Sheyla Delgado G di Silvestrelli - Granma.- Dicen que si algo en común tienen la agricultura y el béisbol es que de ambos temas todos se sienten mánagers y cada quien opina al por mayor. Con tantos líderes de opinión en uno y otro lado, faltan árbitros.


Lo cierto es que casi simultáneas a su publicación este martes en la Gaceta Oficial Ex­traor­dinaria No.15, las nuevas medidas que tienen como núcleo la comercialización agropecuaria han destapado un cartapacio de expectativas entre la población.

A la crítica lógica sobre la especulación que ronda el expendio de productos agrícolas, se le añade esa otra especulación —la popular— sobre cuán cerca están estas acciones del ordenamiento real a corto plazo al que se aspira, si “esto no será más de lo mismo” y si a los agros involucrados los terminará barriendo el síndrome de la “escoba nueva”, que solo funciona al inicio y luego los viejos problemas regresan a sus puestos de siempre.

Incluso hay quienes permanecen incrédulos sobre la existencia del respaldo productivo necesario para hacer sostenible en el tiempo el abastecimiento que demandan esas unidades comerciales y la población… Y así, un sinnúmero de preocupaciones.

Esta vez, Granma propone una relectura de esas disposiciones que entraron en vigor la víspera e involucran a buena parte de la red de mercados en el territorio nacional. De acuerdo con Enel Espinosa Hernández, director agrí­cola del Ministerio de la Agricultura (Minag), previo a la puesta en marcha de las normas jurídicas en cuestión se realizó un proceso de capacitación a diferentes organismos, entidades, y actores económicos y sociales.

Dentro del sistema del Minag en sí, objeto y sujeto principal para las transformaciones pautadas, participaron a nivel nacional —exonerando a la capital— 242 empresas, 160 delegaciones municipales y 3 708 bases productivas. En cuanto a las unidades del comercio minorista de estos genéricos, lo hicieron 515 mercados agropecuarios y 2 387 placitas y puntos de ven­ta, para una sumatoria de 2 902 establecimientos que aplicarán dicha política de precios máxi­mos para la venta a la población.

El capítulo habanero, en tanto, comprende a 106 mercados agropecuarios, 182 mercados arrendados a formas productivas, 35 puntos de venta cuya producción es estatal y nueve agros del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT).

Además de la preparación referida, se efectuó una actualización de la carta tecnológica de los cultivos seleccionados, teniendo en cuenta la fitotecnia y agronomía de estos, y con ello, los periodos óptimos de cosecha. De ahí que a ca­da producto lo acompañen dos opciones de precios límites, enfatizó Es­pi­nosa Her­nández.

Si bien lo aprobado fija su varilla en la consecución de incrementar gradualmente la ca­pacidad de compra del peso cubano, su fruto mayor radica en la oferta de un mecanismo de seguridad, de protección al consumidor y a quienes a pie de surco, tienen el reto por delante de producir más y de modo estable, así como reducir los “ceros” de las facturas millonarias por concepto de importación de alimentos. Unido a eso, pudiera crear las perspectivas para hacer extensiva la experiencia a otros ramos, de manera escalonada y progresiva.

Todo ello responde al perfeccionamiento de los precios minoristas en este sector —un proceso con más de una década—, así como a elevar los niveles de acopio de la producción más de­mandada y poner cuotas máximas de lo que pue­de llegar a costar en la red uno de esos cultivos.

¿Por qué están excluidos de estas normas los mercados agropecuarios de oferta y demanda (MAOD) y los que se encuentran arrendados por cuentapropistas, además de los vendedores ambulantes (carretilleros)?, ¿cómo evitar que los mismos utilicen de vía de aprovisionamiento las unidades con precios máximos publicados ayer y revendan las mercancías con márgenes co­me­rciales disparados a boca de mer­cado?, ¿quién vela in situ porque se ponga a buen re­caudo la correlación precio-calidad y evite la manida práctica de “comprar de segunda y vender co­mo si fuera de primera”?

Las claves para esas dudas apuntan al acápite que faculta, por las claras, a los órganos e instancias de gobierno a que tomen las riendas del asunto en su radio de competencia y a impedir las distorsiones que puedan darse en el día a día, respecto a las normativas.

