Laura V. Mor, Resumen Latinoamericano corresponsalía Cuba - Fotos: Danilo Jesús de la Rosa.- “El día de hoy es el más sagrado de todos los días del año, porque es el día para recordar a los hombres que cayeron” dijo Fidel el 30 de julio de 1959. Hoy, 58 años después, el pueblo cubano continúa recordando y honrando a aquellos que dieron sus vidas por la libertad y la igualdad.


 

El 26 de julio de 1959 en el Cuartel Moncada, durante una reunión simbólica el Consejo de Ministros del Gobierno Revolucionario acordó declarar el 30 de julio como “Día de todos los Mártires de la Revolución Cubana”.

¿Y por qué el 30 de julio? Las razones no podían ser otras que el paso a la inmortalidad de uno de los más brillantes combatientes que ha tenido esta Revolución. En 1957, un 30 de julio, fue asesinado en Santiago de Cuba cobardemente por José María Salas Cañizares, Frank País García, que con sólo 22 años era el Jefe Nacional de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio y artífice de la lucha clandestina en el llano. Junto a él fue asesinado Raúl Pujols Arencibia, a quien el Movimiento 26 de Julio había asignado la tarea de cuidar la vida de su jefe, Frank País.

Temprano en la mañana en el Torreón de La Chorrera, en la desembocadura del Río Almendares, a orillas del Malecón habanero, una multitud de cubanos y cubanas, traspasando generaciones, comenzaron el tributo a sus mártires con el lanzamiento al mar de las flores que mantienen viva la memoria de lo que significó la dictadura de Fulgencio Batista, contra la que ellos, junto a decenas de miles de cubanos, lucharon en pos de la construcción, como soñaba Martí, de una Patria de todos y para el bien de todos.

Desde este lugar la lancha 4 de Septiembre partía para arrojar al mar los cadáveres de los jóvenes muertos en manos de las fuerzas de represivas de la dictadura batistiana, un total de 20.000 asesinados en 7 años, donde se aplicaron métodos de tortura atroces que luego serían sistemáticamente utilizados bajo la dirección de la Escuela de las Américas en las dictaduras que azolaron al Cono Sur del continente latinoamericano en la década del ´70.

En caravana bajo el sol del verano caribeño, portando fotos de los caídos y banderas del 26 de Julio, partimos por la calle 24 rumbo al Parque de la Clandestinidad, donde funcionara el Buró de Investigaciones del gobierno de facto de Batista, hoy convertido en un bello parque infantil.

Al llegar a 19 y 24, en el Vedado habanero -casi a mitad de camino entre el Torreón y el Parque- la marcha se detuvo frente al apartamento donde vivían y fueron asesinadas a sangre fría, la noche del 15 de junio de 1958 las hermanas Cristina y Lourdes Giral, se rindió un sentido homenaje en su nombre a todas aquellas mujeres que han luchado codo a codo junto a los “barbudos de la Sierra”, que por cierto, fueron muchas.

“Viva Fidel, viva Raúl, viva Cuba libre”, resonaba a cada paso, seguidos por vivas desde balcones y portales, mientras pasaba la caravana, donde aún lucen banderas cubanas que visten las casas desde el 26 de julio, Día de la Rebeldía Nacional.

En el Parque de la Clandestinidad nos esperaban los niños del coro Coralillo para entonar las estrofas del Himno Nacional y dar comienzo al acto político cultural, compartiendo escenario y notas con Raúl Torres con la ya internacionalmente conocida “Cabalgando con Fidel”, canción escrita para el líder histórico de la Revolución Cubana al conocerse su paso a la inmortalidad, y Vicente Feliú y su poema canción “Créeme”.

Maylin Alberti Arrozarena, Primera Secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas en la capital, al hacer un recuento de la situación política y social de la isla en el período prerrevolucionario, afirmaba que “hay que decir estas verdades para entender por qué hubo Revolución”. Esas verdades, a las que Maylin se refería, eran tristes realidades sociales que duelen: un 23 % de la población mayor de 10 años analfabeta, el 45% de los niños en edad escolar sin asistir a clases, la tasa de mortalidad infantil de 40 por cada mil nacidos vivos y el 49,5% de la población, casi la mitad de personas económicamente activas, desempleada, y los que tenían la “suerte” de tener trabajo, con un salario paupérrimo que no superaba los 75 pesos cubanos mensuales, monto que no alcanzaba para subsistir. Esas realidades cambiaron. Hoy Cuba ostenta orgullosa ser tierra libre de analfabetismo, una escolarización del 100%, una tasa de mortalidad infantil de 4.3 cada mil nacidos vivos, una esperanza de vida al nacer de 78,45 años en promedio y una tasa de desempleo inferior al 2,5%.

Maylin, con enérgica entereza ante los calurosos aplausos de los presentes, ratificaba el importante rol y compromiso que ha tenido la juventud cubana en el proceso revolucionario y denunciaba al gobierno de Donald Trump por continuar, como anteriores administraciones estadounidenses, su política injerencista hacia Cuba.

María Isabel González Vergara, hija del mártir Celio González López, conocido como “el Curita” -quien fuera Jefe de Acción y Sabotaje del M-26 en La Habana- y Directora del Club Martiano “Herencia Rebelde”, recordó la formación revolucionaria que le brindó a ella y sus tres hermanos, ratificando su compromiso con el legado de hombres como su padre y el inmenso Fidel.

Mientras transcurrían las canciones, los poemas y las alocuciones, el artista plástico Maicel López, realizaba mano alzada un retrato de Frank País a vista de todos los presentes, que luego fue donado a los hijos de los mártires de la Patria que homenajeamos hoy.

“Si no te gusta, transfórmalo, ese es el principal legado que nos dio esta Revolución”, expresó Israel Rojas del dúo Buena Fe, evocando aquel “cambiar todo lo que debe ser cambiado” del concepto de Revolución que enunciara Fidel y que fue ratificado por 9 millones de cubanos en el pasado mes de noviembre, dando así pie a su conocida canción “Tempestad” como cierre de una jornada que fue conmovedora.

“Si deshecha en menudos pedazos llega a ser mi bandera algún día, nuestros muertos alzando los brazos, la sabrán defender todavía”, resonaban las voces de los jóvenes a cada paso de la caravana, con la certeza –y también el compromiso- que Cuba seguirá enfrentando los embates del Imperio de la mano de las nuevas generaciones, que hoy, recordaron a sus mártires y reivindicaron su legado.

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