Canal Caribe.-pBuena Fe realizó el primer concierto de presentación al público de su nuevo disco “Carnal”. El espectáculo fue también una gran celebración por el 20 aniversario del grupo.


Buena Fe: 20 años besando al mundo…

Joel García

Cubadebate

De Guantánamo a La Habana. De un casete regalado en 1999 a un disco compacto comprado en el Karl Marx 20 años más tarde. De no jugar con la soledad hasta pedirle que maduren. Israel y Yoel. Yoel e Israel. Déjame entrar y Carnal. Carnal y Sobreviviente. Noche de amigos y sorpresas. Buena Fe volvió a someter lo que mejor sabe hacer ante su público este fin de semana. Y lo consigue como la primera vez, con música, autenticidad, valentía y en familia.

Quizás la tensión lógica por asistir a un concierto de 14 nuevas canciones no dejó ver todo el mundo interior de pasiones e ideas  que ha marcado ya a una generación de jóvenes y no tan jóvenes, pues lo mismo ocupó una butaca en el teatro y tarareaba sus canciones una garganta juvenil de 17 años que el hermano de 30, los padres de 54 y hasta el abuelo de 70. ¿Alguien puede sentirse más amado?

No había tampoco que ser adivino para  presumir lo primero que veríamos al subir el telón. Un grupo de amigos abrazados antes de tocar cualquier instrumento: Ernesto Cisneros, Israel López, Maikel Pérez, Yibrán Rivero, David Hernández, Yoel Martínez e Israel Rojas, cual familia privilegiada, con puntos de vistas diferentes, pero unida y tirando del mismo tren, el tren de ser útiles, mover neuronas, aportar ideas, dar felicidad.

El recorrido agradecido por sus 10 discos anteriores rompió la magia y otra vez el recuerdo de algún verso susurrado al oído de un amor hizo estallar las emociones. Déjame Entrar, Arsenal, Corazonero, Presagios, Catalejo, Extremistas Nobles, Pi 3,14, Dial, Soy y Sobrevivientes pasaron en pocos minutos, aunque costaron dos décadas construirlos y empotrarlos en las almas cubanas y foráneas.

Poco a poco las invitaciones especiales coronaron un espectáculo en el que se insertó feliz la Tumba Francesa y acto seguido Patakí de Libertad fue coreada como un éxito casi seguro. La presencia del proyecto Fábrica de Sueños, de Seattle, EE.UU., con estudiantes y su profesor- líder incluido, el cubano Carlos Lazo, oxigenó con solidaridad y música la noche. Y todos sentimos que el abrazo entre pueblos es siempre más feliz que cualquier obstáculo obtuso de un gobierno, de un Trump con mala fe.

Dentro del irrenunciable latir hacia la tradición más campesina, la improvisación y las décimas, dos niños lograron sacar rima de una historia limpia y guantanamera, antesala de Blues de Guateque, otra de los temas que pronto figurará, con seguridad, en las listas de mayor reproducción.

Con la dosis de crítica social que nunca le han faltado en sus discos apareció La Catrina. El homenaje eterno para Dayron Rodríguez (guitarrista herido temprano por la muerte) llegaría con Sobre el arte de Retoñar, con arreglo de su tocayo Ortiz.Yoel pidió permiso para regalar voz y melodía a su hija en Mía;  mientras Carnal y Cámara Lenta dejaron experiencias vividas y compartidas, con total razón, para quienes la escucharon tal vez por primera vez en el teatro.

La dura Habana que golpeó a Israel y Yoel, y al propio Buena Fe, también mereció su canción Mujer Ciudad, en tanto historias de amor muy duras traslucieron con Quien soy yo y Ni una más. Verdaderos pasajes de barrios, salpicados por la imaginación del poeta, se resumieron en Cuatro Cuentos; al tiempo que Madurar volvió a enseñar actualidad, irreverencia y rebeldía, consustancial con la juventud y los tiempos de definición. La conocida Música Vital fue un cierre compartido y feliz.

Sin embargo, después de tanto recorrido —no precisamente en el orden que fueron interpretadas— a este periodista-deportivo, devenido en un espectador tatuado por la inteligencia y perseverancia de Buena Fe y que espera todavía por una entrevista para hablar de música y músculos, así como de por qué el béisbol se parece tanto a la vida, un tema lo cautivó para ponerle título a esta reseña sui generis.

Con la declaración de principios y cubanía que hay en Valientes, bien pudiera definirse la brújula puesta por estos dos guantanameros al decidir entrar en una escena donde pulula el bueno y mal reguetón, pero en la que todavía, por suerte, queda espacio para un pop innovador, la trova más profunda o sencillamente la canción de autor, en su definición más certera y noble.

El estribillo me hizo volver a recordar el casette regalado en 1999 y que mi hija escuchaba con apenas un año y hoy se sabe de memoria. No por rutina, sino porque ella, y luego su hermana, encontraron significado e identidad en las letras que Israel escribió para repetir una y otra vez. “¿Qué estoy haciendo aquí?/ Amando a este país como a mí mismo/ No, que va, No hay heroísmo/ Vine a darle un beso al mundo y nada más.

Y eso es lo que ha hecho Buena Fe en 20 años sin perder el rumbo. Besar al mundo…

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