En relación con el ámbito de aplicación, vale destacar asimismo que el sistema de la Agri­cultura no suministra la totalidad de insumos para producir, dada la deficitaria logística para ofrecer tal cobertura. De hecho, solo alcanza alrededor del 20 % de los recursos, mientras en lo inherente al regadío, se reduce al 7 %. Lo an­terior determina la variabilidad de fichas de costo de productor en productor y su consiguiente gravamen en los demás eslabones que se distienden del surco a la mesa.

Corresponde entonces al contrato, y máxime a quienes lo rubrican, poner sus cláusulas en letra viva y asumir la paternidad de las responsabilidades, a la vez que apele a variantes más ágiles de gestión económica y desobstruya los canales de comercialización. Hasta hoy, se­gún Espinosa Hernández, se tiene contratado el 49 % de la producción.

Una tarea urgente es, igualmente, identificar bien qué mercados participan de la nueva política y cuáles no, a modo de facilitarle a la población la comprensión de si sus vendedores están obrando acorde con la ley o no.

La otrora lista de los 12 productos con precios centralizados amplía ahora sus inscripciones, al registrarse un total de 26.

Desintoxicar los agros implicados de viejas ma­ñas, donde escasean instrumentos de me­trología idóneos (a veces entrenados para ti­mar), y reforzar en cambio el control de las fuerzas inspectoras es menester impostergable. Sobre todo porque algunos de esos entes fiscalizadores se comportan más como socios de quienes venden que como jueces del pueblo.

Hay, pero no es parejo

El abastecimiento de los productos rebajados a las tiendas recaudadoras de divisas no está siendo igual en todos los lugares. Falta... ¿gestión?

René Tamayo - Juventud Rebelde.- Excepto confituras, que al parecer están escaseando, el abastecimiento de los productos recién rebajados a las cadenas de tiendas recaudadoras de divisas mantiene un comportamiento más o menos estable en municipios habaneros del centro y la periferia de la capital cubana, como Guanabacoa, Diez de Octubre y Cerro.

Todo depende de las características de las tiendas, comprobó JR durante un recorrido este jueves por varios establecimientos de esas jurisdicciones. Los más grandes, con mayores condiciones de almacenaje y refrigeración, están mejor surtidos.

En los más pequeños, aunque no en todos, la oferta sí está a menos. Son kioscos y kiosquitos que, aunque chiquitos, sirven para evitar el traslado de los vecinos, en especial de los menos jóvenes, hacia el centro de sus localidades.

El Pollito, situado en Vía Blanca antes de subir hacia el Entronque de Guanabacoa, solo disponía de aceites de soya refinados, unos en bolsas de 500 mililitros a 0,95 centavos de CUC y otros en pomos de un litro a 1,95 CUC, además de picadillo de res a 1,05 CUC. «Cigarros sí hay, de todos tipos», nos comentó irónica una parroquiana que se negó a dar su nombre.

En el kiosco Amanecer del reparto Mañana, no había aceite, ni tampoco muchos otros surtidos.

Julia Ceruti, una alegre sesentona que tiene por hábito pasar con frecuencia por allí para saludar a sus amigas dependientas —que se abstuvieron de dialogar con nosotros porque «tenían que pedir permiso al complejo»—, nos dice, con locuacidad y franqueza, que los nuevos precios minoristas en CUC que empezaron a aplicarse a un grupo de productos desde el pasado 22 de abril «están muy bien, pero el suministro, al menos en esta unidad, no ha respaldado como se debe una decisión con la que está conforme el pueblo».

«Surtieron hace una semana, pero ya no hay casi nada, ni picadillo. Allí —señala hacia un estante—, donde va el aceite, usted ve que las muchachas tuvieron que poner muñecos de regalo para el Día de las Madres para no dejar el anaquel vacío.

«Lo que compra la gente como yo, los jubilados, que nos cuesta trabajo caminar mucho, no está aquí, como pollo en trozos, en porciones, porque yo no puedo comprar una caja».

