teleSUR.- En entrevista para teleSUR, el político, escritor y presidente de la Casa de las Américas de La Habana, Abel Prieto, compartió sus apreciaciones sobre la pandemia de COVID-19.


Desde Casa con Abel Prieto (Primera Parte)

Omelio Esteban Borroto Leiseca - Cubadebate - Foto: Patricia Muñoa

Más delgado que de costumbre, con el nasobuco de rigor y un pequeño pomo con un líquido con el que se limpia las manos con frecuencia nos encontramos con Abel Prieto Jiménez. Al igual que en entrevistas anteriores, cuando desempeñaba primero las funciones de ministro de Cultura y luego las de director de la Oficina del Programa Martiano y presidente de la Sociedad Cultural José Martí, se sienta cómodamente sobre un sillón o balance. En esta oportunidad no lo tuvo que traer consigo, como hace cada vez que asume un nuevo cargo (además de sus libros), Roberto Fernández Retamar también gustaba de ellos y tenía varios en Casa de las Américas, institución clave en la cultura cubana y en los esfuerzos por la integración en ese ámbito y en otros en nuestra América.

Desde diciembre del pasado año, Abel Prieto es el presidente de la Casa de las Américas, el relevo de Roberto Fernández Retamar, a quien no se le encuentra ya físicamente en esos espacios, aunque sí su espíritu en ese y en otros muchos sitios. La afinidad por los sillones no es la única similitud entre dos hombres que son también imprescindibles en la historia de la Revolución Cubana.

La Covid-19 ha moldeado el comienzo de Abel Prieto en la Casa de las Américas: “He tenido poco tiempo, vamos a decir, para trabajar con la gente, con las increíbles potencialidades que tiene esta institución”. Con su humor de siempre, se rectifica a sí mismo y aclara que la Covid es femenina, aunque agrega que es difícil imaginarse a una mujer con tal saña.

Con orgullo nos comenta sobre el papel de no pocos artistas e intelectuales que desde las redes sociales han estado en permanente comunicación con sus seguidores en tiempos de aislamiento social: “La cultura tiene una función sanadora, en términos espirituales el artista es un médico del alma, pudiéramos decir, y yo creo que realmente ha sido muy meritorio el esfuerzo unido de artistas, organizaciones e instituciones, en llevarle a la gente momentos de alegría, de cubanía de la más limpia, de la más pura… Creo que ha sido de las mejores iniciativas que he visto, tratar de que la cultura acompañe a la gente durante la cuarentena, una experiencia también nueva para los cubanos, realmente”.

Tiene lugar nuestra conversación en un salón memorable por las personalidades que lo han frecuentado, las conversaciones que han escuchado sus paredes y las imágenes que se han inmortalizado en varios documentales. Para insinuar, digo que nuestros entrevistados anteriores se han expresado con el molesto nasubuco, tanteo; pero Abel siente que no puede hablar en esas condiciones, como dice: “amordazado” y pide humildemente, que si no es muy grave y no conlleva sanciones, que lo autorice a no hacer uso de él durante la entrevista. La profundidad de la sala favorece que podamos ubicarnos a varios metros de distancia y disfrutemos, entonces, de la palabra libre.

En algún momento de la conversación y lejos de convencionalismos y formalismos que le son tan ajenos, se refiere a sus predecesores en la dirección de Casa de las Américas: “Figuras como Haydée, una heroína en todo el sentido del significado de esa gran palabra, una mujer que como dice Roberto lo marcaba todo con el fuego de su voluntad, de su vocación, de su impulso para transformar, para fundar; dirigida después por un extraordinario artista de la vanguardia cubana, Mariano Rodríguez, y luego por Roberto Fernández Retamar, quizás uno de los más grandes ensayistas de la lengua española y de todas las lenguas, alguien que siguió el hilo del pensamiento descolonizador que va de Martí a Fidel y lo llevó realmente a planos deslumbrantes.

