Jeniffer Rodríguez Martinto - ACN.- Para quien visita o vive en La Habana, no es un secreto que desde hace varios años se ha vuelto una práctica extendida la manipulación de la recaudación por choferes de ómnibus de transportación de pasajeros.


Algunos cobran el pasaje con el pretexto de agilizar la cola, otros emplean a conocidos como conductores que velan porque todos paguen, mientras hay quienes optan por aprovechar la disposición de pasajeros que, desde su “privilegiado” primer asiento, extiendan su mano fuera de la guagua para facilitar el abordaje por las puertas traseras.

Sea cual sea la opción seleccionada, lo cierto es que un gran porcentaje del dinero recolectado no va a parar precisamente a las arcas de la Empresa de Transporte de La Habana.

Desde octubre de 2014, en las terminales de ómnibus de Santa Amalia y Guanabo se aplica, de manera experimental, una nueva forma de gestión empresarial que contempla el manejo del cobro por los choferes.

El proyecto consiste en que el responsable del ómnibus entregue a la terminal un monto equivalente al plan de recaudación fijado para sus salidas (con idas y retornos), basado en los promedios históricos, lo cual le da el derecho a quedarse con el excedente.

Según declaraciones de Carlos Alberto González, subdirector de Desarrollo de la Empresa de Transporte La Habana, al periódico Juventud Rebelde, están facultados a auxiliarse de un ayudante autorizado para recaudar el dinero, y las únicas rutas donde se puede realizar son: P-9, P-10, P-13, 400, 425, 426, 426 B, 462, 464, 465, 466 y 466 A.

Dicha medida se implementó en aras de incrementar la calidad del servicio, lograr una mayor eficiencia en el uso de los recursos y estabilizar la fuerza de trabajo, y tras poco más de un año de implementación ha evidenciado resultados positivos, razón por la cual las autoridades políticas y administrativas locales coinciden en extender la experiencia a otras terminales de la capital.

Cumpliendo con la premisa cubana de “sin prisa pero sin pausa”, el plazo para la implementación de estas regulaciones es de dos años; sin embargo, en lo que las condiciones son creadas en cada instancia pertinente, los choferes no aprobados hasta el momento han optado por asumir, a su beneficio, las bondades de la misma.

¿Quién fiscaliza lo que ocurre en los ómnibus cuando abandonan las terminales? ¿Cuánto dinero entregan los conductores por viaje? ¿Qué ocurre cuando abonan menos fondos del requerido?

Resulta complejo controlar las cerca de 700 guaguas que circulan por la capital, y aplicar esta nueva forma de gestión requiere un funcionamiento adecuado de las terminales involucradas, pero ¿debemos permitir violaciones arbitrarias de las regulaciones para el cobro del pasaje mientras se crean las condiciones?

Lo oportuno sería, entre tanto, enfrentar a quienes lucran impunemente y a la vista de todos.

El saneamiento ambiental es asunto de todos

Marta Gómez Ferrals

El saneamiento e higienización en comunidades, pueblos y ciudades es una de las tareas priorizadas dentro de la campaña dirigida a reducir los índices de infestación de los mosquitos del género aedes, transmisores de enfermedades tan riesgosas como el dengue, el zica y la fiebre amarilla.

Y ese empeño, a juicio de conocedores, requiere un esfuerzo fuera de lo común, porque el panorama y la realidad incidente en la vida de personas en ciertos puntos álgidos es impresionante e incluso desalentadora para algunos. El toro, no obstante, siempre hay que tomarlo por los cuernos.

Hablamos de los vertederos de basura y escombros que abundan en barriadas de la capital, por ejemplo, en zonas no precisamente periféricas. Situación a la cual se suman salideros de agua potable o albañal, que hacen del tránsito peatonal o de la convivencia familiar, para quienes allí residen, un verdadero vía crucis y una fuente de insalubridad, al ser fermento de malos olores y vectores peligrosos. No solo insectos, también roedores portadores de otras dolencias.

