Ventilador pulmonar de emergencia desarrollado por Cneuro. Foto: Cortesía de Cneuro.


Randy Alonso Falcón, Angélica Arce Montero, Deny Extremera San Martín - Cubadebate / Mesa Redonda.- En el enfrentamiento nacional a la pandemia de COVID-19, Cuba ha recurrido a décadas de impulso de la ciencia y hecho una apuesta por la soberanía científica y tecnológica. Las tecnologías médicas, equipos, accesorios y productos cubanos para el tratamiento y detección de la enfermedad fueron tema este jueves en la Mesa Redonda.

Los doctores José Luis Fernández Yero, asesor del presidente de BioCubaFarma, y Mitchell Valdés Sosa, director general del Centro de Neurociencias; el presidente del Grupo de la Electrónica, Vicente de la O Levi, y el máster en Ciencias Arlem Lesmes Fernández Sigler, director de la empresa Combiomed, comparecieron para informar sobre temas como el desarrollo nacional de ventiladores pulmonares, hisopos y kits de detección del SARS-CoV-2, entre otros equipos, productos, accesorios y tratamientos para la COVID-19.

Este jueves, se recordó en el inicio del programa televisivo, comenzó la segunda parte del estudio de intervención poblacional con Soberana 02. Ya no solo se están vacunando más de 70 000 trabajadores de la salud y la ciencia, sino que el proceso se extiende a otros grupos poblacionales.

Como se informó esta propia semana en la Mesa Redonda, ya hay en Cuba más de 90 000 personas en ensayos clínicos fase III. Ya comenzó con 150 000 sujetos en La Habana el estudio de intervención, entre ellos más de 70 000 trabajadores de la salud y la ciencia, y se comenzará con otros 120 000 en Santiago de Cuba, Granma y Guantánamo, a los que se sumarán luego los de todo el país, para un total de 490 000.

Se unirá un gran estudio de intervención poblacional en 1.7 millones de personas en La Habana. Más tarde, si están autorizados en uso de emergencia, esos estudios de intervención continuarán por estratos para todo el país. Para agosto se espera que estén vacunados unos seis millones de cubanos y que, antes de que finalice 2021, toda la población cubana esté vacunada.

De cuatro laboratorios de biología molecular con que contaba al inicio de la pandemia, Cuba ha llegado a tener 22 en los meses transcurridos desde entonces, en un importante esfuerzo en términos de equipos, reactivos y capacitación. El objetivo es que cada provincia cuente con su laboratorio.

Un sistema propio de biología molecular para el diagnóstico

En este contexto, el Dr. José Luis Fernández Yero, asesor del presidente de BioCubaFarma, comenzó su intervención en la Mesa Redonda refiriéndose a los desafíos que ha debido enfrentar la comunidad científica cubana durante décadas, en medio de las limitaciones que sigue imponiendo a la isla el bloqueo de Estados Unidos.

“Ha sido un acicate para desarrollar tecnologías y buscar soberanía tecnológica que nos permita seguir nuestro propio curso en la ciencia y en la salud”, afirmó.

Como organización −dijo−, BioCubaFarma tiene una política y una estrategia hacia la soberanía tecnológica en la mayoría de sus esferas de acción. “Hay programas de soberanía tecnológica en el desarrollo de medicamentos, de insumos médicos y de las piezas de repuesto necesarias para la industria farmacéutica, así como en la esfera de los equipos médicos”.

En cuanto al desarrollo de equipos médicos, puntualizó que participan prácticamente todas las instituciones de BioCubaFarma y otras de diversos ministerios, además de universidades y centros de investigación.

El Centro de Inmunoensayo (CIE) ha logrado instalar en el país durante estos años más de 2 000 equipos y 169 laboratorios municipales con la tecnología SUMA, así como 395 exportados y funcionando en el exterior, que han realizado estudios a más de 200 millones de personas, incluidos 48 millones de niños, en Cuba y otras naciones.

La biología molecular −explicó− “se aplica en la microbiología para el diagnóstico de virus y bacterias, y se utiliza en la medicina de precisión, en cáncer, en el estudio de las enfermedades genéticas, en la determinación de la resistencia de las bacterias a los antibióticos o en la susceptibilidad de las personas a reaccionar a un antibiótico. Igualmente, en medicina legal, en antropología y en muchas otras áreas”.

El programa de soberanía tecnológica en la biología molecular para el diagnóstico de la COVID-19 ha implicado una inversión importante, destacó Fernández Yero.

