El pueblo de Santa Lucía fue testigo del regalo. Foto: Grupo Médico de Santa Lucía, vive en la línea roja / Facebook
Lisandra Gómez Guerra - Juventud Rebelde - Tomado de Cubadebate
La tranquilidad típica de los parajes rurales se esfumó el 3 de diciembre último. Una manifestación popular estremeció esta localidad del centro de la isla y a gran parte del mundo, gracias a un video que navega por Facebook.
La idea se cocinó mucho antes bajo juramento de total discreción. Lograron así el factor sorpresa del increíble “asalto” al doctor Miguel Alexander Concepción López —Alex para sus conocidos—, especialista del servicio de Cirugía del Hospital General Camilo Cienfuegos, de Sancti Spíritus.
“Queríamos agradecer la entrega de nuestro médico Alex– cuenta vía telefónica Sandra Luciano, artífice de ese hecho sin precedentes, y la emoción empuja cada una de sus palabras–. El mes de octubre fue muy fuerte para Santa Lucía por la COVID-19 y él siempre estuvo junto a su pueblo”.
Alex creció corriendo por las calles de ese Consejo popular, empotrado a un lado de Cabaiguán. Es un hombre alto de pocas palabras, que los fines de semana cambia la bata blanca por la guataca para hacer parir la tierra, junto a su hermano y su padre.
Como galeno, vive con las puertas abiertas a cualquier llamado, según constatan en su vecindario: “A los tres días de fallecer mi mamá, víctima del virus, creé el grupo de Facebook Médico de Santa Lucía, vive en la línea roja, como muestra de agradecimiento tras ver cómo Alex, después de culminar su trabajo en Sancti Spíritus, venía a ayudar a sus vecinos”, relata Luciano.
“Al reunir allí a un grupo de personas nos fuimos a WhatsApp y compartí la idea de hacerle un regalo. Pedimos aportar lo que se pudiera. No podíamos hacer otra cosa desde nuestro agradecimiento y humildad. Reunimos entre personas de aquí, zonas aledañas y de las cabeceras municipales de Cabaiguán y Sancti Spíritus 256 240 pesos”.
Ella, maestra en Santa Lucía desde hace 29 años, no imaginó que la iniciativa nacida de su dolor seduciría a tantos seguidores. Una tesorera y constantes auditorías del dinero recolectado le acompañaron en esos días. La discreción fue siempre su único pedido a todos los miembros del grupo.
“Lo hicimos con la transparencia que exige toda labor de pueblo. Cada quien comentaba lo que creía que fuese el mejor regalo. Un día, el hermano de Alex –quien además de mi médico de cabecera es mi vecino, solo nos separa una cerca– me comentó que sabía lo que preparábamos y que quería unirse, para junto con sus padres donar también y completar el precio de una moto, porque ¡imaginen cuánto trabajo pasaba él para llegar desde aquí al hospital!
“Compramos una Suzuki, y luego comenzamos a preparar cómo entregársela. Unos sugirieron que lo hiciéramos en el parque, pero yo quería que el homenaje fuera tan humilde como es nuestro doctor y salió tan espontáneo como se puede ver en el video que subimos a Facebook”, dice satisfecha.
La sorpresa
Tarde del pasado 3 de diciembre, en Santa Lucía: un centenar de vecinos se planta frente a casa del doctor Miguel Alexander Concepción López. Aplausos. Alegría. Expectativas…
“Cuando llegaron los poetas lo llamé. Le dije: te está esperando tu pueblo, el mismo que tanta ayuda te ha pedido, y hasta unas decimitas te vamos a cantar.
“Después del nacimiento de mis dos hijos, ese ha sido el suceso más emocionante de mi vida. En el horario de la mañana habíamos reconocido con los niños de la escuela a los profesionales del sector de la Salud de la comunidad y se le entregó un obsequio al médico Chichi, también trabajador del Camilo Cienfuegos, quien nos ayudó mucho. En el caso de Alex, él no sabe que para nosotros tenerlo en el barrio significa el mayor de los regalos”, reitera la promotora del agasajo.
Después de hacerse prácticamente viral la manifestación espontánea de pueblo para reconocer en el Día de la Medicina Latinoamericana al cabaiguanense Miguel Alexander Concepción López, quizá no imagina que hasta perdió su nombre por el de El médico de Santa Lucía.
“Cuando topé de frente con aquella multitud lo primero que pensé era que había sucedido algo —recuerda el cirujano—. Caminé, y fue tanta la emoción que no sé cómo describir el momento”.
Luego de que las estrofas improvisadas se robaron el espacio, Alex solo atinó a ponerse la mano sobre la frente como sostén a tantas emociones: “No me esperaba nada. Todo lo que hago es de corazón”, apenas pudo expresar, porque los nervios traicionaron al héroe victorioso de tantas batallas contra la muerte.
Todavía le cuesta creer que tiene una moto en gratitud de sus pacientes, amigos, vecinos y familiares. Regalo inmerecido, a su juicio: “Confieso que la monté con tremenda flojera en los pies. Ha sido la emoción más grande que he vivido. Yo solo tendí mis manos en ese período tan complejo. Decidí ayudar a los médicos de la comunidad, y estar cerca para orientarlos fue muy importante.
“Cuando uno nace en un pueblo pequeño todos somos familia. Cada ayuda a una persona es como si lo hicieras a uno de tu sangre. Más que la parte material, lo más importante fue el gesto de que estuvieran allí, esperándome.
“Soy hijo de campesinos, y agradezco infinitamente a la Revolución porque pude estudiar Medicina. Por eso ahora lo menos que puedo hacer es brindar mis conocimientos y ayudar. Contribuir a la salud de las demás personas es lo más grande”, manifiesta.
A las pocas horas de aquella histórica manifestación popular, el legítimo hijo de Santa Lucía estrenó la Suzuki: una larga jornada de guardia le esperaba esa noche en el Hospital General Camilo Cienfuegos, donde siempre alivia dolores, más que con saberes, con altas dosis de humanismo.