ONG Greenpeace visitó la isla para conocer este plan. Hoy la mitad de los productos son orgánicos. Laura Betancur Alarcón - El Tiempo.- A comienzos de este año, el Rainbow Warrior, el ya conocido barco de Greenpeace, una de las organizaciones ambientales más destacadas en el mundo, atracó en Cuba, la isla caribeña, en busca de un tesoro: el conocimiento.


Granja tras granja, expertos de la ONG fueron tras el secreto de la política agroecológica de Cuba, un país destacado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura por su apuesta de producir vegetales y frutas sin utilizar químicos ni afectar el suelo. “Una persona necesita a un agricultor cuatro veces al día: cada vez que come. No tanto así requiere a un abogado, a menos que tengas muchos problemas”, bromea Franco Segesso, experto argentino en agricultura y quien conoció las experiencias cubanas para hacer recomendaciones a países de Suramérica como Colombia.

Segesso explica aquí qué hay detrás de 25 años de un proyecto revolucionario en términos ambientales y de producción de alimentos.

¿Por qué visitar Cuba para aprender agroecología?

Queremos mostrarle al mundo cómo –debido a la situación económica– la agroecología surgió como una salida a la crisis en la isla. Los primeros años de la revolución, incluso antes, Cuba apostó al modelo intensivo en agroquímicos, principalmente para el tabaco y la caña. Pero con la crisis económica, sumada a la caída de la Unión Soviética y al bloqueo de Estados Unidos, la isla se vio obligada a producir con los insumos que tenía localmente. Varias organizaciones locales y científicas, que venían insistiendo en este modelo, fueron escuchadas, porque presentaron una solución de producción sin insumos externos. Nuestro interés era mostrar cómo la agroecología, en momentos de crisis, se visibiliza como una solución a estos problemas.

¿En qué momento surge esta tendencia?

En los años 90 comienzan a caminar las políticas públicas de manera más fuerte, producto de la caída de la Unión Soviética, que era de donde provenían los insumos químicos. Hoy, el resultado de la apuesta es un programa nacional de agricultura urbana y periurabana que está reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como uno de los más importantes en el ámbito mundial. Emplea a 350.000 personas y además les apuesta fuerte a las zonas periurbanas que hacen que hoy las fincas agroecológicas provean el 50 % de los alimentos consumidos localmente.

¿En todo el país o solo en La Habana?

El programa es nacional, pero tiene gestión desde los municipios. Además, es una estrategia de alianza con instituciones locales; por ejemplo, universidades y organizaciones como la Asociación Nacional de Pequeños Productores de Cuba, que está asociada internacionalmente con la alianza Vía Campesina. El sistema agroecológico en Cuba, con solo el 25 % del territorio cultivable, logra abastecer el 50 % de las frutas y verduras que se consumen localmente.

¿Quiénes hacen posible esta hazaña?

Los pequeños agricultores. En primer lugar producen una dieta saludable para ellos mismos y son los responsables del 90 % de las frutas y verduras. Son ellos un segmento muy importante para tener en cuenta en la producción de alimentos. Globalmente, esta política también tiene mucha importancia, porque de los 800 millones de personas que sufren de hambre en el mundo, cerca de 400 millones son pequeños y medianos agricultores. Lo que ha demostrado este programa es que es posible darles un sustento de vida precisamente a ellos.

¿Qué hace tan exitoso este modelo?

El programa está concebido como de prioridad para la seguridad nacional. Cuba prioriza la compra pública de alimentos a las escuelas, los hospitales, a los centros psiquiátricos y a las fuerzas armadas. Es fundamental que otros países de Suramérica tomen este modelo. Y lo digo porque tanto países como Colombia y Argentina tienen modelos agroexportadores en los que la matriz productiva responde a la demanda externa y no a los consumidores locales. Al pensar la alimentación como un tema de seguridad, hace que se invierta el prisma del análisis y la decisión sobre cuáles políticas adoptar en torno de la agricultura. Por ejemplo, en Colombia se está discutiendo el desarrollo agroindustrial que se pueda dar en las zonas de posconflicto…

¿Qué podemos aprender de Cuba en este sentido?

