Desde la época de las cavernas han estado surgiendo ricos que al cabo del tiempo dan paso a otros nuevos... Tras declararse Cuba como territorio libre de analfabetismo, se consideraban nuevos ricos a los que aprendieran a leer y escribir. (Alfredo Martirena Hernández / Cubahora)

Cubahora.- Cumpliendo lo prometido el viernes anterior en “Lo particular, privado y la lluvia” presento el tema de los nuevos ricos en Cuba, pero para comenzar, digamos que el surgimiento cíclico de personas muy adineradas no es un fenómeno que ocurre ahora por única vez, pues ha estado ocurriendo constantemente.


 

Poco antes de la derrotada invasión de Playa Girón (1961), un contrarrevolucionario que clasificaba en la escala de “gusano” (porque se arrastraba espiritualmente a los pies de los yanquis) me preguntaba qué quería decir INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria), pero su óptica descifraba la sigla como Imposible Nacer Ricos Ahora, y como argumento exponía las propiedades nacionalizadas y las tierras entregadas a los que la trabajaban.

A pesar de su tono burlón, aquel personajillo no dejaba de tener razón, pues apenas triunfó la Revolución en 1959, las medidas estuvieron encaminadas a evitar que por el hecho de ser propietarios de medios fundamentales de producción, pudieran explotar a los demás.

Fueron momentos en que tras declararse Cuba como territorio libre de analfabetismo, se consideraban nuevos ricos a los que aprendieran a leer y escribir, y continuaran sus estudios dentro o fuera del sistema de becas, lo cual estaba considerado un requisito esencial para ascender en la vida.

Bloqueados por el gobierno de EEUU en todas las esferas de la vida, la ciudadanía cubana vivió muchos años en condiciones asépticas en las cuales la propiedad social sobre los grandes medios fundamentales de producción garantizaba que nadie pudiera amasar una fortuna que sobresaliera. Más aún cuando en marzo de 1968 los pequeños negocios pasaron a propiedad estatal.

En tales circunstancias, hasta pequeños privilegios otorgados como facilidades para ejercer un cargo, fueron vistos con desagrado por la sociedad, y rechazados cuando alguien ostentara esas facilidades, sobre todo, cuando eran excesivos o fruto de malsanas aspiraciones. Estas últimas fueron prácticamente las que otorgaron categoría de nuevos ricos a inescrupulosos, arribistas y oportunistas que se aprovechaban de posiciones alcanzadas dentro de las filas de la Revolución.

Hasta aquellos momentos, hubo casos en los cuales quienes tenían los llamados sueldos históricos o altos sin cometer ningún pecado, se los rebajaron varias veces porque tenían entre sus convicciones vivir al nivel del prójimo y sacrificarse por el bienestar de todos.

Esa bestia que todos tenemos dentro y que sin valores morales puede despertar y desatarse con toda su furia contra los demás, hizo que como punto culminante, a finales de los años 80, gracias a cometer actos fuera de la ley, un grupo de personas se hicieran de enormes sumas de dinero y bienes. Empezando por los Nuevos Ricos más connotados, fueron neutralizados ante la mirada aprobatoria de las mayorías.

Males que ya habían sido erradicados o llevados a su mínima expresión, resurgieron en contextos inéditos en la década de los 90 del siglo pasado al ritmo de las medidas aplicadas para enfrentar las brutales consecuencias del derrumbe del campo socialista de Europa del Este y la desintegración de la Unión Soviética, unidos a la intensificación del bloqueo.

Alguien enriquecido al calor de la implementación de decisiones de hace un cuarto de siglo, me confiaba sus pensamientos más íntimos de persona dedicada por entero a la Revolución: Yo estoy seguro de que mis hijos siempre van a defender esto, pero viviendo con tanto dinero y teniendo de todo, los que sí empiezan a preocuparme son mis bisnietos que van a heredarnos sin saber de dónde salieron las cosas.

Con lo introducido en los últimos años, hay un sector cuyos ingresos superan con creces a los de los demás de manera tan creciente que parecen no tener límites; otros, reciben salarios altos por su aporte en el trabajo, y todos ¿son? nuevos ricos junto a quienes reciben remesas, se nutren de la corrupción y las ilegalidades, y aunque están lejos de ser mayoría, su alcance es suficiente como para desorganizar o marcar el rumbo en muchos fenómenos de la vida, que se vuelve más compleja cuando un país imperial pretende fomentarlos como base social para torcer el rumbo hacia la propiedad privada sobre los medios fundamentales de producción.

En tales circunstancias, con muchas más preguntas que respuestas, concluyo por ahora este viernes, para releer una obra de Federico Engels: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, que comentaré en próximo viernes teniendo en cuenta las opiniones que ustedes viertan después de leer esta post.

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