Cubadebate.- Discurso pronunciado por Fidel Castro en el acto de clausura del Primer Congreso Nacional de los Consejos Municipales de Educación, efectuado en el Teatro del Palacio de los Trabajadores, el 10 de octubre de 1960.


Compañeras y compañeros del Congreso de Consejos Municipales de Educación:

Vamos a hablar de la educación. Es significativo que los propios miembros del congreso que se han reunido aquí para tratar estos problemas de la educación, estén también preocupados por los problemas de la defensa de la Revolución y de la patria. Eso quiere decir una cosa, y es que estamos muy conscientes de que hay que trabajar y luchar en todos los campos; de que cada día adquirimos más conciencia de que una revolución no es solo el trabajo creador, sino de que una revolución, a la par que crea, tiene que defender lo que crea y tiene que combatir al mismo tiempo que crea.

Nosotros nos hemos reunido aquí hoy para una obra creadora, para cumplir un propósito más, entre los muchos que nos hemos propuesto; a realizar, quizás, una de las más hermosas obras que la Revolución tiene la misión de realizar y una de las más sentidas por nuestro pueblo:  la misión de enseñar al pueblo, de educar a los ciudadanos, de darles oportunidad de saber a todos y cada uno de los hijos de nuestra patria sin excepciones de ninguna clase.

Y confesamos que entre las obras de la Revolución, ninguna más estimulante ni más hermosa que la obra educacional de la RevoluciónPudiera decirse que es un pilar indispensable para alcanzar el éxito en todas las demás cosas que nos hemos propuesto.  Por eso, la importancia de este congreso y la importancia de este día para la Revolución.

Nos estamos proponiendo algo muy ambicioso, una tarea difícil y que, en realidad, va a poner a prueba la capacidad de todos nosotros, va a poner a prueba la capacidad de nuestro pueblo, ya que nos estamos proponiendo hacer en un año lo que no pudieron o no quisieron hacer otros en 58 años.

Es decir que nos proponemos en el año 1961, que ya lo hemos calificado como el Año de la Educación, erradicar el analfabetismo en nuestro país.

¿Cuántas veces no hemos oído hablar de este problema? ¿Cuántas veces no se ha escrito sobre este tema, y no se ha hablado sobre este tema?  Casi casi desde que tenemos uso de razón cada uno de nosotros ha estado oyendo hablar del problema del analfabetismo, de la falta de escuelas, de la falta de maestros y que si el índice de analfabetos alcanza el 40% o el 38%, o el 37%.

Por lo tanto, es una especie de viejo mal que a todos nos ha dolido mucho y nos ha deprimido mucho, y frente al cual no se habían buscado remedios, ni habíamos logrado adelantar gran cosa.  En primer lugar, en el campo faltaban 10 000 maestros.  Tenemos entendido que el número total de maestros en las zonas rurales alcanzaba aproximadamente el número de 5 000, y hacían falta 15 000.

¿De qué manera podía reducirse la proporción de analfabetos, si faltaban maestros para las dos terceras partes de nuestra población infantil campesina?  Y, además, en las escuelas establecidas, en las 5 000 aulas restantes, muchas veces faltaba el material escolar y, en ocasiones, algo todavía más esencial:  faltaban las ropas y los zapatos de los niños que debían ir a la escuela, y que teniendo la escuela cerca no iban, porque sencillamente no tenían ni ropa para ir a la escuela.

Esta es una verdad sabida por todos nosotros. No sé si también la quieran negar los enemigos de la Revolución. Y lo cierto es que la Revolución, en el curso de un año, ha creado ya cerca de las 10 000 aulas que se necesitaban en los campos y las que faltan serán establecidas en este propio trimestre y, por lo tanto, ya al comenzar el año 1961, estarán establecidas las 10 000 aulas que faltaban para dotar de maestros a toda la población infantil de Cuba.

Por lo pronto, para los que sueñan todavía y a quienes ha logrado inculcarle el extranjero la alusión siquiera de que nuestro país pueda retroceder, quede ahí constancia de esa formidable trinchera que significa haber elevado de 5 000 aulas a 15 000 en un solo año en nuestros campos, y haber dotado de maestros a toda la población infantil rural de Cuba, que parecía difícil.

