Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la Upec . Fotos: Luis Jimenez Echevarria.


Unión de Periodistas de Cuba celebra aniversario 60 de la organización

Cubadebate - Video: Canal Caribe / TV Cubana.- La Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) ha estado íntimamente ligada a las luchas populares en la mayor de las Antillas y en la creación de una conciencia revolucionaria entre los profesionales del sector; así la describió hoy, en esta capital, su presidente, Ricardo Ronquillo Bello, en el acto político-cultural celebrado en saludo al aniversario 60 de la organización.
En las palabras centrales de la ceremonia, Ronquillo Bello valoró la actualidad de la institución y la necesidad de la unidad entre los profesionales de la prensa, tal cual como marcó la urgencia de este valor en el momento fundacional.

Precisó que el periodismo cubano está llamado a batallar en la causa inconclusa contra el ocultismo, por promover una cultura de la participación y el control popular y por elevar el papel del debate y la crítica, las cuales deberían encontrar en el socialismo su espacio natural.

Recordó la utilidad de las enseñanzas del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien siempre se sintió muy identificado con el oficio y en su ética prevalecía el convencimiento de que reconocer un error en Revolución es preferible que el silencio.

Se refirió asimismo a las transformaciones que vive en tiempos recientes el sector, impulsadas a raíz de la aprobación de una Ley de Comunicación donde se reafirma la intención de tomar acciones y avanzar en pos de un nuevo modelo de prensa capaz de dar cabida a los cubanos en su pluralidad y satisfacer las necesidades crecientes de los públicos de informarse.

Todo esto contemplado como parte de una Política del Estado y del Gobierno destinada a estos temas concebida la comunicación como uno de los ejes estratégicos de la gestión gubernamental y de enfrentamiento ante los efectos de la guerra no convencional y las campañas de desinformación y manipulación, añadió.

Para el joven periodista Mario Ernesto Almeida Bacalao, profesor de la carrera de Periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, el éxito de estás aspiraciones radicará en la medida en que los medios sepan ser dialógicos con sus públicos y sean capaces de relatar la realidad con apego a los principios sobre los que se construye la nación cubana y sentido del momento histórico.

La ocasión distinguió a fundadores destacados por su recorrido y ejemplo en el desempeño de la labor con la medalla 60 Aniversario y se entregaron reconocimientos de instituciones como la CTC y la FMC, entre otros, a la presidencia de la UPEC.

A la cita, en el Teatro Martí de La Habana, asistieron, entre otros, los miembros del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y del Consejo de Estado, Roberto Morales Ojeda, secretario de Organización, Ulises Guilarte de Nacimiento, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), y Teresa Amarrelle Boué, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), junto a la vice primera ministra Inés María Chapman Waugh y directivos y representantes de los medios nacionales y provinciales afiliados a la UPEC.

Fundada el 15 de julio de 1963 como resultado de la unión de los grupos profesionales de la prensa hasta entonces, la UPEC tiene, entre sus objetivos generales y obligaciones, defender a los periodistas en el ejercicio legal y ético de la profesión, en el derecho de acceso a las fuentes y en el cumplimiento de su labor de información y orientación.

Cuenta entre sus funciones la de contribuir a la formación de los periodistas en las mejores tradiciones del pensamiento político cubano, y en los elevados principios patrióticos, éticos y democráticos que inspiran a la sociedad cubana.

(Con información de ACN)

Rectificar en la prensa para rectificar en la sociedad

Ricardo Ronquillo

Discurso pronunciado por Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la UPEC, en el acto por el aniversario 60 de la organización, el 14 de julio de 2023

Casi podemos imaginar la agitación de un día como hoy, hace 60 años, en la víspera de la que entonces fue reconocida como la asamblea nacional de constitución de la Unión de Periodistas de Cuba.

Es posible esta tarde, y desde este teatro, suponer la atmósfera de expectativa y de júbilo de los 277 convocados al Salón Sierra Maestra del hotel Habana Libre, que encajaba perfectamente en la atmósfera política de entonces en el país.

