados Unidos se funda en los derechos del individuo.

A pesar de estas diferencias el 17 de diciembre de 2014, el presidente Castro y yo anunciamos que Estados Unidos y Cuba comenzarían un proceso para normalizar las relaciones entre los dos países.

Desde entonces hemos establecido relaciones diplomáticas, abierto embajadas, hemos comenzado iniciativas para trabajar en el sector de la salud, la agricultura, educación, las fuerzas del orden, hemos logrado acuerdos para restaurar vuelos directos y servicios de correo, mayores relaciones comerciales y también mayores ventajas para que los estadounidenses vengan a Cuba. Estos cambios fueron bienvenidos, aunque todavía existen quienes se oponen a estas políticas.

Muchas personas todavía preguntan, ¿por qué ahora? Y hay una simple respuesta: lo que estaba haciendo Estados Unidos no había funcionado. Tenemos que tener la valentía de reconocer la verdad, una política de aislamiento diseñada para la Guerra Fría no tiene sentido en el siglo XXI. El embargo hería a los cubanos en lugar de ayudarlos, y siempre pensé en lo que decía Martin Luther King: La premura feroz de la hora. No tenemos que tener miedo a los cambios, tenemos que acogerlos.

Pero eso hace que yo mencione otra razón para estos cambios: Creo en el pueblo cubano. No es una política solamente para normalizar las relaciones con el gobierno cubano, Estados Unidos está restableciendo relaciones con el pueblo cubano. Hoy quiero compartir con ustedes mi visión de lo que puede ser el futuro. Quiero que el pueblo cubano, especialmente los jóvenes, entiendan por qué creo que deberían tener esperanzas en el futuro.

No se trata de una falsa promesa que dice que las cosas son mejores de lo que realmente son, o ese optimismo ciego que dice que todos los problemas se van a solucionar mañana. Es una esperanza enraizada en el futuro que ustedes pueden construir para su país.

Tengo esperanza porque creo que el pueblo cubano es tan innovador como cualquier otro pueblo del mundo. En una economía global impulsada por ideas, por informaciones, el gran activo del país es el pueblo. En Estados Unidos tenemos una idea clara de lo que puede hacer el pueblo cubano y está en Miami. Aquí en La Habana vemos el mismo talento en los cuentapropistas, en las cooperativas, en los almendrones que todavía funcionan. El cubano inventa del aire.

Cuba cuenta con recurso extraordinario. Un sistema de educación que valoriza a todos los niños y todas las niñas, y en los últimos años el gobierno ha comenzado a abrirse al mundo y dar lugar para que este talento de desarrolle. Hace unos años hemos visto que estos cuentapropistas pueden tener éxito a la vez que mantienen su cubanía. Ser cuentapropista no quiere decir ser estadounidense, quiere decir ser como ustedes.

Fíjense en Sandra Lidice Aldama, que decidió crear su propia empresa. Los cubanos, dijo, pueden innovar y adaptarse sin perder su identidad. Nuestro secreto no es copiar o imitar, sino ser nosotros mismos. Fíjense en Papito Valladares, un barbero cuyo éxito le permitió mejorar las condiciones de su vecindario. “Me di cuenta que no voy a solucionar los problemas del mundo, pero si puedo solucionar los problemas en el lugar donde vivo, va a tener efecto en toda La Habana”, dijo.

Ahí es donde comienza la esperanza, con la posibilidad de ganarse su propia vida y estar orgulloso de lo que usted construye. Por eso nuestras políticas están para apoyar a Cuba, no para herirla. Nosotros quitamos las limitaciones de las remesas para que los cubanos tengan más recursos, por eso alentamos los viajes, que van a construir puentes entre nuestros pueblos, y van a generar más ingresos aquí. Por eso vamos a hacer intercambios entre ambos países para poder encontrar curas a las enfermedades, encontrar trabajos y dar posibilidades a más cubanos.

Como presidente de Estados Unidos le solicité al Congreso que levante el embargo. Es una carga obsoleta sobre el pueblo cubano, es una carga sobre los norteamericanos que quieren trabajar aquí, invertir, venir a Cuba. Es momento de levantar el embargo, pero aunque levantemos el embargo mañana, los cubanos no van a alcanzar su potencial sin hacer cambios aquí en Cuba.

Debería ser más fácil abrir una empresa aquí, que un trabajador pueda trabajar directamente con empresas que invierten aquí, las dos divisas no deberían separar el tipo de salario que se puede ganar e internet debería estar a disposición de todo el pueblo para que se puedan comunicar con el mundo, ya que es uno de los grandes motores de la historia.

