Aracely Rodríguez Malagón - El Club del Espendrú.- Después de tres horas de cola para comprar productos de alta demanda por estos días de Covid (espaguetis, puré de tomate y papel sanitario), dos hermanas divisan a una mujer sentada en un banco público que colinda con una inmobiliaria y deciden ir a sentarse para descansar en el espacio que aún quedaba vacío, mientras esperan para comprar.


Una vez en el banco, para sorpresa de ambas salió una persona de la inmobiliaria a preguntarles qué hacían ahí. Ellas contestaron que no había ninguna señal que prohibiera tal acción, además le dijeron que anteriormente había estado sentada por más tiempo una mujer (blanca) y no había sido requerida. Este se marchó refiriendo que llamaría a la policía y soltando la frase “esto no es asiento para coleras”.

Que las hayan requerido no era el asunto, el problema comienza cuando las dos hermanas fueron requeridas y a la otra mujer ni siquiera le llamaron la atención, entonces el requerimiento se vuelve racista: ¿por qué atribuirle lo de coleras a estas hermanas? ¿por qué llamarles la atención sola a ellas cuando había otra persona sentada anteriormente?

Las hermanas comenzaron a defenderse ante tal maltrato verbal mientras que en la cola se escucharon comentarios como: “dejen eso”, “van a salir perdiendo”, “ustedes son negras” pero ellas dijeron: “Esto es Cuba, basta de callar y aguantar en silencio para que no te lleve la policía”.

Llegó la patrulla y el agente sólo escuchó la versión de la persona que los llamó (trabajador de la inmobiliaria). Luego de una discusión de las hermanas con el agente, una de ellas pregunta en qué consistía el delito que habían cometido. El agente repetía una y otra vez sin más argumento, que esa era una inmobiliaria. Lo cierto es que el espacio ocupado por las hermanas y la otra mujer, está fuera de la inmobiliaria sin cerca perimetral y sin señalización de prohibición alguna.

Las hermanas deciden levantarse ante la amenaza del agente de llevárselas para la estación de la PNR y así, sin argumento alguno, mientras se retiraba éste expresó: ¨se salvan porque son mujeres a los hombres los reviento sin mirar¨.

Cuando salen caminando una de las hermanas recuerda que no tomo el número de la patrulla, ni del agente y decide tirar una foto, automáticamente se detuvo la patrulla y le dicen que se las llevarían a la estación por tomar la foto.

Luego de un debate sin salida, el agente acudió a la fuerza física, una de ellas pesa menos de 100 libras y a la otra le jorobó la muñeca y el brazo, sin necesidad.

Sólo se llevaron a una, pero realmente pedía a gritos conducirlas a las dos. Camino a la estación le dicen que la acusarían de innumerables delitos y entraron en una tremenda discusión bien exacerbada cuatro agentes contra una detenida. En el carro había cinco personas (aún con mediadas de aislamiento). En el camino, uno de los agentes le propone borrar la foto; le dice que no quiere ser excesivo y que una vez hecho esto estarían en paz. La detenida borro la foto y se la mostró a uno de ellos, este verificó que la foto realmente estaba muy lejos, no se veía ni el carro, ni el número y mucho menos el agente, no obstante, se borró la foto confirmado por uno de los agentes. Pero hicieron caso omiso a lo dicho de dejar todo en paz y continuaron hasta la estación.

Los documentos comenzaron a llenarse dentro del carro. Una vez llegada a la estación (2:00 pm) dejaron a la conducida en la parte trasera del carro de policía, que tenía las ventanillas cerradas. La detenida que era asmática pidió que le bajaran las ventanillas para ventilarse, sin embargo, el oficial actuó de forma contraria. Este subió los cristales delanteros, impidiendo toda ventilación en el carro y expresó “ahora te ahogas hasta que termine, por bocona¨.

Los otros agentes se bajaron del carro, quedando solo esta y el agente que la detuvo. A tanta desesperación por la falta de aire uno de los muchachos de Pevención se percató del ahogo de la detenida y fue abrir la puerta para que le entrara aire, pero una de las policías que estaba afuera dijo: “esto se hace así” y seguidamente cerró la puerta de un tirón. El chico al ver la reacción física de la detenida no obedeció y abrió nuevamente la puerta.

