Ángel Freddy Pérez Cabrera - Granma.- Loly es uno de los mejores cosechadores de arroz del país, con rendimientos superiores a los ocho quintales por hectárea, cuando la media nacional es de poco más de tres.


Temprano en la mañana Salvador Cárdenas Pérez, un guajiro nativo del poblado de Coco Solo, perteneciente al consejo popular El Santo, se enfunda en su ropa de trabajo y sale hacia la finca, en la cual permanece hasta bien entrada la tarde, un ritual que cumple a diario de manera casi religiosa.

Allí, en medio de un extenso campo de arroz que hasta hace muy poco estuvo plagado de marabú, sin pensar en otra cosa que no sea obtener una mejor cosecha, se le ve chorreando sudor por debajo del ala de su sombrero y la camisa empapada como si hubiera recibido un cubo de agua.

Hasta ese sitio fue Granma para conversar con Salvador, a quien todos conocen en la zona como Loly, uno de los mejores cosechadores de arroz del país, con rendimientos superiores a los ocho quintales por hectárea, cuando la media nacional es de poco más de tres.

Sobre los secretos de esos resultados y la manera en que acomete el laboreo en las casi 40 hectáreas de tierra que dedica al cultivo del cereal, conversamos con este hombre, de 41 años de edad, integrante de la CCS Antonio Gui­teras, de Encrucijada, un referente nacional para todos aquellos que se dedican al fomento de ese cultivo, o para quienes quieran embullarse en un futuro.

—¿Desde cuándo siembras arroz?

—Pudiera decir que nací y crecí dentro de un campo de arroz. Mi abuelo Salvador siempre se dedicó a ese cultivo, al igual que mi padre, por eso desde muy pequeño iba a la finca con ellos para ayudarlos y así fue naciendo este amor por el grano.

—¿Cuáles son los secretos para alcanzar tan altos rendimientos?

—Primero, preparar bien la tierra, eso es fundamental. Hay que arar correctamente, pasar bien la picadora, lograr la nivelación del terreno y empeñarse en que este no tenga hierbas para lograr una buena germinación y crecimiento de la espiga.

—Pero eso solo no basta...

—Claro, si no utilizas una buena semilla estarás perdido. En cualquier cultivo, el 50 % del ren­dimiento depende de la simiente que utilices, y más en el arroz, que es una planta tan exigente. Fí­jate si es importante ese detalle, que si no tienes una semilla certificada pudieras estar botando los fertilizantes y herbicidas que emplees, lo que es igual a decir que estarías perdiendo dinero.

—Y hablando de fertilizantes, ¿cómo los empleas?

—Ese es otro secreto. El arroz es como una mujer embarazada que uno la alimenta desde temprano para que el hijo salga fuerte y saludable. En mi caso, a los siete días de plantado hago la primera fertilización y las otras cuando la planta me lo exija. Después aplico mucho potasio, porque ese producto controla el exceso de nitrógeno en la planta y no deja que se te vaya en vicio.

—Respecto al uso del agua, ¿qué me puedes decir?

—Algunos piensan que al arroz, una vez sembrado, lo esencial es ponerle el agua “hasta el pescuezo” y eso es un error. Hay que saber manejar esa situación para lograr la mayor cantidad de hijos en cada planta. Yo le quito el agua completa y la dejo que pase un “poquito de sed”, lo cual facilita el ahijamiento en fecha temprana, y después es que le voy suministrando el líquido de ma­ne­ra racional.

—¿Cómo es tu sistema de sembrado?

—Planto entre 20 y 25 plantas por metro cuadrado, y prefiero el método de moteado al de boleo, porque esa vía es casi al seguro. Desde el punto de vista de la semilla, casi siempre elijo la clase Selección 1 y 2 que tiene muy buen potencial productivo.

—¿Cuáles fueron tus rendimientos el pasado año?

—Obtuve 8,7 toneladas por hectárea, y en el segundo corte 6,38, cifra que según me han dicho es récord en el país. En total entregué al Estado 358 toneladas del cereal, unos 1 558 quintales por encima de lo previsto.

—¿Por qué crees que algunos cosechadores, con iguales recursos, obtienen menos del doble de los rendimientos que tú?

—Debe ser que no hacen las cosas bien y porque no se han puesto a pensar en la relación costo-beneficio. Si yo sé que con una buena semilla se elevan los rendimientos, y por ende gano más, entonces por qué voy a utilizar otra que me dará pérdidas. Y ese es solo un ejemplo. Yo digo que si todos nos ponemos para elevar los resultados productivos, en este país no hay que comprar un grano de arroz en el exterior.

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