No hay limitaciones por parte de Estados Unidos de tomar estos pasos, pero depende de ustedes. Les puedo decir, como amigo, que la prosperidad sustentable en el siglo XXI depende de la educación, de los cuidados de salud y la protección al medio ambiente, pero también depende del intercambio libre y abierto de ideas. Más si se puede acceder a información en línea, si no se puede acceder a diferentes puntos de vista, ustedes no van lograr desplegar su potencial completo. A través del tiempo los jóvenes perderán la esperanza.

Sé que estos temas son delicados, especialmente viniendo de un presidente estadounidense. Antes de 1959, algunos estadounidenses, consideraban que Cuba era algo a ser explotado, no prestaban atención a la pobreza, permitían la corrupción. Desde 1959 estamos enfrascados en nuestras ideas de geopolítica y de personalidad. Sé la historia, pero no voy a estar atrapado por ella.

Fui muy claro: Estados Unidos no tienen ni la capacidad ni la intensión de imponer cambios en Cuba. Los cambios dependen del pueblo cubano. No vamos a imponer nuestro sistema político y económico, porque reconocemos que cada país, cada pueblo debe forjar su propio destino, tener su propio modelo. Pero al quitar el velo de la historia debo hablar claramente sobre las cosas en las que creo, las cosas en las que nosotros, como estadounidenses, creemos.

Como dijo Martí: La libertad es el derecho de todo hombre de ser honesto, de pensar, de hablar sin hipocresía. Les voy a decir en lo que creo, y no puedo forzarlos a que estén de acuerdo con esto, pero ustedes tienen que saber lo que pienso. Creo que todas las personas deberían tener el mismo peso ante la ley, cada niño merece la dignidad que le brinda la educación, la salud, un techo, comida en la mesa. Creo que los ciudadanos tienen que tener el derecho a expresar lo que piensan sin temor, organizarse y criticar a su gobierno y manifestarse pacíficamente. El Estado de derecho no debería incluir detenciones arbitrarias para aquellas personas que ejercitan sus derechos. Creo que todas las personas deberían tener la libertad de practicar su fe pacíficamente y de forma pública. También creo que los votantes deberían poder elegir sus gobiernos con elecciones libres y democráticas. No todos están de acuerdo conmigo, ni con los estadounidenses, pero sí creo que esos derechos humanos son universales. Creo que son los derechos de estadounidenses, de cubanos, y de todos los pueblos del mundo.

No es ningún secreto que nuestros gobiernos no están de acuerdo en estos temas. Tuve conversaciones muy francas con el presidente Castro. Durante muchos años ha señalado las fallas de nuestro sistema: desigualdad económica, pena de muerte, discriminación racial, luchas en el exterior. Y estos son algunos ejemplos, él tiene una lista más larga. Pero los cubanos deben entender que me gusta este debate, este diálogo, porque es bueno, saludable, no le tengo miedo. Tenemos demasiado dinero en la política estadounidense, pero en Estados Unidos todavía es posible que una persona como yo, que tuvo una madre soltera, sin mucho dinero, pueda llegar al puesto más importante de nuestro gobierno y de nuestro país.

Por supuesto tenemos problemas con la discriminación racial, en nuestras comunidades, en nuestro sistema de justicia, el legado de la esclavitud, la segregación, pero el hecho es que tenemos un debate abierto dentro de nuestra democracia y eso es lo que nos permite mejorar.

En 1959, el día que mi padre llegó a Estados Unidos, en muchos estados de nuestro país era ilegal que él se casara con mi madre, que era blanca. Cuando comencé la escuela todavía estábamos tratando de desagregar las escuelas en el sur de mi país, pero la gente se organizó, se manifestaron, debatieron estos temas, y por esas movilizaciones, por esos debates, yo hoy puedo estar aquí, como un presidente de Estados Unidos afroamericano. Eso es la libertad que tenemos en estados Unidos, por eso hemos logrado esos cambios.

No estoy diciendo que sea fácil. Hay enormes problemas en nuestra sociedad. Pero la democracia es la forma de solucionarlos. Por eso logramos el cuidado de salud para más estadounidenses, por eso logramos derechos para las mujeres, para los homosexuales, por eso abordamos el tema de la riqueza en la parte superior de nuestra sociedad, los trabajadores tienen voz. La democracia les da a las personas de lograr mejor nivel de vida.

