Progreso Semanal.- Los tomadores de cerveza en Cuba andan con el credo en la boca desde que la prensa reconociera la incapacidad de la industria nacional para satisfacer la creciente demanda del Comercio, la Gastronomía, el sistema de tiendas en divisa y los negocios particulares, escenario al que se suma el boom del turismo.


Las opiniones en la calle van, desde la indiferencia —“Total, mientras una Cristal cueste 25 pesos y yo gane 400 no podré comprármela”, dice un espirituano—, hasta la inconformidad, una reacción que se multiplica ante el desabastecimiento del mercado en moneda nacional y la inestabilidad del mercado en divisa.

“Ahora mismo acabo de ver cómo el dueño de un paladar carga su carro con cajas y cajas de cerveza —declara el espirituano Agustín Romero—. Después entro yo y, ¿qué me dicen? Que se acabó. Claro, porque yo no iba con miles de pesos para llevármelas al por mayor, sino para comprar tres tristes cervezas”.

La escena también se repite en La Habana, donde nuestros reporteros han visto los camiones repletos de cajas de cerveza Cristal desviarse del punto de venta —al cual no se llega a bajar ni una lata— directo a la dirección que el dueño de un Lada le pasa al chofer junto con el abundante pago. Todo eso en medio de la calle, debajo del mismo sol que todos y todas.

Hace algún tiempo, en un trabajo que indagaba sobre la alegalidad de los bares y discotecas privados (no restaurantes, paladares o cafeterías), algunos de los dueños entrevistados contaron a esta revista sus peripecias para asegurar el abastecimiento de cerveza en sus locales. “Es una de las cosas que más se consume, y tengo que ir a comprarla igual que todo el mundo a un CUC, transportarla, refrigerarla, y gastar en gasolina para buscarla”, decía uno de ellos. Estas estrategias, además de la ilegalidad a la que presumen verse “empujados”, pues la mayoría paga para que los almaceneros de los puntos estatales de venta las reserven al mejor postor, implican redes de “solidaridad” que facilitan al acaparamiento.

En Santiago de Cuba, el camionero que descargaba cerveza Cristal de lata decía que no, que todo estaba normal y que las cervezas nacionales (refiriéndose a la Cristal y la Bucanero) no estaban perdidas. “Mire, es que mi hermano viene del Norte y quiero comprarle para tener en la casa”, le dijo el reportero.

Pero en la cafetería Pan.com de la calle Aguilera fue donde único estaban ofertadas ambas marcas al mismo tiempo, de latas. En la Casa del Caribe santiaguera, donde hay un punto de venta de Artex, solo había Presidente y otras marcas importadas, de más de 1 CUC. Uno de los barmans dijo que hacía rato que no venían cervezas nacionales, y que era normal que se perdieran.

“Si quieres que tu hermano tome cerveza, cómprala ahora”, responde una dependienta en La Bombonera, de Panamericana, quien afirma que usualmente viene alguien y compra todo el refrigerador (atestado de Cristal en botella) y que lo mismo pasaba con los jugos: “Ya no es como antes”, pues los problemas de desabastecimiento se han hecho comunes.

Quizá los cargadores del camión santiaguero eran sinceros cuando decían que el abastecimiento es normal. La “normalidad” es un abastecimiento por debajo de la demanda.

Turismo y cuentapropistas

“Quedaron atrás los tiempos que en la cerveza se empolvaba en los depósitos”, comenta Mario Durañona, especialista de la Empresa Provincial de Gastronomía y Alojamiento y Recreación, quien afirma que la oferta no ha disminuido sino que ha aumentado la demanda.

“La Cristal y la Bucanero vuela”, dice Samy, trabajador en uno de los establecimientos tuneros de Caracol. Tanto él como los de otras provincias cubanas afirman que la escasez se debe al aumento de los paladares y casas de renta, que de cierta forma acaparan el producto, pues su capacidad de compra es mayor. En el fondo hay dos puntos esenciales: el incremento vertiginoso de turistas en toda la Isla (en 2015 se recibió la cifra récord de 3.5 millones) y la imposibilidad de la industria nacional de aumentar la producción.

Ya en 2014 se hizo notar la incapacidad de Bucanero para enfrentar por sí sola la demanda nacional. A mediados de ese año la propia Empresa admitía haber “presentado afectaciones productivas por retraso de la llegada al país de la principal materia prima para su producción: la malta cervecera, de origen checo”. El proceso tecnológico del producto —añadía— requiere de un ciclo mínimo de 23 días, desde que se recibe la materia prima hasta que está lista para envasar, y posteriormente se realiza su distribución y venta”.

