Prensa Latina.- Cuba celebra cada 20 de octubre el día de la Cultura Cubana en recordación al inicio de las luchas independentistas y a la creacion del Himno Nacional.


Habana D' Primera invita a bailar en Día de la Cultura de Cuba

La Habana, 20 oct (Prensa Latina) Capaz de transmitir en cada una de sus canciones una sensación electrizante, la agrupación Habana D' Primera invita a bailar hoy con un concierto online dedicado al Día de la Cultura de Cuba.

El conjunto, que lleva el sello de calidad impregnado en cada nota, hace gala de su sonoridad y rinde tributo a la efemérides, en el 152 aniversario de la primera vez que se cantó el Himno Nacional de la isla.

El grupo liderado por el instrumentista y cantante Alexander Abreu, pone sobre el escenario los ritmos de la mayor de las Antillas, con creaciones inéditas y otras, devenidas en clásicos del son, la salsa y la timba cubana.

El recital de este martes, marca una continuidad en su compromiso con la defensa de la creación artística en la nación caribeña, en el marco de los festejos por el Día de la cultura nacional y fomenta el apoyo a las medidas implementadas en Cuba para frenar el paso de la Covid-19.

Luego de 13 años de fundado, el grupo no deja de sorprender y recientemente conmovió a sus seguidores con el estreno de la canción Raza, producida junto al conjunto Osaín del Monte y devenida canto por la equidad, el fin de la segregación y la violencia racial.

En su afán de mantener la temperatura desde las cuerdas vocales hasta los pies y desinhibir hasta al más tímido, el trompetista anunció recientemente el lanzamiento del disco Será que se acabó, a cargo de los estudios de Producciones Abdala y la compañía catalana Páfata, que rende homenaje a destacados exponentes del son en Cuba.

La placa, que cuenta con el diseño visual de Raúl Muñoz y Gabriel Dávalos, incluye una veintena de clásicos de la música cubana como Una aventura loca, Boliviana, El águila, Son para un chabacano, Lo que siento es un le lo ley, Nube pasajera, Pura imagen, El baile del buey cansao, Échale limón, entre otras.

El álbum continúa el camino trazado por el fonograma A romper el coco (2019), realizado junto a Alain Pérez y Mayito Rivera, el cual rescata el legado de los soneros en la música cubana con el homenaje a famosas alineaciones como el Conjunto Casino, Arsenio Rodríguez, la Sonora Matancera y Son 14.

La combinación de una sonoridad auténtica que defiende lo mejor de la música cubana y letras bien estructuradas, que hablan de historia, tradición, amor y batallas, no pasan desapercibidas en el pentagrama de la nación caribeña y el mundo.

Es por ello que recibió el respaldo del pueblo e instituciones culturales de la isla, ante la maniobra de descrédito y acusaciones sin fundamento, lanzadas en su contra como parte de una campaña dirigida a artistas e intelectuales, con financiamiento de los Estados Unidos.

 

20 de Octubre, razones de un acto de fe

Amador Hernández Hernández - Granma

Cuando el 10 de octubre de 1868 Carlos Manuel de Céspedes desató el nudo de la esclavitud, comenzaría a desbrozarse el largo camino hacia la independencia definitiva. El suceso emancipador constituyó la consolidación de un sentimiento de nacionalidad, que venía forjándose ya desde los finales del siglo XVIII bajo la tutela de la Sociedad Económica de Amigos del País y su publicación El Papel Periódico de La Habana, la cual había logrado nuclear en sus páginas lo mejor del pensamiento iluminista de filósofos, economistas, científicos y pedagogos de alto reconocimiento social e histórico, residentes en la Isla de Cuba.

Junto al batallar de los Caballero (José Agustín y José de la Luz) por dotar a la escuela de los textos y métodos escolares más modernos para su época; a la labor persuasiva de Arango y Parreño por insertarnos en el mercado que enlazaba a Europa con los Estado Unidos y liberarnos de ese modo de la tiranía comercial española y de la esclavitud como base de toda la producción; a los sólidos argumentos expuestos por José Antonio Saco contra los que preconizaban el anexionismo como vía para separarnos del coloniaje español; junto a la obra llevada adelante por el presbítero Varela para hacer realidad el ideal de independencia, lucha armada mediante, y la reafirmación identitaria de cubanos forjados en el libre pensamiento; el sentimiento de nacionalidad encontró cabida asimismo en los dolientes versos de José María Heredia, en las plegarias líricas de Plácido, en el verso robusto de la Avellaneda, en las décimas ‘cubanísimas’ de Fornaris y el Cucalambé, en el remanso trovadoresco del futuro Padre de la Patria, así como en las revelaciones crudas y acusadoras de los males del esclavismo contadas por los mejores novelistas del XIX, a lo que se le sumaba entonces «el planazo descolonizador» de La Demajagua, salido del puño férreo de un hombre de acción volcánica.