El Amanecer está a escasas cuadras del Cupet de la Rotonda de Guanabacoa. Dos responsables del lugar —a quienes no les solicitamos sus nombres, debido a que el directivo principal del lugar no estaba en ese momento y nos insinuaron indirectamente que necesitaban permiso para hablar con la prensa— nos comentaron informalmente que allí hay un buen abastecimiento.

«Este es el Cupet que más vende en el país», me dijo el compañero, mientras que su colega, una dama, nos respondió que el suministro a la instalación es estable, excepto algunas cosas como las confituras. «Por la televisión dijeron que las fábricas de confituras tienen problemas con las materias primas; lo oí en el noticiero», me aclaró el caballero.

«Grandes» y bien manejadas

La shopping La Alianza, de Guanabacoa, está en uno de los lugares más concurridos del pueblo, el parque. En realidad no es muy grande, pero es de las más importantes del vecindario. Al momento de nuestra visita estaba muy bien surtida.

No disponía, por supuesto, de todos los productos (más de 70) que fueron objeto de nuevos precios como parte de la política del país para incrementar gradualmente la capacidad de compra del peso cubano en corto plazo, pero había unos cuantos de ellos, incluidas confituras.

Su administrador nos dio su nombre y nos brindó su atención sin ningún reparo, como debe ser, porque las tiendas son del pueblo y están hechas de punta a cabeza para dar servicios al pueblo, y es elemental que en ellas se dé acceso a la prensa, como parte de las políticas de protección al consumidor. Silvio Consuegra —así se llama— nos comentó que el suministro a ellos «hasta ahora es perfecto».

«Tenemos aceites, picadillos, pollos y piezas de pollos en diferentes variantes, galletas, confituras... Confituras tenemos bastante (nos entró un contenedor), no para “mi” tienda, sino para todo el complejo al que pertenecemos».

Durante el diálogo, Consuegra nos explicó que es muy posible que a corto y mediano plazo no tengan problemas con los cárnicos. Están gestionando un contrato con la empresa Bravos S.A., para garantizar el aprovisionamiento de algunos picadillos.

«Ayer —nos relata— vino una compañera del área de comercialización de esa entidad para comprar algo para sí, una gestión personal, pero parece que aprovechó y nos explicó que estaban interesados en abastecernos con algunos cárnicos.

«La atendí y empezamos a trabajar en el contrato. Por supuesto, yo no tengo autoridad para hacer eso, pero les vamos a transmitir la propuesta a nuestros jefes, al comercial, para que la valoren y, si es adecuada y conveniente, concretarla».

No es por «pasarle la mano» por su actitud responsable y transparente hacia nosotros, trabajadores de la comunicación social, pero el episodio que nos contó Consuegra —tenga él o no la potestad para hacer eso, aunque las gestiones y la iniciativa siempre son válidas y aplaudibles— revela que en ese lugar, que está relativamente bien surtido (al menos fue la impresión inicial que nos llevamos, porque salimos a hacer un reportaje informativo, no de investigación), hay iniciativa y preocupación por parte de sus directivos y trabajadores en favor de un mejor servicio.

Al mismo tiempo, la gestión de la compañera de la empresa Bravos S.A que se le acercó al administrador —aunque estaba de compra privada— también revela otra dinámica actual de este país, que lamentablemente no se está aprovechando ni al mínimo, que es la iniciativa de las empresas productoras por ampliar la colocación de sus surtidos en el mercado nacional, sean hechos o reelaborados aquí adentro.

«Gestión». El problema del abastecimiento a las tiendas o a lo que sea, no solo es «cosa» de los que mandan de «arriba», sino también de los que están «abajo».

«Mucha la demanda»

Yaser Manzano es el dependiente del kiosco La Única, un apretado entresuelo con vista a la calle debajo de la tienda homónima ubicada en la avenida Acosta, casi llegando al Mónaco, La Víbora.

Flaco y espigado, el joven no para de atender al público. «Suban a ver a la gerente» —nos dice—, pero no le teme a las preguntas. Saca la lista de los productos rebajados y factura a factura nos va diciendo qué tiene, cuánto valía, cuánto vale ahora. Hojea con rapidez, atiende a otra cliente; vuelve a hojearnos el documento de suministro; regresa a sus clientes...

