teleSUR.- Personalidades de la cultura y el pueblo cubano despidieron a la "Vedette de Cuba", Rosita Fornés, quien falleció el pasado 10 de junio en Estados Unidos. El Ministerio de Cultura junto al Ministerio de Salud Pública de la isla organizaron el homenaje con las garantías para cumplir con las normas sanitarias vigentes contra la COVID-19.


Rosa Fornés, tan lejos de la muerte

La Vedette de Cuba, reconocida a nivel internacional, tuvo las muestras de afecto y admiración que todo un pueblo le regaló antes de reposar eternamente en su Cuba querida

Juventud Rebelde - Foto: AFP

No se está siquiera cerca de la muerte cuando se unen tantas personas de disímiles partes del mundo para quererte, para decir a voz en cuello que eres única, irremplazable, admirada y extraordinariamente universal.

No, Rosa Fornés, no mueres… No puede morir quien ha sembrado tanta gratitud y cuando, a su vez, la ha dado. No puede desaparecer de un tajo quien es símbolo, paradigma, talento vivo. ¿Quién dijo que eres grande? ¡Qué va, no te reconociste nunca así! Sin embargo, los demás te hacen serlo porque ven en ti tus valores personales y profesionales, porque no fuiste solo cantante, actriz, bailarina, artista plena…Fuiste limpia, abierta, humilde, generosa, bella.

Cuando en el día de tus exequias, en el mismo Teatro Martí donde vibró tu talento, tantas muestras de admiración y afecto se reunieron, nadie podía pensar que ese era el último abrazo. A ti se te puede abrazar a cada paso en este país, donde quisiste regresar si el suspiro final te sorprendía en otra latitud.

Uniste a ministros, bailarines, actores, médicos, periodistas, deportistas, cantantes, pintores, amas de casa, maestros, albañiles, ingenieros… Todo el pueblo quiso estar ahí, y el que no pudo llegar, te abrazó igual. Todos, sin pensar en tu edad o en tu salud quebrada, siguen orgullosos de tenerte, como la Vedette universal que fuiste en el escenario y fuera de él, como madre, amiga, esposa, hija, hermana, abuela…

Ofrendas florales del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido, y de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República, estuvieron a tu lado mientras un mar de rosas rojas te esperaba afuera, en las manos de todos los que salieron a las calles a verte pasar, mientras recordaban tus actuaciones memorables.

No se está siquiera cerca de la muerte, Rosita, cuando el olvido no te reconoce, cuando eres más que una leyenda, cuando tu familia recibe tanto amor por ti y para ti, cuando nadie pudo llorar y sí cantar, a la par de tu voz grabada que se escuchaba en la sala… No se está siquiera cerca de la muerte cuando sigues viva en la memoria.

«Es un símbolo de la cultura nacional, aunque no tenía el canon de la mujer cubana. Su sensualidad, buen gusto, glamour… es parte de nuestra cultura, que es híbrida y que se nutre de todo. Asumió la diversidad de géneros con una versatilidad grandiosa. Fue tan inteligente, profesional, preparada… Recuerdo la puesta en escena Canción de Rachel, dirigida por Roberto Blanco en 1981, y ella me preguntaba sobre su desempeño, cuando yo la veía siempre extraordinaria. Nunca se encontraba satisfecha con sus actuaciones, se exigía mucho. Nos lo dio todo y todo se lo debemos a ella.

«Rosa Fornés es una escuela. Puede que surja otro encanto, otro glamour… pero ella será un paradigma de constancia, de fuerza, de trabajo y de mucha generosidad. Nunca la oí hablar mal de nadie… Me dijo una vez que su modelo era Rita Montaner, y ahí se demuestra su inteligencia. El arte es progresivo y habrá evolución pero los grandes se quedan en la memoria de todos». (Miguel Barnet, premio nacional de literatura y presidente de honor de la Uneac)

«Conocí a Rosita desde pequeña. Justo en el Teatro Marti la vi en una zarzuela de la mano de Antonio Palacio. Mi familia la admiraba con devoción. Era un ejemplo a seguir para mi madre y mi abuela. Cantante lírica, cantante popular, actriz dramática de teatro, actriz cómica, vedette… difícilmente superable. La vida me regaló la posibilidad de trabajar con ella en espectáculos en los que fue protagonista. Ejemplo de disciplina, rigor, exigencia… Físicamente no estará más, pero sigue con nosotros porque su obra está ahí, en el cine mexicano y cubano, en los escenarios universales.

«Es difícil encontrar a alguien con tanta versatilidad, siendo Premio Nacional de Música, de Teatro y de Televisión a la vez. Una trayectoria tan diversa e intensa, brillante en todo su esplendor y a la vez, tan querida. Es una pérdida enorme para la cultura cubana. Ahora que la recordamos con tanta devoción, y cuando los homenajes han sido múltiples en muchos lugares, debemos pensar la mejor manera para perpetuar su memoria, divulgando lo que hizo y valorando su significado para Cuba». (Fernando Rojas, viceministro de Cultura)

«Era amor, dulzura y una gran profesional. La generación en la que yo comienzo tomó de ella y el mejor recuerdo que tengo es su respeto por el trabajo, por todo lo que hacía, dentro y fuera del escenario. Era una dama de ley». (Santiago Alfonso, bailarín y coreógrafo)

«Pasará el tiempo y Rosita será irremplazable. Su versatilidad no es fácil de encontrar. Siempre recordaré nuestra escena en la película Se permuta, que tantas risas provocó. La visité varias veces y me mostró sus premios y trofeos, como algo que estaba ahí, pero no con la algarabía de una diva. Nunca tenía esa pose, y es admirable esa sencillez. Era, como dicen ahora, fuera de serie. Admiro su refinamiento. Rosita podía bailar una rumba, interpretar un personaje popular en una película… pero nunca fue vulgar. Movía las caderas, bailaba, cantaba, y toda su gestualidad era refinada. Podía desplazarse del cine al teatro... Perdurará el mito, no podremos olvidar a Rosita». (Mirta Ibarra, actriz)

«Durante 30 años trabajé para Rosita Fornés, desde aquella primera oportunidad que tuve de confeccionar su vestuario para un espectáculo. Nos quisimos mucho, nos conocimos demasiado y la compatilidad que logramos permitió que mis diseños siempre le gustaran y que yo pensara en ella cada vez que creaba alguna pieza. El mundo del espectáculo requiere fantasía, plumas y lentejuelas…pero fuera del escenario, sin perder la elegancia, era una mujer sencilla, sin artificios.

«Es importante decir que su elegancia no dependía del vestuario. Una misma pieza pueden usarla varias personas y nunca lucirá igual. A ella siempre le di lo mejor, y ella sabía cómo usar cada vestuario». (Ismael de la Caridad, diseñador)

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