Juan Antonio García Borrero – La pupila insomne.- Hoy en la mañana estuve escuchando por la radio algunas de las intervenciones de diputados y delegados camagüeyanos que rinden cuenta en la Asamblea Provincial del Poder Popular del período.
Me parece excelente que los diversos debates y análisis lleguen en vivo al ciudadano común. Es una buena manera de reconocernos como parte de esa población que, según pude escuchar, muestra insatisfacción con varios asuntos y quiere aportar soluciones.
Algunas de las insatisfacciones que se comentaron tienen que ver con la pérdida de tiempo que provocan los trámites administrativos a realizar en diversas entidades. Y, por supuesto, todo lo que se asocia a esos escenarios burocráticos: los “coleros”, la corrupción que alcanza a ciertos funcionarios.
Más allá de las anécdotas que uno puede escuchar, me interesa reflexionar sobre lo que a la larga tendría que impactar en una Política Pública que garantice la mejoría de la vida ciudadana. En ese sentido, me hubiese gustado una formulación más clara de las estrategias que tendríamos que seguir con el fin de garantizar la informatización de nuestra vida cotidiana, que va mucho más allá de los puntos Wifi que ha implementado Etecsa en los diversos lugares de la ciudad, y que al ser un proceso transversal repercute en casi todas las áreas en que nos movemos como individuos: la salud, la educación, la cultura, la facturación de servicios múltiples.
Mi impresión, como ciudadano común, es que todavía el grueso de nuestras instituciones y sus directivos ignoran de qué estamos hablando con el problema de la informatización. Y si los directivos no tienen una conciencia clara de las ventajas que podría traer la implementación de ese proceso para los ciudadanos, va a ser difícil que la población la asuma de modo coherente. Dicho por lo claro: que todavía no tenemos un buen plan para formar usuarios de esas tecnologías.
Por eso es que, si me preguntaran, yo diría que en los Joven Club, por ejemplo, necesitamos menos computadoras para garantizar el ocio de los jóvenes a través de los videos juegos, y más cursos de capacitación que permitan familiarizarnos con el mundo de las aplicaciones en los distintos dispositivos móviles. ¿Se imaginan cuánto tiempo ahorraría el ciudadano común si buena parte de los trámites iniciales de cualquier proceso lo pudiera realizar de un modo autónomo, a través de los dispositivos que ya posee? Y ni siquiera estamos hablando de escenarios online (que sería lo ideal), sino de un uso creativo del universo offline.
Porque al final, no es un problema de tener la tecnología más avanzada, sino del uso que hagamos de esa tecnología. Y tiene que ser una propuesta con un perfil nacional, que impacte a todo el país, no solamente en la localidad donde vivimos.