Laura V. Mor/ Foto: Victor Villalba Gutiérrez / Resumen Latinoamericano – Cuba.
La Habana, 26 de abril de 2023.- Al igual que ocurrió con otros aspectos, la pandemia de Covid-19 impactó gravemente en la inmunización infantil a nivel global y notoriamente en América Latina y el Caribe, región donde durante años atrás se habían registrado las tasas de vacunación más altas a nivel global.
El “Estado Mundial de la Infancia” es el principal informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), presentado ante los medios de prensa por Alejandra Trossero, su representante en Cuba.
Esta edición 2023 es la primera en la historia que se dedica exclusivamente a la inmunización sistemática –según comentó Trossero- arroja que existen 67 millones de niños y niñas a nivel global que no han recibido una inmunización sistemática total o parcial; mientras que para 48 millones solo ha sido parcial.
La pandemia presentó nuevas exigencias para los sistemas sanitarios de los países, los cuales en su mayoría no estaban preparados para afrontarlas; pero a su vez, agravó la escasez ya existente de personal sanitario a nivel global.
A pesar de esta situación extraordinaria generada por la pandemia, una alarmante cantidad de niños y niños no recibían vacunas desde antes de 2019.
El “Estado Mundial de la Infancia 2023. Para cada infancia, vacunación” toma a la pobreza, la marginación y el género como variables fundamentales a la hora de determinar la vacunación a infantes, poniendo en riesgo su vida y sus posibilidades de desarrollo futuro.
Los menores que nunca se han vacunado viven en su mayoría en las regiones más pobres y marginadas del mundo, donde los sistemas de atención primaria carecen de los medios necesarios o funcionan con recursos limitados.
En estas comunidades como en otras remotas, la disponibilidad de las vacunas se enfrenta a importantes obstáculos además de la insuficiencia de recursos: problemas en las cadenas de suministro, la falta de trabajadores sanitarios y la escasez de electricidad, agua y saneamiento.
Por otra parte, los conflictos han obligado a millones de niños y niñas a abandonar sus hogares y trasladarse a campamentos de refugiados en los últimos años; donde al estar solo de paso se hace más difícil controlar las tasas de vacunación y ofrecer a los niños y niñas las vacunas que necesitan.
La vacunación y una percepción preocupante
Los datos recopilados en el informe, comparativamente antes y durante la pandemia de Covid-19, muestran un notorio descenso en la percepción de la importancia de mantener activa la vacunación en niños y niñas.
Este escepticismo y falta de confianza ante la vacunación se debió en gran parte a las campañas de desinformación y el surgimiento de los llamados “movimientos antivacunas” alrededor del mundo y en particular en América Latina y el Caribe, algo que en Cuba no sucedió –tal como explicó Trossero- debido a la confianza y el conocimiento por parte de la población de los alcances y logros del sistema público de salud.
“Las vacunas salvan 4.4 millones de vidas cada año”, afirmó. Sin embargo, la percepción pública sobre la importancia de las vacunas infantiles disminuyó durante la pandemia de Covid-19 en 52 de los 55 países analizados según advierte UNICEF en este nuevo informe sobre vacunación y es un dato preocupante.
Ejemplo de esta situación es que 1 de cada 5 niños y niñas en el mundo no tiene ninguna protección contra el sarampión, una enfermedad que puede ser mortal durante la infancia, aunque prevenible. También lo es que 7 de cada 8 niñas en riesgo de contagio alrededor del mundo no están vacunadas contra el virus del papiloma humano (VPH), causa potencial del cáncer de cuello uterino.
En América Latina y el Caribe actualmente más de 1.7 millones de niños y niñas nunca han recibido una vacuna, teniendo aquellos pertenecientes a hogares más pobres triplicada su probabilidad de no ser vacunados en el corto y mediano plazo; lo que implica que uno de cada cuatro niños no ha recibido sus vacunas esenciales.
El resurgimiento de enfermedades erradicadas
Las consecuencias de la pandemia de Covid-19 han sido catastróficas para la inmunización infantil; pero incluso antes de la pandemia ya había señales de alerta. En ese sentido, manifestó Alejandra Trossero, la pandemia puso de manifiesto las deficiencias que sufrían los sistemas de salud de todo el mundo y que han contribuido a este importante retroceso.
El resurgimiento de enfermedades prevenibles como como difteria, sarampión y poliomielitis que habían sido consideradas erradicadas o controladas en América Latina es consecuencia de este retroceso en la inmunización a niveles anteriores al 2008.
En 2022 los casos de cólera y las muertes asociadas a la enfermedad aumentaron en todo el mundo; siendo mayormente afectadas las regiones de África Oriental, Oriente Medio y Asia Meridional que no habían registrado ningún brote en más de una década. En el Caribe, particularmente en Haití, una grave epidemia afectó a miles de niños y niñas.
En ese mismo año se produjeron decenas de brotes masivos de sarampión en el mundo (Afganistán, Etiopía, Nigeria, Somalia y Yemen fueron los países más afectados), luego de que en el año anterior casi 40 millones de niños y niñas no habían recibido la vacuna contra esa enfermedad.
