Cuba Hoy.- La prensa cubana heredera de la brújula de Martí y de las ideas de Fidel Castro fue concebida para el pueblo, caracterizada por acompañar las causas más noble en cualquier lugar del mundo. En el día en que los periodistas cubanos celebran sus día, también ratifican su compromiso con una prensa del pueblo, prensa de verdad


La prensa cubana con la pluma como único sable

CubaSí

El Periódico Patria de Martí, es luz y guía para quienes han escogido la pluma en la defensa de Cuba. A partir de la década del 90, adquiere otra connotación al celebrarse, en homenaje a esta importante publicación, cada 14 de marzo el día de la prensa.

Surgido en un contexto diferente, en sus páginas se plasmó los motivos por los que la Isla debía alcanzar su soberanía, además de mostrar los preparativos de la guerra, aunar voluntades y fundir las ideas de Martí. Aunque distante en el tiempo, sus preceptos y legado para el gremio periodístico, se mantienen vigentes.

La prensa cubana heredera de la brújula de Martí y de las ideas de Fidel Castro fue concebida para el pueblo, caracterizada por acompañar las causas más nobles en cualquier lugar del mundo.

En su ejercicio diario, se enfrenta a grandes emporios mediáticos que han visto en la comunicación el instrumento más apropiado para crear desequilibrio en nuestro pueblo y deteriorar el apoyo social a la Revolución y al Partido Comunista de Cuba. Otro complemento fundamental lo ocupan las redes sociales, con un lenguaje y visualidad seductora, ávida de devorar a las futuras generaciones en los que delegamos la continuidad.  El mundo de Internet, ha dado muestras suficientes, que en ocasiones, puede crear mentiras, manipulación y odio para desestabilizar, profundizar procesos disociadores, apolíticos y enajenantes.

En estos tiempos difíciles, ante la COVID19, hoy se enfrenta además, a la infomedia masiva, nuevo término acuñado por la Organización Mundial de Salud como «una cantidad excesiva de información ‒en algunos casos correcta, en otros no‒ que dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna cuando las necesitan».

Son muchos los molinos a los que se enfrenta el gremio con la pluma como único sable. Martí decía que el periodista es como un soldado, ¿pero qué defendemos en nuestro tiempo?

La prensa cubana defiende, desde el primero de enero de 1959, el proceso revolucionario, pero en este 2021 se encamina a la defensa de un Proyecto de independencia y de soberanía, que no solo es de supervivencia, sino también de desarrollo al que denominamos Tarea Ordenamiento.

Defiende la voluntad y desvelo de los médicos y científicos cubanos en la lucha por erradicar la COVID19 y para ello ha estado enfocada en la búsqueda de historias de vida, de alertar a la población sobre la enfermedad, las formas de contagio y mostrando cuánto se hace diariamente desde cada sector para enfrentar la pandemia.

Defiende la necesidad de acercar la agenda mediática a la agenda pública, representar en los medios las problemáticas que vive la Isla y adentrarse en sus causas. Lograr una mayor presencia en las redes sociales, apropiarnos de su lenguaje y herramientas para hacer el contenido más novedoso e interactivo.

Defiende la verdad, su cometido de encaminar, explicar, enseñar, examinar los conflictos y proponer soluciones; afiliada a los principios y valores revolucionarios para la defensa de nuestra nación.

 

Periodismo en Cuba: Tres años, un siglo

Ricardo Ronquillo

Cubadebate

El tiempo puede medirse de formas diversas: por el paso de los segundos, las horas o los días, o por el alcance de los acontecimientos. Cuántos no sentimos, a veces, la sensación de que a nuestro alrededor todo parece detenido, estático, anclado en una pesada eternidad. Otras veces la sensación es contraria, en lapsos pequeños suceden impulsos dramáticos.

Algo como lo anterior describe mejor lo ocurrido desde que en julio de 2018 concluyera el X Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec), evento del que recordaremos en este 2021 los tres años. En el período, más que un salto de rana —como catalogan los expertos— Cuba dio un salto 'Sotomayor' en el ámbito de la comunicación y el periodismo. En esta etapa el país entró, de lleno, en la denominada era de la convergencia.

