Colectivos de Creación Audiovisual y Cinematográficos reconocidos en Cuba como Wajiros Films labran un camino entre la parte comercial de la industria del cine y su objeto social. Foto: Tomada de la página de Wajiros Films en Facebook.


El colectivo de creación audiovisual aspira a que se legalice su actividad productiva como parte del sector privado cubano.

Cultura Redacción IPS Cuba

La Habana, 29 sep.- En el cambiante panorama cubano, los colectivos de creación audiovisual forman parte de los nuevos actores económicos, aunque no pueden ser catalogados como mipymes (micro, pequeña y mediana empresa) ni cooperativas ni proyectos de desarrollo local.

Quienes operan bajo la figura de los Colectivos de Creación Audiovisual y Cinematográficos, establecida en 2019 por el Decreto-ley 373, hoy buscan que su actividad productiva pase a otras modalidades disponibles desde 2021 del sector privado.

Un ejemplo claro es Wajiros Films, creado como proyecto en el 2017, cuando el sector privado en Cuba contaba con escasas figuras permitidas y buscaba encontrar un equilibrio entre lo económico y lo social. En 2019 se registró como colectivo de creación audiovisual.

Grupos como Wajiros Films labran un camino entre la parte comercial de la industria del cine y su objeto social. Lo hacen desde la autopercepción como productoras audiovisuales independientes, un término que heredaron del movimiento de cine independiente cubano, pero que no está reconocido en la legislación vigente.

El grupo de creación audiovisual Wajiros Films apoya los reclamos en Cuba para estabilizar la producción y distribución del cine como industria.

Una empresa con y para “guajiros”

“Desde que lo empezábamos a conceptualizar siempre tuvo un trasfondo social. Wajiros, aunque es una empresa, un negocio, siempre buscó un impacto social”, comenta Carlos Gómez, fundador y CEO de este grupo de creación audiovisual.

Sobre el nombre del emprendimiento, apunta que la mayoría de sus integrantes son guajiros, como se les dice en Cuba a personas que viven y trabajan en el campo o proceden de una zona rural.

“Vinimos a La Habana y sufrimos, hasta cierto punto, determinada marginación de nuestro talento, de nuestras capacidades, por el hecho de venir del interior del país. Muchas veces, también eso es una desventaja”, considera.

Con una línea de trabajo enfocada a la producción de audiovisuales y en ser parte de una industria a través del alquiler de equipos, Wajiros destinó desde sus inicios un porcentaje de las ganancias a incidir en la formación de profesionales del sector y a otras actividades y talleres dirigidos a los públicos.

Según Gómez, el grupo comenzó con una cámara que compraron, la Red Epic Dragon. “Básicamente, la idea era rentar esa cámara y, con el dinero de las rentas, destinar el 35 % de las ganancias a las acciones sociales, o sea, apoyar a nuevos realizadores, además de posicionar la marca y, por supuesto, entonces lograr más clientes”.

En el contexto de los nuevos actores emergentes de la economía cubana, “donde están las mipymes, que tienen cierta autonomía, Wajiros no puede ejecutar determinado proyecto, negociar con los clientes de forma directa, sino que sigue dependiendo de determinados canales oficiales”, explica Carlos Gómez.

Talleres

Justo dos años después de fundado, Wajiros desarrolló su primer taller infantil en el Festival Internacional de Cine de Gibara (FIC Gibara). Para Yamila Marrero, quien se desempeñó como productora ejecutiva del colectivo de 2018 a 2022, estos talleres dentro del festival tienen un claro propósito.

“Los que estuvimos en su inicio somos cineastas de provincia, la mayoría, incluso del oriente del país. Entendemos que en esas zonas muchas veces se tienen menos oportunidades que en otras localidades. En ese sentido, quizás por la necesidad de formación que siempre tuvimos, vimos al Festival como una oportunidad para ofrecer talleres”, explica.

Junto a la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, Wajiros suma tres ediciones de estos talleres, que les permiten realizar la producción de documentales con jóvenes y adolescentes, así como alentar al público activo para el FIC Gibara.

“Ha sido una experiencia sumamente enriquecedora. Este año hemos visto a estudiantes que estuvieron en el primer taller y son parte del jurado joven del festival. Otros participantes puede que estén estudiando Periodismo y presentándose en los primeros festivales de realización con sus documentales, o han creado un canal de YouTube para compartir sus cápsulas”, apunta Marrero.

La experiencia de Wajiros en Gibara se replicó en el municipio habanero de Regla, como parte del proyecto de transformación sociocultural Reglarizarte y en conjunto con la ONG MPDL (Movimiento por la Paz), durante casi dos meses con estudiantes del preuniversitario de ese territorio.

En alianza con el FIC de Gibara y la Fundación de la Naturaleza y el Hombre Antonio Núñez Jiménez, Wajiros suma tres ediciones de talleres enfocados en la producción de documentales con la participación de jóvenes y adolescentes.

Retos de un decreto

Cuando en el año 2021, el Estado cubano regularizó y amplió el trabajo privado, muchas productoras independientes ya estaban consolidadas en su trabajo diario, a partir del apoyo de oenegés, embajadas y del estatal Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos.

La Gaceta Oficial número 94 incluyó el listado de las actividades que no se pueden ejercer por cuenta propia, entre las que figura la producción y la distribución de audiovisuales en el país.

Con la nueva ley, las productoras independientes pasaron a la ilegalidad. Luego de estar por al menos una década en la alegalidad, se decretaba un estatus ilegal y, con ello, la pérdida de garantías y representación para ejercer la producción audiovisual de forma independiente.

“Cómo podríamos asumir o creer que podemos tener desde el sector privado una producción coherente, estable, cuando somos una actividad prohibida”, cuestiona Gómez.

Esto dejó como única opción la figura de los Colectivos Audiovisuales, permitidos desde 2019 por el Decreto-Ley 373, pero que enfrenta numerosas limitaciones y no se corresponde con todo lo requerido por una productora independiente en la actualidad.

En el contexto de los nuevos actores emergentes de la economía cubana, “donde están las mipymes, que tienen cierta autonomía, Wajiros no puede ejecutar determinado proyecto, negociar con los clientes de forma directa, sino que sigue dependiendo de determinados canales oficiales”, explica Gómez.

¿Colectivos audiovisuales, mipymes o productoras independientes?

El interés creciente en Cuba por estabilizar la producción y distribución del cine como industria hace a grupos como Wajiros pensar que esto debería ser una posibilidad cercana, incluso en la figura deseada de productora independiente.

“Desde un punto de vista estructural de una empresa, el objetivo con el cual tú creas una película es ofrecer un producto que te permita obtener una ganancia”, puntualiza Gómez.

Si bien los colectivos audiovisuales no pueden ser tratados estrictamente como se percibe hoy a la pequeña y mediana empresa en Cuba, dado su objeto artístico, integrantes del gremio audiovisual consideran que deberían tener representación jurídica y mayor libertad de acción como las mipymes.

Por su parte, Marrero recuerda que los tiempos de producción de audiovisuales y las ganancias nunca serán las mismas de una mipyme estándar.

“No podemos ver al colectivo de creación audiovisual, a la productora independiente como una empresa que va a ser necesariamente solvente. Ese sería el sueño, pero muchas veces pasan hasta 10 años desde que empezamos a desarrollar una película”. (2023)

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