En cuanto a la poliomielitis se habían logrado avances significativos en el camino a su erradicación; pero en los últimos dos años esto se vio amenazado por un aumento considerable de brotes en países como Chad, Nigeria, República Democrática del Congo y Yemen o en Malawi y Mozambique, dos países que durante décadas habían estado libres de la presencia del virus.
Si bien los trastornos causados por la pandemia interrumpieron la vacunación infantil en casi todas las naciones del mundo y particularmente en América Latina y el Caribe, haciendo retroceder las tasas globales de vacunación a niveles que no se veían desde 2008 y convirtiéndose la región en el “segundo peor” después de África Oriental, Cuba se presenta como un caso paradigmático.
La inmunización en Cuba: Un caso para destacar
La representante de UNICEF destacó el “intenso trabajo desplegado para las campañas de vacunación antiCovid-19”, las cuáles recordemos se llevaron a cabo con tres vacunas desarrolladas íntegramente en el país, convirtiendo a Cuba en el primer país de América Latina en contar con vacunas propias contra este virus.
Cuba logró vacunar a más del 98% de su población con el esquema completo y a un 98% con al menos un refuerzo, además del 98.5% de la población pediátrica mayor a 2 años, ostentando así el mayor índice de vacunación mundial.
Trossero resaltó que aún dentro de un contexto de crisis sanitaria tan desafiante como el surgido en la pandemia de Covid-19, el Programa Ampliado de Inmunización (PAI) no se detuvo en Cuba, destinando recursos para asegurar una amplia cobertura a nivel nacional.
Este Programa Ampliado de Inmunización (PAI) fue creado en 1962 con la primera campaña masiva de vacunación contra la poliomielitis, como resultado de las transformaciones políticas, económicas y sociales iniciadas en 1959, cuando las enfermedades transmisibles (muchas de ellas prevenibles) eran la principal causa de morbilidad y mortalidad en la población infantil cubana.
4 millones 800 mil dosis de vacunas simples o combinadas que protegen contra 13 enfermedades son administradas anualmente en Cuba; ocho de las cuales son de procedencia nacional, incluida una pentavalente cuyos cinco componentes se producen en el país.
En Cuba, explicó Lena López Ambrón, Jefa Nacional del Programa de Vacunación del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), la vacunación es gratuita, de acceso universal y está integrada en la Atención Primaria de Salud, que cuenta con 11.458 consultorios médicos, 450 policlínicos con una cobertura aproximada de 30 mil habitantes por cada uno y 52 hospitales con vacunatorios.
Entre los resultados más relevantes obtenidos en el país a raíz de este Programa se encuentra la eliminación de poliomielitis (1962), difteria (1979), sarampión (1993), rubéola (1995), parotiditis (1995) y tosferina (1997) y de cuatro complicaciones como la meningitis tuberculosa (1962), el tétanos neonatal (1972), la meningitis postparotiditis (1989) y síndrome de rubéola congénita (1989).
Otro resultado a destacar es haber logrado que enfermedades como el tétano y la enfermedad meningocócica, no constituyan un problema de salud pública por sus bajos niveles de incidencia (0,1 por 10.000 habitantes) en el país, también apoyado en vacunas de producción nacional, detalló López Ambrón.
Si al contexto de emergencia sanitaria, se le suma el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero con las 243 medidas restrictivas adoptadas por la administración Trump (y mantenidas durante el gobierno de Joe Biden) que dificultan la adquisición de los insumos necesarios y demoran su llegada al país al ser adquiridos en mercados lejanos a precios por encima del mercado, este logro es, sin dudas, significativamente mayor.
“El contraste entre el mundo y Cuba es para destacar”, afirmó Alejandra Trossero al evidenciar que el país cuenta actualmente con un 95% de tasa de vacunación, una cobertura muy alta según parámetros internacionales.
¿Qué hacer?
El “Estado Mundial de la Infancia 2023. Para cada infancia, vacunación” examina las medidas que es necesario tomar para garantizar que todos los niños y niñas estén protegidos contra las enfermedades que se pueden evitar mediante la vacunación e insta a reforzar la atención primaria de salud y proporcionar los recursos económicos necesarios, así como apoyo a los trabajadores de la salud tanto en lo referido a nivel salarial como a formación y oportunidades de crecimiento profesional.
Para ello, hace un llamado prioritario a la urgente identificación por parte de cada gobierno de los niños y niñas que no han sido vacunados durante la pandemia de Covid-19 y proporcionarles el acceso a esas vacunas faltantes. Recomienda también, reforzar la demanda de vacunas desde el propio Estado para incentivar además con ello la confianza perdida en la inmunización de los menores.
Para lograrlo es necesario que los Estados den prioridad a la financiación de los servicios de inmunización y atención primaria de salud, a la vez que construyan sistemas de salud más resilientes mediante la inversión en personal de salud, la innovación y la manufactura en la región.
Esto implica integrar los servicios de modo que la inmunización infantil sea parte de la atención primaria de salud, mejorar la vigilancia de las enfermedades y asegurar el acceso a aquellos materiales necesarios para la vacunación (como jeringuillas y medios de almacenamiento) con el objetivo mínimo de retomar los niveles previos al inicio de la pandemia y asegurar a niños y niñas un futuro más prometedor.