Cubadebate.- El restaurante El Jardín, de Plaza de la Revolución, es un ejemplo de calidad en cuanto servicio gastronómico. A lo que se suman su precios, asequibles a la población. Entérese aquí de los detalles.
Precios estatales sin tope oficial, ¿inflar la inflación?
Angélica Arce Montero, Edilberto Carmona Tamayo, Lissett Izquierdo Ferrer, Jorge Suñol Robles, Ana Álvarez Guerrero, Lia Rodríguez Reina, Marien Piñero Rodríguez
Cubadebate
Hace dos meses el Ministerio de Finanzas y Precios emitió una resolución que facultó a jefes de cadenas de tiendas y otras entidades para aprobar precios minoristas en pesos cubanos. “Ojalá no comience la subida desproporcionada de los precios”, escribió un lector en Cubadebate, mientras otro advertía que la medida, “en lugar de poner freno a la inflación y favorecer al pueblo, privilegia la rentabilidad de las empresas”.
El MFP lo dejó claro en aquel momento, “las entidades no pueden hacer un uso arbitrario de estas facultades sino que deben aplicar principios y procedimientos que les permitan cubrir los costos y gastos de comercialización”.
¿Cómo se cumple este mandato en la corporación Cimex S.A.? Tania Vives Alfonso, vicepresidenta económica de la cadena, aclara que la libertad para establecer precios no es nueva, comenzó en 2011 a partir del 6to Congreso del Partido con el objetivo de fortalecer la autonomía del sistema empresarial cubano.
Uno de los pasos se dio en 2016, cuando se modificó el precio topado de un grupo de productos y se descentralizaron otros.
La Resolución 81 publicada en abril de 2022 dejó solo cinco “nomenclaturas de productos” con precios regulados en las tiendas en CUP. Unos 209 renglones se fijaban en la anterior norma, emitida en 2020 a raíz del ordenamiento monetario.
¿Será el momento de aplicar esta medida?, se preguntó otro lector que escribió su opinión en Cubadebate, refiriéndose a la “legítima preocupación del pueblo que sigue enfrentando –en especial los jubilados y pensionados que son quienes llevan la peor parte– los procesos inflacionarios, la economía informal y la venta ilícita de divisas para poder acceder a productos que solo se encuentran en MLC”.
En un comentario en nuestro sitio web el MFP explicó que la decisión tiene que ver con el incremento de los costos de producción y comercialización debido a los altos precios de las mercancías en el mercado internacional y la subida de los fletes.
“Este contexto afecta mucho más a la producción nacional, al tratarse de una industria envejecida que trabaja con mucha ineficiencia”, señala Félix Granada, especialista de precios de Cimex.
Otras realidades también inciden. “A raíz de la liberación de precios mayoristas en la agricultura, como parte de las medidas aprobadas para desarrollar el sector, el litro de leche subió a 20 pesos y con ello los costos de producción de la industria. De ahí que, de mantenerse el precio topado por el MFP, la compra de productos lácteos le traería pérdidas a Cimex (y demás red de tiendas)”, añade el experto.
Ante esta situación, y a solicitud de las cadenas, Finanzas y Precios evaluó la subida de los costos del yogurt, del queso y otros productos, y emitió la Resolución 81.
Los directivos de Cimex aseguran que los principios para la formación de los precios no han cambiado y que todos se determinan en CUP (luego se aplica la tasa de 1x24 para las tiendas en MLC), “porque hay que ponderar la moneda nacional como vía para valorar los precios y costos, de lo contrario se comienza a jugar en un mercado inflacionario”, advierte Granada.
La vicepresidenta económica aclara que las tiendas no fijan precios, esa facultad es de la corporación, y que un producto con iguales características tiene que tener el mismo precio en todas las unidades.
Incluso, agrega, se busca que sea similar en las tiendas de las demás cadenas, en dependencia de sus costos. “En el caso de los de primera necesidad, se trata de que sea el mismo”.
