El canto por la vida y la paz de los niños de la Compañía Infantil de Teatro La colmenita, fue homenaje durante la velada. Foto: Ismael Batista / Granma

teleSUR.- Este lunes se cumplen 60 años del asalto al Palacio Presidencial en Cuba y la toma de la cabina de Radio Reloj. Liderado por José Antonio Echeverría, el acontecimiento sacudiría la nación caribeña y marcarían su historia. A pocas cuadras de la emisora, policías de la dictadura de Fulgencio Batista asesinaron al líder estudiantil, frustrando así el plan de ocupar el Palacio Presidencial y luego acudir a la Universidad de la Habana para entregar las armas al pueblo y comenzar una insurrección armada en la capital.


Cubanos rinden homenaje a los héroes del 13 de Marzo

Cubadebate- Juntos, como lo hicieron aquel 13 de marzo de 1957, los jóvenes cubanos encabezaron la velada de homenaje al 60 aniversario del Asalto al Palacio Presidencial, Toma de Radio Reloj y la caída en combate del líder de la Federación Estudiantil Universitaria José Antonio Echevarría Bianchi y compañeros de lucha, frente a un Museo de la Revolución resguardado por las luces de La Habana.

Además de jóvenes de diversas organizaciones de masas y estudiantiles, estuvieron presentes en el acto, Miguel Díaz-Canel, Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros; Olga Lidia Tapia Iglesias, Miembro del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Cuba; Roberto Montesino Pérez, Jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del PCC; Fauré Chomón Mediavilla, Comandante del Ejército Rebelde y Combatiente de las acciones del 13 de marzo; José Carrillo Gómez, Presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución cubana; Susely Morfa González, Primera Secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas; Jenniffer Bello, Presidenta Nacional de la FEU; José Ramón Saborido Loidi, Ministro de Educación Superior y Antonio Eduardo Becalli, Presidente del INDER.

La noche de recordación a aquellos jóvenes del Directorio Revolucionario estuvo acompañada por las ideas del Apóstol cubano, y las enseñanzas del Líder Histórico de la Revolución, reflejadas en una conmovedora actuación de los pequeños de la Compañía de Teatro Infantil La Colmenita, quienes contaron a los presentes cómo es “Crecer con Martí y con Fidel”.

El audiovisual del periodista Wilmer Rodríguez Fernández rememoró la estrecha amistad entre Fidel y José Antonio, en una de las jornadas más heroicas del estudiantado nacional a lo largo del proceso insurreccional que condujo al triunfo del pueblo cubano.

“Un alto en el camino, nos hace recordar las palabras que Fidel transmitiera cuatro años después de aquellos sucesos… ‘Muchas son las fechas que podríamos conmemorar, pero hay algunas que son como símbolos y esta fecha del 13 de marzo es una de esas fechas símbolo, que la Patria debe recordar siempre’”, recordó la periodista Talía González.

Más adelante, los presentes rindieron tributo a los sobrevivientes del 13 de Marzo, Fauré Chomón, Manuel José Gómez Sartorio, Otto Hernández Fernández, Julio García Olivera, Guillermo Jiménez Soler y Juan Gualberto Valdés Huergo, quienes la historia los recordará como eternos jóvenes rebeldes.

 

Un asalto de juventud

Como los protagonistas de los sucesos del 13 de marzo de 1957, las nuevas generaciones de hoy deben defender sus ideas con la impronta, la rebeldía y la pasión que los caracteriza...

Yuniel Labacena Romero - Cubahora

  • Asalto al Palacio Presidencial: Acción armada ocurrida el 13 de marzo de 1957 en La Habana. Fue llevada a cabo por jóvenes del Directorio Revolucionario. Su objetivo era desconcertar al régimen con el ajusticiamiento del dictador Fulgencio Batista y entregar las armas de la guarnición al pueblo convocado por medio de Radio Reloj
  • José Antonio Echeverría Bianchi: (Cárdenas, 16 de julio de 1932 - La Habana, 13 de marzo de 1957). Dirigente estudiantil y revolucionario cubano, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), fundador del Directorio Revolucionario y uno de los principales líderes opositores a la dictadura de Fulgencio Batista. Firma, junto a Fidel Castro, la Carta de México, que unía a la FEU y al Movimiento 26 de Julio en la liberación de Cuba.