Bueno, hay todavía luchas muy duras por librar. No siempre es placentero el proceso de esta democracia. A veces es frustrante. Lo pueden ver en las elecciones que se están llevando a cabo en mi país. Pero consideren este tema, sobre la campaña electoral en mi país, hay dos cubanoamericanos en el partido republicano postulándose en contra del legado de un presidente negro, argumentando que la mejor persona para ganarle al candidato demócrata es una mujer o un demócrata socialista. ¿Quién hubiera podido soñar esto en 1959? Ese es el resultado de una democracia.

Entonces, aquí está mi mensaje al gobierno y al pueblo cubano: Los ideales, que son el punto inicial de cualquier revolución, en Estados Unidos, en Cuba y en los movimientos de liberación en todo el mundo, esas ideas tienen como expresión real a la democracia. No porque la democracia en mi país sea perfecta, exactamente porque no lo es, y necesitamos el espacio que brinda la democracia para lograr los cambios; pero le da a las personas la posibilidad de ser catalizadores, de crear, de reimaginar nuestra sociedad y mejorarla.

Sí hay una evolución que se está llevando a cabo en Cuba, un cambio generacional. Muchos sugirieron que yo viniera aquí y sugiriera al pueblo que destruyese algo. Pero no, estoy apelando a los jóvenes de Cuba, que tienen que construir algo nuevo, elevarse. El futuro de Cuba tiene que estar en manos del pueblo cubano.

Presidente Castro, le agradezco que esté aquí. Quiero decirle que mi visita aquí hoy demuestra que usted no necesita tener miedo de una amenaza de Estados Unidos. Y por su compromiso a la soberanía y autodeterminación de Cuba, también confío en que ustedes no tienen que temer las voces diferentes del pueblo cubano, la posibilidad de reunirse, de hablar, de votar. Y tengo esperanza en este futuro, porque sé que el pueblo cubano va a tomar las decisiones correctas. Al igual que usted, también confío en que Cuba va a seguir jugando un papel importante en el continente y en el mundo. Y espero que ustedes lo puedan hacer como socios de Estados Unidos.

Hemos jugado diferentes papeles en el mundo. Pero nadie puede negar el servicio que miles de doctores cubanos han brindado a los pobres, a los que sufren. El año pasado médicos estadounidenses y representantes de las fuerzas armadas de nuestro país trabajaron mano a mano con los cubanos para poder erradicar el ébola en África Occidental. Creo que debemos seguir esa cooperación en otros países. Siempre hemos estado en diferentes lados en diferentes conflictos en el hemisferio, pero hoy los estadounidenses y los cubanos están sentados en una mesa de negociaciones ayudando a los colombianos a solucionar la guerra civil que los ha azotado durante años. Esa cooperación es buena para todos. De nuevo: todos en este hemisferio tienen esperanzas. Tomamos diferentes caminos para apoyar al pueblo de Sudáfrica para erradicar el Apartheid, pero el presidente Castro y yo, ambos, estuvimos en Johannesburgo para rendir tributo al legado de Nelson Mandela. Y al examinar su vida, sus palabras, estoy seguro de que ambos nos dimos cuenta de que nos queda mucho por hacer para promover la igualdad y reducir la discriminación en nuestros países. Y con Cuba queremos que esta relación ayude a mejorar a todos aquellos norteamericanos de ascendencia cubana, porque demostraron que no hay nada que los detenga si se les da la oportunidad.

Hemos pertenecido a diferentes bloques de naciones y vamos a seguir teniendo diferencias en cómo promover paz, seguridad, oportunidad, derechos humanos, pero el normalizar estas relaciones creo que va a alentar un mayor sentido de unidad en las Américas: todos somos americanos.

Desde el comienzo de mi mandato insté a los estadounidenses a que se olvidaran de las batallas ideológicas del pasado. Estamos en una nueva era. Sé que muchos de los temas que he mencionado no tienen la relevancia que tuvieron en el pasado. Y sé que parte de la identidad de Cuba es estar orgullosos de ser una nación insular que mantiene sus derechos y que conmueve al mundo, pero también sé que Cuba siempre va a destacarse por el talento, el trabajo, el orgullo del cubano. Eso es el elemento fuerte de esta sociedad.