No fue el Grito de Yara una bravata para zarandear el dominio despótico ibérico, para que admitiera como buenas las reformas demandadas, por años, por los criollos; fue el inicio de un proyecto madurado en la urgencia del momento y apuntalado en su espíritu de cubanía total en medio de la manigua redentora. Y fue decisivo ese proyecto ante la primera debacle militar, pues la convicción de Céspedes de que bastaban doce hombreas para hacer la independencia, constituyó el fuelle alentador para no cejar en el empeño de la epopeya; estaba en juego el más luminoso de los senderos patrios hilvanados hasta ese momento.

Cierto, la fatigosa contienda hubiese dado al traste con las aspiraciones de miles de combatientes si ante el Pacto del Zanjón no hubiera tronado el grito de protesta del gigante de bronce en los Mangos de Baraguá. La protesta dejó abierto el reinicio de la Revolución en la batalla incesante de aquel hombre que había nacido sin sol un 28 de enero. El Apóstol, el hombre nuevo, –que reflexionó en la amenaza que significaba el miedo a la raza negra, en el sentimiento español enraizado a ultranza en los cubanos canijos, en el sectarismo ingenuo de los veteranos de la Guerra Grande, en la visión aldeana de los acomodados y en los prejuicios imperiales sobre el sacrificio enorme de los cubanos, que renunciaron a sus fortunas y bienestar económico en pos de la Patria bajo la persuasión de que no se mendigaría más, sino que se conquistaría con el filo del machete en lo más oscuro de la manigua redentora–, hubo de librar una cruzada titánica a favor de mancomunar todos los esfuerzos y poner «alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: Con todos y para el bien de todos».

La obra que los grandes pensadores y próceres forjaron al llamado glorioso del himno nacional, nacido sobre la montura de un corcel de guerra, y bajo el ala del pabellón tricolor, se multiplicó en los versos armoniosos de los poetas de la guerra, escritos a la sombra de las estrellas o de la fronda de las guásimas y en los gritos sangrientos por conquistar toda la justicia.Fue esa obra fundacional (voluntades de muchos), la que salvó a la naciente república, en los albores del siglo pasado, del «yanquilismo infantil» y de toda la podredumbre moral gracias al empuje de esa cultura de resistencia que nos viene, más cerca en el tiempo, de espíritus ilustres como Villena, Mella, Pablo de la Torriente, Antonio Guiteras, Guillén, Marinello, Carpentier, Lezama y el compañero Fidel como líder indiscutible de un período de exacerbación revolucionaria, que trajo para los cubanos la oportunidad de aprehenderse de una dignidad irrebatible.

Sigue siendo esa cultura de la resistencia –la que se fraguó en el melodioso abanico del mestizaje cuando el sudor y la sangre del esclavo, arrancado de a cuajo de su África Subsahariana y lanzado como sacos de carbón a los barracones, resistió todos los embates de la deculturación y preservaron con celo su patrimonio espiritual traído desde las profundidades de la selva para dotar definitivamente a la isla antillana de su color nacional–la que nos sirve como escudo de salvaguarda de la nación ante los peligros de este mundo apocalíptico, apoyada en la obra meritoria de artistas e intelectuales de la vanguardia, difundida dentro y fuera de la isla.

Razones sobran para que el festejo por el Día de la Cultura Nacional siga siendo un acto de fe de todos los cubanos.

El canto redentor

El himno de todos, ayer el de Bayamo, hoy Himno Nacional, siempre tendrá el mayor reconocimiento en el pueblo que lo canta con la cabeza descubierta y la garganta encendida; porque con él declara sus principios, entona su cultura, afirma su soberanía

Mailenys Oliva Ferrales - Granma

De las fechas telúricas que fundaron la nación, la del 20 de octubre de 1868 elevó el alma cubana en la épica del canto, cuando en un estallido de emociones se conoció la letra de un himno, como un clarín. Fruto del espíritu independentista, La Bayamesa emergió, dijo Martí, en «la hora más bella y solemne de la patria».

