Canal Caribe.- Esta mañana la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) acogió el panel "Palabras a los Intelectuales: defender la cultura es defender la Revolución", en el que participaron escritores, historiadores, una representación de la presidencia de la organización, y el Ministro de Cultura de Cuba, Alpidio Alonso.


Califica presidente cubano a «Palabras a los intelectuales» de Fidel Castro como referencia obligada

Cuba en Resumen

El Presidente Miguel Díaz-Canel calificó hoy al discurso pronunciado por Fidel Castro el 30 de junio de 1961, conocido como Palabras a los intelectuales como referencia obligada para ejercer la política cultural de la Revolución cubana.

En su perfil de la red social Twitter, el mandatario se refirió a esa intervención del líder histórico de la Revolución en la Biblioteca Nacional José Martí, en el aniversario 59 de su pronunciamiento.

«Palabras de Fidel a los intelectuales. Referencia obligada para ejercer la política cultural de la Revolución Cubana. #SomosCuba #SomosContinuidad», indicó el Presidente de la República.

Sobre Palabras a los intelectuales, Alpidio Alonso, Ministro de Cultura, expresó esta mañana en esa propia red social que este fue un discurso fundador y unitario que inauguró la política cultural abierta, inclusiva y antidogmática de la Revolución. “Ha propiciado la defensa y el desarrollo de la cultura cubana”, aseguró el Ministro en su perfil.

En las redes se festeja igualmente este martes el primer aniversario de la clausura por Díaz-Canel del IX Congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en que destacó los logros obtenidos por el sistema institucional de la cultura en Cuba desde el triunfo mismo de la Revolución.

Como en los tiempos de Palabras a los intelectuales, la Revolución insiste en su derecho de defender su existencia, que es también la existencia de su pueblo, de sus creadores e intelectuales, expresó el Presidente Díaz-Canel en aquella ocasión, quien también se declaró un apasionado del arte y la cultura en sus más diversas expresiones y reafirmó su confianza en que los intelectuales, artistas, periodistas y creadores acompañarán siempre a que el país que la Revolución colocó en el mapa político del mundo continúe siendo reconocido por su singular modo de pelear cantando, bailando, riendo y venciendo.

Este año, ante el escenario que impone la Covid-19, el tributo al Líder histórico de la Revolución y sus Palabras a los Intelectuales, se volcará a las redes, con la participación de diversas personalidades y medios de comunicación.

 

Nuevas “Palabras a los Intelectuales” para continuar viviendo la Revolución

Yusuam Palacios Ortega - Cubadebate

Se conmemoran 59 años de Palabras a los Intelectuales, y en la hora actual de Cuba y la humanidad, se advierte la vigencia de aquellas palabras de Fidel; ellas han devenido plataforma de pensamiento de la política cultural de la Revolución.

Hace exactamente un año sesionó el 9no Congreso de la UNEAC, cuyas palabras de clausura estuvieron a cargo del presidente Miguel Díaz-Canel. Su intervención resultó una verdadera continuidad de las ideas contenidas en Palabras a los Intelectuales. Como buen martiano y marxista Díaz-Canel trajo al presente las ideas de Fidel desde un ejercicio original de pensamiento crítico adecuado al momento histórico que vivimos. A raíz del discurso del presidente, escribí algunas ideas que reproduzco a continuación:

Hay textos que marcan épocas o momentos trascendentales en la historia, discursos contentivos de premisas para incentivar los cambios que hacen parte de un proceso revolucionario, palabras que definen líneas de acción y legitiman principios sobre los cuales colocamos el programa de lucha que determinan las circunstancias o el tiempo histórico que vivimos. En Cuba hay una tradición de pensamiento que ha sabido enarbolar las banderas de la masa pujante del pueblo y ha permitido que la identidad cubana se preserve, nuestra cultura de resistencia, la alternativa a un modelo que en nada nos resulta ni confiable ni viable. Y esa tradición, fruto de un emancipador ejercicio del pensar y la coherencia entre la idea y la acción, para la imprescindible transformación; tiene un reflejo nítido en documentos, textos o discursos definitorios.

