La población confía en la unidad y la ideología del Partido que dirige nuestra sociedad, en su fidelidad a los principios, capacidad para buscar soluciones y enfrentar sus propios errores... El VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) realizará el 16 de abril del 2016. (Ismael Francisco / Cubadebate)

Frank Agüero Gómez - Cubahora.- Pocas semanas nos separan para que comiencen las sesiones del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), anunciadas para el histórico mes de abril.


Comité Central del Partido Comunista de Cuba: Organismo superior del Partido Comunista de Cuba entre cada Congreso. Decide el número de integrantes del Buró Político el cual elige y selecciona el Primer y Segundo Secretario. Está encargado de aplicar las resoluciones, políticas y programas aprobadas por el Congreso.Fundado el 3 de octubre de 1965.

Al Séptimo Congreso del Partido Comunista de Cuba, a celebrarse del 16 al 18 de abril próximo, asistirán 1 000 delegados.

El 43,2 % de los participantes son mujeres, entretanto más del 84 % son graduados universitarios. Además, la edad promedio es de 48 años, si bien 55 asistentes poseen menos de 35.

No se trata de una ordinaria reunión partidista, sino del máximo evento que delinea las políticas de la sociedad cubana, cuyas reflexiones y acuerdos reflejan la decisión del pueblo expresada en la Constitución de la República y recogida en los Estatutos del PCC.

La Constitución es la Ley de leyes del país, define como principio cardinal que la soberanía radica en la voluntad expresada por el pueblo cubano, asegurada y protegida por las instituciones de la República, y en ella se asienta con palabras claras el papel político rector del Partido Comunista de Cuba.

Precisamente, el pueblo de la mayor de las Antillas aprobó en 1992 y ratificó más de una vez su reconocimiento a la Constitución socialista de la República, virtualmente por unanimidad. Como han expresado los máximos dirigentes de la Revolución, todo cuanto se “ate o desate” en la sociedad cubana tiene que regirse por la constitución socialista del país y por las leyes de la República y el partido asume la responsabilidad de ser el garante de eso, tal es su papel fundamental como fuerza dirigente superior de la sociedad cubana.

Desde el 16 de abril de 1961 la Revolución definió su carácter socialista, comprometida a defender ante todo los intereses de clase de los humildes, por los humildes y para los humildes, y bajo ese concepto fueron al combate los trabajadores, campesinos, combatientes, estudiantes, intelectuales, salidos muchos de ellos de miles de familias cubanas que cifraban la esperanza de vida mejor en los cambios iniciados en 1959.

Con sangre de cientos de vidas jóvenes se patentizó el derecho a proseguir ese destino, en días y años de fieras batallas frente a la invasión mercenaria en Girón y en lucha contra los peones del imperio que no aceptaban el cambio de protagonismo en el poder del país.

Entonces no existía el Partido que hoy tenemos —constituido en gran parte por militantes con formación profesional, técnica o con más de doce años de enseñanza sistemática, pertenecientes a varias generaciones de cubanos y cubanas— ni eran adultos la mayoría de sus actuales afiliados, y, por supuesto, serían muy pequeños o no habían nacido las decenas de miles que ganaron con honor merecer el carné que acredita su compromiso formal con la obra de la Revolución y su futuro.

Los más viejos y los recién llegados, así como los que se preparan para serlo, tienen en común como filosofía de vida lo que está inscripto en la carátula interior del documento rojo partidario, donde se afirman principios vitales de la organización política de vanguardia.

Estos son: la unidad y la ideología que identifica a la militancia partidista, virtudes revolucionarias por las cuales se ingresa a sus filas, vinculación con las masas, amén de otros principios de organización que sustentan aquellos y se traducen en normas disciplinarias internas, acatados voluntariamente por todos los que entran y se mantienen dentro de la vanguardia política del pueblo cubano.

Remarcando el valor y la dialéctica interna de estos principios, el Comandante en Jefe Fidel Castro, fundador de la Revolución y del Partido que la dirige, señalaba:

“Que nuestra autoridad no emane de ser el Partido de la Revolución o de la autoridad que nos da el Partido por si mismo, sino que nuestra autoridad emane siempre de la idea, del concepto que el pueblo tenga de los militantes y de los cuadros del Partido”.

Estos conceptos están tan vigentes como cuando se formularon, no porque se pretenda sacarlos del baúl de los recuerdos, sino por la confianza que la población deposita en sus instituciones políticas y las organizaciones que la representan.

Aquel pueblo humilde que se liberó a sí mismo de la tiranía usurpadora y obediente del imperio del norte, como todos los gobiernos de la república mediatizada, que desde 1959 pudo ocupar el poder real en todos los ámbitos de la nación, espera del Partido y de sus militantes la luz confiable para orientar su futuro ante falsos destellos y promesas ilusorias.