La nación que siempre era marcada en rojo, señalada críticamente por sus niveles de conexión a la red de redes, emparejada incluso con los países más atrasados del mundo, daba un giro extraordinario, no solo desde el punto de vista tecnológico, sino en el acceso, cuyas cifras de presentes —en vez de ausentes— ya supera a la mayoría de su población.

Sería un error medir la significación de ese hecho solo en cifras, pues a lo profundo de la sociedad y sus instituciones representativas acontecía algo mayor, más relevante y sustantivo: había comenzado a derribarse una barrera, además de económico-tecnológica, sicológica, sociológica e ideológica: triunfaba la idea de que Cuba tenía que abrirse definitivamente a la modernidad, que pasa, inexorablemente, por el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

En febrero de 2017 el Consejo de Ministros aprobaba la Política Integral para el Perfeccionamiento de la Informatización de la Sociedad, en cumplimiento de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución y la Conferencia Nacional de dicha instancia política.

Adicionalmente, el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030: Propuesta de visión de la nación, ejes y sectores estratégicos, reconocía las telecomunicaciones, las tecnologías de la información y la conectividad como un sector escencial de desarrollo, con un elevado impacto para la seguridad nacional, el desarrollo socioeconómico del país y la elevación de la calidad de vida de los ciudadanos. En el año 2019 esa voluntad política y gubernamental encontraba su forma jurídica con varios instrumentos normativos.

Si nos faltaba alguna prueba de la relevancia de acelerar esa transformación, que no puede ser únicamente tecnológica, sino especialmente cultural, de cambio radical de los paradigmas de funcionamiento de la sociedad, y especialmente de sus sistemas y modelos comunicacionales, la pandemia de la COVID-19 y su crisis total acompañante se encargaría de hacerlo con todo su dramatismo. Casi ninguna institución o sistema de estas, desde la salud misma, pasando por la educación, los medios, o cualesquiera del resto de los servicios básicos, eran sorprendidos en el inicio de ese vuelo hacia la digitalización.

Como si no hubiese sufrido suficientes pruebas, el país se enfrenta, desde entonces, en medio de dicha incursión acelerada en redes, a una 'tormenta perfecta': la combinación entre la crisis universal provocada por la COVID-19, la saña de la administración Trump con sus fuertes derivaciones hacia la era de Biden, y los problemas internos, estructurales y de otra naturaleza, a los que se busca salida con una atrevida como compleja estrategia gubernamental camino a la pospandemia, que contempla las reformas monetaria, cambiaria y salarial.

Lo anterior devino pasto especial para atizar las llamas de la fragmentación, la desmovilización, la enajenación y el desaliento. Hemos llegado a este 14 de marzo de 2021 en medio de lo que un comunicado de la Unión de Periodistas llamó el inicio de la fase aguda de la batalla comunicacional contra el país.

Y como parte de esa batalla comunicacional, el intento de deslegitimar, dentro de un proyecto erosionador más ambicioso, el sistema de medios públicos, columna esencial de la construcción del consenso y la unidad en Cuba.

Un flanco muy especial de la actual contienda simbólica se dirime precisamente entre ese sistema, sofisticados laboratorios de intoxicación mediática y el ecosistema de medios privados, que crece en paralelo, con la misma intensidad y cantidad de financiamiento que ponen la derecha norteamericana e internacional en derrotar el proyecto político de la Revolución Cubana.

Por ello es insoslayable superar los problemas estructurales de nuestro sistema público de prensa, que avanza hacia su solución definitiva, como se planteó en el 1er. Festival Nacional de la Prensa, con el avance de la voluntad recogida en la nueva Constitución, la Política de Comunicación del Estado y del Gobierno.

Se trata de impulsar una sólida gestión de innovación y desarrollo, lo cual impone replanteos sistémicos en la gestión editorial, económica y tecnológica de los medios, así como en su relación con las universidades y los estudios académicos.

