Manuel Porto. Foto: Abel Padrón Padilla/Cubadebate.
Cubadebate - Video: Canal Caribe / TV Cubana.- El Consejo Nacional de las Artes Escénicas informó a través de su página en la red social Facebook que el reconocido actor cubano Manuel Porto falleció en esta jornada. "Con profundo pesar despedimos a Manuel Porto, uno de los grandes talentos de la actuación en nuestro país", dicta la publicación en la red social de la institución.
Justo en esta jornada Porto celebraba su cumpleaños. El será recordado y admirado siempre por la diversidad de personajes complejos que ha encarnado, de manera siempre diferente, con desdoblamientos profundos de la personalidad, física y psicológica, pero siempre con la misma maestría; es que Portos es un tremendo actor, pero es más que un tremendo actor.
A veces admiramos mucho a histriones foráneos y nombramos a Robert de Niro, Al Pacino, Anthony Hopkins, Densel Washington, Jeremy Irons, pero Cuba cuenta con una nómina de primerísimos actores de mucho respeto, que con su actuación llenan todo el escenario o la pantalla de televisión: este es el caso de Porto, cuyo verdadero nombre es Heliodoro Manuel Porto y nació el 28 de septiembre de 1945 en el habanero barrio de Pogolotti, en Marianao.
Como él ha repetido en varias ocasiones, no llegó a la actuación por vocación sino para tener derecho a más pases durante su etapa en el Servicio Militar Obligatorio, es por eso que se inscribe en el Movimiento de Artistas Aficionados de las FAR.
En 1968, aún integraba dicho movimiento, y entonces el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) realiza una convocatoria nacional y selecciona a seis actores, entre ellos a Porto y comienza a desempeñar pequeños papeles, mayoritariamente de extra, en programas de la televisión, hasta que al licenciarse del ejército al año siguiente, con tan solo 20 años es contratado y comienza a laborar en ese instituto.
Allí conoce a una generación de extraordinarios actores los cuales se convirtieron para Porto, al igual que para otros actores jóvenes en ese momento, en referentes y símbolos de la alta calidad de la actuación que existía en Cuba en aquellos momentos; entre estos maestros sin duda se encuentran Enrique Santiesteban, Reynaldo Miravalles, Raquel y Vicente Revuelta, José Antonio Rodríguez, Miguel Navarro, Verónica Lynn, Gina Cabrera, y tantos otros de cuya experiencia se nutrió Porto para su tarea no solo en la pequeña pantalla sino también en el teatro.
Porque estos actores y otros como Angel Toraño y Pedro Álvarez, realizaban puestas en escena en la recordada Sala Tespis que en ese tiempo existía en el hotel Habana Libre, y en varias ocasiones Porto tuvo la oportunidad de compartir con ellos esas tablas.
A partir de esta década lo que no fuera un sueño de vocación se convirtió en la carrera de la vida de Manuel Porto, en la que el inventario de obras de teatro, actuaciones para televisión, radio y cine se hace bastante extensa.
Por otra parte, Porto es de los actores que validan el proyecto en que participan; es decir, cuando se lee su nombre en los créditos, o se anuncia su intervención, se tiene la certeza casi absoluta de que la propuesta es buena artísticamente.
Entre 1976 y 2010 ha intervenido en cerca de veinte películas, entre ellas, se destacan Leyenda (1981), de Rogelio París, Se permuta, 1983, de Juan Carlos Tabío.; Plácido (1986), de Sergio Giral; La vida en rosa (1989), de Rolando Díaz; Caravana (1990), de Rogelio París; Barrio Cuba (2005), de Humberto Solás; Omerta (2008), de Pavel Giroud, y José Martí: el ojo del canario (2010), de Fernando Pérez.
Asimismo, obras suyas, antológicas, permanecen en la memoria de los cubanos: El tío Vania, El tesoro del Mallorquín, La hoguera, El vuelo del quetzal; las seguidas series de televisión La frontera del deber, Alguien me habló de los naufragios, Algo más que soñar, La semilla escondida, y la estelar producción Cuando el agua regresa a la tierra.
El magnífico desempeño de Porto en estas y muchas otras piezas artísticas le ha garantizado la admiración del público y de la crítica especializada, y de conjunto, un grupo importante de lauros que reconocen la excelencia de sus interpretaciones.
Entre los laureles y otros reconocimientos que le han sido conferidos figuran las órdenes Combatiente internacionalista 2do grado, Raúl Gómez García, y por la Cultura Tradicional; Réplica del Machete Máximo Gómez. Consejo de Estado; Premio Nacional Cultura Comunitaria, del Ministerio Cultura y Premio al Mejor Actor en el XX Festival de cine de Trieste, Italia, 2005.
(Con información de Cubarte)
Para siempre en la Ciénaga y entre los cubanos
Aunque brilló en el teatro, la radio, el cine y la televisión, sin dudas, su obra imperecedera está en la fundación del Conjunto Artístico Comunitario Korimakao, desde donde se dedicó a formar creadores de talla mayor y a llevar el aliento del arte hasta los parajes más inhóspitos
Laura Mercedes Giráldez
Granma
Se han batido la vida y la muerte para enrumbar definitivamente a uno de esos hombres cuyo talento ya lo había colocado en la eternidad, en el cariño sincero del público al que le arrancó aplausos, sonrisas y lágrimas. Ese ícono de la cultura cubana ha muerto a causa de la Covid-19, este 28 de septiembre, justo cuando cumplía 76 años.
Aunque brilló en el teatro, la radio, el cine y la televisión, sin dudas, su obra imperecedera está en la fundación –en 1992, junto al Comandante Faustino Pérez– del Conjunto Artístico Comunitario Korimakao, desde donde se dedicó a formar creadores de talla mayor y a llevar el aliento del arte hasta los parajes más inhóspitos.
Refiriéndose a esa iniciativa inconmensurable, el Comandante en Jefe le dijo en una ocasión: «Ese proyecto no se puede parar. Es muy importante no para la Ciénaga, sino para Cuba. Acuérdate que la Revolución empezó por la Ciénaga». Al rememorar esas palabras durante una entrevista, Porto reveló que su reacción no fue otra que seguir adelante. «¿Qué le vas a decir, que no, que te vas?». La respuesta no podía ser otra. El joven integrante de la Asociación de Jóvenes Rebeldes siempre siguió «confiando y creyendo en aquella Revolución vibrante» por la que aprendió a disparar un fusil con solo 13 años.
El artista no se fue de la Ciénaga ni de entre los cubanos, y decirlo no es necedad, sino estar seguros de que en cada personaje que interpretó dejó un poco de su esencia, de su luz. Lo sabemos porque ver su nombre en los créditos es garantía de calidad y entrega, porque era un privilegio para quienes lo acompañaron en el universo artístico, y un goce para los que lo admirábamos desde el sillón de la casa o la luneta.
Esta noche, cuando -de una punta a la otra– el pueblo cubano esté frente al televisor y la novela Vuelve a mirar nos entregue otra vez la imagen bonachona de Toñín, hombre noble y revolucionario hasta el tuétano, tal como lo fue su intérprete, nadie creerá que Manuel Porto se ha ido, no por la fuerza de la imagen viva, proyectada desde la pantalla, sino porque tenerlo en frente nos conmoverá y será la certeza de que aquellos artistas completos que nos han hablado desde sus personajes se quedan junto a su público, razón de ser de los grandes de la escena.