Cuatro años antes, la Revolución —tan sorprendente como radical— cambiaba el curso de todas las brújulas y ponía el horizonte en un cambio político, económico, moral y espiritual que rompía las fronteras del país, para subyugar los amores y los ardores del continente y del planeta.

Se venía abajo un mundo decadente, que por etapas se transfiguraba en tiránico, contra el que se había levantado una decorosa generación martiana con los asaltos del 26 de julio de 1953 como Termópilas antillanas. Todo estaba por fundarse, hasta la unidad de las vanguardias revolucionarias que, por vez primera, triunfaban tan rotundamente en Cuba.

No se navegó por un arroyo manso hasta aquel 15 de julio, cuando los trabajadores de la prensa se reunían —o se juntaban para decirlo de manera más precisa y preciosa— para escalar hacia cumbres muy elevadas de responsabilidad social y política.

En aquella fecha no solo nació una organización absolutamente nueva por su naturaleza en el continente, como resaltaba Ernesto Vera, artesano del acto constitutivo y uno de nuestros presidentes, sino que además se proponía el sueño de fundar un tipo distinto de periodismo: aquel en que se dejaba de servir al provecho de los de arriba para defender los derechos de los de abajo, de aquella masa “sufrida” que Fidel había reivindicado en su alegato La historia me absolverá.

La gran rebelión comenzó cuando los dueños de los medios de comunicación capitalistas vieron clavarse sobre el morrillo de su parloteada libertad de prensa a la famosa coletilla. Los hincaba ahora la banderilla de sus antiguos asalariados.

Comenzaba así, con esa singularidad providencial de nuestras insurrecciones, el inicio de la socialización de los medios privados en Cuba. Desde entonces la libertad de prensa en este país comenzaría a tener otro sentido; ese que muchos años después la lucidez del maestro Julio García Luis definiría como el derecho de la sociedad organizada a tener medios, que no podría ser otro que el derecho del pueblo a poseerlos para expresarse en libertad.

La historia de la Unión de Periodistas de Cuba es parte inseparable de las luchas del pueblo cubano, de estas nació y a estas se debe. Es imposible hablar de la historia de esta tierra, del surgimiento de una conciencia nacional, patriótica y de justicia social, sin referirnos a la historia del periodismo y de sus más encumbrados representantes.

Somos herederos de una tradición que comenzó por el Padre Félix Varela y continuó, en sucesión honrosa, con el Apóstol, Juan Gualberto Gómez, Julio Antonio Mella, Pablo de la Torriente Brau, Ernesto Guevara y Fidel Castro.

Por ello Tubal Páez Hernández, presidente de honor de nuestra Upec, tiene razón al aclarar que los periodistas no acompañan a la Revolución, los periodistas son también la Revolución. Solo lo anterior explica los sacrificios que, junto al pueblo, y en aras de su causa, afrontan en su nombre.

Además de sus cronistas, defensores de su verdad, su limpieza moral y ética, han sido y son sus hacedores, desde los días de fundación hasta estos tiempos de reajustes y rectificación. Cambiar todo lo que tenga que ser cambiado, como defendió Fidel, para que la Revolución no sea cambiada, en el sentido en que su líder histórico lo alertó desde el Aula Magna de la Universidad de La Habana.

En la búsqueda de un periodismo nuevo, como el que se plantearon los constituyentes de nuestra Upec, la Revolución tuvo aciertos mayúsculos, de lo contrario no existiría frente a la maquinaria de odio y manipulación que probó todas las bajezas contra ella— pero también desaciertos y distorsiones nada minúsculos.

Algunos de esos errores fueron señalados en los últimos congresos del Partido, como demostración de la conciencia creciente de que no podría avanzarse hacia un socialismo más pleno, democrático e irreversible sin cambiar nuestro periodismo. Con gran acierto, el V Congreso de la UPEC, en 1985, fue convocado con la frase: “Sin rectificación en la prensa, no hay rectificación en la sociedad”.

El periodismo nuevo que nos pusieron como dorado los fundadores es todavía una causa inconclusa contra el secretismo, la necesidad de promover la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión pública, el debate y la crítica socialmente saneadoras, que deberían tener en el socialismo su ambiente natural.

