Otro Ángel de la Jiribilla, también obra original, le fue dedicado a Lina de Feria, quien expresó su profunda emoción por este reconocimiento (Foto: Cubahora).

Casi iniciando el siglo, como quien toma de los nuevos tiempos el impulso para las nuevas empresas, comienza a editarse La Jiribilla digital, una revista enfocada en la cultura cubana, sus orígenes, tendencias, “fluctuaciones”… Una publicación que, a 15 años de fundada, continúa llamando la atención y haciendo pensar por sus temas, enfoques y didactismo.


La Jiribilla digital: lee, realízate, cúmplete

La Jiribilla continúa llamando la atención y haciendo pensar por sus temas, enfoques y didactismo...

Onaisys Fonticoba - Cubahora.- Casi iniciando el siglo, como quien toma de los nuevos tiempos el impulso para las nuevas empresas, comienza a editarse La Jiribilla digital, una revista enfocada en la cultura cubana, sus orígenes, tendencias, “fluctuaciones”… Una publicación que, a 15 años de fundada, continúa llamando la atención y haciendo pensar por sus temas, enfoques y didactismo.

Poco antes de celebrar su aniversario el pasado 5 de mayo, en el teatro Abelardo Estorino del Ministerio de Cultura, la escritora Lina de Feria nos comentaba: “Muchas veces se piensa que la prensa no debe ser más que una fórmula específica de decir las cosas, y La Jiribilla siempre tuvo una magnitud, una presencia, una intención de hacer artículos interesantes. Ha estado a la vanguardia del periodismo cubano, sobre todo si lo vemos como un vehículo para instruir, para educar… que es la batalla más fuerte que tenemos en este momento.

“Creo que su mayor mérito ha sido no tener cortapisas, no temerle a los temas, buscar las opiniones sobre escritores, intelectuales, personalidades que son realmente importantes… y provocar el debate”.

Y es que como pionera en la web, La Jiribilla no solo cubrió una zona que empezaba a sumar adeptos, sino que puso sobre el tapete la visión de periodistas e intelectuales cubanos sobre aspectos desconocidos de la cultura nacional, poco tratados o vistos por otros medios fuera del país. Haciendo honor a su nombre, no han faltado en sus líneas la agudeza ni el espíritu renovador que anunció el Ángel de Lezama Lima, al cual debe su título:

“Jiribilla, diablillo de la ubicuidad. Simultaneidad en las estaciones que unen el oro y el gris como dos brazos. Como dos brazos que alzan la libertad en el espacio medio, en los cuadrados de color y en el tiempo del sueño”.

Pero el Ángel de la Jiribilla no es solo título o “plegaria”, es también el nombre del reconocimiento que entrega a sus colaboradores más prominentes. Este aniversario fue distinto, dos ángeles fueron a las manos de otros dos protectores. Para la poetisa Lina de Feria el agasajo del presente año; y para el escritor Aurelio Alonso, el Ángel que le fuera otorgado en el 2013 y que por motivos de salud no había podido tener en sus manos.

“Creo que La Jiribilla ha venido a llenar un espacio clave en la producción cultural cubana de esta época, dijo Alonso. Ha estado muy marcada por las características de este primer tiempo que ha atravesado, en el que se han producido importantes cambios en América Latina.

“Es una publicación fresca que nace después del derrumbe del campo socialista, incluso después de ser metabolizado. Es una publicación de ese reverdecimiento, de esa recuperación, de nuestra juventud intelectual en el proceso de rescate de la esperanza”.

Ya desde su primer número, montado en la redacción del diario Juventud Rebelde; las instalaciones del Palacio del Segundo Cabo, o las de la Casa Amarrilla, donde radica ahora —en el Vedado—; La Jiribilla ha permanecido al tanto de los acontecimientos más importantes que suceden en la Isla. Con un equipo de reporteros complementado por destacados intelectuales, ha logrado una visión más holística de los acontecimientos, conjugando la inmediatez propia de las noticias con un análisis más profundo y sosegado.

