Han sido tres semanas también de diversas manifestaciones de rechazo por nuestro pueblo y también de la amplia solidaridad internacional que incluye a muchos estadounidenses, entre ellos sectores empresariales, académicos y políticos.
Enfrascados en disquisiciones acerca de la imaginaria “normalización” de las relaciones supuestamente intentada por Obama, el chabacano manotazo de Trump incorporó nuevos elementos de confusión al debate.
Conviene una pausa de reflexión antes que se produzca otra noticia desde la capital norteamericana que enrede aun más el análisis. Porque esa noticia tiene un plazo fijo: tiene que producirse, a más tardar, el 16 de julio, es decir, antes de que termine esta semana.
Ese día, el 16 de julio, vence el término para la suspensión de la posibilidad de recurrir ante los tribunales norteamericanos, conforme a la Ley Helms-Burton, que desde 1996 reconoce ese derecho a quienes fueron expropiados por la Revolución incluyendo a los que entonces no habían adquirido aun la ciudadanía estadounidense y que, según el Departamento de Estado, serían más de 200 mil demandantes.
Si tal cosa ocurriese, provocaría numerosos pleitos con los inversionistas extranjeros pero además crearía un inaudito caos judicial ante las reclamaciones que pudieran presentarse y a cuya preparación, por cierto, se han dedicado, desde aquel año, algunos abogados de Miami involucrados en la redacción de dicha Ley.
Ante la protesta de la Unión Europea fue introducida la cláusula que permite al Presidente de Estados Unidos dejar en suspenso la posibilidad de reclamar ante los tribunales por un período de seis meses. Durante más de veinte años, Clinton, W. Bush y Obama, aplicaron la suspensión. Ahora le toca a Trump.
Actuar como sus predecesores parecería ser lo que aconseja la lógica y el sentido común pero esas son cualidades que no siempre guían al actual inquilino de la Casa Blanca y ello alienta a algunos que buscan hacer regresar a Cuba al pasado y convertir a los tribunales yanquis en instrumentos para el odio y la venganza.
Otra vez estamos a la espera de Trump.
En cualquier caso, si no lo hace ahora, le quedarían por delante varios plazos semestrales para sembrar el caos antes de concluir su mandato. Así será mientras la infame Ley no sea derogada completa y definitivamente.
Publicado originalmente en Por Esto!
*Ricardo Alarcón de Quesada, Doctor en Filosofía y Letras, escritor y político cubano. Fue embajador en la ONU y ministro de Relaciones Exteriores, presidió durante 20 años la Asamblea Nacional del Poder Popular. Formó parte de la delegación oficial que viajó a Washington para la inauguración de la Embajada de Cuba el 20 de julio de 2015.
- Foto de Ricardo Alarcón de Quesada de Virgilio Ponce archivo.