Pedro de la Hoz - Granma.- El IV Coloquio Internacional de Estudios sobre Culturas Originarias de América es auspiciado por la Casa de las Américas, y en esta oportunidad canalizado por vías digitales debido a las restricciones impuestas por la pandemia del nuevo coronavirus.


La violación de los derechos de los pueblos aborígenes del continente por parte de corporaciones mineras e industriales de países desarrollados, fue denunciada en el IV Coloquio Internacional de Estudios sobre Culturas Originarias  de América, que desde La Habana propicia análisis e intercambios de activistas, investigadores y representantes de Bolivia, Canadá, Chile, Colombia, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México, Perú y Cuba, en jornadas que se extenderán hasta el viernes 16.

Auspiciado por la Casa de las Américas, y en esta oportunidad canalizado por vías digitales debido a las restricciones impuestas por la pandemia del nuevo coronavirus, el evento ha puesto en el centro de la agenda los efectos perniciosos del extractivismo sobre las comunidades originarias.

En realidad, el saqueo de las riquezas del subsuelo comenzó con el proceso de conquista y colonización hace más de cinco siglos, el cual se ha agravado a medida que se ha venido imponiendo la doctrina neoliberal. Al respecto vale una sentencia de Eduardo Galeano: «Los latinoamericanos somos pobres porque es rico el suelo que pisamos».

Al intervenir en el coloquio, el guatemalteco Francisco Calí Tzay, de la comunidad maya-caqchiquel, quien se desempeña como relator especial de la onu sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, expuso cómo en varios países apreciables cantidades de pobladores originarios han sido desplazadas luego de la llegada a sus tierras de empresas extractivas.

Llamó la atención acerca de la migración hacia centros urbanos, donde jóvenes que han perdido la posibilidad de hallar sustento en sus tierras de origen sobreviven en condiciones precarias. Este fenómeno se ha agudizado en los últimos meses a consecuencia de la pandemia.

Calí Tzay recordó la vigencia del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y su carácter vinculante, por lo que tanto los estados, como el sector empresarial, están en la obligación de cumplir con las normas y consultas establecidas para la inversión en zonas pertenecientes a las comunidades de los pueblos originarios.

En las palabras que dejaron abierto el coloquio, Jaime Gómez Triana, vicepresidente de la Casa de las Américas y director del Programa de Estudio de las Culturas Originarias, remarcó la importancia de dilucidar los problemas relacionados con el extractivismo  y los posicionamientos, cosmovisiones, paradigmas emancipatorios, activismos, liderazgos, expresiones artísticas y estrategias de comunicación, y reclamó apoyo para las denuncias y acciones que enfrenten la implementación de modelos desarrollistas  estandarizados contra la reproducción de la vida de las comunidades indígenas en sus territorios originarios, que conducen al despojo de lenguas, saberes, expresiones culturales y, por tanto, rasgos identitarios.

En la medida en que ello penetre en la conciencia política y cultural de los habitantes del continente, la consolidación de una Abya Yala –nombre reivindicado por los pueblos indígenas para renombrar a las Américas– será más resistente y combativa.

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