Como se demostró en dicho 1er. Festival, y lo prueban los centenares de proyectos periodísticos reconocidos en el sistema de premios y concursos de la Unión de Periodistas, nuestros medios tienen la posibilidad de funcionar como multiplataformas, generar espacios y contenidos que empaticen con distintos tipos de destinatarios, actuar con previsión estratégica, agilidad y fuerza analítica, construir historias en tiempo real y con honduras humanas, así como desplegar toda la batería de posibilidades que favorece el mundo digital.

Para ello, como en otros ámbitos de la vida cubana, en el sistema de medios se busca superar una cultura profesional todavía muy dependiente de las respuestas analógicas.

Como se afirmaba en el informe al último pleno del Comité Nacional de la Upec, todavía no damos la respuesta profesional adecuada a la pregunta más inquietante que nos dejó el Doctor en Ciencias de la Comunicación Social Julio García Luis, uno de los más importantes estudiosos de nuestro ámbito en el país:

¿Cómo se construyen los consensos y la hegemonía de las ideas patrióticas, socialistas y revolucionarias en el inédito contexto de la era de la convergencia? Se trata de un escenario en el que ya no podrían ser la respuesta el silencio o las réplicas tardías, porque hoy sería el camino al suicidio, no solo mediático, sino además político.

No por casualidad comienza a florecer un nuevo tipo de relación entre el sistema de instituciones públicas —incluyendo al Partido—, y el sistema de medios, que apunte a lo que Julio García Luis definió como la autorregulación responsable. El anterior solo sería un pilar, entre otros básicos, para avanzar en la construcción del nuevo modelo de prensa público para el socialismo, que planteó como objetivo esencial el X Congreso de la Upec.

El segundo pilar sería un nuevo modelo de gestión editorial, que demanda concebirse como multiplataformas, dejar atrás el empirismo y la improvisación, crear mecanismos de estudios de tendencias y de audiencias, con atención particularizada a la agenda pública.

También dejar atrás los modos discursivos propagadísticos y apuntar más a una narrativa de profundo calado humano, al análisis y el juicio razonado y de altura conceptual, al carácter cuestionador del periodismo. Todo lo anterior respaldado por las universidades y los estudios académicos.

El tercer pilar sería un nuevo modelo de gestión económica de los medios, que apunte a la coexistencia en nuestro entorno de las diversas formas reconocidas en la política: presupuestadas, presupuestadas con tratamiento especial y empresas de comunicación.

Y el cuarto pilar sería un nuevo modelo de gestión tecnológica, que no solo implica adquirir nuevas tecnologías, sino además dominar y utilizar potencialmente las que disponemos.

El sueño es saldar las deudas sistémicas del periodismo cubano del siglo XX compatibilizándolas con las modernizadoras del XXI. Porque cambiar la prensa, como consideraba Julio García Luis, no resuelve los problemas del socialismo, pero sin hacerlo este no sería nunca tan pleno, democrático, próspero y participativo como lo hemos proyectado.

Por el tipo de valores y propósitos liberadores que animan el proyecto socialista del país y por la tradición de la que es heredero el periodismo revolucionario nuestro, podemos construir un modelo público de prensa referencial, que forme parte de los mecanismos de control popular, y no de dominio y manipulación de los grandes grupos económicos y de poder como prevalece en el resto del planeta.

Esto último sería un hermoso salto en el tiempo en las siempre tercas manecillas de la historia cubana.

(Tomado del perfil de Facebook del autor)

 

 

 

Díaz-Canel felicita a periodistas cubanos en su día

Cubadebate

El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, felicitó este domingo a los periodistas cubanos en un mensaje donde afirma que “no hay obra completa sin un cronista que certifique su trascendencia”.

A los periodistas cubanos y a la UPEC (@periodistascuba) que los agrupa en la profesión y el compromiso, nuestro reconocimiento y felicitaciones en su día. No hay obra completa sin un cronista que certifique su trascendencia. Ustedes son #CubaViva, escribió el mandatario en su cuenta oficial en Twitter.

A lo largo de la jornada emitió otros reconocimientos por esta vía.