Fue así desde que se decidió construir el socialismo, atenazado el poder de la joven Revolución por la amenaza militar externa, bandas contrarrevolucionarias en todas las montañas del país y las primeras medidas de guerra económica mantenida e incrementada durante más de seis décadas.

A lo anterior, suman el aislamiento internacional complementando el criminal bloqueo y, además, con una población carente de los profesionales necesarios para gobernar y crear un nuevo Estado democrático, popular y socialista.

MANTENIENDO LA TEA ENCENDIDA

Cada época requirió nuevos conceptos, implementar soluciones y mantener la tea encendida alumbrando hacia el socialismo, con el pueblo como protagonista y garante de la Revolución, empeñado el soberano en preservar su propia obra independientemente de las condiciones externas y los inevitables tropiezas en un proyecto delineado para conquistar la felicidad del ser humano.

No es necesario adentrarse demasiado en tiempos pretéritos, sino solamente tomar como ejemplo los tres eventos anteriores ocurridos en un lapso de poco más de dos décadas:

*1986: el Tercer Congreso del Partido formuló un recuento de los avances de la sociedad cubana, pero dedicó mayor énfasis a exponer las causas y denunciar, con toda claridad, los errores y deficiencias que habían venido afectado la construcción del socialismo, irritaban a la población y destruían valores éticos de la moral socialista, en formación y con sólidas raíces en la historia cubana.

Fidel profundizó el proceso de crítica recién iniciado días antes, precisó las orientaciones para acometerlo con serenidad y firmeza, analizando ante el pueblo la naturaleza de los errores y desviaciones, no sólo en la dirección de la economía, sino también de carácter político-ideológico.

Con sus principales dirigentes e instituciones al frente, el pueblo enfrentó los problemas y comenzaron a verse los primeros frutos, interrumpidos abruptamente por factores extraterritoriales: el derrumbe del socialismo en Europa y la desaparición de la Unión Soviética, posibilidad advertida por el líder de la Revolución cubana en público desde mediado de 1989.

El Partido, con Fidel y Raúl en la vanguardia, llamaron a resistir, enseñaron a trabajar en las más precarias condiciones, abrir nuevas fuentes de ingreso para la economía del país, salvar las conquistas históricas de la Revolución, estrechar aún más la unidad de la población y la conciencia de los trabajadores, asegurar la defensa del país con la doctrina de la preparación para la guerra de todo el pueblo, apoyada en la integridad de la dirección político-militar y económica y la autosostenibilidad de los territorios.

Se hizo popular la consigna: Si, se puede, que recorrió campos, ciudades y se adueñó de la voluntad de la mayoría de patriotas, renuentes a traicionar la independencia y soberanía nacional, a pesar de los peligros y amenazas externas, ni renunciar a los compromisos internacionales propios de la ideología revolucionaria, exigencia del imperio del norte para torcer el rumbo hacia la dirección por ellos deseada.

Con el concurso de decenas de miles de combatientes cubanos, junto a unidades angolanas, namibias y zimbabuenses, se logró frenar definitivamente las ambiciones racistas en el continente africano, garantizar la independencia de la República Popular de Angola, la liberación de Nelson Mandela y, más tarde, la sustitución del régimen del Apartheid, y la proclamación como repúblicas independientes de Namibia y de Zimbabue.

*El Cuarto Congreso, ( 1991), preparó al Partido, a las instituciones y a la población para enfrentar el inicio de la crisis económica derivada de aquellos trágicos acontecimientos, que conllevaron a la pérdida del 70 por ciento del producto interno bruto y de más del 90 por ciento del comercio exterior del país, dependiente de los abastecimientos de procedencia socialista europea.

Un llamamiento formulado en la primera etapa del evento, discutido por millones de cubanos, dejaba claro que no había otra solución sino seguir luchando, esta vez prácticamente solos y con amigos de la solidaridad, quienes con el inmenso valor moral del apoyo de los oprimidos del mundo alentaba a fomentar relaciones económicas y políticas en la nueva correlación internacional de fuerzas.

En palabras de Fidel, durante la clausura del evento, quedó claro cuáles eran los caminos y quiénes los protagonistas de las batallas futuras:

“Nosotros, y solo nosotros, podemos y debemos resolver nuestros problemas, enfrentar y resolver este desafío porque, ciertamente, si el imperialismo pudiera poner de rodillas a nuestra patria e instaurar de nuevo aquí el capitalismo, no quedaría ni el polvo de los huesos de nuestros héroes, de nuestros mártires, de nuestros combatientes internacionalistas, de aquellos que nos precedieron en esta lucha, de aquellos ante los cuales nos inclinamos respetuosos para rendir tributo cada día de nuestras vidas.