"Yo me siento pequeño, para hablar con toda claridad, no es falsa modestia, tú me conoces un poco y no tengo nada que ver con eso, yo me siento pequeño ante la misión que la dirección de la Revolución me ha dado y, al mismo tiempo, la cuarentena me sorprendió cuando yo todavía estaba en un momento preliminar.

"Yo tengo que hacer lo imposible para que la institución se haga más presente, sobre todo en nuestra región, en un momento en que han retrocedido muchos gobiernos progresistas, es una etapa de América Latina y el Caribe muy peculiar, ha habido un momento de oro, porque cuando Chávez y Fidel firman el Fondo Cultural del Alba en la Cabaña en una feria del libro de La Habana, en realidad era una expresión de las ideas que habían dado lugar a que se fundara la Casa de las Américas, lograr la integración de la familia espiritual latinoamericana y caribeña a través de la cultura y después vino lo que pasó en Ecuador, en Bolivia más reciente, la trampa judicial que le hicieron a Dilma en Brasil, después a Lula, el neofascista de Bolsonaro sacando a nuestros médicos…"

Pero esta vez, el tema de nuestra conversación es el mismo que invade todos los espacios posibles desde hace meses, la pandemia del coronavirus SARS COV-2 que tantas implicaciones tiene para la vida, pero también para el pensamiento y la cultura en todo el mundo. Empieza por reconocer que el cubano es muy “volcado hacia el exterior, hacia el abrazo, a reunirse con sus compatriotas, inventar el motivo para festejar y si este no existe, aparece rápidamente, somos muy imaginativos a la hora de brindar por cualquier oportunidad que se nos dé y en lugar de eso, una especie de recogimiento, inevitable.

"Sin dudas, estamos viviendo tiempos apocalípticos a nivel mundial, toda la humanidad ha tenido que recluirse, confinarse, someterse a restricciones, cambiar sus hábitos de vida. Yo creo que nuestro país ha sido en eso muy estricto, muy riguroso, y a mi modo de ver se están viendo los resultados de esa política tan seria, tan equilibrada, donde se ha dado tanta información a la gente, convocando a la disciplina, a colaborar.

"Cada ciudadano cubano tiene que estar a la altura del extraordinario y admirable esfuerzo que está haciendo la dirección del país por frenar esta epidemia y evitar cualquier tipo de error, irresponsabilidad, lo que le llaman evento de transmisión local que de pronto se disparan las cifras de contagiados y retrocedemos. Cuba va bien, en un mundo donde la mayoría de los países por desgracia va mal y muchos van muy mal”.

Las conexiones de la pandemia con la cultura y la ideología, tanto en Cuba, como en la región y en el mundo, serán motivo de la segunda parte de esta entrevista desde Casa con Abel Prieto, utilizando un sillón, sin nasobuco; pero con distancia responsable, humor y cubanía.

 

Desde Casa con Abel Prieto (segunda parte)

Omelio Esteban Borroto Leiseca - Cubadebate

Continuamos nuestra conversación con Abel Prieto Jiménez, presidente de Casa de las Américas, en un salón cargado de historia en la institución que dirige desde el pasado mes de diciembre y utilizando, como es habitual en él, un cómodo sillón, ubicado a una buena distancia de las cámaras, pues se reconoce a sí mismo con muchos factores de riesgo ante la COVID-19 y nos ha pedido con toda la humildad posible no utilizar el nasobuco para no estar “amordazado” y hablar con toda libertad. Ahora nuestra conversación se sumergirá en su análisis sobre esta pandemia y sus implicaciones para la cultura, la ideología y la política en todo el mundo:

“Ha sido trágico, dramático, pero ha dejado un saldo en términos de reflexión, análisis, autoanálisis en muchos casos, de pensar en las cosas que valen la pena, en toda esa falsa felicidad consumista que nos han vendido como meta.

“Yo no creo que a nadie se le ocurra hoy defender la privatización del sistema de salud de un país, que a nadie se le ocurra que un hospital sea una especie de empresa, que los pacientes sean vistos como clientes, que la industria farmacéutica esté en función del lucro, todos esos dogmas neoliberales se han resquebrajado, con este golpe tan duro que ha sufrido nuestro planeta y sobre todo las personas más vulnerables, porque a millones de personas en el mundo esta epidemia les llegó cuando ya estaban sufriendo los efectos otra epidemia: el neoliberalismo.