Solo seis meses separaron de aquel encuentro en tierra azteca y las acciones de la tarde del 13 de marzo de 1957 evidenciaba la muestra más consecuente que había tenido hasta entonces el movimiento estudiantil con la Revolución, el pueblo y su líder Fidel. Los jóvenes asumieron la disposición de vencer o morir antes de salir al combate y La Habana toda se estremeció con su coraje, patriotismo y ganas de hacer.

Lo hicieron como demostración de ese compromiso que José Antonio Echeverría, en representación de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), había contraído con Fidel, el guía del Movimiento 26 de Julio, al firmar en 1956 la Carta de México. Era un pacto unitario que sellaba el deber de la juventud patriótica de insertarse en la pelea por derrocar la sangrienta dictadura batistiana y llevar a cabo la Revolución cubana.

Así, la toma de la emisora Radio Reloj, el asalto al Palacio Presidencial —entonces guarida del tirano—, y la funesta caída en combate de Echeverría y otros combatientes, revisten importante significado en la historia de luchas de nuestro pueblo, porque si bien este hecho no logró sus propósitos, sí ungió con la sangre de hombres valerosos la senda de victoria que dio paso al triunfo definitivo de enero de 1959.

Y es que como escribiera en su Testamento Político José Antonio Echeverría, si ellos caían su sangre señalaría el camino de la libertad. “Porque, tenga o no nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en la senda del triunfo. Pero es la acción del pueblo la que será decisiva para alcanzarlo”, expresó el líder, cuyo ejemplo y el de sus compañeros se convirtió en otro detonante de rebeldía.

Quienes protagonizaron los sucesos del 13 de marzo apenas rebasaban los 20 años cuando se lanzaron a tamaña empresa, no estaban apartados de los andares juveniles de la época, como los de hoy habían ido a la universidad en busca del conocimiento y la cultura, practicaban deportes, degustaban de lo más bello de las artes, sentían la presión de un examen, y las horas de insomnio por las largas jornadas de estudio y feroz combate, y por si fuera poco, no dudaban en lanzar un piropo a quien lo mereciera.

Cuando se evocan los 60 años que han trascurrido de aquel acontecimiento vienen a la mente muchos sufrimientos que la Revolución borró para siempre, pero también se piensa que los tiempos actuales han de seguir teniendo a la juventud como una trinchera muy fuerte. Ese sector debe pensar hoy cuál es su 13 de Marzo, precisamente allí, donde interactúa con lo cotidiano, donde siente que es más útil a la Patria. Debe defender sus ideas con la impronta, la rebeldía y la pasión que caracteriza a las nuevas generaciones.

Guía y sostén de la nación son los jóvenes de hoy y deben encarnar el pensamiento de Echeverría cuando alegó que “es preciso mantener viva la fe en la lucha revolucionaria aunque perezcamos todos sus líderes, ya que nunca faltarán hombres decididos y capaces que ocupen nuestros puestos, pues, como dijera el Apóstol, cuando no hubiera hombres se levantarían las piedras para luchar por la libertad de nuestra Patria”.

Eso lo señaló el 13 de Marzo, eso lo demostraron los jóvenes que siguieron abriendo fuego a la tiranía hasta que se conquistó la justicia y los que han continuado las mejores tradiciones de nuestro pueblo y lo han acompañado resueltamente estos años difíciles, de carencias y de supervivencia de la nación frente a la voracidad del imperio. “Esta Revolución es afortunadamente una Revolución de hombres jóvenes. Y hacemos votos porque sea siempre una revolución de hombres jóvenes”, como afirmó Fidel, el 13 de marzo de 1966.