Tras derrotar a los españoles, los hombres de Céspedes entraban a Bayamo, primera ciudad libre de la Cuba alzada, y en la Plaza Parroquial Mayor, Perucho Figueredo, desde el caballo, puso la letra de la marcha en la voz del pueblo que lo rodeaba.  «No habrá pluma que pueda describir el delirio, la emoción de aquel hombre y aquel pueblo que le oía e imitaba», relató su hija Candelaria.

Pero el canto que nos identifica, que nos enorgullece dentro y fuera de la Isla, y que no admite susurros sin honras, porque es símbolo y esencia de la independencia conquistada, encierra otros detalles, a veces eclipsados por la leyenda alrededor del día 20.

Por ejemplo, el himno fue encargado por el patriota Francisco Maceo Osorio a Perucho, el 2 de agosto de 1867, y 12 días después, el autor bayamés tocó al piano, en su casa, la música de la Marsellesa nuestra, en una reunión del Comité Revolucionario.

El estreno público aconteció al celebrarse en la villa el Corpus Christi, el 11 de junio de 1868, en la iglesia Parroquial Mayor, y se repitió una segunda vez el Día de Santa Cristina cuando, en un golpe de audacia, hicieron acompañar con la melodía patriótica, desde su residencia a la Sociedad Filarmónica, al propio teniente gobernador Julián Udaeta, quien sospechaba de tales acordes.

Pero fue más hermoso y redentor cuando el canto –justo el día de la primera gran victoria militar y moral de los cubanos– cobró vida como marcha insurgente al convocar: ¡Al combate corred, bayameses, que la Patria os contempla orgullosa!...

Sobre el Himno de Bayamo hay muchas pinceladas para contar, como el aporte que a la melodía hiciera la bayamesa Isabel, esposa de Perucho, o las más de 20 versiones surgidas tras la desaparición de la partitura original, con el incendio de Bayamo, en enero de 1869, o sus reproducciones en el periódico Patria, de la mano del Apóstol, como máxima expresión de respeto a un canto de guerra, cuya condición de símbolo patrio no se reconoció hasta el 5 de noviembre de 1900, en la Asamblea Constituyente de la época.

Sin embargo, el himno de todos, ayer el de Bayamo, hoy Himno Nacional, siempre tendrá el mayor reconocimiento en el pueblo que lo canta con la cabeza descubierta y la garganta encendida; porque con él declara sus principios, entona su cultura, afirma su soberanía.

 

Convocan a tuitazo el próximo 20 de octubre por Día de la Cultura Cubana

La acción comenzará a las 10:00, hora local, y se desarrollará durante todo el día a través de la red social Twitter y con las etiquetas #LaTierraDeMisAmores #ConLaMismaEstrella y #ElMambí

Juventud Rebelde.- Este sábado el Ministerio de Cultura de Cuba convocó a un tuitazo masivo el 20 de octubre, fecha en que en Cuba se celebra Día de la Cultura Nacional, conmemorando la primera vez que se entonó el Himno Nacional.

La acción comenzará a las 10:00, hora local, y se desarrollará durante todo el día a través de la red social Twitter y con las etiquetas #LaTierraDeMisAmores #ConLaMismaEstrella y #ElMambí, refiere la agencia Prensa Latina.

Cada 20 de octubre, en la isla intelectuales y creadores de las diversas manifestaciones artísticas celebran el Día de la Cultura Cubana, recordando el hecho histórico acontecido en igual fecha de 1868 a pocos días de iniciadas las luchas por la independencia de Cuba, y al autor de la pieza, Pedro Figueredo, quien la compuso en la ciudad de Bayamo, ubicada en la oriental provincia de Granma.

Este año el Día de la Cultura Nacional estará dedicado a cuatro personalidades: Alicia Alonso, por el centenario de su nacimiento; a la diva del Buena Vista Social Club, Omara Portuondo, por su 90 cumpleaños; al Premio Nacional de Artes Plásticas (1997) Alfredo Sosabravo, que también arriba a nueve décadas de vida, y a Elpidio Valdés, el dibujo animado creado hace 50 años por el caricaturista Juan Padrón.

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