Canal Caribe.- La victoria del pueblo de Cuba en Playa Girón es mucho más que una batalla ganada contra el imperialismo. Fue también una muestra de lo que puede hacer una pequeña nación frente a las apetencias y el poderío de otra muy superior.


Girón, la victoria

Cubadebate

El 19 de abril tendrá siempre gran trascendencia en la historia de nuestra nación. Para el pueblo cubano y su naciente Revolución significó defender la soberanía del país, el suelo sagrado de la patria, defender sus intereses, sus ideales y su proceso socialista.

“El 19 de abril se ha convertido en una fecha histórica para nuestro país. El 19 de abril se une a las demás fechas con las que se ha ido escribiendo la historia de nuestra Revolución. Pertenece, al igual que el 26 de Julio, el 1ro de Enero, el 13 de Marzo, el 2 de Diciembre, a la historia de esta Revolución”.

“Subestimaron a nuestro pueblo, calcularon mal; y ellos, acostumbrados a trabajar con cerebros electrónicos, con datos, con cifras, con computadoras de todo tipo, se equivocaron, porque hay algo que sus cerebros electrónicos no podían medir, hay algo que sus computadoras no podían calcular, y eso era: la dignidad, la moral, y el espíritu revolucionario de nuestro pueblo. Porque fue el espíritu del pueblo lo que aplastó a los invasores”.

“La importancia histórica del 19 de abril se sale de los marcos de nuestro propio país, porque ese día, ciertamente que el imperialismo yanki recibió su primera gran derrota en América”.

“Si el 26 de Julio marcó el inicio de la lucha armada del pueblo, el 19 de abril marcó el día en que los planes trazados por los sesudos generales del Pentágono, por las lumbreras de la Agencia Central de Inteligencia, se vinieron abajo, se vinieron abajo estrepitosamente, y se vinieron abajo en cuestión de horas”.

Así expresaba el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, en el Acto de Conmemoración de la Victoria de Playa Girón, en el Teatro Chaplin, 19 de abril de 1965.

 

Girón, perpetuo escarmiento a los enemigos

A medida que el tiempo pasa es más evidente la clara lección que dejó la victoria conseguida en ese sureño territorio matancero de Ciénaga de Zapata, cuando el pueblo miliciano fue capaz de enfrentar y vencer a los invasores, a pesar del peso abrumador de sus armas y el apoyo imperialista    

Ventura de Jesús - Granma

Matanzas.–Pareciera que Girón estaba escrito en el destino de la Patria como una señal de alerta permanente para quienes sueñan con apoderarse de Cuba.

A medida que el tiempo pasa es más evidente la clara lección que dejó la victoria conseguida en ese sureño territorio matancero de Ciénaga de Zapata, cuando el pueblo miliciano fue capaz de enfrentar y vencer a los invasores, a pesar del peso abrumador de sus armas y el apoyo imperialista.

En su plan no tuvieron en cuenta que se encontrarían con un pueblo decidido, el cual, en la desigual batalla, mostró una valentía que hizo recordar la de los mambises de 1868 y 1895.  

Acuérdate de abril, no te olvides de Girón, parece saltar a la vista de quienes todavía, como los mercenarios de entonces, conciben la codiciosa idea de traicionar y agredir a la Patria de Céspedes y de Martí.  

El enemigo estaba bien organizado, bien armado, con un buen apoyo, pero les faltó la razón, la justeza por la causa que defendían, diría el combatiente José Ramón Fernández, al explicar la derrota de la impositiva y traicionera arremetida. 

En virtud de ello, aseguró, no combatieron con el ardor, el valor, la firmeza, el denuedo y el espíritu de victoria con que lo hicieron las fuerzas revolucionarias.

Por el contrario, el pueblo, identificado ya con el concepto de soberanía nacional y del socialismo, vistió con orgullo la camisa azul de mezclilla, la boina de verde olivo y se dispuso a combatir, decidido a resistir y vencer la agresión norteamericana.

Al interpretar el significado de aquellos cruciales días para el país, el propio Fernández comentó que se vivían momentos cumbres de patriotismo y fervor revolucionario, y que el apoyo al líder Fidel Castro «mostraba una espiga como nunca antes la había logrado ningún gobernante en el hemisferio».

Y eso último fue la causa fundamental de la derrota mercenaria, subrayó el destacado revolucionario y protagonista de la gesta.