El programa cubano tiene cuatro bases: las semillas, el agua, el manejo ecológico de las plagas y el manejo integral de los cultivos. Este último tiene que ver con la diversidad de cultivos que se planten. Y en cuanto a plagas, se relaciona con la prevención de estas mediante la producción diversa y la calidad del suelo. En relación con las semillas, se trabaja con la diversificación de los puntos para su producción y se intenta que los agricultores cubanos produzcan sus propias semillas, no el Estado. En Colombia y Argentina hay debates por las leyes que atentan contra la autonomía y la soberanía del país, porque se entrega su uso a través de los derechos de propiedad intelectual de las semillas. Estas cuatro bases son lo que permite tener un modelo de agricultura a escala humana, y no industrial, para alimentar a su población.

En el uso de agua, ¿a qué le apunta la política cubana?

En Cuba hay momentos de sequía en diferentes sitios. Lo que se hizo fueron pequeñas represas y se fomenta el policultivo, porque con un suelo sano se consume menos agua. De hecho, es entre tres y cinco veces menos de lo que gasta otro tipo de técnica. Muchas veces se piensa que el manejo del agua es solamente riego, pero tiene que ver con la eficiencia en el uso del suelo. Los sistemas agroecológicos se basan en la eficiencia energética en su funcionamiento y consumo. Por ejemplo, hemos visto muchos casos de granjas con biodigestores, donde se utiliza la excreta animal y los residuos de los cultivos para generar energía eléctrica, gran parte con paneles solares. Esas son estrategias que la agroecología abraza y ciertamente no se ven en la agroindustria.

En cuanto al agua también es clave que no usan químicos ni se abusa de los antibióticos en la producción animal, porque de esta manera la excreta o el uso de agrotóxicos podría llegar a los ríos y después esa agua no se podría utilizar.

Cuando comenzó esta transformación, ¿cómo se logró dejar de lado los agroquímicos de los que dependían?

La primera estrategia fue convencer a los productores de que volvieran al campo y no los utilizaran más. Se estableció la estrategia Campesino-Campesino, en la cual la formación no viene desde afuera, sino que los mismos agricultores se capacitan entre ellos. De esta manera se hace más atractiva la enseñanza y el convencimiento para entender entre pares cuáles son las mejoras que ofrece el sistema ecológico. En cuanto al manejo de plagas, lo que ocurre es que al haber un modelo productivo más diverso, el daño de las plagas no llega a ser tanto, porque un cultivo saludable es el reflejo de un suelo saludable. Es como una persona cuando no está bien nutrida, pues tiene más posibilidades de sufrir enfermedades. Y si a eso le sumamos diversidad de cultivos, cuando aparece una plaga no ataca a toda la producción. Hay equilibrio. También han empleado una estrategia de microorganismos eficientes y plantas de señuelo para las plagas.

¿Cómo logró Cuba organizar a sus ciudadanos?

La estrategia del cooperativismo fue muy importante. Dos leyes también permitieron la entrega de tierras cuando hubo la gran expropiación. Lo que se hizo con esto fue un proceso de entrega de tierras públicas a campesinos que tenían intención de producir de manera cooperativa.

¿El país cómo logró la sostenibilidad financiera de esas granjas?

Los productos son comprados por las empresas estatales para alimentación de escuelas y otros entes. Por ejemplo, el gobierno anterior de Brasil también lo aplicó e hizo compras directas para escuelas a los productores agropecuarios.

Otra cosa que se ha hecho para incrementar la ganancia de los productores son los puntos directos de venta en las fincas y también en las ciudades. Esta estrategia es clave para aplicarla en Argentina y en Colombia, porque con los puntos de venta se evita a los intermediarios.

Otra cosa que recomendamos es la certificación participativa. Normalmente en los países latinoamericanos existe la certificación orgánica, que le da el sello de origen orgánico. La mayoría de esa producción no es para el consumo interno, sino para exportación. Eso hace que se incrementen los precios y que los controles no sean lo suficientemente certeros. Ahora, la certificación participativa se basa en una matriz de consumo local, donde son los mismos productores de la región los que se regulan entre sí. También hay un actor clave y son las organizaciones de consumidores, que deben hacer el control, y el último garante es el Estado mismo o una universidad.