Fidel, quien nos pediría y nos hizo sentirlo como uno de nosotros, consideró siempre que el error es preferible al silencio en la Revolución. La mudez, el vacío de nuestras posturas, el triunfalismo paralizante, acomodaticio y desmovilizador o la propaganda vacía, sin conexión con la complejidad de la vida real, es el mejor regalo que podemos hacerle hoy a la narrativa neocolonizadora contra cuba.

La condición de medios fundamentales, tan certeramente recogida en la tercera Constitución del período socialista, no se da solo por derecho en una sociedad en red, con más de siete millones de internautas como es ya la cubana. Precisa pelearse cada segundo en una contienda simbólica sin precedentes con instantaneidad, hondura, belleza, modernidad estilística y discursiva, ciencia y conciencia.

Para deshacernos de cualquier lastre del pasado contamos ahora con la Política de Comunicación del Estado y del Gobierno; con la comunicación concebida como uno de los ejes estratégicos de la gestión gubernamental; con la Ley de Comunicación social y el impulso a un experimento para cambiar los modelos de gestión editorial, económica y tecnológica de nuestros medios. Son estos los instrumentos políticos, institucionales y legales para avanzar hacia un nuevo modelo de comunicación y de prensa pública para nuestro socialismo.

Las anteriores son transformaciones que exige el pueblo a nuestro periodismo en medio de las presiones de este cambio de época y de una inclemente guerra cognitiva, con la comunicación como centro de la escalada.

No tenemos derecho a fallarnos, ni a fallarle a ese pueblo, o a quienes en el continente y en el mundo, como los que integran la Federación Latinoamericana de Periodistas, o los que en los dos últimos años participaron en el Coloquio Internacional Patria, siguen teniendo en Cuba un referente de concertación, de búsquedas y de utopía irrenunciables.

El mundo y el país son otros, la escala de los desafíos cambió, nos debemos muchas respuestas para inquietantes preguntas, pero sesenta años después de aquel 15 de julio de 1963, con la Revolución en el poder y nosotros con ella, lo que no puede cambiar es la energía, el arresto y la esperanza de nuestros fundadores.

Esa es la garantía de nuestra Unión en la era de la fragmentación.

¡Vivan los periodistas cubanos!

¡Viva la Revolución que los unió!

¡Vivan la ética, la dignidad, el sentido de la justicia y el patriotismo que distingue a la Unión de Periodistas de Cuba!

(Tomado de Cubaperiodistas)

 

Sesenta años de la UPEC: “Unión para tener mayor fortaleza”

Claudia Fonseca Sosa

Cubadebate

La atmósfera era de expectativa y júbilo. Era 277 los convocados al Salón Sierra Maestra del Hotel Habana Libre. Solo cuatro años antes una Revolución triunfante se inauguraba, con un cambio político, económico, moral y espiritual que rompía las fronteras del país. El periodismo no podía quedarse atrás.

La aspiración de unificar al gremio venía desde tiempo antes, pero no fue hasta aquel 15 de julio de 1963 que se hizo realidad. Ese día, y en aquel salón, nacía la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), agrupando en una sola organización a los profesionales de la prensa cubana que hasta entonces formaban parte del Colegio Nacional de Periodistas, la Asociación de Reporteros de La Habana, la Asociación de la Prensa de Cuba y otras pequeñas asociaciones que vinculaban a reporteros, corresponsales, correctores de pruebas, fotógrafos, camarógrafos, dibujantes y humoristas.

Ese 15 de julio no solo nació una organización absolutamente nueva por su naturaleza en el continente, como resaltaba Ernesto Vera, presente en el acto constitutivo y uno de los primeros presidentes de la UPEC, sino que, además, nació el sueño de fundar un tipo distinto de periodismo, alejado de las prácticas negativas propias de la sociedad neocolonial que se dejaba atrás. El compromiso sería desde entonces con la Revolución y con el pueblo.