Otro de los mensajes fue que en el enfrentamiento a la COVID-19, al intento de golpe blando y al bloqueo genocida, nuestros periodistas están en el pelotón de vanguardia. Valiente y brillantemente. Feliz Día de la Prensa Cubana, comentó en otro tuit al congratular al gremio con motivo del Día de la Prensa Cubana.

También rememoró la fundación del periódico Patria, el 14 de marzo de 1892.

Hacer mejor periodismo es “el reto inmediato de los profesionales de la prensa”, dijo este sábado Víctor Fidel Gaute López, jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, durante el cierre de la jornada por el Día de la Prensa Cubana, en acto efectuado en la provincia de Artemisa.

Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la Unión de Periodistas de Cuba, afirmó hoy, en el periódico Juventud Rebelde que “es insoslayable superar los problemas estructurales de nuestro sistema público de prensa, que avanza hacia su solución definitiva, como se planteó en el primer Festival Nacional de la Prensa, con el avance de la voluntad recogida en la nueva Constitución, la Política de Comunicación del Estado y del Gobierno”.

En un artículo titulado“Periodismo en Cuba: tres años, un siglo”, aseguró que: “Por el tipo de valores y propósitos liberadores que animan el proyecto socialista del país y por la tradición de la que es heredero el periodismo revolucionario nuestro, podemos construir un modelo público de prensa referencial, que forme parte de los mecanismos de control popular, y no de dominio y manipulación de los grandes grupos económicos y de poder como prevalece en el resto del planeta”.

Numerosas felicitaciones tienen lugar este domingo, las que resaltan la fundación del periódico Patria por José Martí, un día como hoy, pero de 1892.

(Con información de la ACN)

 

Periodistas de Cuba priorizan construcción de nuevo modelo de prensa

PL - La Habana, 14 mar Avanzar en la construcción de un nuevo modelo de prensa pública para el socialismo constituye hoy la prioridad para los periodistas de Cuba, quienes celebran su día en esta jornada.

Así lo refirió en exclusiva con Prensa Latina el presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), Ricardo Ronquillo, quien apuntó que la nación caribeña muestra un escenario especial para esa transformación, a partir de las posibilidades que ofrecen la Constitución y el marco institucional y legal que se abre paso.

En este sentido resaltó la aprobación de la Política de comunicación del Estado y el Gobierno, y también la próxima entrada en funcionamiento de un organismo de la administración central encargado de atender esos temas.

A ello se suma la aparición en el calendario legislativo del análisis de normas jurídicas que darán cuerpo a los postulados de la carta magna sobre estos asuntos y, sobre todo, la voluntad existente desde la dirección del país, que sitúa en su justo lugar el papel de los medios.

El propio presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, insiste en que la prensa tiene que formar parte de los mecanismos de rendición de cuenta de las instituciones a la ciudadanía, y esa es una de las ideas que defendemos, precisó Ronquillo.

‘Del mismo modo en que la sociedad cubana cambia en otros ámbitos tenemos que transformar el sistema de prensa, el sistema de comunicación pública. De eso tenemos comprensión y por ello en el décimo congreso de la UPEC nos planteamos ese como nuestro principal desafío’, añadió.

No es posible avanzar hacia el siglo XXI sin un nuevo modelo de prensa, que al mismo tiempo siga apostando por la vocación liberadora del socialismo, sostuvo; y agregó que construirlo pondrá a los medios de la isla en mejores condiciones para enfrentar las agresiones de las que son blanco.

Al respecto comentó que existe una batería de espacios en internet creados para la subversión contra Cuba, que tratan de desacreditar a su sistema público, al cual presentan como caduco o que no cumple con su responsabilidad social.

‘Ese es el centro de la batalla simbólica: deslegitimar el sistema de prensa público del país para legitimar un sistema de medios privados que quieren mostrar como independiente de cualquier corriente política, a pesar de que muchos operan con financiamiento de agencias de Estados Unidos’, sentenció.

Ronquillo aseveró que, frente a ese andamiaje propagandístico de desmontaje del socialismo, la convicción es continuar caminando hacia el horizonte trazado: construir el modelo de prensa pública que Cuba necesita.

