Canal Caribe.- Los miilicianos cienfuegueros que enfrentaron los ataques mercenarios en Playa Girón el 17 de abril de 1961, recibieron el homenaje de su pueblo. Al tributo en el cementerio Tomás Acea asistieron familiares de los caídos, combatientes de otras gestas y las máximas autoridades del Partido y el gobierno en la provincia.


Girón y la esperanza para todos

La epopeya de Girón revela la capacidad de resistencia y el patriotismo del pueblo

Ventura de Jesús

Granma

Ciénaga de Zapata, Matanzas.–Las fuerzas mercenarias, con el nombre de Brigada de Asalto 2506, se desmoronaron como un castillo de naipes en menos de 72 horas.

El 19 de abril de 1961, justo antes de oscurecer, la invasión tocaba su fin y los mercenarios terminaron por deponer sus armas ante la marcha triunfal de los milicianos, mientras otros buscaron su salvación en la huida por las aguas de la conocida Bahía de Cochinos, en las cercanías de Playa Girón, desmoralizados y quién sabe si maldiciendo a todos cuantos los incitaron a emprender la criminal aventura. 

El gran proyecto de la cia para liquidar a la Revolución Cubana había sido un sonado fracaso.

En ese instante, las fuerzas cubanas se fundieron en un inmenso clamor de júbilo y manifestaron su alegría. Históricas imágenes nos revelan el regocijo de ese momento. Algo así como el resumen de la epopeya es la emblemática foto de Fidel saltando de un tanque, símbolo de la victoria que asombró al mundo.

Los traidores a su Patria estaban condenados a la derrota por mil razones; contaban únicamente con la fuerza de las armas. Tampoco ayudaba la naturaleza de sus verdaderos propósitos, la de restablecer el oprobioso régimen y restaurar en el poder a los enemigos del pueblo.

«…Venían bien organizados, bien armados, con un buen apoyo, pero les faltó la razón, la justeza de la causa que defendían…», diría José Ramón Fernández, uno de los protagonistas de la gesta victoriosa.

Al hacer el balance, el estratega militar vio en ese aspecto una prueba de debilidad y remarcó que, en consecuencia, «no combatieron con el ardor, el valor, la firmeza, el denuedo y el espíritu de victoria con que lo hicieron las fuerzas revolucionarias». Cualidades que, al parecer, no figuraban en los planes de los invasores.

Otra circunstancia de un peso considerable es que los «obreros y campesinos, hombres y mujeres humildes de la Patria», vieron en el triunfo del Primero de Enero la posibilidad real de dirigir sus propios destinos, y eso los incitó a luchar como un solo combatiente.

Crucial resultó, sobre todo, la presencia de Fidel. Con su prédica supo inspirar la confianza en la victoria. Verlo allí, desafiando el peligro, fue más que una chispa de esperanza. Además de la influencia emotiva que ejerció sobre las fuerzas, tuvieron una importancia capital sus dotes de estratega militar.

Eso explica el orgullo de vestir la camisa azul de mezclilla y la boina verde olivo. La naciente Revolución había unido a todos en un mismo sentimiento.

Cada abril, los cubanos evocan con orgullo aquellos gloriosos días, pues de algún modo, en efecto, la epopeya de Girón revela la capacidad de resistencia y el patriotismo del pueblo en momentos difíciles, como los que vivimos hoy, siempre en guardia ante el poderoso enemigo que nos desprecia y se empeña en opacar el ejemplo de la Revolución.

Ese ejemplo se agigantó en las arenas de Playa Girón, donde los milicianos, con su máximo líder al frente, lucharon de forma brava para defender, como dice el cantor, esa esperanza para todos, para todos.

 

El plan de la CIA en Girón contenía el asesinato de Fidel

Peter H. Wyden, autor de una de las obras más completas sobre el tema, Bahía de Cochinos. La historia no contada, de 1979, a pesar de abordar los intentos de asesinato no podían apreciar los planes de asesinato del Jefe de la Revolución, al no conocer el Programa por no haber sido, en aquellos momentos, aún desclasificado

Andrés Zaldívar Diéguez

Granma

En ocasiones, en la prensa u otros textos referidos a la invasión por Bahía de Cochinos en 1961, erróneamente se mencionan cuatro direcciones de actividad del Gobierno de Estados Unidos para la destrucción de la Revolución. Ello se basa en que el plan de la CIA que condujo a la invasión, titulado Un programa de acción encubierta contra el régimen de Castro, aprobado por el presidente Dwight D. Eisenhower, el 17 de marzo de 1960, y desclasificado totalmente en 1996, contenía aquella cantidad de acciones.