Con 774 números en línea, la revista de cultura cubana no ha dejado de atraer lectores. Tal vez su capacidad de seducción radique en poner el mismo empeño que aquel puñado de periodistas que la fundó, sin otros recursos que “una laptop de palo, una bicicleta china y una voluntad a prueba de balas”. Para Ivette Leyva, actual directora de la publicación, estos tres lustros han significado una conquista, porque La Jiribilla logró hacerse de un lugar reconocido entre las prestigiosas publicaciones culturales del país, pero a la vez constituyen un reto, porque la obligan a no perder actualidad y calidad en medio de un cambiante escenario de prácticas de consumo cultural, muy ligadas al desarrollo de las tecnologías de la información.

Leyva también refirió que “haber publicado casi 800 números sobre el acontecer cultural, social y político de nuestra Cuba, ha sido posible gracias al apoyo irrestricto de prestigiosos intelectuales, artistas, investigadores, pensadores y periodistas, que dentro de la familia de nuestros colaboradores, nos han respaldado en el empeño de hacer posible cada dossier imaginado”.

Acaso, como expresó la escritora Laidi Fernández de Juan durante la celebración de este aniversario, la clave radique en la inquietud y la “juvenilia” del equipo de la revista, en su constancia, su seriedad… O tal vez sea el Ángel de la jiribilla que “sonríe y obliga a que suceda”, que la sostiene mostrando una de sus alas mientras dice “lee: realízate, cúmplete, sé anterior a la muerte”, que dice “lo imposible al actuar sobre lo posible engendra un posible en la infinidad. (…) Ahora ya sabemos que la única certeza se engendra en lo que nos rebasa”.

La Jiribilla: Otro periodismo puede ser no solo posible, sino exitoso

La pupila insomne.- Ayer cumplió quince años una hija traviesa: La Jiribilla. Junto a las palabras que envié para su dossier quinceañero, incluyo también aquí las de los escritores Roberto Méndez y Ambrosio Fornet, pero recomiendo todos los valiosos testimonios que recoge la revista en esta edición de aniversario. 

Una aventura de libertad, rigor y beligerancia. Por Iroel Sánchez

¡15 años de La Jiribilla! Rápido y hasta a veces furioso, para decirlo a tono con estos días de Hollywood en La Habana, ha pasado el tiempo desde aquellas madrugadas de sábado en que pretendíamos sorprender el amanecer sin dejar a nadie indiferente. El propósito: dar voz e imagen a Cuba y su cultura, entonces prácticamente ausentes de las redes.

Como casi siempre sucede con lo que está llamado a perdurar, La Jiribilla nació sin oficina, presupuesto ni plantilla. Sin embargo, en poco tiempo se volvió ubicua en Cuba, en Europa, en Miami… Fue, frente al respaldo multimillonario a la mentira, el silencio y la manipulación, una herramienta guerrillera, inquieta y divertida, con lo más valioso que poseemos: el talento de nuestra gente sin depender de fronteras.

Hace pocos años, a solicitud de la misma revista, Rosa Miriam Elizalde y yo relatamos en un texto titulado “La Jiribilla: Arca de nuestra resistencia”, cómo iniciamos aquella aventura de libertad, rigor y beligerancia. Si algo resalta al volver sobre ello, es cuánta diversidad la respaldó y cuánto consenso se construyó con una participación tan amplia como creativa y comprometida.

Cuando parecen avanzar entre nosotros el dinero y lo privado como paradigmas de calidad en el periodismo, más que nostalgias estériles, la génesis de La Jiribilla muestra que otro periodismo puede ser no solo posible, sino exitoso.