Cuando le faltan ánimos para continuar la marcha, Nemesia Rodríguez Montano, una cenaguera que no logra olvidar la aborrecible invasión, piensa en aquel hombre que audaz y temerario llegó a Girón para encabezar, personalmente, la épica gesta, independientemente del peligro real que ello implicaba.

Esa concepción de Fidel, que no era nueva, sino de la Sierra, como resaltan los historiadores, contribuyó mucho a la alta moral de las milicias y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. 

Fidel había desatado la fuerza del pueblo. Solo así se explica cómo se logró vencer un proyecto tan descomunal y agresivo, que privó de la vida a valerosos cubanos y dejó su huella de sangre en los zapaticos blancos de Nemesia.

 

¿Por qué la CIA demoró casi 20 años para reclamar el cadáver de un piloto mercenario yanki derribado en Playa Girón?

La CIA confiaba en que un golpe aéreo podría destruir y dejar fuera de servicio a los pocos aviones que tenía la Fuerza Aérea Revolucionaria (FAR), y de ese modo pensaba impedir el apoyo aéreo a sus fuerzas de infantería durante el desembarco del contingente mercenario invasor

Delfín Xiqués Cutiño

Granma

A los cinco días de haber fracasado estrepitosamente la invasión a Cuba de más de mil mercenarios de origen cubano por Playa Girón, el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, admitió la plena responsabilidad de su gobierno en la agresión. Sin embargo, la CIA y el Pentágono, que eran los que habían  planificado y ejecutado todo aquel desastre bélico, durante años trataron de ocultarlo y de negarlo.

A la invasión mercenaria a Cuba la CIA la clasificó con el nombre top secret de Operación Pluto, que comprendía cuatro operaciones adicionales a su vez: Puma, ataque a los aeropuertos cubanos; Generosa, organización de una quinta columna interna; Marte, simulación de un ataque del exterior, y Pluto, ocupación y aseguramiento de una cabeza de playa en un área de la Ciénaga de Zapata.

La CIA confiaba en que un golpe aéreo podría destruir y dejar fuera de servicio a los pocos aviones que tenía la Fuerza Aérea Revolucionaria (FAR), y de ese modo pensaba impedir el apoyo aéreo a sus fuerzas de infantería durante el desembarco del contingente mercenario invasor. Pero eso no ocurrió.

COMIENZA LA OPERACIÓN

El ruido de los motores era ensordecedor. Los aviones comienzan a despegar desde la rústica pista de Happy Valley, Puerto Cabezas, Nicaragua,  aproximadamente sobre las dos y cuarenta minutos de la madrugada del 15 de abril. Todos están pintados del mismo color y con las mismas insignias que los aviones de las FAR cubanas. Sincronizan sus relojes para arribar, sorpresivamente, a sus objetivos a las seis de la mañana.

Pero los pilotos mercenarios se llevaron una menuda sorpresa por el recibimiento que les hicieron las baterías antiaéreas, en las bases que atacaron. Algunos días antes, en medio de la inminente invasión, el Comandante en Jefe Fidel Castro dispuso reforzar los aeropuertos con baterías antiaéreas de 12,7, las llamadas Cuatro bocas, que eran operadas por jóvenes de la escuela de artillería de la Base Granma. Además,  desde hacía meses se había dado la orden de dispersar todos los aviones en la zona de estacionamiento para que no pudieran detectar cuáles estaban en alta de vuelo.

Cuando uno de los B-26 bombardeaba la pista de Ciudad Libertad, fue alcanzado por los certeros disparos de las Cuatro bocas. El avión giró hacia el norte, dejando una estela de humo negro, estalló en el aire y sus restos desaparecieron en el mar junto con sus dos pilotos.

Otro de la misma escuadrilla también fue impactado por el fuego antiaéreo y logró, con fallos en un motor, volar hasta Cayo Hueso, donde tuvo que realizar un aterrizaje forzoso.

En San Antonio de los Baños, los jóvenes artilleros lograron hacer blanco en un aparato que tuvo que aterrizar de emergencia en las Islas Caimán. El nutrido fuego de las baterías antiaéreas en los objetivos que atacaban, obligó a los pilotos mercenarios a realizar menos pases «o morir en el intento».

En esta situación planificaron otro raid aéreo para el 17 de abril contra la Base de San Antonio de los Baños. Esa noche despegaron de Puerto Cabezas dos escuadrillas integradas por cinco B-26. Pero todo resultó un desastre. Fueron rechazados por el fuego antiaéreo.