Y no solo eso, sino que los maestros se encuentren hoy ya, cumpliéndose una promesa que hizo el gobierno hace apenas cinco meses, en los rincones más apartados de nuestras montañas, lugares donde nunca se soñó en tener una escuela, grupitos de familias situados en valles apartados, donde ni siquiera había vías de comunicación, y que hoy tienen allí un maestro.

Y no era una tarea fácil, porque las escuelas de maestros estaban concentradas en las ciudades. Casi todos los maestros eran de procedencia urbana, y no resulta fácil que se puedan adaptar los graduados de nuestras escuelas, que no han conocido, no han tenido oportunidad de conocer cómo es la vida apartada en las montañas; personas que no se han separado de sus familiares nunca, muchachas jóvenes, lo difícil que resulta para ellas el ejercer su profesión en los lugares donde se carece de las cosas más elementales a las que estamos acostumbrados.

Es decir que primero había que preparar el personal para poderlo enviar a las montañas, y la Revolución demostró su capacidad de movilizar los recursos del pueblo y reunir el personal necesario para satisfacer las necesidades escolares en los lugares que parecía muy difícil resolver el problema.  Eso, para que se vaya teniendo una idea de si es posible que nuestra patria vuelva al pasado.

Foto: Archivo de Granma

Porque, en realidad, podemos decir con satisfacción que nuestro país ha ido operando una transformación muy amplia y muy profunda, que hemos echado a andar la maquinaria de la historia de nuestra patria, que era difícil echarla a andar, que requería muchas piezas nuevas, que requería muchos cambios estructurales; pero, si difícil es echar a andar hacia delante la maquinaria de la historia de un país, ¡mucho más difícil es echar hacia atrás la maquinaria de la historia de ese país!, sobre todo cuando se trata de una historia como la nuestra que no tiene marcha atrás, sino todo lo contrario: tiene pedales mediante los cuales se puede acelerar y el Gobierno Revolucionario está en condiciones y en disposición de ánimo ¡de acelerar la marcha de la historia de nuestro país!

Los enemigos de la Revolución, con el respaldo total de los intereses extranjeros, y esos propios intereses extranjeros directamente, se han lanzado a la ofensiva contra la Revolución. Es preciso que todos sepamos perfectamente lo que es un proceso revolucionario y a veces hemos expuesto algunas ideas sobre este particular. Es un proceso por etapas. Surge la lucha revolucionaria contra la tiranía.  Aquella lucha tuvo etapas de auge, etapas de descenso; pero cada nueva etapa superaba la anterior, y culminó en la victoria aplastante sobre el aparato militar de los grandes intereses.

El Primero de Enero, el aparato militar de la tiranía y del imperialismo en nuestro país quedó aplastado, la Revolución victoriosa tomó el poder y el enemigo, desconcertado, requirió tiempo para reorganizarse, para rehacerse de aquella derrota.  El enemigo, naturalmente, volvería al ataque.

Una revolución es un proceso largo, muy largo a veces, que continúa por etapas.  La Revolución está ahora en la etapa en que sus enemigos, reagrupados y reorganizados, vuelven a la carga contra la Revolución. Es decir que la Revolución afronta hoy la ofensiva del imperialismo y de la reacción, que están a la ofensiva.

Una Revolución que afronta la ofensiva del imperialismo

Todos nosotros debemos saber cómo es el proceso a fin de comprenderlo perfectamente bien.  Esa ofensiva proseguirá, se hará cada día más intensa; volveremos a caer en etapas de lucha, pero vendrá también una nueva etapa victoriosa.  Es decir que ellos ahora ensayan sus fuerzas, atacan desde distintos ángulos, prueban sus recursos, movilizan todos los medios posibles.  Se encuentran, naturalmente, no ya al movimiento revolucionario incipiente de los primeros meses de la lucha contra la tiranía; se encuentran, no ya a un grupo de hombres.  No es, por supuesto, el enemigo contrarrevolucionario más débil de lo que fuera la tiranía; el enemigo contrarrevolucionario es más poderoso de lo que fuera la tiranía.