“Incluye soberanía tecnológica desde la toma de la muestra con el hisopo que se introduce en la nariz de las personas, hasta el análisis matemático y la informatización de los resultados. O sea, abarca toda la cadena de eventos que conducen al diagnóstico de pacientes con COVID-19, y también es aplicable en otras enfermedades infecciosas y bacterianas”.

En el inicio de la pandemia, no eran muchos los lugares en el mundo donde se producían estos exámenes PCR y era difícil conseguir los kits. “Los países grandes y ricos eran los que tenían preferencia para la obtención de las pruebas de diagnóstico, y nos resultaba difícil el acceso. Además, es una inversión grande, porque son costosas. Es vital lograr soberanía en este contexto de la COVID-19 y, a la vez, estar preparados para otros eventos posibles en el futuro con un sistema propio”, destacó.

En lo que era hasta el 20 de noviembre de 2020 una instalación sin uso, prácticamente abandonada, el Centro de Neurociencias de Cuba (Cneuro) construyó e instaló una planta de insumos médicos. “Se trabajó con una producción semimanual hasta el mes de marzo, produciendo más de 16 900 hisopos diarios, pero la inversión ha avanzado, con una línea de fabricación automática de hisopos que está en fase final de puesta en marcha.

Ya está en condiciones de garantizar necesidades nacionales de 30 000 hisopos diarios, la cantidad necesaria para las 30 000 pruebas previstas, casi el doble de lo que se hace hoy, y además incluirá una fábrica de mascarillas.

“El país no ha escatimado esfuerzos ni recursos en la realización de pruebas de COVID-19, y nos estamos preparando para realizar todas las pruebas que sean necesarias y llegar hasta el nivel que sea necesario”, apuntó.

ha tenido un papel destacado. Comentó que pronto será inaugurada una planta de insumos médicos de Cneuro, la cual está en fase de puesta en marcha. Aseguró que estará en condiciones de garantizar 30 hisopos por día.

Tras tomar la muestra en la nariz del paciente, se debe transportar hasta el laboratorio. “Pero el virus se puede estropear por el camino y por eso hay que hacerlo en un medio especial (medio de transporte), el cual ha sido desarrollado por el Centro de Biopreparados (Biocen), otra de las instituciones de BioCubaFarma”.

Precisó que el año pasado, Biocen entregó al Minsap 1 522 025 unidades y en lo que va de 2021 ya han terminado 597 342. Hoy produce unas 20 000 diarias, pero va camino a las 30 000 necesarias para llegar a las 30 000 pruebas de biología molecular diarias previstas por el país.

El asesor del presidente de BioCubaFarma agregó que próximamente se importará una máquina que posibilitará un formato final más seguro para la transportación de las muestras con unos tubos especiales, en proceso de adquisición. “No obstante, se llegará a las 30 000 unidades diarias incluso antes”.

Además, se trabaja en un nuevo medio de transporte de muestras que inactiva el virus. “Llega útil para el diagnóstico, pero inactivo desde el punto de vista biológico, lo que propicia una disminución importante del riesgo biológico del personal que trabaja en los laboratorios”.

El paso siguiente en el proceso es extraer el ARN del virus, lo que identifica al SARS-CoV-2. Para ello se usa un procedimiento con unas perlas magnéticas, muy costosas, que inicialmente se debían importar. “El Centro de Estudios Avanzados ha desarrollado perlas magnéticas con mucha eficiencia. Ya es capaz de producir las 20 000 unidades diarias que se están consumiendo, y van a llegar a las 30 000 previstas”.

Según Fernández Yero, de enero a la fecha se han ahorrado por este concepto más de cuatro millones de dólares que hubiera requerido la importación de ese sistema de extracción.

El paso siguiente en este proceso −continuó− es extraer con ese medio que fabrica el CEA el material del virus para hacer la prueba de PCR. Para eso, el Centro de Inmunoensayo (CIE) trabaja en el desarrollo del extractor de ADN y ARN.

“Es un equipo muy complejo, con varias posiciones, y trabaja automáticamente, tiene unas barras magnéticas que captan las partículas y realizan una serie de procedimientos que permiten purificar el ARN, la firma del virus, para hacer el paso siguiente, que es el PCR”, explicó.

El posterior es el paso del que más ha escuchado la población, el PCR en tiempo real. “Se desarrolla por el Centro de Inmunoensayo (CIM) y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB). Para esto son necesarios unos reactivos químicos que se denominan sondas e iniciadores, usados para identificar la partícula del virus, y unas enzimas que amplían la reacción y permiten la detección por los equipos”.