«Aquí el abastecimiento es bueno, es cada dos o tres días... Están entrando las cosas», afirma. «El problema aquí está muchas veces en las neveras. No tenemos suficientes y se vende mucho». Nos mira y vuelve a lo suyo.

«Mucha demanda; pocos productos», sentencia en su ayuda Damarys Márquez, una clienta. «Nos abastecen tres y cuatro veces a la semana, pero todo se acaba rápido, “vuela”», replica Manzano, y sigue en lo suyo.

Centavo a centavo respira el bolsillo

El factor primordial en el crecimiento de los precios reside en un nivel de producción que no satisface la demanda. No obstante, debido a que la cadena de intermediarios entre el surco y la tarima es escabrosa, las tarifas son, a veces, insoportables. Por esa razón muchos agradecen que a partir de este martes se topara el importe de más de 20 productos

Juventud Rebelde

Durante la última sesión del Parlamento cubano, celebrada en diciembre de 2015, uno de los problemas más debatidos fue el de la comercialización de productos agropecuarios en el país.

También en el recién concluido 7mo. Congreso del Partido, al abordarse en el Informe central el comportamiento de los precios de los productos agropecuarios, se planteó: «Aunque comprendemos que el factor primordial en el crecimiento de los precios reside en un nivel de producción que no satisface la demanda y que el avance en esta materia está condicionado por factores objetivos y subjetivos, no podemos quedarnos con los brazos cruzados ante la irritación de los ciudadanos por el manejo inescrupuloso de los precios por parte de intermediarios que solo piensan en ganar cada vez más».

En consonancia con la problemática, y dando continuidad al conjunto de medidas encaminadas, sobre todo, a aumentar paulatinamente la capacidad de compra del peso cubano, se ha adoptado un conjunto de acciones para incrementar el acopio de productos agropecuarios de alta demanda y su comercialización a la población a precios máximos establecidos.

Estas medidas constituyen una protección al consumidor y a los productores agropecuarios, pues asegura estabilidad en los niveles de precios.

Antes de adoptarse la referida determinación, el Ministerio de la Agricultura desplegó un proceso de discusión con los productores, comercializadores y el sistema empresarial, donde se insistía en que los productores no debían perder, pero tampoco excederse para perjudicar aún más el bolsillo de la población.

Para que los precios fueran justos, en estos debates se insistió en el equilibrio que debía existir entre el costo de la producción y los márgenes de ganancias.

El paquete de medidas empezó a implementarse este martes. En la Gaceta Oficial de la República de Cuba pueden consultarse las Resoluciones 157-C y 162 del 2016, del Ministerio de Finanzas y Precios.

Capitalinos opinan

En el Mercado Estatal Agropecuario de Plaza, ubicado en la céntrica avenida de Ayestarán, Marta Rodríguez Abreu, con abanico y carretilla en mano se pone en una cola numerosa. Ella tiene un nieto que empezó a consumir puré de malanga, justamente cuando una libra llegó a costar hasta diez pesos, a principios de año.

«No sabíamos cómo poder sostener la compra de malanga. Mi hija es madre soltera y ahora está de licencia de maternidad.

«La malanga a 3,50 o a 4,20 todavía está cara, pero menos que como estaba. Yo tengo fe en que los precios sigan bajando, porque todavía están altos».

Roberto Estupiñán Ibáñez, un jubilado que por más de 30 años trabajó como profesor, agrega: «Tengo miedo que al topar precios, entonces falten los alimentos. Hay que ver el fenómeno integralmente».

Eunice Ballester Marín, otra jubilada, pero de menos ingresos que los otros entrevistados, muestra siete tomates y dice: «Pesan diez libras y me costaron “un fula”. Eso mismo me hubiese costado casi el doble ayer». Asegura que ahora podrá comerse además sus frutas de vez en cuando, porque siguen caras, pero no tanto como antes.

En la tierra del changüí

Aunque sabe que no es la solución completa al viejo dilema entre la oferta, que no es mucha, y la demanda, que sí lo es, Ana Peraza de la Oz sale visiblemente satisfecha de una de las tarimas donde venden productos agrícolas en el concurrido mercado agropecuario El Guararey, al noroeste de la ciudad de Guantánamo.