¿Por qué?  Porque agrupa a los derrotados por la Revolución en la etapa de lucha contra el aparato militar; agrupa los intereses afectados por la Revolución, nacionales y extranjeros; agrupa los resentidos; agrupa la peor escoria social; agrupa todos los viciosos, todos los corrompidos, todos los inmorales, todos los egoístas, todos los sinvergüenzas, todos los vendepatrias; agrupa a todos los asesinos; agrupa a todos los torturadores; agrupa a todos los confidentes; agrupa a todos los explotadores; agrupa a los traidores; y agrupa, además, sobre todo —y digo sobre todo porque sin eso la contrarrevolución no sería absolutamente nada— agrupa, como dirigentes y como fuerza fundamental, los poderosos intereses del imperialismo yanki.  Y no solo eso:  agrupa a la reacción internacional de América Latina y agrupa, contra la Revolución Cubana, como agrupa contra todas las revoluciones justas, a la reacción colonialista e imperialista de todo el mundo.

Por eso, por eso la contrarrevolución es más poderosa de lo que fuera la tiranía.  Pero, la Revolución, como decíamos, no es ya el pequeño grupo de los primeros meses, el movimiento incipiente, el puñadito de rifles con que se mantuvo en alto durante más de un año la bandera de la Revolución, en aquellos días en que no se le ocurría alzarse a nadie; porque era curioso: a nadie se le ocurría alzarse; a nadie se le ocurría empuñar un arma; todos daban por descontado que era imposible luchar contra un ejército.

Y los que iniciamos la lucha revolucionaria, cuando en el mundo prácticamente se creía que aquello era un absurdo, cuando esas ínfulas de guerreros no la padecían ciertas gentes, y tuvimos que mantenernos solos, absolutamente solos, un puñado de hombres.

No somos, por supuesto, hoy, lo que éramos entonces. ¡La Revolución es también hoy mucho más poderosa de lo que fue nunca, la Revolución tiene también hoy muchas más armas de las que tuvo nunca!, mucha más experiencia de la que tuvo nunca, y mucha más organización de la que tuvo nunca.  La Revolución no agrupa un puñado de hombres; la Revolución agrupa lo mejor y lo más honesto y lo más patriota de nuestro pueblo; la Revolución agrupa hoy lo bueno de nuestro pueblo, todo lo generoso de nuestro pueblo, todo lo honesto de nuestro pueblo, todos los ciudadanos desinteresados de nuestro pueblo, todos los hombres y mujeres con espíritu de lucha y de sacrificio, todos los hombres y mujeres con ideal en nuestro pueblo, todos los hombres y mujeres con conciencia revolucionaria de nuestro pueblo.

Y así como la contrarrevolución agrupa la canalla, agrupa a los gangsters, agrupa a los cobardes, agrupa a los asesinos, agrupa a los corrompidos, agrupa a los torturadores, agrupa a los explotadores, agrupa a los mercenarios, agrupa a los traidores y vendepatria; la Revolución agrupa a lo mejor de la patria y con lo mejor de la patria se dispone a librar cuantas batallas sean necesarias en cada una de las etapas de la Revolución.

Es decir, ¡una contrarrevolución fortalecida por el aglutinamiento de poderosos intereses extranjeros se enfrenta a una revolución fortalecida por la agrupación del pueblo y el apoyo solidario de todos los pueblos del mundo y de todos los gobiernos antimperialistas y anticolonialistas del mundo!

***

¡A ver si se acaban de convencer!  Porque si no se convencen, ¡allá ellos!, de que no se puede estar jugando a la guerra con la Revolución y que la historia del “huevo de Colón” no se va a repetir aquí, porque en definitiva para hacer guerrillitas hay que estar luchando con los campesinos contra los explotadores, pero esto de hacer guerrillas apoyados en los explotadores y los monopolios extranjeros contra los campesinos, nada más se les ocurre a... al imperialismo nada más se le ocurre eso, exclusivamente nada más que al imperialismo embrutecido y cada día más bruto se le ocurre eso.