15 años edificando. Por Roberto Méndez

Han transcurrido tres lustros desde aquel 5 de mayo de 2001, cuando vio la luz en la Red de redes el primer número de La Jiribilla, para alegría de muchos y contrariedad de algunos. Aunque existiera algún antecedente, era la primera revista de pensamiento y cultura cubana que accedía al ámbito digital con el propósito de quebrar los muros que ciertos enemigos externos levantaban ante la infatigable labor espiritual de los intelectuales insulares.

El nombre de la publicación remitía a un texto paradigmático de José Lezama Lima, “Se muestra ahora el Ángel de La Jiribilla”, un modo poético de definir la identidad cubana: “Jiribilla, hociquillo simpático. Simpatía de raíz estoica. Fabulosa resistencia de la familia cubana. Arca de nuestra resistencia en el tiempo, cinta de la luz en el colibrí, que asciende y desciende, a la medida del hombre, como un templo, como la luz instrumentada por Anfión, del linaje de Orfeo” [1].

El texto lezamiano venía a fundamentar, precisamente, la labor de un grupo de creadores no solo llenos de la agilidad y gracia de La Jiribilla para ripostar las saetas del enemigo, sino de la capacidad para nutrirse de una historia y una tradición, y extraer de ellas la fuerte argamasa para edificar una propuesta tan resistente como las murallas de Tebas que, según la leyenda, el músico Anfión pudo levantar al son de su lira.

Gracias a la iniciativa de algunos que entonces parecían visionarios: Abel Prieto, Iroel Sánchez, Rosa Miriam Elizalde, pudieron salvarse en poco tiempo los obstáculos técnicos,  la falta de experiencia en tales menesteres y hasta los intentos de sabotaje de algunos adversarios furiosos.La Jiribilla había llegado para permanecer en perpetua transformación, pero sin diluir sus esencias, como lo demuestran ya los más de 770 números colocados en la red.

Aunque existiera algún antecedente, era la primera revista de pensamiento y cultura cubana que accedía al ámbito digital con el propósito de quebrar los muros que ciertos enemigos externos levantaban ante la infatigable labor espiritual de los intelectuales insulares.Es significativo que el primer dossier se dedicara a la figura del narrador Reinaldo Arenas, en tanto algunos procuraban apropiarse de su imagen con un propósito sectario y divisor. Sin temor alguno, no solo se replicó a los forjadores de la intriga, sino que fueron reconocidos los valores del autor de El mundo alucinante, fueron entrevistados dos de sus antiguos camaradas —luego devenidos personajes en sus relatos y novelas— y se reprodujeron algunos de sus textos. Ni silencio ni ocultamiento han sido estrategias de esta publicación que  ha preferido airear misterios, vencer reservas, dar espacio a la polémica sustanciosa y abrir sus páginas a gente de buena voluntad de todas partes.

Es significativo que cuando se imprimió en 2009 un disco con los primeros 400 ejemplares de la publicación, alguien lo catalogara como una enciclopedia de la cultura cubana. En aquellas páginas convivía la literatura nacional, desde sus iniciadores hasta los autores más jóvenes, con las artes plásticas, la música, el cine, el ballet y la danza moderna; las reflexiones históricas y filosóficas se avecindaban con cuentos, poemas, canciones y una galería de imágenes que es uno de los más completos archivos iconográficos que haya podido reunir una publicación cultural de este archipiélago.

La Jiribilla había llegado para permanecer en perpetua transformación, pero sin diluir sus esencias, como lo demuestran ya los más de 770 números colocados en la red.En 15 años el equipo redactor de la revista se ha renovado más de una vez. Es significativo el número de jóvenes periodistas que ha sido adiestrado en su siempre ajustada sala de redacción; sin embargo, ellos han formado parte de un universo mucho más amplio: el de los creadores que de manera puntual o sistemática han colaborado con ella. Baste con revisar las páginas firmadas por Cintio Vitier, Fina García Marruz, Roberto Fernández Retamar, Pablo Armando Fernández, Ambrosio Fornet, Miguel Barnet, Carilda Oliver Labra, Aurelio Alonso, Fernando Martínez Heredia, Pedro de la Hoz y Guille Vilar, por solo citar a algunos de los más relevantes, sin olvidar las colaboraciones de amigos de todas las latitudes, que incluyen más de un Premio Nobel y muchísimos autores tan significativos por su obra como por su impronta ética.