“¿Cómo va a ser la cuarentena para los sin techos? ¿Cómo va a ser la cuarentena para esos que viven en los túneles? ¿Cómo se lavan las manos? ¿Cómo mantienen una distancia prudencial cuando están hacinados en unas casas de cartón o de lata? Los pobres de la Tierra, como decía Martí, en esos pobres se ha ensañado esta terrible enfermedad.

“El neoliberalismo ha sido un genocidio cotidiano, no tan espectacular como la Covid-19, pero sin dudas tan letal como ese virus, que en términos ideológicos, culturales está dejando un saldo analítico importantísimo. La gente coincide en que no podemos volver al punto inicial, mucha gente dice no quiero volver a la normalidad, porque en aquella normalidad ya estaba el problema.

“Esa tragedia tremenda en que se ven hoy día a día muchos médicos, incluso de países del primer mundo, de elegir a quién le dan el respirador y a quien no, en quienes hay que emplear recursos para alargarles la vida y a quienes hay que mandar a morir a sus casas, como dice un artículo tremendo de un médico argentino, a que se despidan por teléfono… que tiene mucho que ver con la idea de que no importa que unos cuantos desamparados, unos cuantos millones de personas, que en última instancia son —como el Papa Francisco protestaba— descartables, sencillamente pierdan la vida en una coyuntura como esta.

“Se han caído muchas máscaras, el egoísmo que es intrínseco al sistema capitalista, máxime en su versión neoliberal, ese egoísmo verdaderamente despiadado, tú viste la rebatiña por las mascarillas, por los respiradores, países comprando en un aeropuerto mascarillas que iban destinadas a otros países aliados de él, entre comillas aliado, te das cuenta que cuando se desata ese egoísmo desenfrenado no hay alianzas que valgan, ni muchos menos amistades ni afinidades.

“Esas lecciones asociadas a respetar la vida del ser humano, a no pensar que hay seres humanos que tienen más derechos que otros a ser atendidos, a sobrevivir, todo eso tiene una parte yo te diría esperanzadora. Están los que ven una oportunidad para luchar, para sembrar ideas, para sembrar conciencia, aquel llamando de Fidel, aquella convocatoria, y evitar con la lucha, con la organización de las redes de la de la gente honesta, digna, decente, independientemente de su signo político, una restauración neoliberal con todas las de la ley.

“Están también los que consideran que el pánico, el miedo, el desconcierto, toda esta situación peculiar que hemos vivido, constituye un peligro de que las élites privilegiadas de las corporaciones que controlan el mundo y de los políticos que sirven a esas corporaciones, aprovechen el estado de shock que puede crear una tragedia como esta, para redoblar su control de la población, para que la gente que cae en esa especie de estado traumático, no tenga posibilidades de organizar una resistencia, y que de momento venga, como anuncia Ignacio Ramonet en su espléndido ensayo, Ante lo desconocido... La pandemia y el sistema-mundo, lo que pasó con la mal llamada gripe española, después vino la gran recesión de 1929 y apareció Mussolini con una doctrina que después con Hitler tendría mucho éxito, yo diría otra pandemia, que es la del fascismo.

“Por un lado hay esperanzas de que se abran caminos más razonables de cooperación, colaboración, y solidaridad, hoy tenemos nosotros que sentirnos muy orgullosos porque el prestigio de nuestro país, de nuestros médicos, nuestro sistema de salud, nuestra ciencia, nuestros científicos, realmente está en lo más alto, mientras que países muy poderosos están en el fondo del pozo, de la ignominia, realmente.