“La Corporación Coralsa y la Empresa Mixta Bucanero S.A reconocen que no fueron oportunas en brindar información a la población sobre la situación productiva y la afectación en el abastecimiento del mercado”, dijo en ese entonces Yolanda Cáceres Rodríguez, presidenta de Coralsa.

“Por una parte, estamos en la obligación de venderles a la mayoría de los trabajadores por cuenta propia, que todavía no disponen de un mercado mayorista, y por otra, debemos mantener abastecida nuestra red de mercados para cuando las personas vengan a comprar una o dos latas, encuentren el producto —explica Hiyalín Menéndez León, especialista del Grupo Empresarial de Comercio de Sancti Spíritus, quien le pone la tapa al pomo con una verdad que pocos reconocen. Tratamos de resolver los dos frentes, pero al final estamos entre la espada y la pared”.

A ello habría que sumarle la debacle que significan dos fábricas de cervezas detenidas por reparación y mantenimiento: la de Ceballos, en Ciego de Ávila, y la Manacas, en Villa Clara, principales proveedoras de la cerveza embotellada que se comercializa en Sancti Spíritus y otras provincias.

Según la especialista Menéndez León, la suerte es que la fábrica de Camagüey está intentando suplir las necesidades de cerveza de botella que ahora mismo tiene Sancti Spíritus, aunque esa solución provisional más bien parece una curita. “Qué va —sostiene la especialista—, no se puede satisfacer a la vez a la población y al trabajo por cuenta propia, mucho menos en julio y agosto cuando el verano dice aquí estoy yo”.

Los meses de julio y agosto de 2015 costaron al país más de 10 millones de dólares por concepto de importación de cerveza para mantener un mínimo de abastecimiento. Y eso solo fue en La Habana, según se escuchó decir de manera informal a una funcionaria del Ministerio de Comercio Exterior.

Hoy, ni siquiera en el muy hipotético caso de que comenzaran a producir las fábricas detenidas y se sumaran a las asignaciones actuales, ni siquiera así habría cerveza suficiente. Por lo tanto no es de locos pensar que las importaciones podrían seguir aumentando.

En la red de tiendas en divisa la situación no es menos preocupante. En recorrido por una decena de unidades de la ciudad de Sancti Spíritus, Santiago de Cuba, Las Tunas y La Habana durante la pasada semana no había ni rastros de cerveza Cristal.

También en la taberna Bucanero de Guantánamo solo han estado ofertando de fría la Bucanero dispensada en toneles de tres litros a 7.50 CUC, unos 187 pesos en CUP, pues según uno de sus cantineros, Antonio Fóster, desde hace casi un mes se terminó el suministro del resto de las cervezas nacionales que tradicionalmente se comercializa en las empresas del grupo empresarial de Comercio: Mayabe, Bucanero y Cristal.

Mientras, en los hoteles de la cadena Islazul de la ciudad guantanamera la cerveza no es un problema. En el Martí, ubicado también en el centro de la urbe, se ofertaba Cristal y Bucanero —las que comercializan regularmente y cuyo precio se incrementó a 1.15 CUC— y las importadas Bavaria y Heineken. De lo que se aduce desequilibrios, o quizás otras ilegalidades, en la distribución del producto, atendiendo a la forma de gestión y al precio (oscilante en establecimientos privados) en que se comercializa.

¿Y antes?

Para el año 1958, Cuba poseía cinco fábricas de cerveza que producían cerca de 30 millones de litros anuales para una población aproximada de 6 millones de habitantes. Tres eran las marcas de aquel entonces que se disputaban el mercado por ser las más populares: Hatuey, Cristal y Polar.

Poco a poco se fue desarrollando la industria cervecera a lo largo del archipiélago y en varios territorios se envasa a partir marcas de menor calidad como “La Palma” de Ciego de Ávila, la “Tropical” de Granma, la “Manacas” de Villa Clara o la “Rubia” en Las Tunas. En la actualidad las cervezas que más abundan en el mercado cubano son Cristal, Bucanero, Bucanero Max, Mayabe y Cacique. Se estima que aproximadamente el 70 por ciento de la cerveza que se vende en Cuba se consume principalmente en Ciudad de La Habana y Varadero.

Un análisis de las estadísticas públicas sobre la producción nacional de cerveza indica que en la última década esta superó la barrera de los 2,5 millones de hectolitros anuales, no obstante los incrementos son discretos.

(*) Con la colaboración de los periodistas Gisselle Morales, István Ojeda Bello, Carlos Melián, Lilibeth Alfonso y Rachel D. Rojas.

Foto de portada: Lilibeth Alfonso.

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