 

Fidel y José Antonio: palabras empeñadas

Fidel no dejó de cumplir ni uno solo de los sueños de juventud que entre ambos tejieron para convertirlos en realidad...

Frank Agüero Gómez - Cubahora

Cuentan sus más cercanos compañeros que para José Antonio Echeverría, máximo líder del estudiantado universitario, no hubo preocupación mayor, en su momento, que cumplir la palabra empeñada con Fidel Castro en el verano de 1956, durante el encuentro de ambos en México.

En el exilio obligado para continuar la lucha, el ya prestigioso líder del asalto al Moncada y jefe del Movimiento 26 de Julio, surgido de aquella acción, y el también secretario general  del Directorio Revolucionario, habían pactado a nombre de la juventud cubana la acción conjunta de ambas organizaciones para derrocar por vía armada la sangrienta tiranía que se adueñó del poder en Cuba.

El compromiso, conocido como la Carta de México, debía combinarse con el levantamiento de Santiago de Cuba dirigido por Frank País para sustraer las fuerzas represivas del régimen del escenario donde se produciría, a finales de ese año, el desembarco de la expedición armada.

Fidel no defraudó a quienes creyeron en su consigna de hallarse en tierra cubana en 1956, pese a los avatares de la organización y traslado de los combatientes en aquella cáscara de nuez que era el yate Granma.

Para José Antonio y los demás líderes del Directorio, la búsqueda de armas se hizo más urgente. De ahí surgió la idea del ataque al Palacio Presidencial y de la toma de la popular emisora Radio Reloj, hechos ocurridos el 13 de marzo de 1957 y que resultaron en heroico pero fracasado intento de acabar con el máximo responsable del sufrimiento que padecía toda Cuba.

En la Sierra Maestra, los guerrilleros conocieron por radio esas heroicas acciones lideradas en la capital por Manzanita, sobrenombre del  carismático líder revolucionario, y la pérdida de numerosos revolucionarios, incluido el propio José Antonio, y se afincaron todavía más en la estrategia de derrocar al régimen desde la lucha en las montañas.

Una vez obtenido el triunfo de las armas rebeldes, que precipitó la huida del dictador y de gran parte de su cohorte, se produjo la explosión del júbilo de la gran mayoría de la población, expresado en el respaldo a la huelga revolucionaria convocada por Fidel; en la toma de las ciudades de toda Cuba, secundando a las fuerzas del Ejército Rebelde, y en las gigantescas concentraciones en todas las provincias, al paso de la Caravana de la Victoria hacia la capital.

Ya en la víspera de su entrada a La Habana el 8 de enero de 1959, luego de siete arduas jornadas con un mínimo de descanso, el jefe de la Revolución le habló en extenso al pueblo de Matanzas, luego de lo cual sacó fuerzas para vencer el sueño y partir hasta Cárdenas, donde tuvo palabras de homenaje a su entrañable amigo y compañero de las luchas universitarias, José Antonio Echeverría, allí en su tumba, que sería desde entonces tribuna de combate para líderes estudiantiles.

No sería exagerado decir que Echeverría siguió acompañando a Fidel desde su gloriosa caída el 13 de marzo de 1957, hasta que la fragilidad física obligó al reposo al Jefe de la Revolución. Este, además, no dejó de cumplir ni en uno solo de los sueños de juventud que entre ambos tejieron, para convertirlos en realidad.

Culminada la guerra, para Fidel, enfrentado a las intrigas, calumnias y distorsiones de los enemigos de clase, cumplir con José Antonio fue, ante todo, cuidar la unidad de las fuerzas revolucionarias que lucharon contra la tiranía, como lo venía haciendo desde las montañas insurrectas, e inculcar ese sentimiento en los jefes, combatientes y en el pueblo cada vez más consciente de la proeza que tendría que llevar adelante.

Rara vez faltó Fidel a las conmemoraciones del 13 de marzo. En ocasiones estuvo el mismo día en los distintos escenarios del homenaje: el cementerio de Cárdenas, Radio Reloj, el Palacio Presidencial y la escalinata universitaria, desde donde partían habitualmente las manifestaciones estudiantiles encabezadas por José  Antonio contra el régimen proimperialista.