Son muchos los ejemplos antes y después del triunfo de la Revolución, pero nos ocupará en lo adelante unas breves reflexiones a propósito del discurso del presidente de los Consejos de Estado y de Ministros Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la clausura del 9no Congreso de la UNEAC; precisamente el día en que conmemoramos 58 años de aquellas palabras de Fidel a los intelectuales cubanos el 30 de junio de 1961 en la Biblioteca Nacional; hecho de gran trascendencia, no solo para el momento en que fueron dichas sino para todos los tiempos; como también ya constituye un hecho memorable el discurso de Díaz-Canel por su altura ética, su visión preclara de los desafíos de hoy y su firmeza intelectual en medio del drama aterrador que vive la humanidad.

Volver sobre Palabras a los Intelectuales, revisitar el contexto histórico de entonces y adecuarlas a este que vivimos; hace parte de un deber que artistas, intelectuales, políticos y pueblo en general tienen en medio de una crisis humanística que degrada al ser humano y lo convierte en bestia; de un escenario de convivencia internacional eminentemente nocivo, bajo la dominación de un capitalismo terrible que continúa destruyendo la vida en la Tierra y despojando a los pueblos de sus identidades, culturas, valores propios. Una poderosa guerra cultural que pretende aniquilar el pensamiento y coronar la desmemoria, se desata hoy cual caja de Pandora que ha sido destapada.

A propósito de Palabras a los Intelectuales, el presidente Díaz-Canel convocó a todos a hacer una lectura contextualizada: “Nuestro deber es leerlo conscientes de que, siendo un documento para todos los tiempos, por los principios que establece para la política cultural, también exige una interpretación contextualizada”.(1) En este sentido expresó:

“…resulta reduccionista limitarse a citar su frase fundamental: Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada, soslayando que Revolución es más que Estado, más que Partido, más que Gobierno, porque Revolución somos todos los que la hacemos posible en vida y en obra. Y también sería contradictorio con la originalidad y fuerza de ese texto, pretender que norme de forma única e inamovible la política cultural de la Revolución. Eso sería cortarle las alas a su vuelo fundador y a su espíritu de convocatoria”(2).

Revisitar Palabras a los intelectuales precisa de nosotros un ejercicio de pensamiento que nos permita adecuarnos al momento presente, a los códigos nuevos de la comunicación y la información, a los escenarios de lucha ideológica y cultural. La guerra es cultural y ante la burda pretensión neoliberal e imperialista de restaurar el sistema capitalista en Cuba y someter a los pueblos de Nuestra América y fracturar sus identidades; asirnos a una plataforma descolonizadora como estas medulares palabras de Fidel, es deber de hoy y mañana. El presidente Díaz-Canel continuó expresando:

“Hoy tenemos el deber de traer sus conceptos a nuestros días y defender su indiscutible vigencia, evaluando el momento que vivimos, los nuevos escenarios, las plataformas neocolonizadoras y banalizadoras que tratan de imponernos y las necesidades, pero también las posibilidades que con los años y los avances tecnológicos se han abierto. Hay que hacer lecturas nuevas y enriquecedoras de aquellas palabras. Hacer crecer y fortalecer la política cultural, que no se ha escrito más allá de Palabras… y darle el contenido que los tiempos actuales nos están exigiendo (3).

En medio de tal crisis tuvo lugar la magna cita de la vanguardia artística e intelectual cubana; cuando el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados configuran una especie de internacional fascista que a través del intervencionismo e injerencia, en un resurgir de las prácticas macartistas alrededor de la denigrante Doctrina Monroe, dirigen sus esfuerzos a recrudecer la política agresiva contra pueblos y gobiernos que consideran adversarios, con la pretensión de aniquilar los valores de la sociedad y degradar la conciencia y cultura política de las masas. Así hacen en la actualidad de manera impúdica, fortaleciendo la guerra no convencional, desde la judicialización de la política hasta la guerra cultural y simbólica que destruye pueblos y enajena mujeres y hombres.