«Esto que llevo en la jaba (tomates, coco, plátano, verduras y col) me costó menos de 20 pesos, que hubiera sido el doble de esa cantidad de dinero con los precios anteriores. Mire qué tomates más lindos y solo a 2,10 pesos la libra», comentó, y agregó que estaba segura de que esa rebaja llegaría, como también vendrá el día en que la oferta sea más variada y no haya tanta diferencia de calidad entre los productos de los mercados de oferta y demanda y los del estatal.

Ada Frómeta Quintanilla asegura ser punto fijo en el mercado de oferta y demanda que se encuentra en el barrio residencial El Caribe, pues le queda muy cerca de la casa. Pero con la rebaja de precios en el mercado estatal del reparto Pastorita, ahora vale la pena dar una caminadita más.

«Todo está barato. Y me alegra mucho que se haya adoptado esa decisión, porque es muestra de que a nuestro Gobierno le importa todo lo que afecta al pueblo, lo que no siempre es posible tomar una medida cuando la gente lo demanda», apunta la anciana. Con el rostro feliz dice que le sobraron diez pesos del dinero que tenía destinado para la compra de la semana, y por eso va a regresar a la casa en un bicitaxi, que es más cómodo que la guagua.

Durante el sondeo, la población consideró que no se trata de un golpe de efecto ni de una decisión aislada.

Idilio Adamés Gámez, un campesino que produce varios cultivos en las estribaciones del municipio guantanamero de Baracoa, comentó telefónicamente que «desde hace ya un buen tiempo se está ordenando la producción y comercialización agrícola para aumentar los acopios y diversificar las ofertas. Lo más evidente es que nos pagan mucho mejor lo que aportamos. Por ahí comenzó todo y de eso nadie puede hacerme cuentos: primero fue al cacao, después al coco y así paulatinamente, al punto de que ya son muy diferentes las demandas.

«Tampoco te pagan tres quilos por un quintal de coco o de viandas, ni sucede que de una cosecha a otra no veas el dinero pasar porque se demoren en pagar. Eso no ocurre ya, y solo un sinvergüenza no se da cuenta de eso, porque le convenga seguir abusando de la población».

Bajar más

En nuestro recorrido reporteril por la ciudad de Matanzas, Joaquín Guás, trabajador de la empresa de Hidrología, opinó que los precios deben bajar más y añadió que muchas veces vienen los productos en mal estado y se venden como de primera. «Todo eso tiene que reajustarse en estos tiempos, vendiendo los productos de primera, segunda y tercera, según su calidad», dijo.

Asimismo, Idalia García ponderó que el pueblo agradece estas medidas, que redundan en un beneficio económico familiar. «A veces la gente comenta ¡pero bajaron solo unos centavos!, sin pensar que esos centavos parecen poco aparentemente, pero cuando sumas al mes, un poco por un lado y otro por otro, se convierte en una suma significativa para la disminución de los costos de la canasta familiar».

Rogelio Castellanos, dependiente del mercado agropecuario 14 de Julio, de la circunscripción 31 del Consejo Popular Pueblo Nuevo, asegura que desde temprano el pueblo sabía de esta medida y se mostraba contento por ella.

Que no caiga en saco roto

En Camagüey visitamos los mercados agropecuarios San Rafael y el muy popular La Trocha. En los dos centros de venta estatales el personal confirmó que desde horas tempranas el pueblo se aglomeró para acceder a los productos agrícolas, con el deseo de que la medida no caiga en saco roto.

«Realmente los precios mejoran el plato de comida y el bolsillo de los obreros», dijo Alexi Ramírez Hernández, de 45 años, quien junto a su esposa, Marielena Nieves López, compraron plátano y boniato.

Yaniet Peláez, quien trabaja en la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte y Loynaz, mientras compraba en el mercado de San Rafael —que ofertaba 15 productos agrícolas—, comentó que el reto de la medida está en que no se quede en el primer impulso. «Si no se mantienen los productos y su variedad, entonces el país no ha hecho nada».

En el mismo establecimiento coincidieron la abuela Flora Torres, Dania Espinosa, la ingeniería retirada Delia Vidal y el oficial del Minint Lexy Ramírez, para quienes la preocupación mayor radica en la estabilidad de la oferta y su calidad.