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El periodista Ernesto Vera ha explicado en disímiles ocasiones por qué aunque la Revolución había triunfado cuatro años antes, la UPEC debió esperar hasta 1963 para crearse. Vera asegura que muchos de “los fundadores de la UPEC estaban concentrados en el combate directo con la reacción interna y el imperialismo yanqui, sin mucho reposo para dedicar atención y tiempo para crear la organización”.

“No obstante, consideramos que ese tiempo sirvió de aprendizaje necesario para proyectar lo esencial del contenido y la orientación que correspondía al proceso unitario de los periodistas cubanos, por primera vez en la historia y para siempre (...)

Los periodistas cubanos, como parte del pueblo revolucionario, fueron actores y cronistas de la batalla política e ideológica en el seno de la  prensa y demás medios de difusión, del ataque mercenario e imperialista yanqui contra nuestro país, de tantos otros hechos relevantes que harían esta relación interminable.

“En el centro de cada uno de esos combates se fueron perfilando mejor las ideas, las actitudes, las decisiones de los trabajadores de la prensa, de los periodistas”, afirmaba Vera, citado por Cubaperiodistas.

Y es que la historia de la UPEC es la historia misma de la Revolución. Al intervenir recientemente en el programa Mesa Redonda, el presidente de la organización, Ricardo Ronquillo Bello, dijo que “desde la UPEC siempre se ha defendido la idea de que no se puede hablar de la historia de Cuba sin hablar de la historia del periodismo cubano”.

Ronquillo enfatizó en que, incluso, entre los grandes fundadores de la nación están grandes periodistas de este país. “Pensemos, por ejemplo, en el Padre Félix Varela que fue de los precursores del periodismo en el país y estuvo inaugurando las primeras publicaciones periódicas. Luego tenemos a José Martí, el gran referente intelectual y político de Cuba, el gran inspirador de los cubanos de todos los tiempos. También sobresalen otros nombres como Juan Gualberto Gómez, Pablo de la Torriente Brau, Julio Antonio Mella. Y, Fidel Castro”.

De acuerdo con el presidente de la UPEC, “a la hora de estudiar el proceso de formación de la conciencia nacional y la formación de un sentimiento de justicia social en Cuba, no se puede ignorar el papel que los grandes periodistas y fundadores de la nación desempeñaron”.

Igualmente, el periodismo siempre estuvo vinculado a la historia de luchas del pueblo cubano, en todas las épocas. “Los periodistas participaron en la formación de la conciencia nacional, de una conciencia patriótica y una conciencia social. Y también como luchadores”.

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Recuerda el periodista Juan Luis Marrero González en su artículo “Antecedentes históricos de la UPEC” que durante todo el siglo XIX, con la excepción de la primera junta general de periodistas efectuada de modo clandestino en 1812, no hubo intento alguno de los trabajadores de la prensa en Cuba para organizarse y luchar por mejores condiciones de trabajo, profesionales o salariales.

No es hasta principios de 1902, al calor de la instauración de la República, que se dan los primeros pasos para la creación de una organización que agrupase a los periodistas.

La primera iniciativa fue constituir la Asociación de la Prensa de La Habana, pero fue un intento que quedó frustrado muy rápidamente, cuando el director del reaccionario Diario de la Marina, el español don Nicolás Rivero, intentó también convertirse en dueño de la nueva organización mediante una maniobra electoral violatoria del reglamento establecido. Tal hecho provocó que un importante número de los periodistas abandonasen la Asociación.

En pocos días, la Asociación de la Prensa de Cuba murió en su cuna, aunque se reanimó dos años después bajo la presidencia de Alfredo Martín Morales y de una directiva integrada por un selecto grupo de periodistas y escritores de la época.

El 14 de abril de 1902 también se constituyó la Asociación de Reporters de La Habana, que se convirtió, posteriormente, en el Círculo Nacional de Periodistas.

Esta Asociación encabezó los trabajos de organización del Primer Congreso Nacional de Periodistas, efectuado en La Habana en diciembre de 1941, en medio de la guerra de agresión y ocupación de territorios por el nazi-fascismo.

Marrero González recuerda en su texto que más de 40 asociaciones de periodistas, en su mayoría locales, estuvieron representadas en este Primer Congreso.