En un contexto tan hostil, donde la batalla por la dignidad humana hay que librarla tanto en las calles como en las redes sociales; la cultura se levanta como pilar esencial para la salvación del ser humano. El gran intelectual y revolucionario Armando Hart nos advirtió que: “donde no esté la cultura está el camino a la barbarie”. Defender nuestra cultura (incluye la de la Patria Grande) precisa avanzar en el desarrollo, fortalecimiento, divulgación y enriquecimiento de la riqueza cultural de nuestros pueblos, que nos permita dar una batalla cultural a fondo contra los valores enajenantes del capitalismo, creando así una nueva hegemonía. De ahí que debamos trabajar por conformar un frente de pensamiento común anticapitalista que movilice a la intelectualidad que ha sido excluida por el poder hegemónico y que sea capaz de generar contenidos de carácter verdaderamente descolonizadores, que doten a las personas de referencias culturales sólidas en un mundo cada día más ganado por el consumismo y la banalidad.

En la hora actual que vivimos deviene imprescindible Martí y su ensayo magistral Nuestra América. Su llamado es a tomar como bandera las ideas: “No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados”(4). Y son escuadrones denigrantes los que pretenden aniquilarnos culturalmente, los que promueven con sus garras la banalidad, el resquebrajamiento de los valores humanos, la codicia enferma y la indecencia en el comportamiento ciudadano; todo ello con el fin de recolonizarnos y despojarnos de nuestra libertad. Fidel nos advirtió con meridiana claridad: “sin cultura no hay libertad posible”.

Que nuestra nube de ideas sea antídoto contra el veneno seudocultural capitalista y arma indiscutible en el enfrentamiento a los mercenarios culturales. Lo aprendimos de Martí y con Fidel lo afianzamos: “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”. Ese es el camino; nuestra batalla es cultural y estamos en el deber de asumirla con capacidad crítica desde los códigos comunicacionales de hoy, adecuándonos al momento presente sin ceder en los principios que nos mueven. Que nuestra batalla sea contra la incultura y la indecencia. Ese llamado de Díaz-Canel adquiere especial relevancia por cuanto el tejido espiritual de la nación precisa de una urgente recuperación para salvarlo y salvar la Patria de insensibles, de trasnochados oportunistas, de propagadores de antivalores. Hay que salvar la cultura, sentencia lapidaria que define y convoca.

Ese fue el espíritu del Congreso de la UNEAC, que no se detiene ahí sino que, como exhortara Díaz-Canel, no se debe dejar morir. Se pone de manifiesto la idea de que somos continuidad, y en ese sentido, pensamos y actuamos:
“Es algo que nuestra generación les debe a los fundadores en primer lugar, desde Céspedes a Martí. A los creadores que continuaron sus luchas y fundamentalmente a Fidel, el indiscutible intelectual y guía de la generación histórica que, junto con la entrega de la tierra y las fábricas a los que la trabajaban, alfabetizó al pueblo, universalizó la enseñanza, creó poderosas instituciones culturales y en los momentos más difíciles nos enseñó que “la cultura es lo primero que hay que salvar”(5).

Referencias bibliográficas:

(1) Discurso pronunciado por el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la clausura del 9no Congreso de la UNEAC el 30 de junio de 2019.

(2) Ibídem

(3) Ibídem

(4) José Martí: Nuestra América, El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891, en Obras Completas, t. 6.

(5) Discurso pronunciado por el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la clausura del 9no Congreso de la UNEAC el 30 de junio de 2019.

 

Palabras a los intelectuales, de Fidel

Minrex

Granma, 30 de Junio 2020. A partir de Palabras a los intelectuales, pronunciadas por Fidel el 30 de junio de 1961 en la Biblioteca Nacional, las cosas tomaron un rumbo diferente, o más bien, se definieron posiciones ideológicas que se cocían en varios ambientes de intelectuales y artistas.

El año 1961 produjo un violento giro de inflexión en la vida cultural cubana. A partir de Palabras a los intelectuales, pronunciadas por Fidel el 30 de junio de 1961 en la Biblioteca Nacional, las cosas tomaron un rumbo diferente, o más bien, se definieron posiciones ideológicas que se cocían en varios ambientes de intelectuales y artistas. De una parte, urgía despejar dudas, evitar resquemores y espantar fantasmas que planeaban en los círculos de creadores; de otra, se requería definir plataformas, hallar puntos de contacto, desbrozar caminos que facilitaran la inserción del arte y la literatura en el proceso de transformaciones sociales.