De esto se ha hablado con mayor frecuencia en los últimos tiempos, sobre todo en espacios televisivos y en medios de prensa locales y provinciales. No son novedad porque quienes transitan comúnmente por las calles de La Habana u otras zonas del país, los han visto.

Además, la campaña ha sacado a la luz denuncias de edificios, almacenes y locales cerrados, también focos de vectores y vida insana en las comunidades donde están enclavados.

Algunos son inmuebles de gran valor cultural o arquitectónico, abandonados por su gran deterioro material ante la carencia de presupuestos o recursos para emprender su rescate.

Los rostros y las palabras inobjetables y convincentes de los vecinos de aquellas barriadas afectadas por esos problemas han hablado para los demás y sus demandas no caen en sacos rotos.

También se ha visto el trabajo esforzado de los miembros de la reserva de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y otros efectivos movilizados y demás trabajadores implicados en la actual campaña sanitaria.

Se sabe del esfuerzo del Gobierno y demás autoridades, del Ministerio de Salud y de especialistas. El compromiso de las autoridades con la salud del pueblo ha acompañado a los cubanos por más de 50 años y está fuera de dudas para toda persona honesta.

Dentro de esa mecánica y despliegue de recursos y fuerzas, se ha llamado, una y otra vez, a incrementar la conciencia de la importancia de las fumigaciones, acciones autofocales y del saneamiento.

Esa falta de percepción de los riesgos ha sido por años, otro de los puntos débiles de la práctica social cotidiana, acostumbrada tal vez a responder a convocatorias más bien épicas o coyunturales.

De modo que la tarea ante sí no solo es grande, sino compleja y formada por diferentes tramas en las que hay entidades, instituciones y figuras jurídicas directamente responsables.

Pero esto no exonera al resto de la sociedad, cuyos entes deben buscar las vías para incrementar su participación. Algo que ya viene haciéndose, pero no con la integralidad y fuerza necesarias.

De lo contrario el terreno ganado en los últimos días, los buenos resultados que ya empezaron a verse, volverán a desaparecer y se retornará al punto cero otra vez, con una imperdonable dilapidación de recursos y fuerza de trabajo. Y lo que es peor, con el incremento de los riesgos de epidemia.

Es cierto que se demandan más recursos materiales, sin resolver todavía por la economía nacional. Es cierto que ha habido mal trabajo e irresponsabilidad en algunos.

Pero, a fuerza de ser sinceros, se necesita un cambio de mentalidad que lleve a mejorar la convivencia y la conducta de los pobladores y del ciudadano común dentro de sus barriadas y comunidades.

Se han reportado agresores del medio, violaciones del orden, de la limpieza y de las normas de convivencia, sin la debida respuesta de ciudadanos que los han presenciado. Además, se han incrementado con cierta anuencia o pasividad de observantes, los hechos vandálicos contra la propiedad social y el entorno.

Sin embargo, la denuncia de esas acciones se ha evidenciado con mayor ímpetu en estas jornadas de campaña contra el aedes agypti y arbopictus, aunque constituye una verdad que ha aflorado desde hace mucho tiempo.

La dureza del período especial desencadenado en los años 90 retrajo y acaso hizo desaparecer del entramado social del cubano, enfrascado entonces por la crisis económica en una tenaz lucha por la subsistencia personal y familiar, aquel hermoso sentido de la colectividad y por la formación de valores que se notaba antes más frecuentemente.

Es un imperativo reactivar de manera permanente aquellos resortes en los cuales la generosidad y la solidaridad promovían la relación amigable o amorosa con el entorno, por muy humilde y sencillo que fuera.

Convertir esto en una práctica cotidiana, inherente al estilo de vida y proyección social de cada cual, suena sencillo, pero hoy por hoy es difícil de lograr porque significa dar un vuelco, desterrar la inercia o la indiferencia, o el excesivo individualismo que ha ganado terreno en días corrientes.

Habrá que seguir denunciando todo lo negativo que la desidia, la irresponsabilidad o la carencia de recursos propició o agravó, durante e incluso después de esta batalla campal que hoy se libra por la salud del pueblo.

