La Quinta de los Molinos apuesta por convertirse en un espacio de promoción del desarrollo sostenible dentro de la capital cubana.
Economía Redacción IPS Cuba 14 febrero, 2023
Jóvenes emprendedoras cubanas apuestan por la elaboración de bisuterías y de muñecas con materiales reciclados y por la alimentación inclusiva.
Foto: Archivo IPS Cuba
La Habana, 14 feb.- Muebles con maderas recicladas y rescatadas de talas y podas, venta de libros de segunda mano, cosmética natural y alimentos sanos son propuestas de emprendimientos sostenibles que encuentran un espacio y un público en las convocatorias del jardín Quinta de los Molinos.
Adscrita a la Oficina del Historiador de La Habana, se convirtió en octubre pasado en la pequeña empresa (mipyme) estatal La Quinta S.U.R.L., enfocada en “brindar servicios integrales científico-técnicos, ambientales, culturales y de interpretación histórica, patrimonial y natural”.
Este espacio de 4,7 hectáreas, en pleno centro de la capital cubana, acogió un Bazar de emprendimientos sostenibles, dedicado a la economía circular y a proyectos ecoamigables y socialmente comprometidos.
A su vez, y en coincidencia con la realización de la edición 31 de la Feria Internacional de La Habana, el bazar incorporó acciones de promoción de la poesía y las historietas.
Según Cosette Chaviano, especialista del Departamento de actividades socioculturales, participaron emprendimientos vinculados con productos de belleza, bisutería, textiles, cestería, manualidades, útiles del hogar, juguetes educativos artesanales y gastronomía creativa y amigable con el medio ambiente.
En formato menor que los festivales Zona Quinta, este tipo de bazar “permite crear alianzas con los emprendimientos, ofrecerles un espacio para visibilizar y comercializar sus productos y generar la motivación en ellos para contribuir socialmente con nuestros proyectos y públicos vulnerables”, dijo la joven coordinadora.
Ideas frescas
Apenas comienzan, todavía no tienen ni nombre ni logotipo, pero Andrea Labrador y Magyuliett Reyes, ambas trabajadoras del hogar, encuentran una vía para obtener ingresos en el reciclaje de tejidos y la confección de diferentes juguetes.
“Es algo empírico y queremos utilizar el tiempo libre en algo útil y lo hacemos de manera muy reducida en nuestro barrio, Santos Suárez, en un proyecto que desarrollan allí mujeres adultas mayores que hacen muñequería”, explicó Labrador.
“Lo consideramos sostenible porque se emplea ropas que ya no usamos, algún muñeco que está desgastado y se puede rellenar o coger algún detalle. Trabajo también el fomi (espuma, material empleado en artesanía) y se integra con telas, madera, alambres. Descargamos cosas de Internet, pero tenemos que adaptarlas a lo que tenemos”, detalló.
De acuerdo con Reyes, una opción pudiera ser consolidar la iniciativa en el futuro. “Nos gustaría crear un grupo, consolidarnos y establecernos como un emprendimiento”, dijo.
Haziel Scull, de 28 años, trabaja en Librería de Yndias, un emprendimiento de venta de libros de uso que funciona mediante las redes sociales desde hace tres años.
Mientras otros se enfocan en imprimir o comercializar volúmenes nuevos, esta iniciativa los obtiene de bibliotecas privadas: “nos venden los libros por cantidades y los clasificamos”. Scull precisó que se dedican a reunir novelas, poesía y ensayos, no así libros para la enseñanza ni técnicos.
Ambos integrantes del equipo evitan que los libros terminen en un basurero o en el olvido y apuestan por la “revitalización del libro, que no muera en la casa cuando se leyó, sino que llegue a otra persona, que tal vez no lo habría obtenido por otra vía”.
La idea surgida a partir de las amplias bibliotecas de sus creadores tiene como premisa la circulación de la literatura viva por la ciudad, aunque realizaron ventas hasta en Guantánamo, en el extremo oriental, “siempre salvando los libros”, dijo Scull, quien trabaja como promotor en un museo del Centro Histórico habanero.
Reciclaje y alimentación
En d´casa, un negocio familiar, se producen piezas de madera grandes y pequeñas: desde un estante hasta un pequeño juguete, con el principio de que sea reciclada, de pallets o de restos de talas y podas, siempre que se haya cortado según la fase de la Luna adecuada, además de tratarla para evitar las plagas, explicó Eduardo Aguilar.
“La idea es buscar diseños creativos y darle algún sentido a la comodidad de la casa, en función de las necesidades y la interpretación del cliente: lo que para mí puede ser un expositor de plantas, otros lo utilizan para poner adornos”, agregó.
Se desecha lo mínimo, pues con los fragmentos más pequeños trabaja Brenda Aguilar, de 24 años e hija de Eduardo, graduada de diseño industrial: “es reciclar lo reciclado, en base a las dimensiones de la recortería. Diseño juguetes didácticos para la niñez y le doy una vida útil a cualquier recorte”, señaló.
Ariané Cañas, de 25 años y estudiante de sexto año de medicina, junto a su madre, médica y diplomada en nutrición, creó una iniciativa de alimentación inclusiva: Doctora Galletica. Se enfoca en meriendas, buscando alternativas ante la falta en el mercado de harina de trigo, que ni aporta muchas propiedades ni pueden consumirla las personas celíacas.
“Creamos esta alternativa con las galleticas de yuca –con la masa cocinada–, saborizadas con jengibre, maní, coco, canela y horneadas; y las galletas de mantequilla de maní, en colaboración con Tita mantequilla de maní, del emprendimiento Puro maní”, comentó Cañas.
Según expuso, participaron por primera vez en una feria en diciembre pasado y sus galletas tienen mucha aceptación. “Es una alegría cuando nos escriben personas diversas: una mamá que tiene una niña que no puede consumir ni huevo ni leche, celiacas o diabéticas u otras que buscan tener una alimentación sana”. (2023)