El CIGB ha trabajado y ya se desarrollaron con éxito los primeros reactivos, y se está trabajando en la producción y purificación de las dos enzimas necesarias. “La primera ya está lista, y en la segunda se trabaja en estos momentos”.

Precisó que la importación de una sola de esas enzimas, para seis meses de trabajo, costaría más de dos millones de euros.

El CIM desarrolla el PCR a tiempo real con los reactivos producidos por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. “El ensayo de PCR en tiempo real debe estar listo en el mes de abril para su registro en el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed)”.

El costo aproximado de producción de la determinación es de alrededor de siete dólares. “Seguramente va a ser inferior a siete dólares cuando trabajemos a más escala. Pero hoy importar una determinación cuesta 40 dólares; o sea, por cada análisis vamos a ahorrar al menos 33 dólares”.

Algo importante, destacó, “no tendremos que competir con nadie por la disponibilidad de pruebas, porque para eso tenemos soberanía tecnológica”.

“Es una tecnología compleja y muy costosa, pero nuestros investigadores la dominan y pueden desarrollarla. La tendremos en producción este año, luego del registro por el Cecmed, en la escala necesaria, o sea, las 30 000 determinaciones previstas”.

Lo anterior lleva al consumo de dispositivos plásticos, que se usan y se desechan, “que resultan muy costosos. Para eso, Combiomed ha trabajado, primero, en buscar una fuente de suministros más accesibles a nuestra economía que la fuente que teníamos hasta ahora”.

Combiomed ha identificado un proveedor de estos accesorios que permite reducir hasta cuatro veces su costo, señaló. “En abril tendremos nuestro PCR totalmente cubano. Cuando hablamos de soberanía tecnológica en biología molecular, hablamos de que vamos a tener soberanía tecnológica para la COVID-19 y también para todas las demás pruebas que haya que desarrollar en esta tecnología de biología molecular”.

Ventiladores pulmonares y otros desarrollos en Cneuro

Mitchell Valdés Sosa, director general del Centro de Neurociencias (Cneuro), se refirió a la producción y desarrollo de ventiladores pulmonares y comenzó mencionando cinco ideas en el enfrentamiento al problema para evitar el colapso de las unidades de terapia intensiva, algo que ha sucedido en varios países del mundo.

“La primera era trabajar con un sentido de urgencia extraordinario y preparándose para el peor escenario. La segunda, dar cobertura máxima a todo el sistema de salud del país en condiciones de bloqueo, en las que empresas que le suministraban ventiladores pulmonares a Cuba ya no querían suministrar piezas ni vender más equipos.

“La tercera, aprovechar toda la experiencia previa acumulada para diseñar equipos e incorporar las ideas de los jóvenes. Durante décadas, Cuba ha desarrollado una industria nacional de producción de equipos médicos, que nos permitió llegar a esta etapa de pandemia con una experiencia de cómo diseñarlos, cómo interactuar con las autoridades regulatorias, pasar todas las pruebas y producir con la calidad requerida, pues son equipos de soporte de vida o para condiciones de cuidados intensivos, en los que hay que cumplir normas muy estrictas para su aprobación”.

Igualmente, “esta experiencia previa se combinó con la incorporación de una multitud de jóvenes que respondieron con un entusiasmo y nivel de consagración extraordinarios. Esa combinación de experiencia acumulada con juventud fue decisiva”.

Y, por último, se desarrolló un movimiento mundial de cooperación en estas condiciones de pandemia. “En la ciencia tiende a ser así, pero a veces en las condiciones mercantiles no funciona. En estas condiciones de COVID-19, se generó un nivel de generosidad y de compartir información que ha sido muy importante”.

El Cneuro trabajó en tres proyectos, parte de una estrategia. El primero fue el Pcuvente (ventilador invasivo), autorizado hasta ahora para recuperación postoperatoria.

“Es un equipo que se desarrolló en menos de un año y cooperaron muchísimas instituciones, incluidos el Centro de Investigación y Producción Grito de Baire, de la Unión de Industrias Militares, y la Sociedad Cubana de Bioingeniería”, destacó Valdés Sosa.

Se han entregado hasta la fecha 91 ventiladores, y se han instalado unos 40 en 10 hospitales de La Habana. Durante este mes de marzo se están entregando otros 25, y entre abril y agosto están previstos 134 más. Hay, además, posibilidades de exportación.