La constancia y la persistencia siempre han rendido los mejores frutos y con suerte llegará el tiempo en que no se vea como una imposición extraña, sino parte de la manera de ser mejores personas.

Pero no con el espíritu de ver solo la paja en el ojo del otro. ¿Cómo?. Haciendo un viaje al interior de cada cual pensando que siempre es bueno involucrarse en el bien de todos, así se crece.

Gente de mi barrio

María Elena Balán Sainz

Los índices de infestación del mosquito Aedes aegypty bajaron en esta primera etapa de la campaña antivectorial en el municipio habanero de San Miguel del Padrón, donde los reservistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y otros movilizados presentaron, además, una asistencia y puntualidad de las mejores registradas en la capital cubana.

Son la gente de mi barrio, de mi municipio de residencia, del cual en ocasiones se pasan por alto las cosas buenas, como esta de enrolarse en una campaña contra una epidemia y es que “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”, tal como dijo la Madre Teresa de Calcuta.

Es una pena que generalmente solo se le nombre por índices de delincuencia, como ocurre con frecuencia en programas televisivos del tipo policíaco, porque no son tan malos como los pintan los residentes de este territorio.

Será quizás por aquello de Cría fama y acuéstate a dormir que se tiende a generalizar sobre determinadas conductas transgresoras, las cuales si se profundiza en su localización nos encontramos que pueden estar presentes en cualquier comunidad y no solo en aquellas sobre las cuales ya estamos prejuiciados.

Hace meses, en un recorrido por mi municipio, comentaba con un colega sobre el buen estado de conservación del monumento escultórico de la Virgen del Camino, situado en la plaza de igual nombre donde confluyen las Calzadas de Luyanó, San Miguel del Padrón y la Carretera Central.

La escultura de 180x200 cm, obra de la artista cubana Rita Longa, fue realizada en bronce y ha permanecido intacta y cuidada por casi 70 años desde que se ubicó en el lugar, sin mayores medidas de seguridad, ni cercas protectoras, ni gran altura que la separe del público.

Durante los años más crudos del llamado Período Especial permaneció casi siempre a oscuras en las noches y sin embargo ni uno solo de sus agregados más frágiles han sido afectados.

Tampoco les faltan las flores ofrendadas de forma natural. Este es un buen ejemplo de respeto a los bienes públicos y valores de la religiosidad popular y representa una obra de arte que se ha convertido en un objeto de culto y deidad religiosa de manera espontánea, aunque su creadora NO la hizo con ese fin.

La Virgen del Camino aparece en esta escultura sosteniendo entre las manos la Rosa de los Vientos para señalar el rumbo en todos los caminos de la vida. Allí se realizan actos públicos, actividades culturales y quienes tienen creencias religiosas depositan monedas como ofrendas.

Nadie agrede la obra de Rita Longa, que constituye un símbolo en el periférico municipio de San Miguel del Padrón.

Ojalá que en otros lugares existieran iguales conductas de respeto y no ocurrieran actos vandálicos que destruyen la herencia histórica de nuestro pueblo.

En una barriada humilde como Juanelo, en el citado municipio capitalino, el talento y la entrega de la artista Antonia Eiriz sumó a muchos de sus pobladores a la creación de figuras de papier maché y aquella iniciativa se enraizó de tal manera que aún después del fallecimiento de su creadora sigue vigente y tiene como centro de enseñanza y exposición su casa convertida en museo.

Exponente de la cultura en esta localidad habanera es también la Finca Vigía, donde Ernest Hemingway vivió y escribió algunas de sus obras. Es un lugar visitado a diario por nacionales y extranjeros, quienes pueden ver cómo se mantiene todo tal como la dejó al marcharse el Premio Nobel de Literatura.

Y hago estas citas como muestra de que en cualquier sitio de esta Isla pueden encontrarse muestras de esa civilidad esencial que nos prepara para vivir en armonía con lo demás, pero a veces lo esencial es invisible a los ojos, como expresara El Principito, de la obra de Antoine De Saint-Exupery.

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