Cubnadebate.- La facilitación de una actividad comercial segura y lícita fue centro de atención de los delegados a la XX Conferencia Regional de Directores Generales de Aduanas de las Américas y el Caribe (CRDGA), inaugurada ayer en el Hotel Nacional de Cuba.


El vicealmirante Pedro Miguel Pérez Betancourt, jefe de la Aduana General de la República de Cuba, abrió el foro que sesiona hasta hoy, con la asistencia de las máximas autoridades de la Organización Mundial de Aduanas (OMA) y de 23 de esas entidades en el área.

Al pronunciar las palabras iniciales, el funcionario aseguró que en la actualidad la cooperación y unidad en el accionar constituyen imperativos de dichas instancias, y manifestó la importancia de la región en el marco de la gestión aduanera a nivel internacional.

Durante la inauguración del evento, Kunio Mikuriya, secretario general de la OMA, se refirió a la pertinencia de una mayor efectividad en frontera en el actual contexto de Cuba, con expectativas de avanzar en el desarrollo de un modelo económico sostenible.

Elogió la participación de la Isla en convenios para la facilitación del comercio, así como también la introducción de nuevas tecnologías en el sector y la activa participación en las iniciativas de intercambio de información adelantada sobre pasajeros para la seguridad nacional y de terceros países.

Acerca del compromiso y labor de la mayor de las Antillas a favor de la facilitación comercial en el ámbito regional se refirió Rodrigo Malmierca Díaz, ministro cubano del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera.

El titular enfatizó en los esfuerzos aduaneros en la Isla para la protección de sus fronteras en aspectos relacionados con la salud y la lucha contra el terrorismo, además de garantizar una actividad comercial lícita y segura.

Fabián Villarroel Ríos, vicepresidente regional de la OMA, mencionó que la actual edición de la CRDGA contempla una ambiciosa agenda, con base en la planificación estratégica aprobada en 2016, y centrada fundamentalmente en el trazo de objetivos comunes para fortalecer los vínculos de cooperación entre las administraciones aduaneras del área.

Los asistentes al foro revisarán en estas jornadas aspectos relacionados con la Estrategia Regional de Riesgo y el uso de la biometría como herramienta, además de la cooperación en patrimonio cultural y aplicación de normas contra el tráfico ilícito de esos bienes.

Además de la XX CRDGA, Cuba será anfitriona esta semana de un encuentro entre las aduanas y el sector privado, y de la XXXVIII Reunión Anual de Directores Nacionales de Aduanas, pertenecientes al Convenio Multilateral sobre Cooperación y Asistencia Mutua de Aduanas de América Latina, España y Portugal (COMALEP).

(Con información de ACN)

 

Recovecos prohibidos

¿Cómo entran las drogas a Cuba? ¿Es nuestro país un destino o un puente de estas sustancias?¿Qué se considera tenencia y cuándo se convierte en tráfico? ¿Se sanciona el consumo de estos compuestos?

Susana Gómes Bugallo - Juventud Rebelde.- Digamos que una lancha rápida sale de Jamaica «volando» por el mar. Digamos que va hacia Estados Unidos. Pensemos por un momento en que transporta una carga que no debe ser descubierta, porque es ilegal. E imaginemos que, repentinamente, es detectada por autoridades marítimas. Nadie quiere ser «agarrado» in fraganti. Así que los paquetes prohibidos son lanzados al mar con apremio.

Pongamos que los bultos pueden pesar varios kilogramos, y que todos lleguen a sumar toneladas… que vagan por las aguas internacionales por días o semanas. Finalmente, desembocan en Cuba, en alguna de las playas o costas de nuestro archipiélago. Y esa mañana no había cerca nadie de las Brigadas Mirando al Mar. Algún curioso encuentra la carga maldita. Y la lleva a su casa. La abre, intrigado, y descubre su contenido. Tiene en su poder una escandalizadora cantidad de uno de los tres negocios que más ganancias proporciona en el mundo (junto a la trata de personas y el comercio de armas): la droga.