”¡Esto es lo que significa nuestra lucha, esto es lo que significa salvar la patria, la Revolución y el Socialismo!”.

El Partido, el Gobierno y el Estado eliminaron barreras artificiales que disgregaban la fuerza de la unidad del pueblo, por razones de creencias religiosas o preferencias sexuales, convirtiéndose de hecho y derecho en el Partido Comunista de la nación, y la Constitución redefinió la condición de estado laico de todos los cubanos.

La batalla contra el criminal e injusto bloqueo desarrollada desde la ONU comenzó a tener resultados sorprendentes de apoyo a la isla irredenta, demostrativos de que la comunidad internacional comprendía cada vez mejor la inmoralidad de los bloqueadores y no cejaría de luchar junto a Cuba hasta su eliminación definitiva.

El VII Congreso del Partido entre principios, expectativas y mitos (II)

Ante la nación cubana la posibilidad de proyectar su propio destino y corregir insuficiencias, profundizando las favorables condiciones que ha creado la Revolución...

Frank Agüero Gómez

Cuando se celebró el Quinto Congreso del Partido (1997), lejos estaba suponer cuánto más durarían las escaseces y sueños aplazados por la crisis económica que Cuba enfrentaba.

Derivada esta última, como se sabe, de la reconversión capitalista de los hasta entonces aliados socialistas, sumado al recrudecimiento del cerco imperialista y el oportunismo de quienes desde afuera creyeron llegado el momento de la restauración prerrevolucionaria en el archipiélago rebelde del Caribe.

Ciertamente, era muy pronto para ver la luz, a pesar de que se habían generado respuestas a cruciales problemas de la nación en el llamado Período Especial de Tiempo de Paz y diseñado vías elementales para acumular recursos y reemprender nuevos caminos hacia el futuro socialista.

Todas las decisiones contaban con el consenso del pueblo y de las estructuras de la sociedad civil, dispuestos los ciudadanos a sortear los sacrificios inmediatos por no perder las conquistas que trajeron la Revolución y el socialismo, a pesar de insuficiencias y errores apreciables.

Pero aún no se enfrentaba la disyuntiva que se desataría poco después con el nombre de Batalla de Ideas, consistente no solo en medidas defensivas para frenar renovados apetitos imperiales, sino abarcadoras de un amplio programa de desarrollo social, cultural e ideológico, que implicó varios años de una amplia movilización de masas.

Como conductores de ese proceso de audaces proyectos estaban las nuevas generaciones de profesionales formados por la Revolución educacional, encargada de seguir la obra de sus mayores.

El Comandante en Jefe Fidel Castro resumía lo que estaba pasando en esos años con una profunda e inédita definición del concepto de Revolución, explicitada el Primero de Mayo del año 2000.

El pueblo no renunciaba a las metas discutidas por toda la población y aprobadas en el Quinto Congreso de la vanguardia partidista, definidas en el documento-programático discutido por millones de personas: El Partido de la unidad, la democracia y los derechos humanos.

Allí se fundamentaba la sociedad que se construía y defendía de las amenazas externas, detallaba sus caminos económicos y, en particular, el sistema de instituciones políticas, estatales y sociales del socialismo cubano.

Concluía el citado documento concordando en la necesidad de perfeccionar y preservar lo que se había conquistado, fruto del pensamiento y sacrificio revolucionario de varias generaciones, para desenmascarar las promesas y mitos enarbolados por neoliberales, capitulacionistas y neoanexionistas

La batalla por el retorno de Elián González, el fin del terrorismo y de las acciones subversivas contra Cuba, junto al reclamo de liberación de los Cinco Héroes, la devolución del territorio ilegítimamente ocupado de la Base naval yanqui, y la eliminación del bloqueo económico, comercial y financiero, no se desligaban de los objetivos históricos planteados en el evento partidista.

En efecto, tales demandas procuraban la paz y tranquilidad imprescindibles para continuar modelando el desarrollo futuro de la nación en las nuevas condiciones de la economía nacional, la cual avanzaba modestamente en un contexto internacional en el que irían apareciendo nuevos aliados y formas de cooperación entre las naciones del continente inéditas hasta entonces. .

SOCIALISMO PRÓSPERO Y SUSTENTABLE

Al VI Congreso (2011) correspondió aprobar los lineamientos económicos y sociales del Partido y de la Revolución para el perfeccionamiento de la obra edificada en más de cinco décadas.

El objetivo: “Construir un socialismo próspero y sostenible”, como definió el nuevo Primer Secretario del Comité Central del Partido, General de Ejército Raúl Castro, elegido en el propio cónclave, ante el imprevisto de sustituir al líder histórico de la Revolución al frente de la dirección revolucionaria, por limitaciones de salud.

