Soledad Cruz Guerra - La Jiribilla.- Blonde ha revivido a Marilyn Monroe, ha consagrado rápidamente a Ana de Armas y su origen cubano, y ha desatado un pronunciamiento contra Cuba por parte de sórdidos defensores de la libertad que no tienen ningún reparo en acudir a métodos que reproducen las fórmulas totalitarias más despreciables.
Blonde, una película con más valores artísticos que elementos cuestionables, ha demostrado en las polémicas suscitadas el apego notable de una parte de los terrícolas a mitos asociados a garantías de felicidad, poder, riquezas materiales, fama y veneración de esos seres exitosos, porque, como ha expresado el estadounidense Snowden, es muy difícil abrir paso a las verdades en un mundo que vive entre las mentiras que él reveló.
Mientras, en las redes que enredan y en los medios tradicionales corren ríos de comentarios y críticas; se ponen bajo la lupa las vidas de Marilyn Monroe y Ana de Armas, casi a la par del efecto que provocó la muerte de la anciana monarca de Reino Unido. Curiosamente son españoles quienes dan vivas al rey en su Día de Hispanidad. La Organización de Naciones Unidas muestra su desacuerdo con los referendos a favor de Rusia, pero no dice nada acerca del robo de petróleo y granos de Estados Unidos en Siria. Los gobernantes europeos culpan a Putin por la falta de calefacción en el invierno, pero admiten el sobreprecio de Biden sobre el gas que los rusos venden con mejor tarifa. Hay protestas en cualquier esquina del planeta, los desastres naturales aumentan, y la hambruna se pronostica como próximo flagelo del orbe, por citar solo algunas muestras de este lamentable, dispar y delirante mundo fallido. Cuba es azotada por una guerra mediática, por las sanciones más perversas, por el bombardeo constante de los más vulgares, primitivos, superficiales y sórdidos instigadores de enfrentamientos internos que quieren sumar a la protagonista de origen cubano de Blonde, como han hecho con otros artistas.
La represión que sufren los artistas de origen cubano en Miami, obligados a manifestarse contra Cuba por esa cantidad de abyectos que han convertido en lucrativo negocio su presunta lucha por la libertad, no ha sido objeto de interés de quienes han salido presurosos a pretender contrarrestar la declaración de artistas, periodistas, científicos, intelectuales y profesionales en defensa de la soberanía y el respeto a nuestra decisión de resolver los problemas internos sin injerencia foránea.
Es en realidad lamentable comprobar la esclavitud de muchos artistas emigrados, a los cuales no los salva su talento. Para sobrevivir en Miami, para conseguir trabajo e intentar continuar sus carreras, tienen que doblegarse a la persecución de pobres diablos que solo han ganado notoriedad tras emprenderla de la manera más ruin contra Cuba, como voceros de lo peor del conservador exilio que pretende retomar la Isla como posesión.
El talento artístico y la capacidad intelectual no son suficientes para la comprensión del entramado difícil de la historia de una pequeña isla enfrentada a la mayor potencia. A veces prefieren rendirse al mejor postor sin que sus presuntas sensibilidades se alteren ante la amenaza a la soberanía. Ello explica barbaridades como elaborar para los más jóvenes una historia en que sanguinarios como Machado y Batista fueron hombres del progreso; niegan absolutamente cualquier acierto del socialismo en Cuba, así como los efectos nefastos de la continua agresión de Estados Unidos, festinada, soberbia y cruel, cuando se sabe que ni económica ni militarmente Cuba representa un peligro para la superpotencia. Al parecer, la valentía y la resistencia a no dejarse doblegar son un mal ejemplo para tantos esclavizados.
Se leen muchas cosas vergonzosas por parte de aquellos que están dispuestos a falsear cualquier suceso desde adentro para obtener visas o contar con un expediente opositor. A pesar de sus currículos de ilustrados, comulgan con las canalladas que vienen de Miami y con el terrorismo verbal, y no aplican el espíritu crítico que proclaman con las inequidades visibles en las campañas de odio; vigilan cada detalle errado en Cuba, pero no dicen nada de los horrores que se protagonizan fuera de nuestras fronteras.
Todo es tan sucio, que cualquier pretexto sirve, incluso involucrar en la miserable guerra a la protagonista de origen cubano de la película Blonde.