«La rebaja de los precios ayuda —enfatiza Ramírez—, pero hay que seguir trabajando en la calidad de los productos y en que estos no se pierdan en los mercados y placitas estatales». Dania opina que «hay que organizar mejor todos los detalles de la cadena productiva desde el campo hasta los mercados estatales, para que no se pierdan en el camino».

Para el trabajador por cuenta propia Aldo González, quien maneja un bicitaxi, todo lo que viene ocurriendo con los precios es una señal de mayor control y organización del país. «Ya son varios los productos agropecuarios y alimenticios que bajan sus precios. Esto es señal de que el país se organiza desde el campo, pero no es suficiente, pues hay que velar por que los precios se correspondan con la calidad, y por su permanencia y variedad. Si no —insiste— el esfuerzo de muchos se esfuma en un abrir y cerrar de ojos».

Para el custodio Roberto Rodríguez, de 55 años de edad, «hay que revisar la calidad de los productos y, sobre todo, en este mercado, que está hecho para tener climatización, y hace mucho que aquí no hay aire. Cuando llegan las frutas y vegetales, estos se tuestan del calor», expresa.

Tal criterio es ratificado por la administradora de ambos mercados, Norky Sánchez, quien agrega que sobre las tres de la tarde habían visitado los mercados La Trocha y San Rafael unos 400 clientes, algo que demuestra lo positivo de la decisión de topar los precios.

Nuevos precios impactan favorablemente en la población

William Fernández Jiménez

La Habana, 3 may (ACN) Pobladores de la capital cubana muestran su satisfacción hoy por la implementación de nuevas medidas encaminadas a reducir el precio de venta de los productos agropecuarios.

Es algo que se debía hacer desde hace mucho tiempo para acabar con las especulaciones de los intermediarios y los revendedores, dijo a la Agencia Cubana de Noticias Roberto Casamayor, profesor jubilado.

Ahora hay que trabajar duro y bien para que se mantenga la oferta estable y variada anunciada en la prensa, y no se caiga en vacíos por falta de transporte, subrayó.

Siempre que sale una medida de este tipo se trata de aliviar a las personas más vulnerables, como los pensionados y los trabajadores de menor remuneración, aseveró Josefina Comas, auxiliar de limpieza.

Sabemos que el Estado busca iniciativas para elevar la capacidad de compra del peso cubano y esta, junto a la de disminuir el costo de los artículos en cuc, permitirá que mayor cantidad de personas se puedan beneficiar, precisó.

Opinó que también resulta necesario que los gobiernos locales exijan a las administraciones de los mercados estatales donde se aplicará la reducción de los precios identificar esos centros, en aras de que la población reclame cualquier violación en la comercialización.

De acuerdo con el Ministerio de la Agricultura serán 26 los productos que tendrán un precio diferenciado de venta en esas unidades.

La medida favorece además a los productores, quienes ahora sí podrán planificar mejor el trabajo, al comprárseles según la calidad y la temporada de gestación todo lo que sean capaces de lograr en sus tierras.

Este martes fueron hechas públicas las nuevas medidas para el ordenamiento de la comercialización de productos agrícolas, recogidas en la Gaceta Oficial mediante las Resoluciones 157-C y 162 del 2016, del Ministerio de Finanzas y Precios.

Tales acciones persiguen entre otros propósitos incrementar el acopio de productos agropecuarios de alta demanda, y su comercialización a la población a precios máximos establecidos.

Ello constituye una protección al consumidor y a los productores agropecuarios, pues asegura estabilidad en los niveles de precios, señala al respecto la nota oficial.

Precisa que los precios máximos se corresponden con los productos de primera calidad, de acuerdo con las regulaciones vigentes, se tiene en cuenta las épocas de cada cultivo: la óptima, donde los rendimientos son superiores; y fuera de esta, en que disminuyen.

También se especifica que las nuevas medidas se establecen para todos los tipos de mercados agropecuarios, excepto los de Oferta y Demanda, y en el caso de la provincia de La Habana, además, para los Trabajadores por Cuenta Propia autorizados a ejercer esta actividad.

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