La primera figura del American Ballet Theatre, Misty Copeland, realiza un ejercicio con bailarines de Danza Acosta, en La Habana, este 16 de noviembre de 2016. Foto: Desmond Boylan/ AP - Tomado de Cubadebate


Bailarina estadounidense Misty Copeland da clase en escuela cubana

La Habana, 15 nov (PL) La primera bailarina del American Ballet Theatre (ABT), de Estados Unidos, Misty Copeland, impartió hoy una clase en la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso, de Cuba, a estudiantes de 15 a 18 años de edad.

Ella no necesita presentación, la conocemos bien, exclamó la subdirectora del centro, Marta Iris Fernández, antes de entregarle al grupo para recibir la clase.

Copeland es la primera mujer afroamericana en ser ascendida al más alto rango en el ABT y recién llegó esta capital como embajadora cultural del Departamento de Estado de su país.

Esta visita forma parte de los programas impulsados por las autoridades de ambas naciones con el fin de estimular las relaciones culturales entre los pueblos.

Al inicio de la clase, la joven de 34 años de edad recomendó a las aprendices estar relajadas, distendidas, y disfrutar la experiencia con ojos, oídos y mentes abiertas.

La bailarina vital sobre la escena se refleja en una maestra que marca con precisión los ejercicios y las posturas adecuadas.

Todas sus recomendaciones fueron acertadas, hizo hincapié en una correcta colocación de piernas, caderas y brazos, no forzar las posiciones, moverse de manera natural, rotar los pies y realizar poses precisas, sin vacilar en00 las transiciones.

Además, pidió sincronizar cada movimiento con los correspondientes tiempos musicales y recurrió a la dinámica de Balanchine, un gran maestro y coreógrafo ruso que creó obras para el ABT en el siglo XX y fundó otra renombrada compañía en Estados Unidos, el New York City Ballet.

Tras la clase, Copeland presenció un ensayo de la escena conocida como El jardín animado, de la obra clásica El corsario, y aplaudió con entusiasmo porque dijo conocer en carne propia el esfuerzo para ejecutarla.

El corsario, en versión de la canadiense Anna-Marie Holmes sobre la original de Marius Petipa, es una de las piezas completas distintivas del ABT, una compañía en la cual bailaron desde su creación los cubanos Alicia y Fernando Alonso, quienes luego fundarían la escuela cubana y el Ballet Nacional aquí.

Misty Copeland, primera figura del American Ballet Theatre, tomó una clase en la sede de la compañía Acosta Danza, que dirige Carlo Acosta. La artista compartió con un elenco que reúne a bailarines tanto del ballet clásico como la danza contemporánea.

Alicia Alonso aconseja a bailarina estadounidense sobre Giselle

Prensa Latina

La prima ballerina assoluta cubana Alicia Alonso aconsejó hoy a la primera figura estadounidense del American Ballet Theatre (ABT) Misty Copeland, sobre su próximo debut en el papel de Giselle, obra cumbre del Romanticismo.

Alonso, considerada una leyenda viva y una de las mejores intérpretes en la historia del personaje, reconoció que se trata de una pieza difícil.

Pero por favor, no te pongas nerviosa, yo estaré contigo todo el tiempo, dijo Alonso a Copeland para animarla en la sede de Ballet Nacional de Cuba (BNC), compañía fundada y dirigida por la experimentada artista.

La joven debutará en Giselle el venidero 26 de mayo en Nueva York, en la misma ciudad y con la misma compañía con la que Alonso se estrenó en el papel, el 2 de noviembre de 1943.

Además de haber sido una de las bailarinas fundadoras del ABT en 1940, Alonso fue durante décadas una de las estrellas del conjunto norteamericano.

En la oficina de la maestra, las manos de Alonso y Copeland quedaron entrelazadas durante minutos, luego intercambiaron expresiones de cariño y consejos en público y privado.

La primera mujer afroamericana en ser ascendida al más alto rango en el ABT llegó hace dos días a esta capital como embajadora cultural del Departamento de Estado de su país, y para mantener su entrenamiento físico ha tomado clases en el BNC y en Acosta Danza, conjunto fundado este año por el eminente bailarín Carlos Acosta.

En esta última entidad, Copeland observó un ensayo de Fauno, coreografía del belga Sidi Larbi, que la dejó notablemente emocionada.

