Retiro de Alexander Malleta. Foto: Tomada de Prensa Latina.
Joel García
Cubadebate
El sol hizo de las suyas este 12 de julio. Eran las cinco de la tarde y ver en el estadio Latinoamericano a Alexander Malleta con traje no podía menos que dejarle calor y sudor. Sin embargo, todo era soportable para decir adiós al aficionado que tanto lo aplaudió por 22 temporadas. La sonrisa del número 55 de Industriales era su mejor agradecimiento. Esa sonrisa que lo acompañó siempre en cada jonrón, cada impulsada y cada victoria.
Para acompañarlo escogió a su hermano, principal inspirador de llegar a los estadios después de haber pasado por las piscinas; a su primer entrenador en Las Clavellinas; al mentor que más triunfo le dio con su ofensiva (Rey Vicente Anglada) y al actual mentor azul quien también lo dirigió en Metropolitanos (Guillermo Carmona). Todos ellos lo veían empapado de sudor, pero Malleta no paraba de sonreír.
El acto protocolar tuvo un poco de lo que siempre se espera en este último turno de emociones ante la afición. Lo sorprendieron las décimas improvisadas; le hicieron quitar las gafas los recuerdos de sus mejores momentos que pasaron por una pantalla gigante; y no pudo aguantar los nervios con el siempre emocionante recuento de sus estadísticas más los cuadros llenos de fotos memorables.
Sin embargo, lo que nadie contaba en esta despedida era que dos abrazos fueran lo que más disfrutó Malleta, sin demeritar todo lo anterior. El primero sobrevino con el más grande pelotero espirituano, Frederich Cepeda. De 24 a 55.
De compañeros de alineación a compañeros de aventuras y parrandas. De amigo sincero a hermano de sacrificios bajo el sol en Series Nacionales y equipos Cuba. Malleta lo reverenció primero como San Cepeda, pero el Gallo Mayor no hizo caso con un abrazo que parecía eternizar en anécdotas que solo ellos podrán contar algún día.
El segundo abrazo no fue en el terreno. Había concluido y en las gradas un pitcher pinareño, vestido inusualmente de azul lo esperaba. Malleta fue hasta allí. De 99 a 55. Ahora Pedro Luis Lazo le recordó que solo le dio un jonrón de los 257 de su carrera y Malleta solo sonreía. Hubo olor a tabaco porque ambos lo fuman con gusto. La respuesta del capitalino fue sincera: “gracias por venir, tú también me ayudaste a crecer como pelotero”.
Ambos momentos pudieron ser recogidos en imágenes. No hay un retiro igual a otro, como tampoco Malleta merecía menos tras decidir no entrar más al cajón de bateo. Con él se va una generación que siguió el legado de sus ídolos, Agustín Marquetti y Pedro Medina. Respetuoso y disciplinado, pero no perfecto, cuando se le pidió una entrevista reconoció que no podía hilvanar palabras en esa tarde.
Todos pensaron en la emoción del adiós, aunque no paraba de sonreír. Dos horas después pude preguntarle por esos dos abrazos y volvió a carcajearse: “con eso solo hubiera bastado para retirarme”.
(Tomado de la página del autor en Facebook)