Podemos probar que el plan incluía, como una quinta dirección, el asesinato del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, lo que se pretendió guardar tan secretamente que hasta en la letra del plan fue suprimido, aunque denodadamente intentó cumplirse.

LAS DIRECCIONES QUE APARECEN EN EL PROGRAMA

Primero fue la creación de un «frente político», opuesto a la Revolución, y por ello establecido en el exterior del país, para esconder el protagonismo estadounidense y hacer creer que las acciones que se desencadenarían eran «un asunto entre cubanos».

Desde el segundo semestre de 1959, la CIA se propuso la creación en Cuba de una oposición organizada contra la Revolución. Identificó a elementos del antiguo Partido Auténtico (Antonio «Tony» Varona Loredo, Aureliano Sánchez Arango, Justo Carrillo Hernández); de sectores eclesiásticos (José Ignacio Rasco), o que pudiera presentarse, aunque fuese falso, como representante del Ejército Rebelde (Manuel Artime Buesa), a quienes indicó crear las organizaciones contrarrevolucionarias que representarían en el exterior, y tras ello marchasen al exilio.

Esas personas, y otras que se fueron añadiendo, el 11 de mayo de 1960 crearon en territorio estadounidense un denominado Frente Revolucionario Democrático (FRD), cuyos integrantes aparecían como la cabeza visible de la oposición en Cuba. Surgió así el embrión de la mafia terrorista de Miami.

El FRD se convirtió, el 20 de marzo de 1961, en el Consejo Revolucionario Cubano (CRC). En momentos de la invasión, sus integrantes estaban confinados en el aeródromo militar de Opa-Locka, escuchando, por Radio Swan, los reportes militares supuestamente emitidos por ellos mismos, a la espera de poder ser trasladados a una cabeza de playa en Bahía de Cochinos, donde debían llamar a la intervención militar extranjera, con el manto de la OEA.

Otra de las direcciones fue la creación de una red interna de Inteligencia y acción terrorista, de la que fueron núcleo original las organizaciones contrarrevolucionarias creadas por los mismos elementos, a las que con rapidez se unieron otras. Fue responsable de asesinatos de campesinos y jóvenes alfabetizadores. La dirección de esa red operaba desde la Embajada estadounidense en La Habana.

La otra línea era la ofensiva propagandística, hechura de la CIA que se debía hacer creer provenía del «frente político». La propaganda radial tuvo preeminencia (en particular Radio Swan, con transmisiones desde las islas de ese nombre en el Golfo de Honduras), aunque también hubo publicaciones de periódicos y revistas, volantes, materiales audiovisuales, campañas de rumores, como la supuesta proscripción de la patria potestad, como parte de la denominada Operación Peter Pan. 

La cuarta dirección era el entrenamiento de una fuerza contrarrevolucionaria en el exterior, lo que se realizó, en lo fundamental, en Retalhuleu, en Guatemala. El reclutamiento de componentes para ella, en Miami y en la propia Cuba, se inició desde abril y mayo de 1960. El plan pretendía que, luego de prepararse en guerra irregular, aquellas fuerzas se infiltrasen en Cuba y dirigiesen, como paramilitares, las fuerzas insurgentes ya existentes en las montañas. El propósito era avanzar hasta la toma de la capital.

La idílica pretensión de copiar lo realizado por el Ejército Rebelde, en el enfrentamiento a la dictadura batistiana, desapareció fugazmente. Milicias de obreros y de campesinos, en el tercer trimestre de 1960, dejaron fuera de beligerancia a las bandas de alzados en la zona montañosa del centro del país.

Se hizo necesario variar el plan concebido. Desde inicios de noviembre de 1960, los que supuestamente dirigirían fuerzas irregulares, comenzaron a recibir entrenamiento militar clásico y se convirtieron en la Brigada 2506, vencida en solo 66 horas en Girón.

PLANES DE ASESINATO DE FIDEL CASTRO

Muchos de quienes han escrito sobre ese asunto, entre ellos el escritor y periodista estadounidense Peter H. Wyden, autor de una de las obras más completas sobre el tema, Bahía de Cochinos. La historia no contada, de 1979, a pesar de abordar los intentos de asesinato no podían apreciar los planes de asesinato del Jefe de la Revolución, al no conocer el Programa por no haber sido, en aquellos momentos, aún desclasificado.