La detenida bajo del carro muy ahogada, y al salir había 4 carros parqueados y 10 agentes conversando, al verla, comenzaron a reírse y a expresarse de manera irrespetuosa, agresiva y racista, “y esta negra manca con esas pasas de dónde salió” y continuaron su burla.

Allí permaneció por largas horas; el oficial de carpeta de la unidad policial, una persona muy amable y capaz, no se atrevía a procesar la denuncia pues no había delito y ordenó que esperara al Político quien llegó a las 6:00pm. El político escuchó atentamente la historia contada por la detenida y le explicó que como ella había tomado las fotos le pondría una multa de 30 pesos por alteración del orden público y que esta podía ser reclamada.

Pero aquello había ido más allá, estaba en juego su compromiso con ella misma, con lo que cree, por lo que lucha, aceptar la multa era como aceptar el delito. Su integridad, posición política, antirracista, ideológica y feminista no tiene un precio. Había tirado una foto, solo después de haber sido maltratada, amenazada, insultada y engañada. La foto era el motivo y fue borrada a solicitud de ellos. Sin fotos, no habría justificación para conducirla y aun así fue conducida.

La detenida insistió con el Político para que se presentara el jefe de patrullas y también fueran llamados los agentes de la patrulla que habían inventado el delito. Mientras estuvo sentada afuera esperando al jefe de patrulla, también había otras personas, todas negras que esperaban su medida y en el entrar y salir de los agentes expresaban todo tipo de frases, homofóbicas, racistas y vulgares sin el más mínimo respeto por las personas que estaban a su alrededor, pero tenían el poder y lo ejercían arbitrariamente.

Finalmente llegó el jefe de patrulla a las 7:30 de la noche (con mucho respeto), pidió que volviera a relatar los hechos, también se le pidió al agente que la detuvo. Las historias coincidieron bastante. Entendieron que ambos se habían equivocado, el agente en su actuar y la mujer por tirar la foto. Por lo que no se le impuso ningún delito de los que se pretendía.

Sin embargo, el delito que más pesa en esta historia, es el del racismo sutil, histórico, endémico, ese, que no está recogido en código alguno, ni descrito en ley de procedimiento penal, pero que permanece muy tatuado en el subconsciente y accionar de la mayoría de los agentes de la policía. ¨La negra, pasúa y bocona¨ salió libre de polvo y paja, hambrienta, cansada y sin los preciados productos en tiempos de Covid, pero no los cambiarían por vencer una batalla contra la injusticia, los estereotipos raciales y la valía de su negritud.

Ejercer el poder de la manera en la que ha sido relatada en esta historia no es ético, ni justo, ni distintivo por parte de los agentes encargados del orden público. No queda claro que tomar fotos es un delito, más aún cuando hace unos días en el programa televisivo “Hacemos Cuba”, programa que educa jurídicamente a la población en general, se especificó que el delito no es tomar las fotos, sino el fin con que se utilizan.

Muchas veces las personas negras prefieren el silencio y es una de las razones por las que cientos de delitos de racismos son casi nulos y de hecho improbables. La gente negra ha callado a través de siglos. Las hermanas sabían bien el motivo por el cual les dijeron sólo a ellas que no se podían sentar, ambas eran negras, la otra mujer era blanca, las tres estaban en la cola pero sólo las dos hermanas fueron tildadas de coleras y por defenderse, conflictivas. De esa manera fueron sentenciadas.

Hay muchas violaciones cometidas por estos agentes ¿cómo se educan estos para lidiar con la población? ¿Cuál es su proceder en tiempos de Covid donde hay mucha sensibilidad y limitaciones?, ¿Cuáles son sus orientaciones: ¿maltratar, ofender, agredir? Estas y otras preguntas se desatan a partir del proceder de estos agentes que responden a estadísticas y a un perfil estereotipado de las personas negras.

Muy lejos está el pensar que vencimos una batalla, este es un problema de todos/as y hay que enfrentarlo con la mayor, sinceridad, seriedad y respeto; nuestro gobierno e instituciones han emprendido esta lucha, pero lamentablemente no llega a todos los actores/as sociales las acciones y objetivos ubicados en los lineamientos del partido y en el ansiado programa gubernamental contra la discriminación racial, siendo uno de los problemas sociales a erradicar en Cuba para la agenda 2030.

Soy la protagonista de esta historia, la lucha continúa.

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