Al cabo de 20 años, ¿qué le ha dejado ambientalmente la agroecología a Cuba?

Gran parte de los suelos cubanos han estado muy deteriorados por la agricultura industrial de cultivos de caña y azúcar. Algunas de las fincas que visitamos eran para producción de caña, y los pequeños productores, con varios años de trabajo, lograron recuperar ese suelo.

¿Qué papel ha tenido la investigación científica en la implementación del plan de agroecología?

Visitamos a científicos cubanos durante nuestro recorrido y ellos han insistido en este sistema, porque la eficiencia de la agroecología se ha logrado con pruebas en el territorio, mediante la creación de estaciones experimentales.

Ante el cambio climático y los escenarios futuros, ¿cómo ayuda el plan?

La agricultura es la responsable del 24 % de los gases de efecto invernadero: es bastante. Por eso, la FAO le ha llamado varias veces la atención al sector agroindustrial por la producción de carne, maíz y soya, ya que es muy ineficiente. Al ser la estrategia de alimentación un tema de seguridad nacional, se han apoyado en la agroecología como manera de minimizar los impactos de cambio climático.

 

 

La agricultura cubana precisa generar recursos para satisfacer las demandas

Susana Tesoro - Granma

Los rendimientos que necesita la agricultura en Cuba solo se obtendrán si hay un aprovechamiento óptimo de las tierras y de los recursos: materiales, naturales y humanos. Ejercer el debido control del sistema financiero, incrementar exportaciones, la inversión extranjera y abrirnos a nuevas tecnologías, son el camino para aumentar los ingresos y alcanzar un desarrollo sostenible. Las experiencias en este sentido fueron temas de debate hoy en el balance del año 2016 del Ministerio de la Agricultura.

Durante más de cinco horas escuchamos un sinnúmero de dificultades que impiden el avance de la ganadería, de cultivos decisivos para la economía como el tabaco, y otros rubros. Pudimos conocer también cómo se aplican nuevas tecnologías que mejoran los productos, disminuyen fuerza de trabajo y por tanto incrementan ingresos y salarios.

Gustavo Rodríguez, Ministro de la Agricultura, enumeró como aspectos a discutir: el funcionamiento orgánico y el control interno; la política de ahorro en portadores energéticos, especialmente del Diesel, la política del agua como un elemento decisivo en todas las producciones, pero en la ganadería y los cultivos es un elemento vital.

Dijo Rodríguez que es preciso aumentar el rendimiento, no con la mentalidad de extender más cultivos sino en obtener el máximo de los que tenemos. Sobre el incremento de las exportaciones habló de buscar nuevos financiamientos. Afirmó el ministro que es primordial darle atención a las Cooperativas, que son la base de la producción y el desarrollo agrícola.

Joel Hernández Director de la Empresa de Tabaco de Pinar del Río compartió con los allí presentes sus experiencias y dijo que “alimentando” la tierra con humus, abono producido por ellos, tuvieron un crecimiento notable. Dijo que el tema de sanidad vegetal y atención cultural a las plantaciones ha hecho que una empresa con pérdidas haya podido elevarse en calidad y cantidad.

Vladimir Andino Rubal, Director de la Empresa Lázaro Peña, de Artemisa, tiene a su cargo el 60 por ciento del tabaco de capa que produce el país. Para quien no lo sepa, la hoja de la capa que cubre el habano es el elemento que decide su calidad y su valor en el mercado.

Andino explicó la importancia de sembrar plantas que abonen el terreno, pues eso produce menos yerbas, menos fuerza de trabajo y mayor rendimiento. Agregó que el riego por goteo puede ahorrar hasta el 50 % del combustible destinado a esa labor. El riego por goteo es un sistema de regadío que se aplicó en Cuba desde los años 80 y que hoy a veces no se utiliza.

Otro de los éxitos de esta empresa tabacalera es usar los inhibidores de crecimiento del tabaco, una técnica que se usa en el mundo desde 1957 y en Cuba se usó en los años 80. Con esta modalidad no es preciso deshijar tanto la planta. Eso no sólo ahorra fuerza de trabajo sino que impide el exceso de manipulación de la planta algo que puede romper o manchar la hoja, inutilizándola.