El documento del jefe de la División del Hemisferio Occidental de la CIA, conocido como Memorándum King, del 11 de diciembre de 1960, con referencia al Programa contra Cuba, es clave para comprobar la existencia de esa quinta dirección. Al remitirse a los niveles superiores de la Agencia, plantea que esa es la solución del problema, lo cual valida que las acciones encaminadas a la desaparición de Fidel Castro eran originalmente parte integrante del Programa de acción encubierta de la CIA. Allí se expresaba que «muchas personas bien informadas consideran que la desaparición de Fidel aceleraría grandemente la caída del gobierno actual».

Las direcciones de la actividad de la CIA contra Cuba no cesaron después del fracaso en Girón, han sido sistemáticamente fortalecidas y ampliadas hasta las aberrantes manifestaciones actuales.

 

Playa Girón: el triunfo sobre la invasión mercenaria

La Habana (Prensa Latina) En un escenario marcado por el incipiente bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, la lucha contra bandidos en el Escambray, los sabotajes instrumentados por la Operación Pluto de la CIA y la Campaña de la Alfabetización, se gestó el triunfo sobre la invasión mercenaria en Playa Girón.

Por Noel Domínguez

Periodista de Prensa Latina. Fue combatiente en Playa Girón

Transcurría la segunda quincena de abril de 1961 y ante la inminencia de la agresión mercenaria, anticipada por los bombardeos contra los aeropuertos de la capital y de Santiago de Cuba, el Comandante en Jefe Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución Cubana.

Lo hizo durante el acto de honras fúnebres a las víctimas del artero ataque aéreo, entre ellas el joven Eduardo García Delgado, quien escribió con su sangre sobre una pared al alcance donde yacía mortalmente herido el nombre de Fidel, con la convicción del que da la vida en la confianza de que sus ideales nunca serán traicionados.

El General de Brigada José Ramón Fernández Álvarez, entonces Capitán, jefe de operaciones de la contienda de Girón y uno de sus principales héroes, dijo que los mercenarios venían bien organizados, bien armados, con un buen apoyo.

“Pero les faltó la razón, la justeza de la causa que defendían. Por ello no combatieron con el ardor, el valor, la firmeza, el denuedo y el espíritu de victoria con que lo hicieron las fuerzas revolucionarias”, argumentó.

De aquí lo sorprendente del alcance del triunfo del pueblo cubano, como seguramente sorprendió al gobierno de los Estados Unidos, que esperaba otros resultados. Y eso sólo se explica por el coraje de un pueblo que vio en el triunfo del 1 de enero de 1959 la posibilidad real de dirigir sus propios destinos.

Inspirados en esa misma convicción, y por solo citar un ejemplo vivido, el siguiente relato da fe de algunos de aquellos desgarradores acontecimientos experimentados por los valerosos milicianos de la Batería de Morteros del Batallón 119, incorporados al Batallón 123 de las Milicias Nacionales Revolucionarias, del cual formé parte:

AQUÍ NO SE RINDE NADIE

Al pasar la caravana de autobuses en la que se dirigían a combatir por el pueblo de Jagüey Grande, la población los vitoreó sin descanso: -Adelante, estamos ganando, aquí no se rinde nadie. Todos los milicianos respondieron desde dentro de los ómnibus: -Patria o Muerte, ¡Venceremos!

No obstante, observaban atentos cómo los vehículos de todo tipo que cruzaban en dirección contraria, cargaban cuerpos ensangrentados vestidos con uniformes de milicianos y en algunos casos amontonados unos sobre otros, señal de que ya esos eran cadáveres. Entonces internamente se preguntaron: ¿estaremos ganando en realidad?

Aunque el entusiasmo no disminuyó. Ya en la carretera del central Australia a Playa Larga, comentaban a viva voz: -Somos los únicos combatientes que viajan en autobús cayéndole atrás al invasor, esto parece una película, los vamos a hacer basura… ¡Patria o Muerte!”.

La primera parada fue casi llegando a Playa Larga. Aunque no lo vieron físicamente, dado lo largo de la caravana de 24 vehículos, conocieron que el Comandante en Jefe, desde uno de los recién estrenados tanques, disparaba cañonazos al Houston.

Esto provocó una estampida de alegría y satisfacción. Fidel siempre en la primera trinchera, lo cual los exaltó aún más, a pesar de que las ambulancias improvisadas, con heridos y muertos, seguían pasando en dirección contraria hacia el hospital de Jagüey.