El 14 de marzo la isla celebra el Día de la Prensa, en recuerdo de la fundación del periódico Patria por el Héroe Nacional José Martí, en el año 1892 y como parte de la lucha por la independencia de España. (PL)

 

La prensa cubana, «un soldado en la Revolución»

Giusette León García / CubaSí

Hace diez años, cuando recibió el Premio Nacional de Periodismo José Martí, mi profesor de Ética y deontología, mi decano (mío y de generaciones), envió un mensaje desde Venezuela al que podemos regresar en este desafiante 2021, como si fuera escrito para hoy, bajo las urgencias de este 14 de Marzo:

«Miremos el mundo que nos rodea, cargado de peligros e incertidumbres. Miremos a las tareas enormes, complejas, tampoco exentas de riesgos, a las que nuestro país se encara con decisión en lo interno. Solo un nuevo y poderoso triunfo de la conciencia, solo un nuevo impulso al espíritu revolucionario, nos sacará a puerto seguro, si es que existe ese puerto totalmente seguro».

Y justamente así, entre toda clase de riesgos, transcurre la prensa cubana de estos días. Una pandemia de la que no se ausenta nadie en el planeta pareciera reto suficiente para quienes tenemos la vocación y el deber de contar historias. Sin embargo, en la islita mambisa donde nacimos y escogimos permanecer, otras causas, más que azares, también nos cercan.

«No somos flojos y sabremos ser el sujeto de todo lo más que podemos y queremos darle a la Revolución», escribió el profe en 2011, y le cumplimos trasladando redacciones a grupos de WhatsApp, Telegram o Facebook; sacándole hasta miradas y gestos a una llamada telefónica, o poniéndonos sobrebata, mascarilla y guantes para entrar a la zona roja.

Tampoco somos ni seremos flojos para enfrentar la batalla simbólica, la guerra no convencional en la que, tal cual lo fue Patria en 1895, nuestra prensa es un soldado al servicio de la Revolución. Y vaya que se ha gastado el enemigo recursos y bajezas. Emboscadas mediáticas, secuestros de conceptos, bombardeo a nuestros símbolos más sagrados, pero a la pandilla mercenaria hemos respondido como en la manigua, como en la Sierra, verdad en ristre. 

«Este empeño lo dirige el Partido, lo inspiran Fidel y Raúl, lo deben acompañar las instituciones y la sociedad toda, y todos deben saber que la prensa y los periodistas no pretendemos ningún protagonismo en especial, sino solo ocupar el lugar que nos toca al servicio de nuestro pueblo», escribió diez años atrás uno de los más importantes periodistas y teóricos de la Comunicación en Cuba, a quien tuvimos la suerte de llamar «el dequi», así de simple, y al mismo tiempo, admirar su altura moral y su opinión aguda.

En esa tradición, me atrevo a decir en ese mandato, nos formamos tantos y tantas profesionales; la mayoría escogimos ser fieles y no vender ni una letra, ni una foto, ni un plano (habría que agregar ni un post, ni un tuit…). 

Por eso conservamos la confianza de nuestro pueblo en medio de tanta fake y tanta fábula contada al peor estilo miamense. Por eso no valen chantajes emocionales o lavatorio público de trapos íntimos; no funcionan mentiras, manipulaciones, intentos de descalificar y vejar a quien no pague el tributo del emperador. Nada vale contra la franqueza; no hay buena publicidad que arrase las convicciones, ni miseria humana más poderosa que la vocación y el amor.

Quieran o no, hablaremos de Soberana, Abdala y Mambisa; de las vidas salvadas; del futuro perfectible que vamos construyendo. Escribiremos la crónica de nuestros propios aciertos y desaciertos. Pero en los empeños de hoy, en nuestras batallas cotidianas, en la obra infinita que nos sigue plantando frente a la apasionante y retadora cuartilla en blanco, «nuestra virtud como periodistas no será nunca ser inocuos».

Así tituló Julio García Luis aquel mensaje que vuelve hoy con filo y luz: nunca ingenuos, cómplices o titubeantes. Silenciados jamás. Soldados siempre. Martianos: «explicar en la paz y en la lucha fortalecer». Fidelistas: «un destacamento de la Revolución». 

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