El presidente de la República reiteró la necesidad de cumplir por todos estas medidas (que son de sentido común —aunque detrás de ellas haya mucha ciencia—, pero no siempre se respetan), en la mañana de este sábado, en los sistemáticos encuentros del Grupo temporal de trabajo del Gobierno para la prevención y control de la pandemia.

Díaz-Canel reflexionó sobre el comportamiento de la variante ómicron en el mundo, que, por sus características de alta transmisibilidad, aunque no está llevando a un incremento sustantivo de casos graves y a la muerte —al menos hasta ahora—, exige una nueva actuación, como ya se ha previsto en la más reciente versión del protocolo cubano para el enfrentamiento a la epidemia.

Aunque en el país circulan varias cepas, y tenemos que estar muy atentos a ellas, sobre todo a la delta, enfatizó el Jefe de Estado, es necesario seguir concentrándonos en la atención primaria, para lograr un buen ingreso domiciliario de las personas que resulten positivas.

Mediante videoconferencia con autoridades políticas y gubernamentales de todos los territorios, la reunión fue conducida por el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, quien insistió en que ante la nueva oleada de COVID-19 no podemos bajar la guardia.

El encuentro contó con la asistencia de Jorge Luis Broche Lorenzo, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido, y los viceprimeros ministros, Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, Ricardo Cabrisas Ruiz y Alejandro Gil Fernández, además de ministras, ministros y otras autoridades.

José Ángel Portal Miranda, titular del Ministerio de Salud Pública, informó que este viernes creció el reporte de casos positivos en un 11.7% y hasta la fecha se contabilizaban 974 687 casos confirmados a la COVID-19.

De las personas que han enfermado, 970 684 (99.6%) son cubanas, y 98.6% han sido casos autóctonos. El país acumulaba hasta el 7 de enero 8 326 fallecidos por esta causa, para una letalidad de 0.85% durante la epidemia.

(Tomado de Presidencia Cuba)