La imponente caravana de vehículos reinició su lenta marcha, dobló izquierda en Playa Larga y continuó por el arenoso terraplén hacia la playa siguiente: Girón. Iban embelesados mirando el Houston arder y haciendo bromas hasta que en una curva dos aviones B-26 picaron sobre el convoy que transitaba desprovisto del necesario apoyo antiaéreo, que la premura o la inexperiencia no alcanzó a incorporar.

Echaron una mirada al primer avión y como estaba pintado con nuestras insignias, se sintieron transitoriamente aliviados. Esta sensación terminó brusca cuando el tirador de cola del aparato comenzó a escupir plomo de su calibre 50 contra los vehículos estancados en el camino de gravilla blanca.

BAUTIZO DE FUEGO

Era el bautizo de fuego. Todos indefensos, con armas ligeras que aunque ripostaban, resultaban insuficientes para enfrentar aquella vorágine de ametrallamientos sucesivos realizados por los vuelos de pases rasantes.

Las piezas de los morteros habían quedado en los autobuses, como también quedó Galarraga (Enrique Galarraga Rodríguez), el espigado y alegre negro alfabetizador, quien no pudo abandonar el ómnibus e intentó guarecerse en el espacio entre el último escalón y la puerta trasera, desgraciadamente cerrada…

Las primeras ráfagas lo alcanzaron, por lo que resultó herido. Posteriormente, cuando era trasladado hacia el hospital en una ambulancia, esta fue atacada, a pesar de llevar visible la identificación de la Cruz Roja. Un avión enemigo descargó sus ametralladoras contra el vehículo, lo cual le causó la muerte. Fue el primero de los mártires de la batería.

El resto de la desorganizada tropa, atrapada entre los arrecifes y el terraplén, totalmente a la descampada, solo atinaba a mirar al cielo y ver las lengüetas de fuego sobre ellos. Cuando pensaron que lo peor había pasado, comenzaron otras estridentes explosiones unidas a un abrasador impacto de calor sofocante. «¡Están bombardeando con napalm!»…

Se escuchó un grito de alguien que no ocultaba el temor sentido en aquel momento. Efectivamente, de los aviones se veían caer unos bultos que sin un orden o dirección precisos, descendían rápidamente dando irregulares vueltas y al chocar con cualquier superficie -ómnibus, arrecifes o peor aún, sobre cuerpos humanos-, explotaban.

Su contenido se expandía de inmediato por metros que parecían leguas, diseminando a su alrededor un fuego brillante, potente y gelatinoso.

Algunas de las víctimas alcanzadas por aquella sustancia, envueltas por el fuego y desesperadas, corrieron hacia el mar cercano, se hundieron en él para volver a salir en idénticas condiciones: el cuerpo en llamas y lanzando terribles alaridos.

“¡Revuélcate en la arena!”, vociferaban los más ecuánimes, presumiendo de una experiencia, por demás, nunca antes conocida y sin embargo, solo así se lograban apagar aquellas impresionantes antorchas humanas.

Al fin, hubo una pausa. El espectáculo era dantesco. Lo que hacía unos momentos era una desafiante caravana de autobuses ingleses marca Leyland, ahora eran hierros retorcidos y humeantes.

EN DESIGUAL COMBATE

Inicialmente no encontraron explicación para aquella tregua momentánea, solo más tarde supieron que al final de la caravana de los ahora diezmados autobuses, se habían incorporado los niños artilleros de las “cuatro bocas”.

Desde los camiones transportadores de sus piezas, sin tiempo para emplazarlas, efectuaron fuego cerrado contra los B-26. De inmediato estos alzaron vuelo y se perdieron del escenario de tan desigual combate.

Tan aleccionador relato asevera cuán difícil transcurrió el éxito finalmente logrado en menos de 72 horas contra un enemigo que no reparó en usar tan arteros y repudiados métodos para intentar sus propósitos.

Muy a pesar de lo cual fueron derrotados al atardecer de aquel 19 de abril, aún después de que varios ‘destroyers’ norteamericanos se acercaran infructuosamente a las costas con el propósito de evacuar a sus mercenarios.

Tampoco lo lograron ante la decidida acción de los artilleros cubanos, obligándolos a poner pies en polvorosa y sin dar enfrentamiento, se retiraron abandonando a sus preteridos triunfadores.

Hoy, la frase del líder histórico de la Revolución cubana cobra mayor vigor al comprobarse el sacrificio y la entrega de los que en las arenas de Playa Girón lograron bajo la dirección de Fidel Castro que “a partir de Girón, todos los pueblos de América fueron un poco más libres”.

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