Por eso, esperamos que aprendan algo, y por eso decíamos que estas son escaramuzas, ¡escaramuzas!  ¿Quiere decir que desaparezcan los hechos de terrorismo y de sabotaje?  ¡No!, es posible que aumenten; es posible, a mayor cantidad de recursos, a mayor asistencia, a mayor apoyo del imperialismo, movilizando toda su escoria de decenas de miles de gangsters y de criminales, movilizando sus millones y millones de dólares, facilitándoles explosivos, facilitándoles medios para hacer los sabotajes; es decir que tendrá su auge, pero tendrán también su declive.

Lo tendrán en la misma medida en que la ofensiva imperialista, meses más tarde o más temprano sufra un rudo golpe y un golpe decisivo, que al menos los obligue a esperar otra etapa, porque no quiere decir que tendremos que soportar una sola ofensiva imperialista. Tendremos que soportar muchas ofensivas imperialistas en nuestro país, cada vez con distintos métodos, con distintas tácticas; ahora están ensayando sus grupitos de contrarrevolucionarios, sus grupos de mercenarios.

Les hemos hecho difícil la agresión directa, hemos advertido al mundo contra una autoprovocación y les hemos ido poniendo difícil la intervención directa; por eso ellos se hacen ilusiones y es bueno que se las hagan y estén ahora en una etapa de ensayo con elementos mercenarios y contrarrevolucionarios, en vez de emplear directamente sus fuerzas regulares, porque esto además los sitúa en una posición harto difícil, ya que al Pentágono, si nos ataca, lo que le va a caer arriba no son precisamente merengues.

Por eso, al hacérseles más difícil la agresión directa están acudiendo al empleo masivo de elementos mercenarios, están acudiendo al terrorismo y están acudiendo a los gobiernos títeres como el de Guatemala y están acudiendo al entrenamiento de expediciones como las que realizaron en Guatemala para aplastar allí al movimiento revolucionario.

Así que la situación es esa, continuarán brindándoles un apoyo cada vez mayor y más recursos a los terroristas y los terroristas, por eso, envalentonados, ayer mismo en dos cines de la capital pusieron dos petardos y hoy, en la madrugada pusieron una bomba en una de las tuberías maestra de la capital.

Es decir que se intensificarán esas actividades acompañadas del auge general de la ofensiva imperialista, que solo iniciará su declive cuando sus fuerzas centrales sean lanzadas al ataque y reciban un tremendo golpe y cuando además el pueblo, la organización civil del pueblo, se mejore y se adelante; porque estamos organizando militarmente al pueblo en las milicias, en los batallones de combate, bien, hay que organizar civilmente al pueblo, en los comités de vigilancia colectiva, o en los Comités de Defensa de la Revolución.

Es decir, la defensa civil de la Revolución, ¡la defensa civil de la Revolución! para vigilar a los contrarrevolucionarios, para reprimir sus actividades y para estar preparados en caso de lucha, cumplir la misión que corresponde a esos comités que deben estar organizados manzana por manzana, barrio por barrio, ciudad por ciudad, y campo por campo, no solo milicias, es decir que hay que ir trabajando en la elaboración de los reglamentos para la formación y la organización de los Comités de Defensa de la Revolución para que todo el pueblo participe en esta su batalla por su liberación y por su triunfo.

Pero, ¿el auge del terrorismo significa que el pueblo se vaya a acobardar? ¡No!  En esos dos cines lo que el pueblo hizo fue quedarse allí y gritar:  “¡Paredón, paredón, paredón!” ¿Quiere decir eso que el pueblo no va a salir a la calle?  ¡No!  El pueblo va a seguir paseando, el pueblo va a seguir yendo a las playas; va a seguir yendo al cine; va a seguir yendo a todas partes.

