Caravana de la Libertad llega a La Habana. Foto: ACN.


Cubadebate - Video: Televisión Cubana.- La Caravana de la Libertad recorrió en la mañana de este domingo las calles y avenidas de La Habana, en una actividad que cada año reedita la entrada triunfal, hace hoy 58 años, del Comandante en Jefe Fidel Castro al frente de Ejército Rebelde.

Una calurosa acogida ofrecieron miles de habaneros y visitantes, a su paso por distintos lugares, a los 58 caravanistas, encabezados por la General de Brigada Delsa Esther Puebla (Teté), una de las acompañantes entonces de los combatientes.

Tras su llegada de la Caravana, procedente de la localidad mayabaquense de San José, en la cervecería Guido Pérez, en El Cotorro, rememoraron la histórica parada del líder de la triunfante Revolución, la primera que hizo en La Habana.

En un sencillo acto político-cultural cargado de mucho simbolismo, y en presencia de pobladores de la localidad, allí dos pioneras de la escuela primaria Ramón Brito interpretaron la canción Cabalgando con Fidel.

Eva Hernández, primera secretaria del Partido Comunista de Cuba en ese municipio, dio gracias al Comandante en Jefe por guiar a un pueblo con la estirpe de Antonio Maceo y las ideas de José Martí, y recordó palabras de Fidel cuando el ocho de enero de 1959 afirmó que valió la pena sacrificarse por un pueblo así, el cual jamás sería defraudado.

La Caravana de la Libertad transitó por sitios emblemáticos como el Museo de la Revolución, otrora Palacio Presidencial, y la sede del Instituto Cubano de Radio y Televisión, para concluir en breve su recorrido en la Ciudad Escolar Libertad, antiguo cuartel militar de la tiranía de Fulgencio Batista convertido hoy día en un complejo educacional.


(Con información de ACN)

 

El día que el pueblo no exageró

La apoteosis que se apoderó de La Habana al llegar la Caravana de la Libertad provocó que Fidel considerara que aquello era mucho más de lo que ellos merecían...

Leticia Martínez Hernández - Cubahora.- La idea no era hacer una marcha triunfal. “Me parece que eso estaría fuera de lugar en este momento”, dijo el Comandante en Jefe el 6 de enero al llegar a la ciudad de Santa Clara. El objetivo del recorrido era “transportar la columna en apoyo a los compañeros que iban hacia la capital; yo pensaba pasar rápidamente. Pero en eso se cae, mejor dicho: fue derrocada la tiranía, porque no se cayó: la derrocaron”.

Así el periplo hacia el Occidente se convirtió en la conmovedora Caravana de la Libertad, que recorrió la columna vertebral de la Isla y llenó de júbilo a un país entristecido. Los héroes de la Sierra, barbudos y radiantes, partieron el dos de enero de Santiago. Con el paso de pueblo en pueblo, la Revolución se fue haciendo palpable para aquellos que llevaban años sufriendo una terrible dictadura y escuchaban a escondidas las hazañas de los jóvenes rebeldes del Movimiento 26 de Julio. Un mar de gente los recibió en cada punto del camino, a veces se hacía imposible avanzar. Cuentan que las madres salieron a lucir su felicidad, a partir de entonces sus hijos no tendrían que morir.

Fidel les hablaba, les dedicaba tiempo a todos, aun sabiendo lo urgente que era llegar cuanto antes a la capital. El ocho de enero, luego de cumplir con la promesa de rendir tributo a José Antonio Echeverría, de visitar a la familia del líder estudiantil acribillado a balazos el 13 de marzo de 1957 y de inclinar la frente ante su tumba, se encamina hacia La Habana y poco después de la dos de la tarde llega al Cotorro. Alguien sugirió que entrara sobre un tanque de guerra, pero el Comandante no podía soportar la lentitud de aquella mole de hierro.

En un yipi, menos asombroso, pero más ágil y práctico, llega el Comandante en Jefe a la ciudad que salió a recibirlo con un entusiasmo jamás visto. Cuando la Caravana bordea la Avenida del Puerto, aparece en unos de sus muelles el ¡yate Granma! Hacen un alto, Fidel entra en la embarcación, se estremece, recuerda a los que le acompañaron en la travesía desde México y no pudieron llegar a este momento de infinita dicha. Afuera la multitud grita: “¡Fidel en el Granma!” y la apoteosis se adueña de La Habana.

Muchos años después, el fotorreportero norteamericano Burt Glinn, enviado especial de la agencia Magnum a la cobertura de aquellos acontecimientos, le declara en una entrevista al periodista cubano Pedro de la Hoz: “Yo había visto muchas cosas por el mundo, pero sinceramente me sentí sorprendido por la manera unánime con que la población de La Habana hacía suya la Revolución…lo de La Habana sobrepasó todos los cálculos. Esa tarde supe que la Revolución de los barbudos era más profunda de lo que cualquiera podía pensar y que sería imposible desmantelarla”.

