Laura V. Mor -  Resumen Latinoamericano Cuba.- Rememorando aquel histórico enero de 1959, cuando los rebeldes alcanzaron el triunfo revolucionario contra las tropas de la sangrienta dictadura de Fulgencio Batista, la Caravana de la Libertad transitó de lado a lado de la isla en sentido inverso al realizado hace 57 años.


En aquel momento el pueblo lleno de euforia por la derrota de la dictadura batistiana saludaba a los rebeldes, los barbudos de la Sierra, y su máximo líder el joven Fidel en la carretera de Santiago de Cuba hacia La Habana. En esta ocasión era un pueblo que lloraba, daba vivas, se ungía de respeto despidiendo a Fidel invicto en su regreso desde La Habana a Santiago de Cuba, al Oriente de la isla que lo vio nacer hace nueve décadas.

638 intentos de asesinato tuvo Fidel, todos organizados desde Estados Unidos. Ninguno pudo con su “chaleco moral”, como dijo él ante la pregunta de un reportero de sí llevaba chaleco antibalas debajo del uniforme, Fidel riendo desabotonó su camisa verde olivo y mostró su pecho. Planes promovidos desde la Agencia Central de Inteligencia – CIA y planificados junto a la mafia terrorista radicada en Miami- no lograron asestar un solo golpe al “caguairán”. (*)

“Fidel es Cuba” se leía en carteles a lo largo de las carreteras, y no era una consigna vacía. Los nueve días de duelo nacional lo demostraron; no por decreto, sino por el dolor que se sentía en su pueblo, por las lágrimas y la mirada triste de cada cubano con el que cruzabas palabra. Pero Fidel iba más allá de Cuba como un faro que ilumina los distintos continentes. Duelos nacionales decretados en otros países y la llegada a la isla de primeros mandatarios de todo el mundo lo confirmaban.

Los medios hegemónicos no pudieron evitar tratar la noticia “del siglo”, pero lo hicieron a su manera. Poco dijeron de que ante el paso de la Caravana por cada provincia, desde muchas horas antes, de madrugada su pueblo esperaba su paso para rendirle honores y dar ese último puño en alto a su Comandante en Jefe antes de que arribase al cementerio de Santa Ifigenia, donde finalmente descansarían sus restos junto a José Martí y los héroes de la Patria. En cambio dejaron entrever la obligatoriedad del luto, y no tardaron en reflotar el concepto de “régimen”, que lejos de la concepción que le da la Ciencia Política, utilizan para denostar negativamente a gobiernos populares. Yo me pregunto: ¿alguien puede obligar a llorar desconsoladamente? ¿Quién puede obligar a un niño romper en llanto cuando ve pasar la urna de cedro que contiene los restos de Fidel? A quien ha podido presenciar la cantidad de personas que desfilaron por el Memorial José Martí para rendirle homenaje póstumo o ver el paso de la Caravana a lo largo de la isla, no le quedan dudas del amor genuino de un pueblo que sabe que la Revolución se debe a la convicción de la victoria y la dirección estratégica de Fidel.

Desde tempranas horas cubanas, cubanos y extranjeros esperaban solemnemente el paso de la caravana, aún cuando faltaran suficientes horas para que acontezca, aún cuando lloviese a mares como ocurrió en Camagüey. Cientos de miles de personas reunidas a lo largo de las calles y rutas de las diferentes localidades por donde pasaría la Caravana y Fidel. Carteles hechos a mano demostrando ese amor profundo por Fidel y la certeza de que el socialismo es irrevocable, tal como lo han ratificado en años anteriores cuando desde las bases populares se votara la Constitución Socialista y como días atrás lo hicieran con el Concepto de Revolución que Fidel enunciara el 1ro. de mayo de 2000.

Esos mismos medios hegemónicos son los que especulaban con la Cuba “post-Castro” ya desde cuando hace una década Raúl Castro toma posesión del cargo o con el anuncio de que este sería el último período de su mandato. Esas especulaciones no tuvieron asidero en la sociedad cubana en aquel entonces, y no lo tendrán ahora. El pueblo cubano, que hoy llora con profundo dolor la partida de su líder histórico, sabe que cuando se siembra se cosecha, y algo que ha logrado Fidel es sembrar en cada obrero, en cada maestro, en cada médico internacionalista, en cada ama de casa, en cada joven la realidad de un mundo mejor, de que es necesario cambiar lo que debe ser cambiado y que ese cambio es posible.

El pueblo cubano, que es el que día a día, a pesar del criminal bloqueo que ya lleva 55 años, envía gratuitamente a sus niños a la escuela, el que estudia sin pagar un centavo en universidades de excelencia, el que se atiende en hospitales y policlínicos con una alta calidad en salud reconocida en el mundo entero, el que no queda desamparado ante inclemencias ni desastres naturales, el que sabe de un Estado presente, el que camina tranquilo por las calles a cualquier hora del día o la noche. Ese pueblo no tiene dudas: Fidel es Cuba y Cuba es Fidel.

Pero cuando ese mismo pueblo conoce otras latitudes o ve como extranjeros aman también esta Revolución es cuando caen en cuenta de que ya Fidel no es solo Cuba, Fidel es un mundo.

(*) Caguairán: árbol cubano. En la región oriental se le llama caguairán a uno de los árboles de la madera más valiosa, dura y resistente. En la occidental se conoce como Quiebra Hacha por su resistencia. Abunda en el extremo oriental del país y crece en los bosques de tierras calcáreas y montañosas. Alcanza un tamaño de 50 pies de altura y un tronco de 16 pulgadas de diámetro. Las características de este árbol lo convierten en ideal para fabricar obras duraderas

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