Y con el pueblo, con el pueblo nosotros; seguiremos yendo a todas partes; seguiremos por todas partes, y seguiremos reuniéndonos con el pueblo en todas partes, sencillamente, porque no les tememos a los contrarrevolucionarios, no le tememos al imperialismo y no les tememos a las manos asesinas del imperialismo que están tratando de fomentar la perturbación y el terror.

El terror se lo dejamos a ellos, es decir, su terror a la Revolución Cubana, su miedo a la Revolución Cubana. Ese se lo dejamos a ellos, y nosotros seguiremos haciendo revolución; satisfechos de estar haciendo revolución, y decididos a seguir haciendo revolución hasta que sea necesario hacer revolución, sin perder la calma.  ¡Que la calma la pierdan ellos!

¿Qué quieren?  ¿Pintarnos de crueles?  Pues están equivocados; no nos van a pintar de crueles, todavía nadie le ha dado una galleta, ni le va a dar una galleta a ningún detenido; no.  Nosotros no vamos a abandonar nuestros métodos civilizados; nosotros podremos siempre, en cualquier lugar del mundo donde nos paremos, decir que nuestra policía y nuestro ejército y nuestras autoridades les pueden dar grandes lecciones de civismo y de respeto humano a la policía y a las fuerzas represivas del imperialismo.  Es decir que siempre con nuestra moral en alto.

Cuarteles convertidos en centros escolares

No vamos a hablar de otros campos, porque hoy estamos reunidos aquí para tratar sobre la educación, pero véase lo que se ha hecho ya. Ya no queda apenas un cuartel grande que no esté convertido en un gran centro escolar; ya en Ciudad Libertad tenemos miles de niños, y allí, en el edificio del estado mayor, el Ministerio de Educación, y 2 000 plazas para becados universitarios de familias pobres, que empezarán a funcionar de un momento a otro; el cuartel Moncada, convertido en ciudad escolar; el cuartel de Holguín, del regimiento de Holguín, convertido en ciudad escolar; el cuartel del regimiento de Camagüey, convertido en ciudad escolar; el cuartel del regimiento de Santa Clara, convirtiéndose en ciudad escolar; el cuartel Goicuría, convertido en centro escolar, y el otro cuartel nuevo que hicieron no está convertido en ciudad escolar porque estamos allí entrenando a jefes de milicias; el de La Habana, porque estamos entrenando a las milicias, pero el de Pinar del Río también está siendo convertido ya en ciudad escolar.

Nos quedan entonces solamente dos grandes fortalezas... y Ciudad Libertad, por supuesto, y La Cabaña pronto estará convertida también en un gran centro de educación.  Nos quedan dos, la de Matanzas y la de La Habana, porque estamos empleándolas en la preparación de las milicias.

Algunos vieron, en los meses de verano, que había soldados en la escuela tecnológica de Rancho Boyeros, y de Matanzas, y de Holguín.  ¿Era que nosotros estábamos convirtiendo en cuarteles algunas escuelas? No, eran los batallones de trabajo, que estaban pasando un curso de tres meses en esos centros tecnológicos y que ya están construyéndoles casas a los campesinos.  Por eso ustedes pasaban por algunos de esos sitios y veían allí algún centinela rebelde, porque pasaron un curso de tres meses.

Y desde luego, eso es algo:  que en algo más de un año se hayan convertido las fortalezas y muchos cuarteles en escuelas; que se haya creado una imprenta nacional, que puedan imprimirse millones de libros que se vendan a 20, 25 y 30 centavos; que se estén construyendo centenares de centros escolares; que se hayan establecido 10 000 aulas; que se haya hecho una gran reforma de enseñanza; que se vaya a establecer una secundaria básica en cada municipio; que se vayan a crear numerosas escuelas tecnológicas, es algo. Por lo menos algo que en 50 años, en 58 años, no se había hecho y que la Revolución lo ha hecho en algo más de un año. Ahí están los hechos.

