Nuria Barbosa León - Granma - Video: Noticiero de la TV Cubana.- Los campesinos cubanos apuestan hoy por técnicas agroecológicas para sus cultivos porque utilizan recursos menos dañinos para el medio ambiente, centrándose tanto en la producción de alimentos como en la sostenibilidad y en el equilibrio del ecosistema.


 

Estas prácticas son ancestrales, aunque por mucho tiempo se acogieron de forma ingenua y rudimentaria. Para los años 70 del siglo pasado varios expertos conceptualizaron las experiencias en el término agroecología, definida como una ciencia de síntesis para la construcción de la soberanía alimentaria.

Investigadores cubanos mostraron un gran interés por generalizar la producción en todo el país de diferentes técnicas para disminuir el uso de fertilizantes químicos, velar por la salud de los suelos, certificar las semillas, controlar las malezas (arbustos silvestres que afectan los cultivos), usar productos naturales como plantas repelentes (con olor y sabor diferentes) y trampas de colores (siembra de productos coloridos en el mismo espacio) para contrarrestar plagas e insectos.

Un procedimiento rápidamente generalizado consistió en producir materia orgánica o compost, con el objetivo de brindar nutrientes a las plantas. Dicho abono puede obtenerse de desechos como restos de comida, cáscaras de huevo, hojas, raíces y estiércol descompuesto. Igualmente se suministró biofertilizantes y biopesticidas, desarrollados por instituciones científicas, específicamente los Centros de Reproducción de Entomófagos y Entomopatógenos (CREE).

En los años 90 estas acciones cobraron mayor fuerza, ante la dificultad para importar insumos, debido al derrumbe del campo socialista y al criminal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de Estados Unidos. Los trabajadores de los campos de Cuba adoptaron estas prácticas muchas veces sin tener conciencia de que se hacía agroecología.

Así lo refiere a Granma Internacional varios labriegos agropecuarios, participantes del taller de productores Por una agricultura sustentable y resiliete”, efectuado el 22 y 23 de febrero último como parte de las actividades en saludo al aniversario 55 de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, centro adscrito a la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos y sede del evento.

El ingeniero agrónomo Ricardo Serrano Masquida, productor de la finca La Victoria, situada en el poblado Sabanilla perteneciente al municipio de Bayamo de la provincia de Granma, advierte: «Los campesinos cubanos hemos tenido que aliarnos a los centros científicos del país y poner nuestra inventiva a funcionar para sacar mayores rendimientos a la tierra. Permanentemente tenemos que innovar para hacer sostenible nuestro sistema agrícola».

En su finca, de más de 40 hectáreas, prima el ganado vacuno, ovino, caprino, equino y porcino. Se fomenta la apicultura y la avicultura. Para alimentar a esas especies, cultivan 16 variedades de alimentos para animales con extensas áreas dedicadas a los frutales, de ellas obtienen 35 diversidades de mango y 26 de aguacate, más diez especies de coco de porte alto y bajo, entre otras.

Este campesino asegura: «Hace unos años la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (organización de campesinos) definió 50 principios agroecológicos para poner en práctica por los productores. Yo cumplo con 32. En mi finca un 75 % de las producciones se logran con prácticas agroecológicas y un 25 % con prácticas convencionales».

Serrano Masquida se considera un promotor de las técnicas agroecológicas y asume que la transmisión del conocimiento y de las experiencias debe realizarse de campesino a campesino, porque se mantiene un proceso de intercambio y de comunicación. A su vez aboga por la disciplina y el cumplimiento de las normas agrarias para evitar conductas irresponsables que dañan el medio ambiente y los suelos. «El mayor desafío es incluir los éxitos alcanzados en las investigaciones científicas en las manos de los productores», indica.

Otra práctica que tuvo mucho éxito fue construir biodigestores dentro de las fincas agrícolas para procesar los excrementos del ganado y generar energías limpias y renovables para el consumo doméstico de las familias y los poblados. Un defensor de esta tecnología es el joven ingeniero eléctrico Alexander López Savrán, quien desde sus años de estudio en la Universidad Central Marta Abréu en Las Villas, investiga al respecto.

Actualmente, con una maestría concluida en sistemas eléctricos, explota tres hectáreas de tierras entregadas por el Estado cubano en calidad de usufructo para la cría de cerdo. Hoy su finca se muestra como modelo de la autosustentabilidad energética. «Allí toda la energía utilizada para la cocina y para abastecer a los equipos electrodomésticos proviene de los biodigestores».

Su gran tarea es enseñar a otros productores y demostrar cómo con pocos recursos se puede acceder a energías limpias, algo aprendido por su amigo Yunier Paz Martínez, graduado de técnico medio en Informática y quien se desempeña como productor porcino, perteneciente a la cooperativa de créditos y servicios Sergio Soto del municipio de Cabaiguán en la provincia Sancti Spíritus.

«En la localidad donde vivo —explica el joven— elaboré una red de distribución de energía para abastecer a varias familias a partir de los biodigestores. Puedo suministrar gas por tubería a ocho casas y puedo sumar a esta red a unas 50.  Mis planes son ampliar mi cría de cerdos y desarrollar el tema del biogás como forma de energía limpia a utilizar por los campesinos cubanos».

Otro productor agrícola, Noel González de la Concepción, graduado de Ingeniería en Agronomía, también construyó un biodigestor en su finca y abastece de energía a su familia y a otra vecina. Igualmente las sustancias nocivas producidas por ese biodigestor se vierten en una laguna de oxidación y esa agua se recicla para regar los pastos y cultivos, aportándole mayores nutrientes a la tierra.

En su finca, Flor del Cayo, perteneciente a la cooperativa Patria o Muerte de Cabaiguán, Sancti Spíritus, se practican muchas técnicas agroecológicas. «Aplico mis conocimientos recibidos en la carrera universitaria y me apego a los adelantos científico-técnicos para obtener mayores rendimientos en las producciones. Mi mayor preocupación es asumir las novedades científicas en aras de cuidar el medio ambiente y proteger los suelos», señala.

Existe gran cantidad de productores en el mundo que desconocen los beneficios de aplicar técnicas agroecológicas y prefieren recurrir a los químicos porque consideran que tienen un efecto más rápido. Alegan también que la producción por hectárea es inferior a la obtenida por la agricultura convencional, algo totalmente falso.

En condiciones diversas, las cifras demuestran que, por ejemplo, en Europa los resultados son superiores en un 30 por ciento cuando se cultiva siguiendo prácticas agroecológicas, en tanto en América Central los logros, triplican a los de la agronomía convencional.

Cuba puede mostrar un movimiento de amplia participación popular, situando la producción agraria-ecológica como clave para la seguridad alimentaria, partiendo de situar a la agroecología como una política pública y obteniendo resultados con más aportes humanos, que dinero u otra tecnología sofisticada.

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