“Muchos de los países que rompieron el convenio con Cuba en el campo de la colaboración de la salud, están hoy sufriendo duramente las consecuencias del coronavirus. Mi mamá, pobrecita, ojalá los dioses la tengan en un lugar cálido, decía: dios lo castigó y cuando alguien hacía algo malvado y después sufría las malas consecuencias de eso que hizo, la vieja mía decía: dios lo castigó. Lo triste de esto es que no los castiga a ellos, realmente a quien se castiga es a los inocentes, sobre todo a la gente del pueblo, uno no puede bromear con eso, realmente es muy trágico que hayan expulsado a los médicos, en Bolivia lo que hicieron con la jefa de la misión médica allí, la retuvieron, los trataron como delincuentes, humillaciones, canalladas que hicieron en algunos de estos países contra nuestro personal de la salud, aparte de la campaña espantosa que algunos de estos gobiernos mantienen siguiendo el ritmo que marca Trump, pero fíjate qué paradoja, esos médicos nuestros allí, hubieran ayudado mucho a prevenir la expansión de la epidemia y por reírles la gracia a Trump, por hacerse simpáticos, por anotarse puntos con los yanquis, rompieron la relación con Cuba, en todos los campos, pero en particular en el de la salud y lo está pagando su pueblo hoy, ellos no, lo está pagando su pueblo, cuántas miles y miles de personas, millones, recibían ayuda médica de nuestros médicos y enfermeros, y hoy nadie llega a donde están.

“La situación precaria que tiene por ejemplo el movimiento indígena ante la COVID-19, los indígenas de nuestra América, incluso los de América del Norte, fueron exterminados también por virus para los cuales ellos no tenían anticuerpos, y muchos indígenas de la Amazonía y de otras zonas intrincadas de nuestro continente viven con muy poco contacto con el resto del mundo, son etnias de las que quedan en algunos casos 700 a 800 personas, pudiera producirse un etnocidio si entra la Covid en una de esas comunidades aisladas y se están haciendo llamados de alerta para que haya una atención particular hacia ese sector que es también uno de los más vulnerables en esta situación.

“El mundo ha empezado a cambiar, el papel de China, de Rusia, el papel de un país pequeñito como Cuba, que no es una gran potencia en términos de armamentos, en términos económicos, pero en términos morales es una gran potencia y ahí está el espíritu de Fidel, su pensamiento, su vocación. Cuando se habla del interferón, tú ves que los científicos nuestros hablan de Fidel, cuando se habla de la biotecnología, tú ves que ellos hablan de Fidel, porque en medio del periodo especial Fidel hacía un esfuerzo particular para que no faltara en esos centros investigativos los recursos necesarios, siendo un país pobre, bloqueado, en una situación muy dura porque se había desmerengado el bloque socialista, la Unión Soviética desintegrada, caímos en una situación de emergencia muy dura, muy amarga; sin embargo, teníamos la posibilidad de exportar vacunas, mantener los servicios médicos como una forma activa de expresar nuestra solidaridad.

“Nuestros médicos son como un paradigma…sobre el que habría que estar actuando siempre, exaltándolo siempre, aferrarnos a esos ejemplos morales verdaderamente importantes.

“Estamos viviendo una etapa tenebrosa que nos dio la razón. Esa cifra del genocidio cotidiano del neoliberalismo no está en ninguna parte; pero a Fidel le dio la razón la Covid-19, le dio la razón en muchos sentidos. Fidel siempre dijo y tú lo tienes que recordar, que el capitalismo y el neoliberalismo significaban un genocidio para la humanidad, eso Fidel siempre lo dijo y lo que hace el coronavirus es hacer más evidente, escandaloso, mediático ese genocidio, que a veces ocurre en silencio, los muertos de los que ni tú ni yo nos enteramos, porque mueren en las favelas.

“Yo creo que dentro de unos cuantos años vamos a recordar esto como un momento en el que el modelo que nuestros enemigos nos presentaban como superior al nuestro, hizo crisis, quebró, se deshizo, se deshilachó ante nuestros ojos. Hay que dejar el testimonio de esta etapa en todas sus dimensiones, visto desde todos los ángulos, porque es muy importante para las generaciones futuras que no vivieron la cuarentena, es muy importante la memoria”.

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