Tuve el privilegio de ser testigo del acontecimiento. Había cumplido 21 años y estaba lejos de imaginar que sería uno de los participantes más jóvenes del encuentro entre la dirección de la Revolución y un nutrido grupo de creadores, en su inmensa mayoría escritores. Yo trabajaba a la sazón con Argeliers León, compositor, etnólogo e intelectual de sobresaliente ejecutoria que había confiado en mí para asistirlo en la Biblioteca Nacional y orientarme en el campo de la antropología social.

Ya habían transcurrido dos encuentros previos, los días 16 y 23 de junio, en los que no estuve presente. Pero el 30 Argeliers me dice que el Comandante se iba a reunir en el teatro de la Biblioteca. Era tal mi inquietud que Argeliers cargó conmigo, y me senté junto a él en una de las primeras filas. Alguien, con delicadeza, indicó me trasladase a la parte posterior de la sala. Al contarlo mucho después en un panel conmemorativo, utilicé una imagen del béisbol: me pusieron a jugar en los jardines, detrás del diamante. Después de todo, desde allí se oía mejor. Hice apuntes que luego perdí, pero permanecen en mi memoria los hitos fundamentales.

Fue un discurso, para mí, revelador. Me cambió completamente la vida. Yo venía de una clase media y no tenía una formación política, pero sí una vocación sociológica, antropológica y de patria muy grande, que es la que me hizo permanecer aquí. Ese día había olor a manigua, olor a Sierra. Admiré mucho más a aquel hombre, treintañero y desaliñado, con su traje verde olivo, que venía con otro discurso. Yo estaba acostumbrado al lenguaje hueco y mediatizado de algunos de los intelectuales de entonces, que debatían en programas de radio como Ante la prensa, de cmq. Los tiempos de la tiranía también fueron tiempos de una censura brutal. La retórica campeaba, en un lenguaje grandilocuente de lugares comunes. De pronto escuché a Fidel, que ya desde Columbia el 8 de enero de 1959, llevaba adelante un discurso fresco, moderno, directo y coloquial; que llegaba al alma a todo el mundo, porque estaba diciendo verdades contundentes.

¿Cuál hubiera sido mi destino sin la Revolución? Empleado público, oficinista o, cuando más, profesor de español en un colegio norteamericano. Diletante intelectual a lo sumo. Viajero de los ferries a Miami y cazador de fruslerías y dinero. Antes de Palabras a los intelectuales, y mucho más después, supe que mi destino era Cuba, la Cuba que tendríamos que construir y que tanto nos ha costado. Muchos años después, en la Casa de las Américas –Eusebio Leal nunca lo olvida- le dije a Fidel: «Yo no me quedé, me fui quedando».

Esa reunión en la Biblioteca fue crucial para que Fidel midiera la complejidad de aquella numerosa y variopinta asamblea de escritores y artistas. La Uneac, que surgió como resultado del Primer  Congreso de Escritores y Artistas, dos meses después con Nicolás Guillén a la cabeza, ejerció un papel de cohesión. Todo, en medio, de un intenso y polémico debate que produjo, a su vez, un caleidoscopio de ricas expresiones de la cultura cubana. Solemos congelar en una frase la significación de Palabras a los intelectuales. Debemos ir más allá. Piedra angular de la política cultural de la Revolución no se detuvo en el tiempo. Al volver la vista observo cómo allí Fidel sembró la idea de una verdadera democratización del arte y de la necesaria unidad dentro de la diversidad.

En cuanto a mis intereses más cercanos, el basamento conceptual expresado por él hizo posible la toma de conciencia en torno a la reivindicación de las culturas populares y, de modo particular, las de origen africano, preteridas y marginadas hasta entonces. Fernando Ortiz ya había abierto una brecha, rompiendo esquemas y prejuicios raciales.

El próximo año se cumplirán seis décadas de aquel pronunciamiento medular. Estamos en la obligación de desentrañar el hilo conductor entre las ideas expresadas por Fidel y el ulterior desarrollo de la política cultural de la Revolución; de separar lo esencial de lo accesorio. Poner al día, e incluso polemizar en buena lid, con el legado de Palabras a los intelectuales pudiera ser un nuevo punto de partida para una concepción más cabal de la cultura cubana.

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