El empeño con que ha sabido consolidarse viene a situarla dentro de esa tradición de combate, resistencia y fundación de las principales revistas de la cultura nacional, aquellas que sirvieron de vehículo a la vanguardia artística más allá de su coral diversidad: Revista de Avance, Orto, Espuela de Plata, Orígenes, Clavileño, Gaceta del Caribe, Nuestro Tiempo. Solo que, a diferencia de ellas, no representa a un grupo ni a una generación, pues ha estado abierta a una pluralidad que nunca ha sino caótica, sino que se ha concertado con ese espíritu ecuménico que preside las buenas obras.

Cumplir 15 años es importante, sobre todo si se celebran con auténtica juventud y sin cursilería, pero más aún lo es aspirar a perdurar con vitalidad de adolescentes una centuria y más.En lo personal, confieso que no puedo asociar exactamente La Jiribilla con una revista. Creo que en mi concepto está más cercana de un orbe o una galaxia, compuesta no solo por artículos, textos de ficción y fotos, sino por tantas grabaciones memorables en MP3; por la ajetreada labor de aquellos años heroicos en que fue, además, una publicación en papel; por las memorias de aquellos encuentros en el vedadense Patio de Baldovina que alguna vez saltó hasta la Centro Habana profunda del espacio de la EGREM; por las ceremonias de entrega del Ángel de la Jiribilla, y hasta por las iniciativas efímeras de paneles, conciertos, exposiciones que reunieron a tanta gente que lleva hasta hoy, en la frente, un signo indeleble como el de los cronopios de Cortázar: los “jiribilleros” de siempre.

Cumplir 15 años es importante, sobre todo si se celebran con auténtica juventud y sin cursilería, pero más aún lo es aspirar a perdurar con vitalidad de adolescentes una centuria y más; para lograrlo hay que repetir la invocación de Lezama:

Ángel de la jiribilla, ruega por nosotros. Y sonríe. Obliga que suceda. Enseña una de tus alas, lee: Realízate, cúmplete, sé anterior a la muerte. Vigila las cenizas que retornan. Sé el guardián del etrusco potens, de la posibilidad infinita. Repite: Lo imposible al actuar sobre lo posible, engendra un posible en la infinidad. Ya la imagen ha creado una causalidad, es el alba de la era poética entre nosotros. Ahora podemos penetrar, ángel de la jiribilla, en la sentencia de los Evangelios: Llevamos un tesoro en un vaso de barro.  Ahora, ya sabemos que la única certeza se engendra en lo que nos rebasa. Y que el icárico intento de lo imposible es la única seguridad que se puede alcanzar, donde tú tienes que estar ahora, ángel de la jiribilla [2].

Notas

1. Lezama Lima, José: Se muestra ahora el Ángel de La Jiribilla. En: Confluencias. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1988, p.100.

2.  Ibídem.

Era algo que flotaba en la atmósfera. Por Ambrosio Fornet

No nos sorprendió porque era algo que flotaba en la atmósfera, que se olía desde el título. Desde su aparición, La Jiribilla estuvo marcada por un tipo de periodismo cultural caracterizado por la frescura y la travesura; lo primero, por la novedad de sus planteamientos, lo segundo, porque siempre había en ellos un desafío, una invitación a replantearse las ideas desde otro punto de vista. Creo que todos los que colaboramos en la naciente Jiribilla  nos dimos cuenta de que estábamos participando en un proyecto de comunicación y difusión que iba más allá del que suele cumplirse en el simple trámite de la información periodística. Así que lo que estamos celebrando en este aniversario es algo más que unos quince.

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