Gabino Manguela (Foto: Agustín Borrego Torres)- trabajadores.cu.- Los pronósticos más optimistas distan de prever la solución inmediata de los problemas financieros de la nación y sitúan la sustitución de importaciones entre las necesidades más preciadas; de ahí lo imperioso de una efectiva estrategia, de la que dependa en medida importante el futuro económico cubano.


Según expertos de varias ramas de la industria nacional, la falta de integración y consenso entre el mercado, la inversión tecnológica y los comercializadores —y otros— así como la generalizada lentitud en la aprobación y ejecución de los procesos inversionistas condicionan pesados lastres para acelerar el ritmo que debería asumir la sustitución de importaciones.

Todo lo que el país demande y no produzca habría que importarlo, pero la economía no podrá seguir erogando divisas por productos y servicios que pueden lograrse dentro de nuestras fronteras. Tanto esfuerzo de los aniristas tirado en saco roto explica que no siempre aprovechamos las potencialidades que poseemos.

Los Lineamientos de la Política Económica y Social de la Revolución refrendan la necesidad de garantizar la máxima utilización de las capacidades de que dispone el país, así como la identificación de capacidades de fabricación en aras de elevar la sustitución de importaciones; pero en la práctica se evidencia la falta de mecanismos para tales propósitos.

Es creciente la queja de la industria de que el mercado no le expone sus necesidades y que en no pocas ocasiones compra en el exterior determinados renglones que podrían ser producidos en el país, incluso con igual o superior calidad y mejor correspondencia con el precio.

Fenómenos similares explican que, a veces existen créditos externos y no aparecen proyectos para materializarlos; o que la falta de algún insumo se solvente en el exterior sin tener en cuenta que con una inversión relativamente pequeña podríamos lograrlo en el país y garantizar así su presencia permanente.

¿Será cierto que el país no puede producir juguetes de mayor calidad? ¿Tendrá que continuar importando puré de tomate o jugos de guayaba o mango? Las interrogantes serían numerosas.

Por su parte, entendidos en la materia consideran que los márgenes comerciales aplicados en las tiendas parecen favorecer al producto importado y no al nacional, algo en lo que también tienen incidencia las derivaciones de la doble moneda.

En consecuencia, se echa por tierra el sentido del lema: “consuma producto cubano”, algo lamentablemente olvidado.

Jorge Proenza, Irelis Lozada y Carlos Arner, a cargo del tema en los grupos empresariales de la Ligera, la Electrónica y la Química, respectivamente, aseguran que, a pesar de las trabas, la industria nacional experimenta una revitalización que puede ofrecer mejores dividendos, y como ejemplo mostraron que sus sectores ya tienen definidas las estrategias a seguir con el turismo hasta el año 2030.

A un mejor clima también contribuyen las llamadas ferias de negocios de inicios de año en Expocuba, donde productores, proveedores, comercializadores y otros clientes exponen sus necesidades y perspectivas para la siguiente etapa.

El quid, agregaron los especialistas, parece estar en la integración de todos los que deben tributar a la estrategia, en no hacer lo mismo de ayer para obtener mejores resultados hoy.

 

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