LÁTIGOS CONTRA MALES MORALES

El líder de la Revolución escogió más de una vez la conmemoración para fustigar oportunismos de última hora y actuaciones desacertadas, el burocratismo o el sectarismo, enseñando al pueblo y al estudiantado universitario, que constituía su principal auditorio, cómo entender las leyes y medidas que el Gobierno iba tomando para enfrentar los problemas heredados de la vieja república.

“(…) Estas veladas, estos actos conmemorativos debieran ser como un látigo contra los males morales, contra la hipocresía, contra la simulación y contra todo aquello que tienda a mixtificar, falsear o enervar el espíritu revolucionario y la verdad revolucionaria”.

“(…) Precisamente en días como hoy, en que se habla de los mártires, en que se habla de los muertos gloriosos, en que se recuerda a los que todo lo dieron, en que se homenajea a los que quedaron en la mitad del camino, debe ser la ocasión para fustigar con látigo de acero a los simuladores, a los farsantes, a los oportunistas, a los arribistas, a los descarados; a los que, incapaces de sacrificarse en la hora del sacrificio, quieren venir de descarados a llevarse las glorias en las horas de triunfo (…)”

En defensa de las primeras leyes revolucionarias que favorecían a los más desprotegidos, Fidel proclamó el 13 de marzo de 1959 la doctrina de clase de la Revolución, en este caso refiriéndose a la rebaja de alquileres y la edificación de viviendas populares:

“(…) Pues hicimos una ley bien sencilla y bien clara y que la entendiera todo el pueblo. ¿Que disminuyen las ganancias de algunos propietarios? ¿Y por qué nadie protestó mientras la ganancia de 700 000 cubanos, que estaban sin trabajo, estaba disminuida por completo aquí?  ¿Y por qué nadie protestó cuando cientos de miles de familias estaban pagando el 25% y el 30% de sus ingresos en alquileres? ¿Y por qué nadie protestó aquí de los latifundios, por qué nadie protestó aquí de los niños enfermos y descalzos en nuestros campos? (…)”

El jefe de la Revolución denunció acremente la hipocresía de quienes pretendían capitalizar el descontento de la población humilde con la situación de la vivienda, que solo entonces comenzaba a preocupar a los gobernantes del país, mientras los magnates, antes, no tuvieron escrúpulos en hacer cola ante la oficina del tirano para desearle larga vida luego de haber escapado del asalto a Palacio.

Respecto a los consejos de moderación del espíritu revolucionario, que hipócritamente exigían los sectores reaccionarios de la burguesía nacional y proclamaban los medios de prensa en su defensa, Fidel declaró enfáticamente que la República solo podía salvarse con la Revolución:

“(…) ¿Qué quieren?, ¿que no cortemos por lo sano? A la República hay que hacerle una operación quirúrgica, y si nos ponemos a untar mercurocromo la República se muere. Si aquí todo está al revés, si aquí todo está arruinado. ¡Ah!, van a dar consejos para que no vayan a andar mal las cosas. No, no, si peor de lo que están no pueden andar de ninguna manera… Esto lo único que puede es salvarse, pero hundirse no puede, porque más de lo que estaba no puede hundirse (...)”

LA DEMOCRACIA DE LAS MAYORÍAS

Sobre el derecho de la Revolución a crear nuevas leyes con el respaldo mayoritario del pueblo, afirmó que este es el verdadero sentido de la democracia.

“(...) ¿Qué es la democracia? La democracia es el gobierno de las mayorías, dijeron unos; y es verdad. La democracia, dijeron otros, es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; y es verdad también. Pues aquí gobierna una mayoría del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Así que si se llaman demócratas empiecen por tener muy presente que democracia es el respeto a la mayoría y que las mayorías son las que mandan, las que determinan su propio destino, y que este no es un gobierno de minoría, este es un gobierno de mayoría. (…)”

También explicó a los estudiantes los cimientos de la política de favorecer la educación de todos los niños sin importar las posibilidades económicas de la familia.