Las señales del mercado “inflado”
¿Cómo se forman los precios? Félix Granada dice que en aquellos productos descentralizados, pero que son sensibles por su impacto en la población (como el yogurt), Cimex aplica la tasa mínima permisible con la que puede trabajar, a partir de indicadores basados en cálculos de racionalidad.
Este análisis indica que, “para no caer en pérdida”, el precio debe cubrir los gastos asociados al pago de tributos, además de los costos operacionales (salario de los trabajadores, arrendamiento de local, pago de electricidad, transportación). A la vez, “debe generar un nivel mínimo de utilidad para crecer, porque nadie trabaja en un punto de equilibrio, o sea, donde no se gane ni se pierda”, aduce.
El precio de venta debe cubrir entonces esas obligaciones calculadas en un 25.5%.
En el caso de los rangos máximos, el especialista especifica que son fijados por el mercado, dígase todos los actores económicos, incluyendo el sector privado, así como el mercado internacional.
Por ejemplo, “en los lácteos tenemos un mercado interno compuesto por las empresas minoristas, productores, agros, actores privados y la ‘bolsa negra’. En esa selección del mercado hay que definir cuál se toma de punto de comparación.
“Como es un mercado que se está formando, con la incorporación de nuevas formas de gestión, se toma de referencia el mercado de importación y se analiza cuánto costaría importar un producto con similar calidad de no producirlo aquí. Entonces se busca una media que compense y se fija como precio máximo”.
De acuerdo con directivos de esta corporación, después de definir los rangos máximos y mínimos se forman los precios, según el tipo de producto: básico o de primera necesidad (precios mínimos), intermedios (por ejemplo, ferretería, ajuares y útiles del hogar) y “suntuosos”, o sea, de lujo.
Con los precios (elevados) de este último grupo, donde están incluidas las bebidas alcohólicas, cigarros y tabacos, Cimex dice compensar lo que deja de ganar en aquellos productos que le causan pérdidas, como el aceite, cuyo precio sigue intacto pese a que en el mercado internacional se ha disparado por la situación en Ucrania.
El especialista acota que en los productos “suntuosos” la restricción la pone el propio mercado. “Si el cliente no está dispuesto a pagar el precio se genera un inventario inmovilizado y, por tanto, un dinero congelado. En este caso nos remitimos al mercado y vemos cómo está (el precio) y nos vamos por debajo”.
Pero, ¿qué señales puede dar ese mercado en formación donde convergen actores económicos que se rigen por una tasa cambiaria de más de cuatro veces la oficial? ¿Más distorsión? ¿La serpiente que se muerde la cola?
Según Granada, en el actual escenario de incremento de los costos, los productores tienen dos alternativas: o traspasan ese incremento a los precios o lo asumen como pérdida. “Anteriormente la diferencia era asumida por el Presupuesto estatal, pero ahora los subsidios se quitaron y esa ineficiencia del proceso empresarial se lleva al costo, el cual se traslada al precio de venta a las cadenas y estas lo trasladan al cliente”.
Pero, reitera el especialista, “por nuestra responsabilidad política y social nos restringimos en los márgenes mínimos en aquellos productos de primera necesidad”.
Hay otras distorsiones que alejan anhelos del ordenamiento monetario. Se decía que la medida más natural y contentiva de precios era que la producción nacional en CUP fuese más barata que la importada; sin embargo, en algunos productos sigue pasando lo contrario.
Tras la subida del precio de la leche, el kilogramo de queso blanco hecho en Cuba le cuesta a Cimex 341 pesos, tres veces más caro de lo que le cuesta importar el “gouda”, de mayor calidad.
“Si decidimos no comercializarlo se crea un déficit y esto origina la aparición del mercado negro, con precios más elevados. Por eso es mejor venderlo aunque esté un poco más caro, pero siempre buscando que la industria se reanime y baje sus costos, porque deben ser competitivos”, acentúa Granada.