El pueblo no tiene que ser definido como opositor a Estados Unidos o viceversa, y tengo fe en el futuro por la reconciliación que se ve en el pueblo cubano. Sé que para algunos cubanos aquí en la Isla puede tener un sentido que aquellos que se fueron de alguna manera estaban apoyando al viejo orden, al antiguo orden en Cuba. Esta historia que sugiere que los exiliados cubanos no le prestan atención a las circunstancias que existían en Cuba antes de la Revolución y que rechazaron la lucha por un nuevo futuro. Pero les puedo decir que hoy son muchos los exiliados cubanos que recuerdan ese dolor, esa separación, ese sufrimiento, que aman a Cuba. Parte de ellos todavía consideran que este es su país. Por eso tienen esa pasión, por eso tienen tanto dolor. Y para la comunidad cubanoamericana que conozco y que respeto, este no es solamente un tema de política, es un tema de familia, el recuerdo de un hogar perdido, el deseo de reconstruir un lazo que se partió, la esperanza de un mejor futuro, el deseo de volver, de reconciliarse.

Dejando a un lado todo el tema de política, he viajado una gran distancia en un puente construido por los cubanos de ambos lados del Estrecho de la Florida. Conocí el talento y la pasión de los cubanos en Estados Unidos. Sé lo que han sufrido, no solamente el dolor del exilio, saben lo que es no pertenecer a algo, luchar para que sus hijos tengan un mejor futuro. Entonces en esa reconciliación del pueblo cubano los hijos y los nietos de la Revolución y los hijos y los nietos de los exiliados son fundamentales para el futuro de Cuba.

Se lo ve en Gloria González, que vino aquí en 2013 por primera vez después de estar 61 años separada de su hermana, a quien encontró en el aeropuerto. “Tú me reconoces a mí, pero yo no te reconocí a ti”, le dijo Gloria después de abrazarla a su hermana. Imagínense, ¡Después de 61 años! Se lo ve en Melinda López, que vino al hogar de su familia y cuando estaba caminando una anciana la reconoció como hija de su madre, y comenzó a llorar. La invitó a su hogar y le mostró fotos de cuando ella era pequeña, que su madre le había enviado a esta vecina 50 años antes. Melinda dijo: “Tantos de nosotros estamos recibiendo tanto”. Se lo ve en Cristian Soler Miguel, un joven que fue el primero de su familia en venir aquí después de 50 años. Conoció a sus parientes de tanto tiempo y les dijo: “Me doy cuenta de que la familia de mi familia, no importa la distancia, sigue siendo mi familia”.

A veces los cambios más importantes comienzan en pequeños lugares. Los cambios de la historia son fuentes de conflicto, exilio, pobreza, y se necesita tiempo para que estas circunstancias cambien. Pero reconocer un tema de humanidad, la reconciliación de un pueblo unido por la sangre; ahí comienza el progreso y el futuro: entender, escuchar, perdonar. Y si el pueblo cubano trabaja junto por el futuro, va a ser muy factible que los jóvenes de hoy sean dignos y logren un futuro aquí en Cuba.

La historia de Estados Unidos y Cuba implica revolución, conflicto, lucha, sacrificio y ahora reconciliación. Es hora de olvidarnos del pasado, miremos al futuro, mirémoslo juntos, un futuro de esperanza. No va a ser fácil, va a haber retrocesos, vamos a tardar, pero mi estadía aquí me da más esperanza respecto a las cosas que podemos hacer juntos, como amigos, como familia, como vecinos. Juntos.

Sí se puede,

Muchas Gracias.

La política de Estados Unidos hacia Cuba ha sido una aberración

El presidente de los Estados Unidos se dirigió a una representación de la sociedad civil cubana en el Gran Teatro Alicia Alonso

Granma.- La política de aislamiento de Estados Unidos hacia Cuba no ha funcionado. El embargo (bloqueo) hiere a los cubanos. El embargo (bloqueo) es una carga obsoleta sobre el pueblo cubano y es hora de levantarlo. Nuestros nietos van a ver este periodo de aislamiento como una aberración, expresó el mandatario de Estados Unidos de América, Barack Obama, al dirigirse a representantes de la sociedad civil cubana, en un discurso ofrecido en el Gran Teatro Alicia Alonso, el último día de su visita a la nación antillana.

“Es un honor estar aquí hoy”, dijo el presidente de la nación norteña, quien agradeció la calurosa bienvenida del gobierno y el pueblo cubanos a su familia y la delegación que lo acompaña.

Además, dedicó unas palabras a los actos terroristas acaecidos este mañana en Bruselas. La pena y rezos del pueblo americano están con ellos. Condenamos estos ataques contra los inocentes. Vamos a hacer lo que haga falta para apoyar al pueblo belga. El mundo tiene que estar unido… Tenemos que luchar contra el terrorismo, añadió.

Obama sostuvo que vino a Cuba a brindar “el saludo de la paz”, en un proceso marcado por “barreras de historia, ideologías, dolor y separación”. “Vine para dejar atrás los último vestigios de la Guerra Fría en América”, apuntó.