Aun así, en la madrugada del día 19 despegaron de Puerto Cabezas seis B-26 con rumbo a Playa Girón. Cuatro de estos aparatos eran pilotados por estadounidenses al servicio de la CIA.

Al amanecer de ese día, tres no cumplieron la misión y regresaron a la base. Dos fueron derribados mar afuera de Playa Girón, uno de los pilotados por estadounidenses de la CIA.

Solamente quedó volando un B-26 que venía de líder de la escuadrilla, cuya misión era bombardear el central Australia y varias carreteras aledañas.

Seis piezas antiaéreas de las Cuatro bocas, de la batería No.19 de la Base Granma, cuyos artilleros eran  jóvenes, se encontraban dispersas, camufladas y en «alerta máxima» para proteger el central Australia y sus habitantes.

Cuando el avión inició un nuevo pase de norte a sur, los disparos de las piezas con proyectiles 12,7 penetraron en su fuselaje. Algunos lo atravesaron, otros dañaron el sistema de gobierno y los motores, por lo que el aparato, mortalmente «herido», dejando una estela de humo, perdió altura y comenzó a efectuar un aterrizaje forzoso sobre un campo de caña a un kilómetro del central.

Los milicianos, al inspeccionar los restos calcinados por las llamas, pensaron que no había sobrevivientes, pues encontraron, entre el deformado fuselaje, restos de un posible cadáver carbonizado. Así lo informaron al Puesto de Mando en el Central Australia.

Se comprobó que los restos, supuestamente humanos, eran los despojos de un buey de labranza que el avión había arrastrado violentamente por el campo de caña. De acuerdo con esto, se tuvo la certeza de que los pilotos habían  logrado salir del avión y se encontraban prófugos en la zona.

La orden fue tratar de capturarlos vivos, pero eso no fue posible. Fueron descubiertos cuando se ocultaban cerca de la pista aérea del central. Frank Leo Baker comenzó a disparar con su revólver y resultó abatido por una ráfaga de FAL. El otro piloto, Thomas Willard Rayd, falleció instantáneamente cuando intentó lanzar una granada de mano. Las esquirlas lo hirieron mortalmente en el tórax y le atravesaron  el ojo derecho.

El Gobierno cubano decidió conservar el cadáver del piloto Thomas Willard Rayd, en el Instituto de Medicina Legal, en La Habana, como una contundente prueba de la participación directa de efectivos yanquis en la invasión. 

Más tarde comenzaron a rodar cabezas en el headquarters de la Agencia. Kennedy, enfurecido, destituyó al zar de la inteligencia estadounidense, el mítico Allen Dulles, y lo echó de Langley junto con su segundo, Richard Bissell. Ya no creía en ellos.

A los familiares de los pilotos, que eran todos residentes en Birmingham, Alabama, la CIA les dijo que habían desaparecido  en combate (missing in action).

Años después, la señora Janet Ray Weininger conoció que el cadáver de su padre se conservaba en el Instituto de Medicina Legal en La Habana e inició una larga batalla epistolar de reclamaciones contra la CIA  para que le entregaran el cuerpo. Pero la Agencia no soltaba prenda.

La intervención del senador republicano, John Buchanan, y del presidente James Carter, logró que en mayo de 1978 se iniciaran las gestiones para la repatriación del cadáver del piloto, mediante una solicitud entregada al Gobierno cubano por la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA).

El 24 de agosto de 1979, luego de un riguroso examen post mortem, y terminado el análisis de las fichas de identidad del occiso y otras informaciones recibidas, los forenses cubanos certificaron que, efectivamente, se trataba del piloto yanki, Thomas Willard Rayd, lo que fue corroborado en un informe del Buró Federal de Investigaciones (FBI) mediante sus huellas dactilares y dentales.

La devolución del cadáver ocurrió el 5 de diciembre de 1979, cuando el Gobierno cubano se lo entregó al señor Edwin Beffel, segundo secretario encargado de los Asuntos Consulares de la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba, para su traslado a territorio estadounidense.

Pero esta historia no termina aquí. El 15 de noviembre de 2004, unos 25 años después de que fueran recibidos por la señora Janet Ray los restos de su padre y efectuada la correspondiente ceremonia de su sepelio, declaró a la prensa que su padre había muerto ejecutado por un disparo en la sien, y que había sido torturado y profanado.