«Vamos a combatir la droga, que nos está empezando a amenazar, a sangre y fuego». Esas fueron las palabras del General de Ejército Raúl Castro en la Primera Cumbre de la Celac, en Santiago de Chile, en 2013, cuando comenzaba en el país la Operación Coraza Popular ante el incremento de hechos como el antes descrito.

Entonces los registros y procesos penales se sucedieron con mayor frecuencia porque llegaban al país cantidades mayores de estas sustancias que las que, hasta ese momento, habían entrado. Se vivía una nueva etapa que se ha estabilizado hasta nuestros días, cuando cada vez existe mayor especialización en el enfrentamiento.

Esto lo rememora Mónica Corral Martín, fiscal de la Dirección de Procesos Penales de la Fiscalía General de la República (FGR), quien conversa con JR sobre la situación actual de ese fenómeno en la Isla y las sanciones que tienen dispuestas las leyes ante los delitos de este tipo.

¿Cómo entran las drogas a Cuba? ¿Es nuestro país un destino definitivo o solo un puente de estas sustancias? ¿Qué se considera tenencia de drogas y cuándo se convierte en tráfico? ¿Se sanciona el consumo de estos compuestos?

A tales interrogantes da respuesta la fiscal, partiendo de la verdad absoluta de que «la política del país ante este mal que afecta la salud y la vida social del individuo es de tolerancia cero; a ello se debe la severidad ante las conductas que se relacionan con la droga», recalca.

¿Tránsito o destino?

Cuba sigue siendo un país de tránsito y no receptor, afirma Corral Martín, y advierte que esto ocurre por nuestra posición geográfica, que ocasiona que quienes traen las drogas pasen por aquí antes de seguir a otros países que son destino final, al ser mayores consumidores.

Otra vía de entrada —la fundamental en el caso de la mariguana— son los recalos (paquetes de droga que entran por el mar) cuyo destino tampoco es Cuba. Refiere la especialista que habitualmente se trata de lanchas que se dirigen a Estados Unidos provenientes de Jamaica. Estos traficantes son detenidos por el camino y, para no ser detectados, tiran la droga al mar. Por las corrientes marinas, vienen a parar a Cuba.

Aunque continuamos siendo un país de tránsito, existen personas que sí traen la droga (como parte de su paquetería) a Cuba como destino, afirma la experta y describe la situación. Ejemplifica que pueden ser cubanos que residen en el exterior y venden parte de los kilogramos de su equipaje. Dentro de esos paquetes, cualquiera puede ponerles drogas sin que ellos lo sepan.

«Es importante que se conozca que puede darse el caso de que los utilicen para transportar sustancias prohibidas, y terminen siendo víctimas de traficantes. Se les advierte a los viajeros que son responsables de su equipaje y, aun cuando hayan traído ese bulto por encargo de alguien, se convierten en autores de tráfico de drogas», enfatiza.

Esta vía es más propensa a la entrada de cocaína, dice Mónica Corral Martín, pues así la mariguana es muy fácil de encontrar. «A medida que se han sofisticado las formas de detección en los puertos y aeropuertos, se han reducido las posibilidades de entrar mariguana al país. Pero la cocaína entra ingestada: se hacen cápsulas, se tragan y vienen en el estómago o las mujeres pueden traerlas en la vagina.

«Si vienen adosadas al cuerpo es más difícil de detectar, aunque existen protocolos para identificar a las mulas (que es como se les dice a quienes la traen así), debido a que no pueden ingerir alimento mientras tienen la droga, deben sentarse de determinada manera y cumplir requisitos que son registrados desde que se montan en el avión», comenta.

También están los vuelos de riesgo, expone la fiscal, que son aquellos que provienen de países ligados al tráfico de drogas y se atienden con mayor énfasis y estudio de los pasajeros. A veces cuando llega, se va directamente a la persona de la que se sospecha.