Por mucho que les duela a los enemigos de la Revolución, va a ser muy difícil quemar esos libros que estamos imprimiendo, va a ser muy difícil destruir esa Imprenta Nacional, para volver a editar “La Marina”, y todos aquellos periódicos amarillos y mercenarios; va a ser muy difícil destruir los centros escolares que estamos haciendo; va a ser muy difícil convertir otra vez en fortalezas esas escuelas; va a ser muy difícil embrutecer a los hombres y a los niños que estamos enseñando; va a ser muy difícil suprimir las 10 000 aulas que hemos creado; va a ser muy difícil quitarles a los guajiros, allá en sus montañas, los maestros que les hemos mandado, para mandarles allí a un bolitero, para mandarles allí un jugador de dados, para mandarles allí un explotador cualquiera; va a ser muy difícil quitarles a los guajiros la tierra, obligarlos a pagar otra vez renta, obligarlos a pagar el 20% ó 30% de su cosecha; quitarles, además, en el mercado una parte de su precio; destruirles sus cooperativas, destruirles sus pueblos; devolverles al trust eléctrico y al trust telefónico, o al trust petrolero las fábricas y las refinerías que el país ha nacionalizado.

¡Muy difícil!  Eso es muy difícil, tan difícil que es imposible, porque ese es uno de los pocos imposibles que existen de verdad en el mundo:  eso de hacer retroceder a un pueblo que ha avanzado como ha avanzado el pueblo nuestro.

Acabar con el analfabetismo

Eso es lo que hemos logrado en educación. Es algo, pero todavía nos falta. El logro más grande tenemos que obtenerlo el próximo año. ¿Por qué el próximo año ya nos podemos proponer acabar con el analfabetismo? Pues porque tenemos muchos miles más de maestros trabajando; porque tenemos Imprenta Nacional; porque tenemos más organización.

No podíamos haber aspirado a eso el año pasado sin Imprenta Nacional.  No teníamos ni donde imprimirle las cartillas, no teníamos los maestros.  Ahora sí.  Ahora tenemos que proponernos ganar la batalla contra el analfabetismo en un año. Dicen que es muy difícil, pero nosotros creemos que no, que eso sí que lo podemos lograr. ¿Cómo? Convirtiéndose todo el mundo en un maestro, todo el que sepa leer y escribir.

Todos nosotros tenemos que enseñar a alguien, ¡todos nosotros! ¿Somos maestros todos? No. Pero nos explican cómo se maneja una cartilla, y cómo se enseña a leer y escribir, y enseñamos a cualquiera. Yo me atrevo a enseñar a uno a leer y a escribir.

Así que convirtiéndonos cada uno de nosotros en un maestro, con una cartilla, y anotando, para que se guarde en algún archivo, las personas que uno enseñó a leer y a escribir... Ahora, ese trabajo tiene que estar centralizado en ustedes, en los consejos municipales de educación. Hoy se clausura el congreso; se van a ir muy contentos para la casa, pero acuérdense de que el año que viene tienen que rendir cuentas de lo que han hecho en el Año de la Educación. 

¿Qué debemos hacer? Volver al pueblo y reunir a todas las personas que quieran ayudar al plan: los sindicatos obreros, las asociaciones campesinas, las instituciones culturales, todo el que quiera, hasta un latifundista de esos que la Revolución le quitó la tierra, si quiere ayudar, le dicen que sí, que venga, que nosotros le aceptamos que haga algo útil por el pueblo... si es que hay alguno por ahí, si es que hay alguno.

Pero, bueno, les quiero decir que ustedes van; todas las organizaciones profesionales, alrededor del núcleo de maestros y de pedagogos, los sindicatos, asociaciones campesinas, profesionales, instituciones culturales, organizaciones revolucionarias, organizaciones municipales, federación de mujeres, jóvenes rebeldes; en fin, todas las instituciones alrededor del consejo de educación, para cumplir la tarea en el municipio.  En algunos municipios es más difícil que en otros, pero podemos ayudar a esos municipios y podemos reforzar.

Hay que movilizar también a los estudiantes, al estudiante de secundaria básica, a los estudiantes de maestros, a los estudiantes universitarios; hay que movilizar a todo el que sepa leer y escribir, y cada uno tiene una batalla que librar en el municipio.  Y el municipio que se quede con analfabetos, los responsables serán ustedes, los de la Junta de Educación de cada municipio.