Durante meses de elaboración de ideas, análisis en grupos de trabajo, discusión por sectores y con toda la población, incluido la propia militancia, se aprobaron 313 lineamientos a ejecutar en un período que necesariamente rebasa el relativo breve lapso de un quinquenio.

Ellos recogían más de 800 000 propuestas derivadas de un vasto proceso democrático que incluyó analizar todas las opiniones, incluidas aquellas que no tenían consenso.

Estos lineamientos se agruparon en 12 políticas que abarcan desde la macroeconomía y las finanzas, modelo de gestión económica, distintas variantes de propiedad, incluyendo organizaciones empresariales y actores productivos individuales y colectivos, estrategias para servicios sociales, construcciones, viviendas, recursos hidráulicos, transportaciones, políticas de empleo, seguridad y asistencia social, etcétera.

La alta cifra y variedad de criterios de la población se inclinaron a mantener y actualizar los rasgos característicos de la política social diseñada por la Revolución, corazón del modelo socialista e interés particular de las familias, lo cual se evidenció en la privilegiada atención que recibió el tema en los debates populares y por los delegados e invitados al evento partidista.

La voluntad mayoritaria de la nación se pronunció por continuar preservando el acceso gratuito a los servicios de educación y atención médica, la cultura, el deporte, la seguridad social y la protección mediante la asistencia social a las personas que lo necesiten.

LO QUE TOCA AL PRÓXIMO CONGRESO

El sustancioso proceso de discusiones populares dejó un programa cuyo balance final corresponde hacer al VII Congreso del Partido, previo los análisis periódicos que se han venido realizando durante los últimos cinco años, desde las organizaciones de base, pasando por las estructuras municipales y provinciales partidistas hasta los plenos ordinarios del Comité Central.

Del mismo modo, los controles de los organismos estatales y gubernamentales encargados de la implementación han seguido el ritmo de los acuerdos y rendido cuenta en las reuniones del Consejo de Ministros y las sesiones ordinarias de la Asamblea Nacional del Poder Popular

Como parte de las transformaciones derivadas del VI Congreso y de la Primera Conferencia Nacional del Partido, celebrada en enero de 2012, se ha venido perfeccionando el sistema político cubano, sin que se modifique su naturaleza ni se obvien los principios fundamentales. .

Los acuerdos llevan a implementar y reforzar mecanismos de vigilancia y control populares, la participación del pueblo en la toma de decisiones, control y publicidad de las disposiciones que más le competen, activando a la vez el rol de los medios de difusión masiva y de los propios órganos electivos del sistema del poder popular, sin lo cual sería impensable alcanzar el socialismo próspero, sostenible y democrático como objetivo al más corto plazo.

El VII Congreso del Partido, según se ha expresado públicamente, debe aprobar, además, el proyecto teórico Conceptualización del Modelo Económico Social Cubano de Desarrollo Socialista, documento en elaboración y recién analizado por los delegados e invitados a la cita partidista.

Junto al anterior, el máximo evento partidista analizará el Programa de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030. Propuesta de Visión de la Nación, Ejes estratégicos, Objetivos y Sectores Estratégicos.

Este Programa de Desarrollo está dirigido a resolver los problemas estructurales de nuestra economía, a partir de políticas de gobierno con enfoques integrales y sostenibles, que respondan a una visión estratégica y consensuada de mediano y largo plazos, según lo divulgado oficialmente.

La profundidad de los temas en discusión, fruto y continuidad de procesos que nacieron hace varios años, por supuesto que tomará en cuenta el nuevo contexto creado en el país, las coyunturas internacionales y las ideas que se han venido implementando o están en proceso de concreción práctica, requeridas de las pruebas definitivas del tiempo.

Entre balances y expectativas, el próximo cónclave partidista deberá defender los principios fundacionales de la Revolución y del Partido que la dirige, distinguiéndolos de mitos sobre la superioridad del capitalismo o la supuesta incapacidad del socialismo para conquistar lo que históricamente se ha propuesto.

Lo advertía el Líder histórico de la Revolución al clausurar el V Congreso del Partido:

“¿Puede permitirse la idea de que algo o alguien destruya todo esto, todo ese esfuerzo, todo ese avance, toda esa historia? No. Si buscamos vacunas contra el SIDA y hasta contra el cáncer o algunas formas de cáncer, hay que vacunarse contra las más graves enfermedades políticas.

”La peor enfermedad, la más terrible, la más dramática que pudiera existir en el orden político, social e histórico para nuestra patria, es que un día esta Revolución sea destruida por los mismos revolucionarios. Contra eso hay que estar inmunizado al ciento porciento. Lo tiene que garantizar el Partido, y su dirección es fundamental. Tales seguridades hay que buscarlas siempre”.

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