“Dieron respaldo a este empeño, entre otras, la Asociación de la Prensa de Cuba, también nacida a principios del siglo XX, la Asociación de Reporters de Santiago de Cuba, la Agrupación de Redactores Teatrales y Cinematográficos, la Asociación de Periodistas y Escritores de Oriente, y distintas organizaciones creadas en la capital y poblaciones de las entonces seis provincias existentes en el país”.

Las palabras de clausura del Primer Congreso estuvieron a cargo de Jorge Mañach, prestigioso periodista y entonces Senador de la República, quien habló extensamente sobre la historia del periodismo cubano en la colonia que, en su opinión, se caracterizó por un individualismo carente por completo de la angustia del futuro, y que, después, en las primeras décadas de la República primó la improvisación, la frivolidad y la dispersión.

Mañach señaló que hubo figuras de excepción, de periodistas que en las cuatro primeras décadas de la República tuvieron preocupaciones, visiones de futuro, angustiados con la suerte de la nación. Y dijo: “Se es profesional cuando, además de vivir del periodismo, se vive para el periodismo”.

La historia recoge otros dos congresos nacionales de periodistas previos a la asamblea (o congreso) fundacional de la UPEC: el segundo se efectuó en Santiago de Cuba (1943), aún en medio de la Segunda Guerra Mundial, y el tercero en Pinar del Río (1947). Sin embargo, sí se celebraron Asambleas Nacionales, de acuerdo con los Estatutos del Colegio Nacional de Periodistas.

Aquel Primer Congreso, sin duda alguna, significó un gran avance, apunta en su trabajo Marrero González. En los años venideros nacieron instituciones como el Colegio Nacional de Periodistas y los colegios provinciales que contribuyeron a sumar fuerzas y luchar cohesionadamente por determinados objetivos en beneficio de los periodistas y del periodismo.

Se hizo realidad, igualmente, el reclamo de que se fundasen Escuelas de Periodismo para formar los futuros trabajadores de la prensa. Otro logro que se concretó fue la elaboración de un Código de Ética.

Como antecedente de la UPEC también es válido mencionar a otra organización periodística, la Asociación de la Prensa Plana de Cuba, nacida en 1945, la cual agrupó a más de un centenar de pequeñas empresas de periódicos con representación en casi todos los municipios del país.

Esta Asociación celebró su primer Congreso constitutivo el 22 de julio de 1945 en la ciudad de Santa Clara y se le conoció como la organización de los periodistas de tierra adentro.

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Volviendo al 15 de julio de 1963, Marrero González señala en su artículo “I Congreso de la UPEC”, que para entonces, “la depuración periodística, iniciada en 1959, había concluido”.

“Pagados por la CIA y otras agencias del gobierno de los Estados Unidos, los dueños de los antiguos periódicos y periodistas incondicionales a estos, algunos de ellos excelentes plumas, se habían convertido en serviles instrumentos del imperialismo para los planes de subversión y desestabilización de la Revolución Cubana. Trasplantaron a Miami la prensa corrupta, amarilla, sensacionalista y desinformadora que cultivaron en la Cuba prerrevolucionaria”.

Refiere que las principales organizaciones periodísticas existentes en Cuba habían caído en una crisis total, pues el movimiento periodístico cubano estaba atomizado, disperso en muchos pequeños grupos.

“Unión para tener mayor fortaleza”. Con ese reclamo se constituyó en 1962 el Comité Gestor Nacional para la celebración de la Asamblea Nacional de Periodistas (o primer Congreso), el cual estuvo integrado por los directores de los medios de prensa revolucionarios y patrióticos.

“Figuras como Honorio Muñoz, Ernesto Vera, Aurelio Silverio, Edel Suárez y Guillermo Santiesteban tuvieron una gran responsabilidad en la organización del Primer Congreso. Sin embargo, la movilización de todo el pueblo por la Crisis de Octubre obligó a paralizar el trabajo de constitución de una organización periodística única”, escribe Marrero González.