Y por lo pronto, nosotros vamos a ver qué municipio es el que obtiene mayores logros. Ustedes saben que después de que una persona haya aprendido a leer y a escribir, si escribe una carta de su puño y letra a una oficina del Ministerio de Educación que vamos a organizar, se le mandará un libro de regalo, como premio. Ese libro sobre historia y geografía de Cuba, y algunas nociones de historia y geografía del mundo, bien explicada, de manera sencilla, que lo pueda comprender cualquier hombre o mujer del pueblo.

No debe quedar un solo analfabeto en Cuba

Ustedes no se desanimen:  hay que convertir la educación en una virtud, y la ignorancia en un vicio; hay que hacer avergonzarse de no saber leer y escribir a todo el que no sepa leer ni escribir, sobre todo, después que le vamos a dar la oportunidad a todo el mundo.  Y que sea un vicio y un defecto de los más condenables, de los más tristes y de los más penosos, el no saber leer ni escribir.  Porque mientras haya ciudadanos que no sepan leer ni escribir, y vivan tan contentos de ser ignorantes, siempre habrá dificultades.

Pero hay que crear una conciencia revolucionaria, y hay que crearle a cada ciudadano la conciencia de que no saber leer ni escribir es una vergüenza, y que el que no sepa leer ni escribir tendrá que caminar con la cabeza baja, porque será víctima de un defecto de los más despreciables.  Hay que crear esa conciencia para que nadie se quede sin saber leer ni escribir.  Es un crimen que la riqueza acumulada por la humanidad a través de sus mejores inteligencias, se pierda para millones de seres, para más de un millón, casi dos millones de cubanos, se pierda todo ese caudal inmenso de la cultura acumulada por el hombre a lo largo de la historia.  Quien sepa leer y escribir y tenga en su casa una biblioteca tiene un tesoro, y se puede considerar mucho más feliz que esos que acumulan no tesoros de verdades ni tesoros de inteligencia, sino tesoros de dinero, tesoros de riqueza egoísta.  Cualquier hombre tiene al alcance de su mano aquella oportunidad.

Convirtamos la ignorancia en un vicio. Convirtamos la ignorancia, es decir, el concepto de la ignorancia convirtámoslo en un defecto, y en un deshonor para cada ciudadano, a fin de que no quede uno solo que no se interese por saber leer y escribir, sea joven o sea viejo, tenga 12 o tenga 80 años.  Si no sabe leer ni escribir, hay que tener paciencia para enseñarlo a leer y a escribir.

La cuestión es que el año que viene, el 31 de diciembre del año que viene, no debe quedar un solo analfabeto en Cuba. Ustedes tienen esa responsabilidad.  Así que ya tienen trabajo para lo que falta de este año y para todo el año que viene completo. Movilicen, organicen, reúnan a todos los que puedan ayudarles, y vamos a realizar esa gran cruzada.

En el ministerio ya están confeccionando las cartillas y los planes para preparar maestros, es decir, las instrucciones para que cualquier persona sepa emplear esa cartilla de alfabetizar.

Yo quiero solo saber si ustedes creen que podemos en el año 1961 ganar la gran batalla de la cultura. Y si ustedes se comprometen, si ustedes se comprometen a realizar esa tarea.  Bueno, todo el pueblo de Cuba es testigo de la promesa que han hecho.

Solo me resta decirles que ustedes son el gran ejército de la educación de nuestro país, y que tienen por delante una gran batalla. Que la libren con éxito es lo que les deseamos; que nos cuenten a nosotros entre los que estamos dispuestos a trabajar en esa campaña; que el pueblo de Cuba sabrá premiarles a los maestros, lo que los maestros están haciendo hoy por el pueblo.

¡Y un recuerdo para el Padre de la Patria, para Carlos Manuel de Céspedes, a quien hoy los maestros le han rendido el mejor homenaje!

 

Cuba
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