Michel Hernández - Juventud Rebelde - Video: EFE.- Debbie Harry ajustó cuentas con la historia de Blondie en La Habana, al tocar por primera vez en la isla en casi medio siglo de carrera.


Blondie acaba de debutar en La Habana apenas unos días antes de que se cumplan, el próximo 25 de marzo, los tres años del concierto de los Rolling Stones en Cuba. La fecha puede parecer fruto de la casualidad, pero para los cubanos es la oportunidad de ir cerrando poco a poco el círculo de la nostalgia que nos ha perseguido como un fantasma durante mucho tiempo, quizás demasiado. Primero vimos a Mick Jagger haciendo lo que mejor sabe hacer frente a nuestras narices y recordando aquel tiempo de los 60 y 70 en que su música, es decir, la banda sonora de toda una generación, no se podía escuchar sin sobresaltos en la isla. Ahora Debbie Harry, esa rubia despampanante, aterrizó con su banda en la capital cubana para ofrecernos un ajuste de cuentas con el pasado, como otro de los símbolos de una generación.

Debbie está en el escenario con todas las pilas cargadas. “Tiene 73 años”, le digo a un muchacho de unos 20 que está a mi lado y no lo cree. Un estadounidense, que viajó con la banda, lo reafirma con el ceño medio fruncido. Debbie agradece a Cuba por las puertas que le abrieron para poder ofrecer su primer concierto en la isla. En el público habrá unas 600 personas, entre ellas, seguidores estadounidenses que viajaron con la alineación como parte de un paquete turístico. Hay cubanos de todas las generaciones. Muchos de ellos, que ya rondan los 60 años, visten remeras de Pink Floyd, The Beatles o los Ramones. No lo hacen por mero trámite. Lo hacen, digámoslo todo, para reafirmar su sentido de pertenencia a una cultura rockera que en su momento no pudieron exhibir de forma tan pública.

“I love you, Debbie”, le lanza con devoción un cubano de unos 65 años a la rubia maravillosa. Ella, con un short que apenas le tapa los muslos, y anclada a un traje negro se monta para agradecerle en un español que parece aprendió a manejar hace muy poco.

Blondie no fue en Cuba el grupo más conocido de una época que cambió la faz de la música y de la cultura popular, pero para muchos de aquí, que disfrutaban a Debbie desde la oscuridad, eso no importó demasiado. Ver a la banda neoyorkina en Cuba era también estar frente a los Ramones, Patti Smith o The Velvet Underground, u otros de aquellos grupos legendarios que nunca podremos presenciar en directo.

Echan mano a los nuevos temas de Pollinator -un disco que ha traído un nuevo golpe de fama a la agrupación que sentó las bases de un estilo único con su intrépida mezcla entre el punk rock, el pop y el new wave- como si los años se hubieran estancado para siempre.

Frente a sus ídolos de la juventud, algunos se preguntan por qué ahora, por qué esto no ocurrió cuando Blondie estaba en la cresta de la ola. “Habría que preguntarle a Debbie”, bromea un flaco larguirucho apodado como el Mick Jagger cubano. Cada quien tiene su respuesta, en la que una constante es la sospecha bajo la que vivió el rock en Cuba cuando el género entraba a su época de oro.

La cantante hace lo suyo de puro oficio, con un nivel de profesionalismo y de puesta en escena impecable. Su guitarrista Chris Stein, otro de los fundadores de Blondie, la respalda con la maestría que corresponde, con un empuje que va desde del detalle más feroz hasta el formato más íntimo. El baterista y el bajista también se ajustan a la grandeza que conlleva este recorrido por la historia personal de una banda que es leyenda.

Los cubanos y los estadounidenses se unen a los pies del escenario. Bailan, conversan y hasta se abrazan. La música, se sabe, une mientras la política arrasa. El tema “Heart of glass” se vuelve otro instante sublime. El himno de la banda se escucha a mi alrededor en un inglés bastante refinado. “Tremendo lo de esta rubia”, expresa uno de sus fans, mientras traga unos sorbos de ron barato que entró de forma clandestina, como si necesitara a todas brindar por este encuentro.

El tecladista Matt Katz-Bohen enseña el costado new wave de la alineación y Debbie estrena en Cuba “Rapture”, ese tema que le dio una vuelta de tuerca al repertorio de Blondie y abrió las fronteras hacia el rap.

La cantante pronunció a su llegada a La Habana las palabras de rigor. Dijo que su show en Cuba iba a ser el mejor de su carrera. Y si no en su trayectoria, en la nuestra sí lo lograron, sobre todo, porque nos quitaron de los ojos algo de ese peso de la nostalgia que para bien o para mal, le ha dado forma a nuestra existencia.

No es lo mismo que un cubano vea a los Rolling Stones o a Blondie en un escenario internacional a que lo haga en su país. Aquí, en la isla, presenciar estos grandes conciertos le permite cerrar grietas y ser parte, al menos por una noche, de una historia cultural de la que quedó fuera, y de la que, sin embargo, tiene memoria por sus propias búsquedas. Por eso, el éxtasis y los aplausos de satisfacción fueron tanto a la música como a la incalculable dosis de recuerdo “real” que dejaron a su paso.

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