“(..) Bueno, me piden una cosa: “Soy un niño pobre que trabaja y deseo una beca para el Cívico Militar.” ¿De cuándo Cívico Militar? No, a eso hay que cambiarle el nombre ya. Bueno, si precisamente es lo que yo digo. Yo me encuentro muchos niños que nos piden; necesitamos tiempo para hacer las escuelas y las ciudades escolares. Ya están los planos de la primera de todas, la vamos a hacer en lo que era Columbia. No, a él no, se la prometo a todos los niños de Cuba. (…)”

En otra parte ejemplificó el papel que desempeñaban los medios de difusión (y aún desempeñan en otras latitudes), envenenando al pueblo con teorías y consideraciones ajenas a sus verdaderos intereses.

“(...) Les voy a explicar una cosa que el pueblo debe tener muy presente.  Para mantenernos explotados y para mantenernos oprimidos nos mantuvieron siempre en la ignorancia. ¿Por qué? Porque un pueblo bruto, un pueblo mantenido en la ignorancia, un pueblo inculto, es un pueblo víctima de todos los abusos, de todas las injusticias y de todos los engaños.

“¿Saben ustedes lo que pasa aquí cuando se habla de una ley revolucionaria?  Pues que a la carrera los intereses creados van a los periódicos, o van a las estaciones de radio, o a las estaciones de televisión a hablar. ¿A hablar para qué? A hablar para tupir a la gente, a hablar para confundir a la gente, a hablar para engañar a la gente. Si no, ¿a quién le hablan, a quién, para quién hablan y por qué hablan? Le hablan al pueblo para confundir al pueblo y para que el pueblo teja soga para su propio pescuezo… Le escriben una serie de teorías económicas, que son las teorías de los intereses creados para tener al pueblo en la ignorancia.  Por eso al pueblo hay que hablarle de estas cuestiones económicas, y bien claro para que las entienda, para que no lo tupan con esos editoriales que parecen todos escritos en el mismo molde, que parecen como si todos los escribiera una misma mano, para que cuando el pueblo lea por la mañana, esté tupido al mediodía, para que el pueblo lea por la mañana, y al mediodía esté tupido, al otro día vuelva a leer y esté más tupido todavía, al otro día vuelva a leer y esté más tupido y termine diciendo: esto se hunde, esto se arruina; para que termine diciendo lo mismo que dicen ellos. ¿Comprenden bien? (…)”

LA GRAN RESERVA DE VALORES

Acerca de la formación y el relevo de generaciones en la dirección de la Revolución, expresó:

“(…) No importa que todos los valores revolucionarios no hayan estado en el poder desde el primer momento, ¡mejor!, el poder desgasta. Lo que necesitamos es tener, como tenemos, una gran reserva de valores jóvenes… Y aquí, en el Directorio Revolucionario, en la Federación Estudiantil Universitaria, en nuestra juventud, tenemos una gran reserva de valores que irán a colaborar en la tarea creadora de la Revolución en la misma medida en que la Revolución se desarrolle, y en la misma medida en que los hombres que hoy ocupan los primeros puestos se desgasten. Por eso yo digo que el que se pone a empujar para que lo coloquen en una posición, ese es un hombre mediocre, ese nunca será un buen revolucionario…El hombre que vale por sí mismo, el hombre que tiene méritos, sabe esperar, porque esta tarea es larga, esta jornada es larga (…)”

Desde la escalinata universitaria, y más de una vez en la intimidad de la Plaza Cadenas, reunido con cientos o miles de estudiantes, el Comandante en Jefe diseñó y les encargó tareas especiales en la economía, la defensa o la incipiente ciencia que desarrollaba la Revolución; debatió con sólidos argumentos, como mismo hizo cuando, en esos mismos escenarios, se enfrentó, a veces en solitario, contra gángsters y aventureros que pululaban entre grupos juveniles deseosos de cambiar el país.