Asimismo, afirma que no fue hasta los primeros días de junio de 1963 que se reiniciaron los trabajos del Congreso. “La Comisión Organizadora de Oriente convocó a la reunión de los periodistas de toda la provincia, para analizar los documentos del Congreso, ponerlos a democrático debate y elegir a los delegados. Una misión encabezada por Ernesto Vera llegó a la entonces provincia de Oriente para impulsar el trabajo.

“Como parte del proceso, se efectuaron en todo el país seis asambleas informativas, una por cada capital de provincia, a las que asistieron 589 periodistas. También se realizaron asambleas en los colectivos periodísticos para elegir a 283 delegados a la Asamblea Nacional. En estas reuniones participaron 1 326 periodistas. Todos los miembros del Comité Gestor fueron elegidos delegados por sus respectivos colectivos como expresión del carácter democrático que tuvo ese proceso”.

La Asamblea Nacional (o primer Congreso) tuvo lugar en el Hotel Habana Libre el 15 de julio. “¡Tiene tanto el periodista de soldado!”. Tal pensamiento de José Martí, expuesto en una gigantesca tela colocada al fondo del salón de sesiones, presidió este histórico encuentro, al cual asistió una representación de la Organización Internacional de Periodistas (OIP), encabezada por Sepp Fisher.

Ese 15 de julio se aprobó una Declaración de Principios, la cual “hizo énfasis en las responsabilidades éticas del periodismo y el periodista; condenó las formas mercantilistas y sensacionalistas de hacer periodismo; llamó a los periodistas a luchar por la construcción y educación socialista; propugnó el derecho de las masas a una información veraz; y convocó a hacer una prensa útil, seria, reflexiva y creadora, un verdadero instrumento de unificación, orientación, educación y organización (...)

“Con el aval de una ejecutoria profesional de muchos años en el periódico Hoy, órgano del Partido Socialista Popular y defensor de los intereses de la clase trabajadora, donde se desempeñó como jefe de redacción, y tras el triunfo revolucionario como director de la escuela de periodismo en la Universidad de la Habana, fue elegido Honorio Muñoz, nacido en Sancti Spíritus, como presidente de la UPEC. Ernesto Vera, procedente de las filas  del Movimiento 26 de Julio, quien tuvo importantes tareas en la prensa clandestina y, al triunfo revolucionario, responsabilidades de dirección en los periódicos Revolución y La Tarde, ocupó la vicepresidencia de la nueva organización periodística. Prestigiosos profesionales y patriotas formaron parte de esa primera mesa directiva”, rememora Marrero González.

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Durante su intervención en el programa Mesa Redonda, Ricardo Ronquillo comentó que el ambiente de unidad generado luego del triunfo de la Revolución propició que se llegara finalmente al anhelo de unificar al gremio en Cuba.

El presidente de la UPEC también hizo referencia a las intensas luchas de clases que se dio al interior de los medios luego del triunfo en 1959: un enfrentamiento entre los detentores del poder y la riqueza con los profesionales de los medios que tenían una conciencia social, progresista.

Ronquillo describió como una singularidad de aquellos momentos el hecho de que las vanguardias profesionales le colocaron una banderilla (al estilo de los toreros), a los dueños de los periódicos que venían del capitalismo. “Es lo que llamamos la coletilla”, dijo.

“O sea, comienzan a usar el concepto burgués de libertad de prensa para imponer la opinión de esas vanguardia profesionales frente a la oposición política de los dueños de los periódicos. Probablemente, no se haya dado en ningún lugar del mundo una rebelión profesional, ética, moral y política como esa. Deviene una curiosidad del periodismo cubano.

“Luego surgió la voluntad de los periodistas de fundar, no solo una organización de nuevo tipo como lo fue la UPEC para el país y para el continente, sino también un periodismo diferente, bajo otros fundamentos profesionales, éticos y conceptuales”, comentó.

De acuerdo con Ronquillo, “en aquella efervescencia de la eclosión preciosa de la Revolución en que todo estaba naciendo, los periodistas imbuidos de ese espíritu de transformación y de cambios extraordinarios que sembró la Revolución, sienten la necesidad organizarse y crear un soporte que los ayudará a encaminarse. Así surge la UPEC”.

