Por Nyls Gustavo Ponce Seoane*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- En este invierno, presidido por el cambio climático que nos amenaza, vuelve Cataluña a ser objeto de atención política y mediática: los independentistas catalanes regresan ganando las elecciones en contraposición a las medidas del gobierno de Madrid, que ha hecho todo lo posible por evitarlo.


 

Es Cataluña, como se sabe, la región autónoma más industrializada de España. De ahí que su aporte al Producto Interno Bruto español sea el mayor comparado con las otras Autonomías del Reino. Según se explica, los catalanes llevan años pidiendo y exigiendo que si ellos dan más, deban recibir más y están en desacuerdo con la distribución que se hace en el país con su riqueza.

Y esta parece ser hoy la causa principal de los impulsos independentista catalanes, con independencia de la existencia de otros motivos objetivos y subjetivos, que han impulsado e impulsan al pueblo catalán a reclamar su independencia. Impulsos estos que ya perduran más de un siglo y que el periodista cubano José Martí, testimoniara, en amplia crónica y en breve noticia para La Opinión Nacional de Caracas, en abril y mayo de 1882 respectivamente, dándole continuidad, apoyo y fuerza con la noticia que reportaba a la problemática analizada en su artículo de opinión, escrito con un mes de antelación.

Así, en la noticia que reportaba el 23 de mayo de 1882, desde Nueva York, después de reseñar la lid política madrileña de Sagasta - Martínez Campos-Cánovas, Martí informaba: “En esto andaba Madrid, y por Cataluña andaba pidiendo independencia, una banda de insurgentes. ”¡Cataluña independiente! “oyó asombrada Barcelona, y los campos vecinos oyeron, como en los tiempos del malaventurado Conde - Duque de Olivares:” ¡Cataluña independiente!”. Pero dicen que esa que vocea es asonada y no guerra; que no son más de ochenta los abanderados; que salieron de Barcelona numerosas tropas, y los pusieron en fuga; que los campesinos les admiran, mas no los siguen; que ya han caído en prisión cinco de los rebeldes.”

Sin menoscabo para esta actividad, la cual desempeñó con gran amplitud, Martí no se limitó al reportaje periodístico. Hombre de su época, escribió, junto con la noticia, artículos donde reflexionaba y opinaba sobre los sucesos que describía. Fueron tantos y diversos los textos sobre los temas que abordó, gracias a las diversas artes de la vida de las cuales se ocupó, que se puede decir que nada universal, humano y divino le fue ajeno. Cuestión esta que lo hace ser, por su universalidad, hombre de todas las épocas. siendo estos dos de los factores que lo determinan como “el más universal de todos los cubanos”, como correctamente se le ha denominado.

Un afamado literato cubano lo ha caracterizado también “como el misterio que nos acompaña”. Sin contraposición a dicha opinión, sino más bien para complementarla con un adjetivo de otro grande de la literatura cubana, puede considerarse que “Martí es el misterio maravilloso que nos acompaña”, o lo que es lo mismo, “la Maravilla que nos acompaña”, por ser el prodigioso fenómeno humano que nos ha servido y sirve de guía en la vida. Y, ¿no es eso maravilloso?

Y al explicar el problema Cataluña –España, surgido hace más de un siglo ya, nos revela su vínculo con la actualidad a partir de los factores que intervinieron antaño. Y como demostración de todo lo hasta aquí dicho, dejemos que sea el propio Martí el que a continuación exponga lo sucedido en Cataluña hace 136 años atrás:

“Rudo ha sido el principio de la primavera para España. Se ha rebelado Cataluña, que quiere que sus productos ásperos y costosos sean preferidos en el resto de España a los más baratos y mejores de otras tierras. Ha hecho frente Sagasta a la rebelión, y declara que no ha de querer el mal de todas las provincias españolas porque continúen gozando de beneficios indebidos los fabricantes catalanes. No quiere Cataluña, que teje linos, lana y algodones, que celebre España un tratado de libre comercio con Francia, porque aunque de esto vendrá que los franceses compren mucho más vino del bueno de España, y que España toda compre a bajo precio los tejidos que hoy compra a precio alto, vendrá también que Cataluña no tendrá ya como vender sus lienzos burdos, o habrá de buscar modo de tejerlos mejor, de lo que no ha menester ahora, puesto que, burdos como son, los vende. Y eso es la ira: no es revuelta de pueblo, sino de magnates. Ni la azuzan republicanos, que han aprendido a ser prudentes; sino canovistas, que no se hallan con estar fuera del mundo, y con que brille en él Sagasta. Y hubo en las calles de Barcelona vivas a la república, mas eso es arte vieja, que consiste en pagar bien una docena de gritadores, para que se achaque a un bando inocente lo que en realidad hace el bando que no grita.”

“Grande ha sido la agitación en Barcelona. Y en Madrid, grande. En Barcelona no había tienda abierta: no había fábrica en labor: no había calle sin muchedumbre. De agitadores se han llenado las cárceles. De diputados, iban y venían llenos los ferrocarriles. A Andalucía, a Castilla, a Oviedo enviaban mensajes los rebeldes. Querían alzar a España contra lo que le urge, que es abrir al mundo sus mercados y abrirse los del mundo. Y no respondió España. Alto es el castillo de Montjuich, y tres cañonazos anunciaron desde él a Barcelona que la tierra catalana había sido declarada en estado de sitio,--- lo que es tanto como romper de un golpe de bayoneta la carta de derechos personales; --- verdad es que los catalanes comenzaban por querer romper la carta de derechos de la nación. Porque a la faz de las Cortes, que quieren el tratado generoso, y de España sensata, que las apoya, y de las declaraciones de los comerciantes españoles, que quieren el crecimiento del comercio, y el abaratamiento de los productos, --- pedía la osada Cataluña que no votasen las Cortes el tratado con Francia.

Azuzaban los ricos a los pobres anunciándoles que de ser el tratado decidido, caerían en ruina sus industrias, y con ellas la labor de los que las trabajan. Pero el dañado no va a ser el pueblo, que comprará en poco lo que venía comprando en mucho, sino los que le venden, que tendrán que vender lo que vendían por mucho, por poco. Solo que el pueblo no sabe que la verdad no es la que se ve, y que prever es la buena manera de ver, aunque parezca que por mirar mucho hacia adelante no se mira bastante lo presente. Y los barceloneses azuzados, como los obreros de las ciudades todas de Cataluña, se pusieron sus ropas de fiesta, para gozar de la huelga sombría, y los cafés se llenaron, y de pie y sin dormir aguardaban los soldados en los cuarteles. Allá en los barrios bajos, policías y obreros vinieron a las manos. Las tienen pesadas los catalanes, y las tiene ligeras la policía. La amenaza no era, sin embargo, bulliciosa, sino sorda. Poner miedo querían, no verter sangre. Ni una tienda habría de abrirse, ni rodar en las fábricas una sola rueda. Ya era que entraban en el Palacio del Gobierno los fabricantes ricos, y oían durezas del gobernador, que los acusaba de empujar el motín, y ofrecían que abrirían sus talleres si el gobierno enviaba a ellos sus tropas, como ofrecía enviar, contra la ira publica. Ya era un oficial de Estado Mayor, que cruzaba a rapidísimo galope, camino de la Casa de Gobierno, las calles rebosantes, que, al verlo pasar, rompían en murmuraciones y blasfemias. Ya era una junta de personajes magnos a quienes, para que le ayudasen a traer los ánimos a paz, había convocado el gobernador”