En su intervención, recordó los tiempos de la Crisis de Octubre, el ataque a Playa Girón, y las décadas de conflicto entre Estados Unidos y Cuba. Hay diferencias entre nuestros pueblos —dijo— pero tenemos que reconocer los puntos en común, y mencionó los nexos históricos y culturales que unen a ambos países, por ejemplo, la colonización europea y la descendencia africana, la herencia de esclavos y esclavistas.

Aludió a la impronta del doctor Carlos J. Finlay en el trabajo de generaciones de médicos en Estados Unidos, y a escritores como José Martí, quien escribió desde Nueva York, y Ernest Hemingway, con una importante obra literaria en Cuba.

También comentó sobre el deporte nacional en ambas naciones —el mismo que hoy unirá en un juego de pelota a una selección nacional y al Tampa Bays Rays, de las Grandes Ligas—, los gustos musicales que comparten y la religión en común.

Nuestros pueblos tienen los mismos valores, el sentido de patriotismo y orgullo, un amor por la familia, pasión por sus niños y compromiso con la educación, añadió, a pesar de las diferencias en el modo de conducir los gobiernos, las economías, la sociedad.

Aludió a la existencia en Cuba de un partido único, mientras que en Estados Unidos impera el pluripartidista. Cuba un modelo socialista; Estados Unidos tiene un mercado abierto, ejemplificó.

A pesar de esas diferencias, el 17 de diciembre anunciamos que comenzaría un proceso de restablecimiento de las relaciones entre ambos países. Desde entonces hemos establecido nexos diplomáticos; abierto embajadas; hemos comenzado la colaboración en salud, agricultura, educación; acuerdos para restablecer vuelos directos y servicios de correo. Estos cambios fueron bienvenidos.

El presidente norteamericano aseguró que la normalización significa restablecer los vínculos con el pueblo cubano. Destacó la creatividad de los cuentapropistas y cooperativistas.

Creo en el pueblo cubano porque es tan innovador como cualquier otro. El gran activo del país es el pueblo, expresó.

Por otra parte, reconoció el sistema de educación de la Mayor de las Antillas, que valoriza todas las niñas y los niños. Mencionó que Cuba ha comenzado a abrirse al mundo y los cuentapropistas pueden tener éxitos sin perder su cubanía. “Los cubanos pueden innovar y adaptarse, sin perder su identidad”.

La prosperidad del siglo XXI depende de la educación, la salud, del cuidado del medio ambiente y un intercambio libre de ideas. No vamos a imponer nuestro sistema político y económico. Cada pueblo tiene que forjar su propio destino, afirmó.

Aseveró además que todas las personas deberían tener el mismo peso ante la ley, y derecho a la salud, la educación, así como a expresar lo que piensan, organizarse, criticar a su gobierno y manifestarse pacíficamente; temas en los que el gobierno de Cuba y Estados Unidos no están de acuerdo, así como también mencionó que en su país hay problemas de discriminación racial, segregación, justicia. “Tenemos un debate abierto, y eso nos permite mejorar”.

El presidente de Estados Unidos comentó la campaña electoral en su país, reconoció que hay mucho dinero en la política norteamericana, y exaltó la democracia norteamericana, aunque, dijo, “no es perfecta”.

“Nadie puede negar el servicio que miles de doctores cubanos han llevado a los pobres, a los que sufren”, dijo, y aludió a la colaboración conjunta de los médicos de ambos países en la lucha contra el ébola.

Además, el presidente de EE.UU. habló del proceso de paz en Colombia y sostuvo que la cooperación en este y otros asuntos, es buena para todos.

“Vamos a seguir teniendo diferencias, pero la normalización de estas relaciones va a alentar un mayor sentido de unidad en las Américas”, afirmó, al tiempo que declaró que Cuba tiene el orgullo de ser una nación insular y siempre va a destacar por el amor al trabajo y el talento, dijo el presidente estadounidense.

Además, se refirió a la emigración cubana y el dolor y sufrimiento por la separación familiar, y afirmó que parte de ellos consideran que todavía este es su país.

Los cambios en la historia son fuentes de conflicto, pero con la reconciliación comienza el futuro. Si el pueblo cubano trabaja junto, podría ser posible un futuro en la historia de Cuba y Estados Unidos, consideró.

Es hora ya de olvidarse del pasado, miremos al futuro, un futuro de esperanza. Mi estadía aquí me da más esperanza de lo que podemos hacer juntos, como familia, amigos, vecinos. Sí se puede, concluyó.

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