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Han sido 60 años de batalla intensa, por el compromiso con la Revolución y por el compromiso con el pueblo, y con la verdad. 

“Uno de los grandes dilemas después del triunfo de la Revolución ha sido que hemos tenido que construir un país en un cerco de mentiras. El pueblo cubano ha debido contar con un sistema de prensa como el de la Revolución. Un sistema que algunos lo acusan de inoperante, de incapaz, y de todo tipo de epítetos para tratar de demeritarlo frente a la población; un sistema que es perfectible pero que, a la vez, ha sido vencedor, porque no hubiera sido posible el éxito de la Revolución, su existencia y la supervivencia de su sistema político, si no hubiera contado con un sistema de prensa como el que ha tenido. La gente sabe que la prensa cubana no miente”, afirmó Ronquillo en la Mesa Redonda.

“Siempre los medios de prensa cubanos han contado la verdad”, enfatizó para luego agregar que “eso no quiere decir que no haya habido silencios, que no haya habido distorsiones en el sistema de prensa revolucionario”.

Consideró que la discusión del gremio ha sido por mucho que el sistema de prensa revolucionario a veces no ha estado a la altura de esa Revolución tan grande como lo es la Revolución Cubana.

“De alguna manera el sistema de prensa de la Revolución copió y -como dijo Raúl en algún momento, a veces copió mal- del sistema de prensa del campo socialista, porque eran los referentes ideológicos de la época. Además, las propias condiciones en que se desarrolla la Revolución condicionan también un tipo de periodismo y de comunicación pública, en el que, a veces, el silencio era necesario como estrategia para enfrentar al enemigo. Eso condicionó una mentalidad de plaza sitiada y el secretismo, y determinados elementos negativos, los cuales perjudicaron la autoridad social del periodismo de la Revolución”.

“Aun así, aún con esos defectos que reconocemos y estamos tratando de superar, este sistema de prensa, desde su misma génesis, estableció defender un nuevo tipo de periodismo que respondiera a los intereses de una Revolución socialista, triunfante, con los propósitos principales de defender los derechos y la justicia del pueblo”, dijo.

En su intervención final, Ronquillo recordó el pensamiento del profesor Julio García Luis, quien advirtió que “se puede cambiar el periodismo sin cambiar el socialismo, pero que no se puede cambiar el socialismo sin cambiar el periodismo”.

“Cuba está haciendo un esfuerzo de transformación del modelo socialista del siglo XX; hay un nuevo modelo de esa conceptualización y nosotros tenemos que ubicar la transformación del modelo de prensa de la Revolución en ese contexto. Tenemos que ser conscientes de que la transformación de ese modelo  depende también la capacidad de la Revolución para vivir en el contexto desafiante de la sociedad cubana en red del siglo XXI y en medio de una guerra despiadada de cuarta generación, en medio de una disputa simbólica extraordinaria en la que los enemigos de la Revolución crearle a su sistema de prensa un ecosistema de medios privados y de proyectos de tergiversación y manipulación”.

Frente a ese escenario de tanta hostilidad mediática, Ronquillo alertó sobre la importancia de que el sistema de prensa de la Revolución sea cada día más transparente, abierto.

Al mismo tiempo, el presidente de la UPEC hizo un llamado a cumplir lo que está suscrito en la Ley de Comunicación, recientemente aprobada, en cuanto a que la prensa tiene que formar parte de los mecanismos de control social y popular y de los mecanismos de rendición de cuenta de las instituciones públicas.

Recalcó que “lo que efectivamente sería nuevo, inédito en la historia universal, es un sistema de prensa que de verdad responda a los intereses populares y no a las élites políticas, económicas o de otra índole. Nosotros tenemos la oportunidad de construirla en Cuba. La Revolución está en el poder, no lo ha perdido”.

“Es cierto que hoy el país vive una situación cotidiana muy compleja y dura, pero parte de la superación de esta realidad tiene que ver con la comprensión y la conciencia colectiva de lo que significa la transformación y modernización del proyecto socialista de la Revolución”, concluyó Ronquillo.

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