“Madrid oía con desasosiego tanta mala nueva. Más desamor que amor hay en Madrid para los catalanes. No quiere al resto de España Cataluña, ni es Cataluña querida del resto de España. Gran hilera de gente ansiosa esperaba a las puertas de las tribunas públicas del Congreso, que son allá pequeñas, como hechas por gobierno a quien conviene no ser muy oído””

“… Llenas están ya dentro las tribunas de los enviados catalanes, y rebosa el salón circular sus diputados, y habla, en medio de vítores, Sagasta altivo, que lee en Cortes los telegramas que hora tras hora envían de Cataluña, y anuncia bravamente que ha de mantener el derecho de las Cortes a votar, el del gobierno a hacer obedecer sus votos, el de la nación a vender bien sus frutos y comprar barato los extraños… y dice que a ira opondrá ira y al poder de la rebelión el poder del gobierno, y que no habrá demostración alguna en las provincias que impida que el tratado de comercio con Francia sea votado, ni temor que la haga oponerse con toda su energía a la ambiciosa rebelión que intenta privar de sus derechos a la mayor suma de España”.

“Al rey fueron a ver enviados de Cataluña, y el rey les dijo que quería ser, por sobre todo, monarca constitucional. Reuniéronse en ancha y hermosa sala del Congreso todos los diputados demócratas, a oír las quejas de fabricantes y obreros catalanes, que gustan de no tener que sufrir rey, pero que exigen que en el comercio se les tenga como a reyes”. Y “la junta, que fue larga y vehemente, y en la que Martos, que es gran prometedor, y Carvajal, que sabe conciliar, ofrecieron buscar modo, que no han de hallar por cierto, de acordar las necesidades de Cataluña, que hace de lobo en eso del comercio, con las del resto de España, que hace de oveja. Y Castelar, que presidía, habló severa y hermosamente, y aconsejó a los catalanes que estuviesen en paz, y mejorasen sus industrias para competir con las extrañas, y desoyesen a los que quieren hacerse pedestal nuevo para el poder , manchado con noble sangre catalana y mirasen que la libertad es de una pieza, y ha de aceptarla entera el que la acepta, y acatarla, cuando mejora y afirma el comercio, como cuando mantiene y asegura los derechos y la vida de los hombres :---que no es mueble alquilado, que se use cuando se le necesite, y se devuelva cuando estorbe”

“Y a eso ya Barcelona estaba henchida de soldados; poblaban sus cuarteles fusileros que venían de las provincias vascas; anclaban en sus aguas buques fuertes del rey. La comisión del Congreso a quien se fió el encargo de dar opinión sobre el proyecto del tratado con Francia dijo que le parecía el tratado excelente. Dijéronlo también los comerciantes madrileños, Corrió como cierto que los catalanes se apaciguarían, porque consentía Sagasta en añadir un articulo al tratado, por el cual pudiera cesar éste al punto que lo quisiese uno u otro gobierno contratante, con lo que, para cuando vuelva al mando Cánovas, queda el tratado muerto. Más no ha de parecer eso bien a Francia. Y los pasillos de las Cortes rebosan. Y los cafés henchidos bullen. Los oradores jóvenes de cervecería se ensayan ante la maquinilla del café que hierve sobre la mesa de mármol, para cuando les venga en turno decir en altas voces desde los bancos de caoba del Congreso cosas magistrales”

La crónica martiana sobre la problemática española-catalana de antaño, hasta por simple asociación nos conduce a la de hogaño y nos lleva además, a analizar ambas, a deducir nuestras propias conclusiones, con independencia de la posición que se tenga o tome al respecto, se debe desear la conciliación, el amor y la paz para catalanes y españoles, para todos los pueblos de España, que es lo mismo que para todos los pueblos del mundo, tanto necesitado de ellos en estos momentos de crisis y de esa forma seguir el postulado martiano de que “Patria es Humanidad”.

*Ing. Nyls Gustavo Ponce Seoane, Geólogo cubano, investigador Auxiliar del Instituto de Geología y Paleontología (IGP).

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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