Sobre el sentido último del sacrificio de los caídos y la lealtad a sus ideales y pensamientos, reiteró ante los jóvenes de la bicentenaria casa de estudios:

“(…) Nosotros no estamos dispuestos a permitir que las cosas sigan como estaban en Cuba; porque para que siguieran como estaban no valía la pena que hubiese muerto un solo cubano, no valía la pena que hubiese caído un José Antonio Echeverría, un Menelao Mora, un Pelayo Cuervo, un Frank País, un Pepito Tey, un Rubén Batista; no valía la pena que cayera esa lista interminable de hombres que lucharon por la libertad. (…)”

Más adelante subrayó cuál es el concepto de libertad e igualdad que defendieron los líderes principales  de la Revolución, entre ellos los mártires gloriosos de la colina:

“(…) Pero la libertad no es el derecho a poder hablar y a morirse de hambre, porque en definitiva el que pasa hambre no puede ni hablar, el que pasa hambre no puede ni escribir; al analfabeto no se le puede hablar de libertad de prensa, porque no sabe escribir; al que está enfermo no se le puede hablar de ninguna libertad, sino de la libertad de morirse (…) Aquí la libertad para nosotros no es una simple ficción. Para que haya libertad tiene que disponer el hombre de una serie de elementos sin los cuales no hay libertad posible. El hombre bajo el hambre no es libre jamás: o se vende, o claudica, o no escribe, o no habla.

“Libertad no es la palabra solamente; con la palabra libertad y con la libertad que puedan dar todas las leyes no se come, no se come con libertad. ¡Libertad con hambre no es libertad!  ¡Queremos una libertad con pan!; queremos una libertad sin hambre, queremos una libertad sin miseria, queremos una libertad sin privilegios. Queremos la igualdad, sí, queremos la libertad y queremos la hermandad entre los hombres.(..)

El mejor homenaje a los combatientes del 13 de marzo, expresó ese día, sería cumplir con su legado y marchar unidos junto al pueblo desde el Palacio hasta la Universidad, compromiso que encabezó Fidel como un estudiante más, como si tuviese a su lado a José Antonio Echeverría, vistiendo el verde olivo de la Sierra, mientras por el camino tantas veces recorrido por la calle San Lázaro fraguaban nuevos asaltos al Moncada y al Palacio Presidencial

Acerca del valor internacional del ejemplo de la Revolución cubana, profetizó ese día lo que pocos años después los pueblos reafirmarían.

“(…) Lo que hacemos aquí no lo hacemos solo por nosotros. Nuestro triunfo lo desean y lo necesitan otros pueblos, porque si fracasamos la fe de los pueblos recibirá un duro golpe (...) En los pueblos oprimidos se despierta el sentido de la dignidad. No es una obra de frailes, no es una obra internacional, es una obra universal la que está llevando a cabo la Revolución Cubana. (…)”

Más tarde, al concluir ya en la madrugada su conversación con los asistentes al acto,  exteriorizó su opinión sobre la calidad de las generaciones que en el futuro integrarían la comunidad universitaria.

“(…) Esa generación que tendrá el ejemplo de gobiernos buenos, de hombres leales, de patriotas enteros que no se humillarán ante nada ni ante nadie, esa generación es la generación con que soñamos nosotros, es la generación donde —como decía el poeta, en los versos que fueron aquí declamados— “crecerán los niños que serán como imágenes de los hombres que han caído”; los niños que serán como Manzanita, los niños que serán como Fructuoso Rodríguez, los niños que serán como Frank País, como Pepito Tey, como Joe Westbrook, como Ciro Redondo, como Abel Santamaría, como Renato Guitart y como tantos otros, cuya lista sería interminable(...)”

Las innumerables pruebas de madurez y estoicismo protagonizadas por la juventud cubana, dentro y fuera de la patria, a lo largo de seis décadas de Revolución triunfante, confirmaron la certeza de las previsiones de Fidel y la estrategia correcta de educarlos para enfrentar los retos de los siglos por delante.

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