El proyecto para producir 250 ventiladores Pcuvente ha estado financiado por la Unión Europea con participación de la ONG Movimiento Popular por la Paz, el Desarme y la Libertad.

“Está aprobado para uso no directamente en COVID-19, que es la recuperación anestésica. ¿Que importancia tiene? Que en la medida en que podamos liberar ventiladores de más alta gama para ser empleados en las unidades de terapia intensiva, el país gana. Esta es la primera aplicación del Pcuvente. En estos momentos, se hacen las pruebas para la segunda indicación, que son las unidades de terapia de emergencia, un segundo nicho en el que, si colocamos este equipo, liberamos equipos que pueden ser usados en pacientes más críticos.

“Aquí colaboraron BioCubaFarma, el Cecmed, el Centro Nacional para la Producción de Animales de Laboratorio (Cenpalab) y Cimeq, que ayudaron en las pruebas de estos equipos en animales de laboratorio. Después, el Grupo Nacional de Tecnología Médica nos ayudó muchísimo”.

En cuanto a la colaboración internacional, destacó que el diseño inicial es del Instituto Tecnológico de Massachussets, el MIT. “Lo que hicimos fue tomar esos diseños, puestos en código abierto, y nuestros ingenieros los adaptaron”.

En estos momentos transcurren las pruebas de uso para ampliar la autorización de uso a las unidades de cuidados intensivos. En ejecución está un ensayo con una muestra mínima de 35 pacientes en los hospitales Miguel Enríquez, Militar Carlos J. Finlay, Calixto García y Enrique Cabrera, precisó el director general del Centro de Neurociencias.

El Pcuvente está complementando con otro respirador, el Ventipap (ventilador de presión positiva continua en la vía aérea, no invasivo). “En este caso, no hay que intubar al paciente, se coloca la máscara o un casco y se da una presión positiva continua y ayuda al paciente a respirar. El CIM ha hecho la parte mecánica y Cneuro ha trabajado en los sensores de oxígeno y electrónica. Es para pacientes menos graves”.

Valdés Sosa explicó que en los estudios se ha demostrado que hay un grupo de pacientes en los que, si se aplica esto, se evita llegar a la fase de intubación.

“Se están fabricando 250 unidades. Hemos recibido financiamiento de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Unión Europea. También este proyecto se benefició de la colaboración internacional, el University College de Londres puso su información en código abierto en internet, contactamos e iniciamos un intercambio con los creadores, adaptándolo a las condiciones y necesidades nuestras”.

Uno de los problemas más serios en el cuidado de un paciente con distrés o insuficiencia respiratoria es evaluar el estado de funcionamiento pulmonar.

“Una forma es usando el equipo de tomografía axial, pero eso implica tener que mover la paciente, sacarlo de la terapia intensiva, incluso con riesgo de contaminación.

Se estudió una variante, desarrollar un tomógrafo de impedancia eléctrica torácico. “Este equipo, que llamamos Vigilvent y desarrollamos en conjunto con Combiomed, que con una banda de electrodos en torno al pecho permite visualizar de modo continuo la función pulmonar junto a la cama del paciente, y evaluar instantáneamente los efectos de cualquier maniobra terapéutica en la distribución de la ventilación regional”.

Usa una tecnología muy similar a la usada en la tomografía axial computarizada, pero, en lugar de rayos X, con señales de impedancia eléctrica. Es mucho más económico y de uso más difundido, y puede estar permanentemente junto a la cama de los pacientes más graves, destacó.

“Es un elemento diagnóstico que se incorpora. Estamos trabajando a marcha forzada para empezar a hacer el registro en el curso de este año y que en ese periodo estén producidas varias unidades. Actualmente, el equipo está en ensayo en humanos”, dijo.

El director general de Cneuro destacó que “estos elementos van a tener un valor post-COVID-19, pues son parte de una estrategia del Minsap para perfeccionar y ampliar todos los servicios de terapia intensiva del país, con la idea de crear una mejor respuesta a cualquier pandemia que pueda venir o a otras enfermedades”.

Cuba
Prensa Latina.- Cuba ejecuta un proyecto de Agropaisajes Sostenibles, que busca fortalecer las cadenas productivas de café, coco y cacao e identificar nuevos mercados para los productos ecológicos, apreció hoy la FAO....
Canal Caribe - Foto: 5 de septiembre / Archivo.- Este domingo, autoridades del Partido y el Gobierno de la capital de Cuba convocaron a la realización de un Trabajo Voluntario, con el propósito de promover el saneamiento de las avenidas...
Lo último
La Columna
La Revista