El tema del uso racional del agua fue abordado en varios momentos. La ministra Presidenta del Instituto de Hidrología informó que los embalses están al 44% de su capacidad de llenado.

Dijo que existen 82 cuencas subterráneas en difícil estado por su gran descenso, y que la situación en Ciego de Avila es difícil al punto de que han debido paralizarse algunos pozos, sin embargo, afirmó, vemos cómo la Empresa de Cultivos La Cuba, sigue produciendo. Insistió en el uso del riego por goteo y en utilizar todas las medidas que faciliten el ahorro. La ministra Chapman comentó la posibilidad de usar agua de mar reciclada, teniendo en cuenta cómo el impacto del cambio climático ha incidido en la sequía.

El Ministro Gustavo Rodríguez informó que de un fondo agrícola existente de 6,2 millones de hectáreas solamente el 7,2 por ciento recibe el beneficio de la irrigación, actividad que merece hoy una visión distinta para lograr su máximo aprovechamiento.

Los principales eventos que repercutieron en la agricultura en el 2016, fueron las restricciones económicas, financieras y en portadores energéticos, las afectaciones por el huracán Mathew y la prolongada sequía.

La situación financiera develó 94 empresas con capital de trabajo negativo. Las exportaciones de bienes y servicios se cumplieron en un 83 %, todos los Grupos Empresariales incumplieron. Se dejaron de exportar 62,85 millones. En el sector cooperativo fueron disueltas 90 cooperativas, 82 UBPC y 8 CPA.

En lo referido a la sanidad vegetal existe una situación favorable a enfermedades, debido a que la bioseguridad de las instalaciones es deficiente. La red de laboratorios para el diagnóstico presenta deterioro en su infraestructura. No obstante, las muertes vacunas disminuyeron en un 35 % con relación al año anterior.

El alimento del ganado sólo se puede garantizar en un 52 %, y la situación con el agua para beber estos animales es crítica. Se buscan nuevas fórmulas para solucionar estos dos aspectos esenciales.

La esencia de lo que ha caracterizado el trabajo del organismo en 2016, año de complejidades matizadas por los fenómenos climatológicos, el escenario nacional e internacional en lo relacionado con las finanzas, no obstante ha sido un año de resultados positivos.

Santiago Pérez, Jefe del departamento de Agricultura del Comité Central, dijo que el desarrollo de un país depende del desarrollo del sector primario de la economía y dentro de eso, la agricultura lleva el peso fundamental la producción agrícola y forestal.

Hay que avanzar en el proceso de saneamiento financiero del sistema empresarial de la agricultura, y lograr una mayor eficiencia en el proceso inversionista y en el de asimilación de la inversión extranjera. Anunció que existe una cartera de 54 proyectos y ya se ha aprobado uno con una firma vietnamita pero para el desarrollo hace falta capital y si no lo tenemos, hay que buscarlo por la inversión extranjera y como dijo el Presidente Raúl hay que dejar los prejuicios a un la do hay que se proactivos, rápidos hay que trabajar con celeridad, afirmó Pérez.

También comentó que es preciso crecer y diversificar las producciones para el abastecimiento al turismo al mercado interno en divisas, hay que generar recursos financieros para invertir.

Cuando vemos todas las posibilidades concretas que tenemos para producir para la alimentación del pueblo nos preguntamos por qué no se aprovechan, dijo Santiago Pérez. Afirmó: “se aprecia una mejoría en el mercado minorista pero a uno le queda la insatisfacción. Veo informes que dicen: no hay cebolla en los hoteles. Recorremos las calles y vemos en las esquinas vendedores con ristras de cebollas de una calidad a veces superior de la que importamos.

Es extensa la lista de productos que podemos producir para el mercado nacional y para la población pero no tenemos una mentalidad exportadora para buscar dinero que nos permita el desarrollo.

Yo no creo que sea el uso eficiente del agua, hay que ir mucho más allá ir a variedades más resistentes y productivas técnicas menos agresivas al medio ambiente y explotar mejor los recursos que tenemos, concluyó el Jefe del Departamento de Agricultura del Comité Central del Partido.

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