Ángel Bravo.- Mucho antes de la desaparición de la ex URSS -que en estos días cumple 25 años de su autodestrucción-, el imperio difundía a sus anchas que había animadversiones entre Raúl y Fidel por la dirección del gobierno. Los asesores de los inquilinos de la Casa Blanca, siempre fueron duchos en mentir, calumniar y publicitar su veneno, logrando impregnar en la gente -incluyendo simpatizantes de la Revolución-, que el gobierno cubano encubría las pugnas entre sus dirigentes.


Con el propósito de dividir a los revolucionarios, presentaban a Raúl Castro como un hombre con apetitos de poder, caracterizándolo de infranqueable e implacable, y que Fidel para complacerlo le había asignado la dirección de las Fuerzas Armadas. Difundían la imagen de un Raúl cruel que, en cualquier momento sería capaz de desatar una guerra contra los Estados Unidos.

El imperio atacaba por todos los flancos. Desde los primeros años de la Revolución, presentó a Fidel, como un dirigente que no aceptaba otros liderazgos. Aprovecharon para difamar, diciendo que la “misteriosa” desaparición de Camilo Cienfuegos fue provocada por Fidel, y que el mismo Comandante abandonó a Ernesto Guevara cuando luchaba en Bolivia.

Todas las fabulas de supuestos enfrentamientos entre los dirigentes revolucionarios fueron construidas por la imaginería reaccionaria, iletrada e incapaz de estudiar y entender la historia; son gente a sueldo como los adivinos Carlos Alberto Montaner y Andrés Oppenheimer, que todavía hoy se resisten a desaparecer, convirtiéndose en el hazme reír de las personas educadas.

La historia se ha encargado de darle la razón a la Revolución. Al igual que cuando partieron a la eternidad grandes revolucionarios como Camilo y el Che, ahora con la partida de Fidel, el pueblo ha vuelto a mostrar lealtad a sus líderes, compromiso a los ideales y voluntad para defender el socialismo al precio que sea necesario.

Cuando el 2006 Raúl Castro asumió el cargo de presidente del Consejo de Estado y de Gobierno, los agoreros pronosticaron que ahora sí Cuba tomaría otro rumbo. Al poco tiempo dijeron que los cambios no se daban porque todavía Fidel mandaba en la isla. A partir del 25 de noviembre de 2016, el imperio y los enemigos de Cuba volvieron a hacer sonar las sirenas, pero el reciente 27 de diciembre, en la Asamblea Nacional del Poder Popular, Raúl Castro afirmó “no vamos ni iremos al capitalismo, eso está totalmente descartado.”

La Revolución ha cumplido 58 años de victoria, y el imperialismo y sus publicistas no han terminado de entender que Cuba nunca ha sido una república de la ex URSS. Son incapaces de entender que la Revolución cubana, por naturaleza es antimperialista, socialista y anticapitalista.

A los cubanos les tiene sin cuidado que el imperio continúe sin entender de lo que está hecha la Revolución. Pero quién nunca se ha equivocado es el pueblo. Por eso, tanto en la Plaza de la Revolución en La Habana como en la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, en Santiago de Cuba, el pueblo no dudó en repetir con implacable convicción: “Fidel es Raúl”, “Fidel es Raúl” y “Raúl amigo, el pueblo está contigo”, “Raúl amigo, el pueblo está contigo.”

 

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