De las utilidades que obtienen las tiendas de Cimex los trabajadores cobran un porcentaje cada tres meses. Aunque ciertamente “los planes de venta han disminuido”, incluso no se están cumpliendo (87%) en la red comercial en MLC, precisa la vicepresidenta económica de la corporación.
Las tiendas en CUP hoy ofertan muy poco –en cantidad y variedad–, pero para suerte de los bolsillos domésticos, si es que la inflación le permite alguna, la mayoría de los productos en venta son aquellos que el Ministerio de Finanzas y Precios todavía regula.
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Gastronomía: Precios y libertades
La decisión del MFP de liberar precios ha incidido también en tablillas de la gastronomía estatal, un sector que en enero del año pasado estrenó un modelo de gestión que funciona bajo las leyes de la oferta y la demanda, sin subsidios. Ahora, al converger todas esas facultades, “los estatales, que estaban más ‘decentes’ –al operar con el cambio oficial– se están sumando al descalabro”, se quejó un usuario en Facebook.
En un trabajo publicado recientemente en Cubadebate leímos cómo el Decreto 28 le ha permitido a las unidades gastronómicas obtener ganancias y utilidades, mientras los ingresos de sus clientes –decía un lector– se hacen agua.
A partir de abril los refrescos y bebidas (excepto los rones Havana Club) entraron en la lista de los productos que el Ministerio de Finanzas dejó de controlar. Dos meses después, y “atendiendo a la competencia”, sus precios han subido en la mayoría de los restaurantes, bares y cafeterías.
La anterior resolución establecía topes, “poniendo a los establecimientos en desventaja, no eran competitivos”, coinciden directivos y trabajadores de Cimex entrevistados para este reportaje. Una comparación que sería justa si obviamos que las unidades estatales se surten, a precios mayoristas, de las marcas Havana Club, Bucanero y Los Portales, y que los negocios privados lo hacen en las tiendas en MLC, con una divisa comprada al tipo de cambio informal.
Según Elizabeth Valdés, jefa del grupo de gastronomía de Cimex, “los platos no tuvieron aumentos considerables”, excepto aquellos como el cerdo cuyo coste ha crecido de forma significativa. “En este caso no obtenemos ganancia y el precio de las bebidas compensa la diferencia”.
A raíz de la nueva norma del MFP, esta empresa clasificó sus establecimientos gastronómicos en cafeterías económicas y cafeterías restaurantes: media, alta, especial y super especial o gourmet. Ni las ofertas ni las calidades son iguales, como tampoco los precios.
Por eso en la carta del restaurante Mesié Julián, dentro de la unidad comercial Le Select, en Playa, la cerveza nacional –el producto más demandado– está a 150 pesos; y en el emblemático Café del Oriente, en La Habana Vieja, a 250. En el primero, los precios siguen siendo “razonables”, consideró una familia que llegó al lugar recomendada por unos amigos. En el segundo “están altos para el nivel adquisitivo de las personas”, “un bocadito de queso en 250 pesos” o una langosta en 1 500, lamentó Nelson García, quien tras ojear el menú disponible en el lobby descartó la posibilidad de almorzar ahí.
En La Habana Vieja hay dos instalaciones gourmet (Sloppy Joe's Bar y Café del Oriente), cinco de “primera gama” como La Imprenta, 14 restaurantes con precios más bajos y un grupo de cafeterías que además ofertan comida para llevar, “la gama más baja”.
De acuerdo con Giorvy Rodríguez González, gerente general de la Sucursal de Cimex en La Habana Vieja, en los restaurantes gourmet se reguló que los precios podrían subir hasta un 75% del anterior, “buscando que el costo no excediera los 25 centavos por peso”. En el resto de los establecimientos podrían crecer hasta un 50%.
Aun cuando las unidades tengan la misma categoría, el estudio de precio toma en cuenta el tipo de mercado y la competencia existente en el área. De ahí que los restaurantes de La Habana Vieja siempre sean más caros, porque se crearon dirigidos fundamentalmente al turismo internacional, comenta Elizabeth Valdés.