La artista impartió la víspera una clase en la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso, a estudiantes de 15 a 18 años de edad, y mañana visitará la Compañía Lizt Alfonso.

Bailarina estadounidense Misty Copeland visita el Ballet Nacional de Cuba

Dianet Doimeadios Guerrero - Cubadebate.- Ayer llegó a La Habana Misty Copeland, primera bailarina afroamericana del American Ballet Theatre (ABT). Pequeñita, de marcadas curvas y con una mezcla de sangre africana, alemana e italiana en sus venas, la estadounidense viene a la Isla como embajadora cultural.

Hoy, temprano en la mañana, como suelen hacer las bailarinas, Misty fue a la casa de la danza clásica, el Ballet Nacional de Cuba (BNC), para tomar una clase impartida por la profesora Consuelo Domínguez.

Entró al salón de repente, sin más ruido que el provocado por una ráfaga de disparos de cámaras. Se sentó en el suelo, al borde del tabloncillo y allí permaneció durante varios minutos, observando la ejecución de una decena de bailarines que entrenaban en el segundo piso de la institución, tratando de develar el misterio de la escuela cubana de ballet, imagino.

“Se teje la historia antigua con la contemporánea, porque ella es una bailarina que viene del American Ballet Theatre, que es la compañía que está históricamente unida al BNC. La relación más trascendente del ballet cubano y el norteamericano se inició en 1937, cuando Alicia y Fer­nando Alonso viajaron a Nueva York para enriquecer sus co­nocimientos e iniciar una carrera como bailarines profesionales”.

“En el ABT, Alicia alcanzó el estrellato y allí compartió con bailarines estadounidenses y les contó el viejo sueño de crear una compañía de ballet aquí en Cuba, de ahí que en 1948, cuando se funda el BNC de los 40 miembros solo 16 eran cubanos. Tener a Misty con nosotros es como reditar un nexo histórico, no hay que hacer ningún esfuerzo, el intercambio entre ambas compañías fluye muy natural”, confirmó Miguel Cabrera, historiador del BNC.

“Misty, en este salón han bailado y se han formado las grandes figuras del ballet, adelante”, dijo Miguel y comenzó a sonar el piano. Ya en el tabloncillo, junto a las demás solistas, la primera bailarina cubana Grettel Morejón.

Esta vez, Misty Copeland vino a la Isla como parte del programa de Embajadores Culturales y Deportivos del Departamento de Estado de EE.UU. Esta muchacha de piel canela nació en Kansas City en 1982 y se crió en California. Empezó a bailar relativamente tarde, con 13 años, y se formó en la Escuela de Ballet de San Francisco.

Hace tan solo un año, Copeland se convirtió, a los 32 años, en la única bailarina de raza negra que lograba ser primera figura de la principal compañía de ballet de los Estados Unidos. Noticia que en junio de 2015 recorrió el mundo y acontecimiento alrededor del cual se ha hecho una intensa campaña mediática. Hasta una Barbie inspirada en ella salió al mercado.

Misty ya había estado en La Habana en 2010, cuando el American Ballet Theatre regresó a los escenarios cubanos, después de medio siglo de ausencia, para participar en el 22 Festival Internacional de Ballet. Sin embargo, nunca antes había compartido “una clase con bailarinas cubanas. Se siente la diferencia de estilo: la relación con la música, la fuerza, la técnica y la rapidez del movimiento. Yo no entiendo el español, solo el lenguaje del ballet, estar centrada fue difícil”, comenta esta americana de amplia sonrisa, convencida de que la escuela cubana de ballet hace sudar hasta al más experto de los profesionales.

La bailarina estadounidense estará en Cuba hasta el 18 de noviembre. En la tarde de hoy impartirá una clase en la Escuela Nacional de Ballet, mañana irá a la compañía de Carlos Acosta, bailarín que ella admira y “creció viendo”. El jueves 17 visitará la sede del Ballet de Lizt Alfonso, en La Habana Vieja.

Antes de irse de La Habana, Copeland mantendrá varios intercambios con profesores y estudiantes de danza. Vino a conocer de cerca la enseñanza artística en el país y así lo hará.

El ballet es el mejor pretexto para acortar distancias en igualdad de condiciones, para derribar muros, allí donde “el sentimiento de la danza ignora los límites de cualquier orden social”.

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