Fue el cuartel Columbia el último punto del recorrido. Contaba el Comandante de la Revolución, Juan Almeida, que era “como si un volcán estremeciera el espacio”. Allí aparecieron las palomas que se posaron en el hombro de Fidel; allí se dio el legendario intercambio del “¿Voy bien, Camilo”? y el “Vas bien, Fidel”; allí juro el líder de la Revolución que si él, cualquiera de sus compañeros o el Movimiento 26 de Julio fuese el menor obstáculo para la paz de Cuba, el pueblo podía disponer de ellos; allí dio por concluidos los agasajos, desde ese minuto solo quedaba trabajar, trabajar y trabajar.

Las concentraciones multitudinarias de hoy — dijo Fidel en Columbia antes de terminar casi a medianoche—, esa muchedumbre de kilómetros de largo, esto ha sido asombroso, “ha sido una exageración del pueblo, porque es mucho más de lo que nosotros merecemos”.

Y finalmente presagió: “… nunca más en nuestras vidas volveremos a presenciar una muchedumbre semejante, excepto en otra ocasión ─ en que estoy seguro de que se van a volver a reunir las muchedumbres ─, y es el día que muramos, porque nosotros, cuando nos tengan que llevar a la tumba, ese día, se volverá a reunir tanta gente como hoy, porque nosotros ¡jamás defraudaremos a nuestro pueblo!”

Fidel iba al futuro, regresaba y nos contaba. Recién bajaba de la Sierra y ya avizoraba el abrazo último del montón de agradecidos que saldría a la calle el día que sus cenizas emprendieran el regreso victorioso a Santiago de Cuba. No exageró aquel pueblo del 59, tampoco el del 2016, ese que lo lloró, lo reverenció y lo multiplicó en su muerte.

No podía haber retribución menor para quien al cabo de tantísimos años jamás defraudó.

 

Ocho de enero: un baño de pueblo

Claudia Padrón Cueto - Granma.- Una semana después del triunfo del 1ro. de Enero, entró Fidel victorioso a La Habana y a la historia. En la ciudad, una multitud lo recibió enarbolando banderas cubanas y del 26 de Julio, mientras lanzaban flores sobre los vehículos que transportaban a los combatientes. Ayer, 58 años después, la capital volvió a recibir a la Caravana de la Libertad.

Con vítores de «Yo soy Fidel», niños y jóvenes en su mayoría; además de trabajadores destacados y combatientes de la Revolución reeditaron el tradicional paso de los barbudos de la Sierra Maestra por la capital cubana.

Los 58 caravanistas partieron del municipio del Cotorro, donde en la cervecería Guido López el Comandante en Jefe se detuviera por primera vez para hablarle al pueblo habanero. Posteriormente recorrieron las principales calles de la ciudad y sitios simbólicos como el Museo de la Revolución, la sede del Instituto Cubano de Radio y Televisión, hasta concluir en Ciudad Escolar Libertad, sede del acto central.

En una ceremonia político-cultural presidida por Mercedes López Acea, miembro del Buró Político y primera secretaria del comité provincial del Partido en La Habana, la general de brigada Delsa Esther (Teté) Puebla, y otros dirigentes del Gobierno y organizaciones de masas, se rememoraron detalles de aquellos días. Los presentes escucharon de la voz de uno de sus protagonistas, Eclio Lobaina, sus experiencias junto a los barbudos que partieron de Santiago de Cuba, recuerdos aún vívidos en la memoria de uno de los caravanistas que acompañó a Fidel.

Las palabras centrales del acto, a cargo de Maylín Alberti, primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas en el municipio de Playa, ratificaron el deseo de las nuevas generaciones de continuar el legado histórico de Fidel y su compromiso con el concepto de Revolución, firmado por gran parte del pueblo cubano.

La dirigente, a nombre de la UJC, expresó que los jóvenes cubanos están conscientes de los planes subversivos para desestabilizar a la Revolución, y sostuvo que no cederán ante estos.

La ceremonia fue también el espacio elegido para la entrega de 58 carnés de la Unión de Jóvenes Comunistas. En representación de los nuevos militantes, la estudiante de la enseñanza media, Leyanis Burgos, ratificó el compromiso de sus compañeros en ser fieles a la confianza depositada en ellos. Y dijo sentirse heredera de una larga tradición de lucha que no defraudará.

Como en 1959, este 8 de enero el pueblo habanero avanzó nuevamente para saludar a la Caravana de la Libertad. Las mismas multitudes que, en ese entonces, Fidel calificó como «un baño de pueblo».

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