Pero en estos años de pandemia la clientela varió. Sin turistas ni cruceros el Café del Oriente mantuvo sus servicios y nunca estuvo en números rojos. “Fuimos ajustando la ficha técnica (precios, costos) a lo que se estaba vendiendo, según la etapa en la que estuviera el país. Al inicio solo ofrecimos comida para llevar (con precios bajos). Luego, en la primera etapa de normalidad, cuando se eliminó un grupo de limitaciones, volvimos a reajustar. La cerveza estuvo a 75 pesos y los platos fuertes nunca pasaron de 200”, recuerda la administradora del lujoso restaurante.
En aquel momento, agrega Yuliet Domínguez, el Oriente no reportó ganancias y el costo por plato fue de 38 centavos. Ahora volvió el pago por utilidades y hay más variedad de ofertas, no solo pollo.
“Una vez que comenzamos a adquirir materia prima en MLC, los costos subieron. A la vez se han encarecido los demás suministros. El arroz está costando 150 pesos el kilogramo. Igual pasa con los vegetales, frijoles y el cerdo”.
Números que salen de los convenios con CCS y otros actores como mipymes, cooperativas y trabajadores por cuenta propia. Una autogestión que podría abaratar precios si no tuviese lugar en un mercado inflado.
El ministro de Economía y Planificación lo advertía en mayo pasado ante la Asamblea Nacional: “El tipo de cambio informal ha generado una fractura en el encadenamiento entre el sector estatal y el no estatal, que está adquiriendo la divisa en el mercado ilegal e incorporando ese costo a los precios finales, lo cual explota en la inflación”.
Subida de precios que se hace más visible en la gastronomía, cuando las cartas ni tan siquiera son lo que eran antes. “Hay limitaciones de recursos. Más del 80% de la materia prima que utilizábamos era importada y hoy eso está limitado. Pero con lo poco que tenemos hemos tratado de mantener platos gustados por la población”, asegura el gerente general de la Sucursal de Cimex en La Habana Vieja.
Pero lo que parece inexplicable es que una cerveza en un restaurante estatal, que la recibe a precio fijado por el estado y no desde una tienda en MLC o el mercado negro, esté costando 250 pesos cubanos.
De luchar contra la escasez conoce bien El Jardín, de la Empresa Restaurantes de La Habana. Cuando ha sido necesario, cuenta su administradora, han viajado hasta otras provincias para buscar mercancía y asegurar un menú que mantenga siempre los salones llenos.
Aunque la calidad y el precio de sus platos llaman la atención (en ocasiones hasta tres veces menores que en los privados), la concurrencia en esa esquina de Línea y C responde, sobre todo, a la cerveza dispensada. A 50 pesos la jarra de 500 ml, alucinante.
La administradora de El Jardín destaca que el Decreto 28 les ha permitido decidir qué comprar y a quién, y trabajar con eficiencia. Bondades que, al parecer, todavía se desconocen en la Pizzería Cinecitta, en 23 y 12. Que ni una mesa estuviera ocupada un domingo a las 6 p.m., ahí en pleno Vedado, es una señal de que la gestión va mal.
Uno de los porqués del ordenamiento monetario fue corregir las deformaciones en la formación de los precios, para que el mercado diera señales claras a los productores. Cuba no iría a una economía de mercado, pero –se decía– el mercado existe independientemente de la voluntad estatal.
Un razonamiento que comparte Félix Granada, especialista de Cimex, cuando dice que los precios no son inamovibles. “Si el mercado mañana no acepta el precio y las ventas disminuyen por ese motivo, se analiza y se baja”.
El incremento real de los costos destierra, por lo pronto, cualquier indicio de mejora para el bolsillo de la mayoría. Porque la inflación importada se sigue inflando sin tope dentro del país, “comiéndose” la capacidad de compra del salario.