Y fue más lejos cuando presentó  ante la corte de justicia en el Condado de Miami-Dade una demanda de homicidio culposo contra Fidel Castro, su hermano Raúl y la República de Cuba por la muerte de su padre.

Detrás de todo este entramado de mentiras estaban los grupos más reaccionarios de Miami, con los que se reunía la señora Ray, quienes seguramente la alentaron y asesoraron en todo este tortuoso camino de infamias.

Sin embargo, el Gobierno cubano había actuado con respeto con el cadáver de un piloto mercenario de la CIA, que había participado en la invasión por Playa Girón, ametrallando y bombardeando el central Australia. Conservó su cadáver durante 18 años, y a solicitud de su hija generosamente se lo entregó.

 

Una victoria en Cuba que devino derrota en la Casa Blanca

La Habana, 19 abr (Prensa Latina) No habían transcurrido 72 horas de la invasión a Cuba, cuando las fuerzas revolucionarias tomaron los últimos prisioneros y derrotaron hace hoy 61 años el ataque a la isla por Playa Girón.

El cañón autopropulsado en el que viajaba el líder histórico Fidel Castro arribó ante el último reducto de mercenarios para completar la victoria frente a los mil 500 efectivos de la brigada 2506, financiada por Estados Unidos.

Según investigaciones históricas, fracasaba así la denominada Operación Pluto heredada por el presidente Jonh F. Kennedy de la administración de Dwight Eisenhower y ocurría la primera gran derrota militar del imperialismo norteño en América.

Unos mil 200 prisioneros de Playa Girón fueron acusados de traición a la Patria, enjuiciados y luego de un tiempo en la cárcel comenzaron los intercambios para devolverlos a Estados Unidos a cambio de una indemnización.

«Lo increíble es que el abogado que negoció conmigo la CIA lo trató de utilizar para que me trajera de regalo un traje de buzo que venía impregnado de hongos y bacterias suficientes para matarme», dijo Fidel Castro en una entrevista al periodista Ignacio Ramonet.

El líder histórico se refería a James Donovan, quien viajó por primera vez a la isla en agosto de 1962 y con quien se llegó a un acuerdo para recibir una indemnización de unos 52 millones de dólares en alimentos y medicinas a cambio de los invasores.

Algunos miembros de esa brigada de asalto 2506 siguen vivos, participaron en otras acciones agresivas contra su país de origen, apoyaron al presidente Donald Trump (2017-2021) en su guerra económica de asfixia a la isla y 61 años después, aún esperan la caída del gobierno revolucionario.

El 24 de abril de 1961 el mandatario estadounidense reconoció la implicación de su gobierno en los hechos y a partir de entonces Washington diseñó nuevas estrategias para terminar con la joven Revolución a 90 millas.

El 30 de noviembre de 1961 el presidente norteamericano aprobó la Operación Mangosta, el plan subversivo más grande orquestado contra Cuba, responsable de unas cinco mil acciones de sabotaje y actos terroristas en la isla en menos de 10 meses.

Las sucesivas administraciones de Estados Unidos continuaron con el mismo objetivo, codificaron legalmente el bloqueo a la nación caribeña con la Ley Helms-Burton (1996) y según el sitio Cuba Money Project, en las últimas tres décadas destinaron más de 261 millones de dólares a la subversión.

 

Proyección fílmica en Cuba rememora históricos hechos de Playa Girón

La Habana, 19 abr (Prensa Latina) El espacio Ojeada al cine cubano recordará hoy con una proyección fílmica los hechos de Playa Girón, que devinieron la primera gran derrota del imperialismo en América Latina.

   La película Girón evocará la victoria de Cuba ante el intento de invasión estadounidense por Bahía de Cochinos y celebrará, además, el cincuentenario de la primera exhibición del filme.

   De la autoría del Premio Nacional de Cine 2022, Manuel Herrera, la cinta recrea los sucesos mediante entrevistas a combatientes, noticieros y reconstrucciones del enfrentamiento, acontecido en abril de 1961.

   Durante la jornada varias actividades culturales rendirán homenaje a los combatientes cubanos que alcanzaron la rendición del enemigo el día 19, luego de varias horas de combate.

Entre las acciones previstas destacan la presentación del libro “Playa Girón Victoria de Pueblos» y un conversatorio con algunos protagonistas de la contienda.

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