¿Producción nacional?

Queda claro que los recalos son la vía fundamental de entrada de drogas al país, fundamentalmente de mariguana. Esas cargas pueden ser enormes, contrario a las que entran por los aeropuertos en el cuerpo de las personas, pues generalmente deben ser pequeñas. Ante los recalos, las Brigadas Mirando al Mar (constituidas por los pobladores de sitios cercanos a las costas) se encargan de velar porque no lleguen a manos que puedan comercializarlos.

Sin embargo, se han detectado en Cuba siembras de mariguana en fincas privadas de las provincias orientales. La fiscal insiste en que no se trata de cifras significativas. Estas personas, además de la sanción penal establecida, son penadas por el marco administrativo con el decomiso de las tierras o casas, o la pérdida del derecho de arrendatario o usufructuario, describe la experta.

Otras sustancias halladas, expresa, son las drogas sintéticas logradas por procedimientos químicos que obtienen los principios activos de la mariguana y la cocaína, completamente artificiales. «Todos los días hay drogas nuevas y modos diferentes de presentarlas. Algunos países las venden en los comercios en disímiles formas que pueden ser tan simples como un sello o un frasco que simule un condimento. Estas variantes —difíciles de detectar— también se han encontrado en Cuba», dice Martín Corral.

Consumo, tenencia y tráfico

Los delitos relacionados con las drogas tienen varios marcos sancionadores, en dependencia de la peligrosidad social, explica la fiscal. Es vital aclarar que el consumo no se sanciona, pues se trata de una persona enferma.

Por consumidor se entiende a quien consume drogas, pero no es detectado en la tenencia. Se trata de aquellos que, por ejemplo, se dirigen a pedir atención médica para desintoxicarse del vicio o aliviar algún síntoma sufrido. A estas personas se les ayuda y no son penadas por la ley. Pueden participar como testigos en el proceso penal de un traficante para demostrar que el acusado es culpable.

«Quien fume, inhale o se inyecte droga (generalmente en Cuba lo que ocurre es que fuman) son protegidos por la ley porque se entiende que son víctimas del traficante. Este consumidor necesita la droga porque tiene la adicción, y se convierte en el mercado de quien comercializa», manifiesta.

Si alguien es detectado con la droga en la mano, ya se considera tenencia y es un delito. Son personas que se encuentran con droga encima en una cantidad que hace pensar que se trata de consumo personal, fundamenta la jurista.

«La tenencia se sanciona con privación de libertad de uno a tres años, cuando se trata de cocaína; y de seis meses a dos años, cuando se trata de mariguana. Aunque todas las drogas son perjudiciales, la mariguana es menos dura que la cocaína; por eso sus sanciones son inferiores.

«Existe un grupo de medicamentos con efectos similares a la droga, que las personas combinan con alcohol. También se sanciona su tenencia, si no poseen prescripción médica. La Resolución 335 de 2005 del Ministerio de Salud Pública define cuáles son estos medicamentos», considera la fiscal.

Si las cantidades son elevadas, hacen pensar que el propósito es comercializar. Entonces es un delito de tráfico de drogas, sentencia la experta y enfatiza en que la sanción depende de la intención y las cantidades que se ocupan.

«El tráfico tiene como sanción para la figura básica (pequeña escala) de cuatro a diez años. Se agrava, si son cantidades grandes, a un marco de entre tres y 20 años. Estas cantidades se determinan en la praxis, no están fijadas en la ley, y dependen de la situación en la que sean detectadas. Puede ocurrir que se encuentre a alguien con un cigarro, pero haya noticias de que está comercializándolo», ilustra la fiscal.

«Otra figura más severa es cuando tiene relación con el tráfico internacional, y puede dictársele de 15 a 30 años o muerte. Se agrava si es un funcionario público, autoridades y sus agentes, si se penetra en Cuba usando naves o aeronaves, o si está involucrado un menor de edad», define.

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